Una de las joyas del 2022, de las mejores películas del año (quizás la mejor hasta ahora) y desde que la vi estoy pensando en ella como una posible obra maestra. Es la ópera prima de la joven directora, guionista y productora escocesa, Charlotte Wells, quien de forma increíble y austera toma una historia aparentemente sencilla y la eleva en nivel de complejidad y de profundidad, gracias a una estructura, una dirección, un guión, una fotografía y un montaje brillante y original. La directora nos introduce de forma sutil en una grabación, en una serie de imágenes intimistas y un collage de recuerdos (y reflexiones) de una mujer, Sophie, quien recuerda las vacaciones de verano que tuvo con su padre 20 años atrás. La pequeña Sophie viaja a pasar el tiempo con su padre, un joven de unos 30 años, quien se separó de la madre y lidia con dificultades económicas, con problemas de depresión, que son sugeridos en varias escenas, y con traumas de infancia, sugeridos a la vez, por medio de escenas intermitentes, fugaces y oníricas en medio de una pista de baile abarrotada en una discoteca, donde se atisba en el medio al niño y al hombre atormentado. Y en esa discoteca también se logra ver de forma intermitente a la niña adulta, quien se funde con la identidad del padre, como símbolo de esa búsqueda psicológica y personal del personaje.
Me encanta que a pesar de apelar al pasado y a contruir toda la película a base de los recuerdos, no recurre a meros flashbacks baratos, sino que nos sitúa en el subconsciente de Sophie, quien a través de la perspectiva de una niña de 11 años que adora, extraña y se preocupa por su padre, comparte con el espectador fragmentos de sus recuerdos (reales e imaginarios), de vistazos grabados de un vídeo y también en ese proceso se expone ante el espectador como la pre adolescente que se encuentra atravesando por distintos cambios físicos, explorando la curiosidad y el deseo por los otros cuerpos, y que también es consciente de los problemas silenciosos de su padre, al que intenta entender y descubrir en este viaje intimista.
La película es bellísima, rodada con una sensibilidad y un detalle en los gestos, las miradas, los enfoques y los planos, que completan un cuadro intimista tan poderoso, único y original como pocas veces he visto en una pantalla, además de una narración profunda, poética, visceral y rica en elementos. Está llena de ternura, de dolor y de mucha humanidad. Además de mucho talento y recursos creativos para dirigir, escribir y producir esta estupenda película, que al parecer contiene algunos ecos biográficos de la misma autora.
Aunque pueda tener un cariz realista y casi documental, la directora nos deja pistas que nos llevan a una inminente ambigüedad en la interpretaciones de los hechos y recuerdos, pero unas preguntas e indagaciones muy bien hiladas e ingeniosamente bien llevadas, que nos llevan por caminos tantos oscuros como luminosos y grises, y depende del espectador el tipo de enfoque que le quiera dar. Aunque algunas pistas que deja parecen dar una mayor luz sobre un enfoque determinado. Como el mismo título, “Después del sol”, indicando oscuridad y penumbra, y al que el padre hace alguna que otra referencia en indicación a la depresión que sufre. Esta interpretación nos lleva a desconfiar incluso del final y hasta qué punto determinado en su último tramo solo estamos presenciando fantasmas.
Finalmente, la película explora magistralmente la relación entre padre e hija (sobre todo el caso de padre joven e hija pre adolescente), la exploración del deseo y la entrada a la adolescencia, la consciencia, el amor, los traumas, las frustraciones y los bellos momentos que permanecen en la memoria, así como las preguntas y la incapacidad de entendimiento en las relaciones parentales, entre otros temas. Posee esa sensibilidad inherente que a veces menciono que encuentro en el cine asiático, en el cine hecho por mujeres (y algunos hombres), que para mí las etiqueta inmediatamente como joyas, y también debo confesar que me conmovió profundamente hasta casi las lágrimas, siendo la primera en hacerlo en todo el año. Y eso para mí es un indicador muy confiable y que siempre busco en cada película.
Y si ya pensaba que la película era brillante, llega ese final que pone la cereza del pastel, con unas transiciones entre escenas que dirigen al espectador hacia una despedida, a la materialización de un recuerdo incompleto, hacia un duelo y una catarsis. Me sorpendió la originalidad y la maestría en cerrar esta función por todo lo alto, con toda la ambigüedad, toda la emoción y como un engranaje perfecto que hace click finalmente. Además de todos, creo que no he mencionado la banda sonora y la música utilizada en la película que es muy buena, y por supuesto, el excelente trabajo del reparto, sobre todo los dos brillantes protagonistas, padre (Paul Mescal) e hija (Francesca Corio), quienes se apropian y viven sus personajes, y permiten que todo lo demás funcione a la perfección. En fin, una de las películas que no pueden dejar de ver. Se encuentra en la plataforma de cine indie, Mubi, y se ha hecho un estreno limitado esta semana en algunas salas del país.
Tráiler de Aftersun (Link 1)
Frases y Diálogos de la película (Link 2)
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)