Hace poco leí por primera vez este libro en el Club de Lectura donde asisto, dentro de un ciclo que le dedicamos a las Grandes Damas del Sur de la Literatura Norteamericana. Y ha sido toda una sorpresa repasar y descubrir la literatura de estas mujeres que escribieron y reflejaron sin edulcorantes la realidad en el sur de los Estados Unidos, y lo que ocurría tanto en el exterior como en el interior de las personas, o mujeres como ellas.
El libro de McCullers, es una excelente novela corta. Muy simbólica, donde la autora brilla por la ambientación, la atmósfera y la creación de personajes memorables, complejos y profundos. En un triángulo amoroso, donde las figuras del amante y del amado cambian y se intercalan entre ellos. Los personajes y sus estados de ánimo cambian y se desarrollan al compás del entorno y los mismos objetos que parecen cobrar vida en este micro universo, que se desarrolla en ese pequeño pueblo del sur.
Miss Amelia, una mujer particular, independiente y trabajadora, la mujer más pudiente y productiva del pueblo, vive en su estricta rutina bajo la mirada de los habitantes del pueblo que recurren a ella, ya sea para comprar su licor, que ella misma produce, o para consultas médicas… Un día, un enano llega al pueblo y remueve todo, incluso hasta la vida de Miss Amelia que lo acoge como un familiar, descubriendo el afecto y los sentimientos escondidos de su interior, y así todos por un momento disfrutan de un ambiente acogedor. Pero, un día llega Marvin, ex esposo de Miss Amelia, que acaba de salir de la cárcel, para volver a remover la vida de la mujer, del enano y de todo el pueblo.
McCullers fue una de las primeras escritoras en tratar temas vedados en la época, como el racismo y la homosexualidad, quizás un poco latente en el jorobado, pero mejor desplegado en su otra novela, Reflejo de un Ojo Dorado.
Hay escenas y pasajes muy bellos. Que compartiré en unos fragmentos al final del texto. La brevedad y la precisión de la prosa, lo dramático, lo irónico y lo cómico... Todo se amolda perfectamente en el desarrollo de esta historia.
Y finalmente, en la parte de lo simbólico, la tan discutida y comentada escena de los 12 hombres, tras la tragedia personal y emocional de Misa Amalia... Se ha dicho que simbolizan a los 12 apóstoles, la humanidad, e incluso al mismo amor, tan protagonista de la historia, que une y amarra a los hombres, que no los libera, sino que los esclaviza por sus partes más débiles...
Quizás esa es la misma la imagen que tenía la misma autora sobre el amor, que se hace visible y patente en sus otras historias. Sin dudas una gran obra, que goza de una excelente adaptación cinematográfica, que también tuvimos oportunidad de ver en el Club de Lectura, dirigida por Simon Callow, y protagonizada por la gran Vanessa Redgrave, Keith Carradine y Rod Steiger.
9/10
A continuación comparto un fragmento donde la propia Carson McCullers en su autobiografía De Iluminación y fulgor nocturno explica el origen de esta novela, y así habla del jorobado y de la giganta:
«La calle Sand de Brooklyn siempre me trajo dulces recuerdos, impregnada como estaba de las memorias de Walt Whitman y Hart Grane, y fue en un bar de la calle Sand, en compañía de W H. Auden y de George Davis, donde vi a una pareja extraordinaria, que me fascinó. Entre los parroquianos había una mujer alta y fuerte como una giganta, y, pegado a sus talones, un jorobadito. Los observé una sola vez, pero fue al cabo de unas semanas cuando tuve la iluminación de La balada del café triste. ¿Cuál es el origen de una iluminación? En mi caso, llegan después de horas de búsqueda y de preparación anímica. Pero llegan como un relámpago, como un fenómeno religioso. [...] La bendita luz de La balada del café triste hizo que me pusiera de nuevo a escribir. Volví a casa, a Georgia, a fin de evitar las distracciones. A mi madre le resultaba muy difícil entender esa añoranza mía. "Tienes los amigos más prestigiosos y tú sólo deseas estar aquí, pegada a tu padre y a mí." [...] Estaba escribiendo Frankie y la boda cuando, de golpe, me acordé del jorobado y la giganta. [...] Fue un verano tórrido y recuerdo el sudor que corría por mi cara mientras escribía a máquina, preocupada porque había roto mi compromiso con Frankie y la boda para escribir esta novela corta. Cuando terminé, arranqué la última página de la máquina de escribir, y di la novela a mis padres. Caminé varios kilómetros mientras ellos leían y cuando regresé pude ver en sus caras que les había gustado. Fue siempre la obra favorita de mi padre”.
Y ahora, los dejo con fragmentos del libro. Todos fascinantes, como toda la obra en general:
"Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor".
(...)
"La bebida de la señorita Amelia tiene una cualidad especial. Se nota limpia y fuerte en la lengua, pero una vez dentro de uno irradia un calor agradable durante mucho tiempo. Y eso no es todo. Como es sabido, si se escribe un mensaje con jugo de limón en una hoja de papel, no quedan señas de él. Pero si se pone el papel un momento delante del fuego, las letras se vuelven marrones y se puede leer lo que contiene. Imaginen que el whisky es el fuego y que el mensaje es lo más recóndito del alma de un hombre: sólo así se comprende lo que vale la bebida de la señorita Amelia. Cosas que han pasado inadvertidas, pensamientos ocultos en la profunda oscuridad de la mente, de pronto son reconocidos y comprendidos. Un obrero textil que no piensa más que en telar, en la fresquera, en la cama y vuelta al telar; este obrero bebe unas copas el domingo y se tropieza con un lirio de la ciénaga. Y toma esta flor y la pone en la palma de su mano, examina el delicado cáliz de oro y de pronto le invade una dulzura tan intensa como un dolor. Y ese obrero levanta de pronto la mirada y ve por primera vez el frío y misterioso resplandor del cielo de una noche de enero, y un profundo terror ante su propia pequeñez le oprime el corazón. Cosas como éstas son las que ocurren cuando uno ha tomado la bebida de la señorita Amelia. Uno podrá sufrir o podrá consumirse de alegría, pero la experiencia le habrá mostrado la verdad; habrá calentado su alma y habrá visto el mensaje que se ocultaba en ella".
(...)
"La verdadera historia de amor es la que tiene lugar en el corazón de los amantes, y ésta nadie sino ellos pueden llegar a conocerla. El amor en todo caso es una experiencia en la que siempre conviven lo cómico y lo sublime. "
(...)
"Cuando se ha vivido alguna vez con otra persona, es un tormento tener que vivir solos. El silencio de una habitación donde arde el fuego, cuando de pronto se para el tictac del reloj; las sombras obsesionantes de una casa vacía... es preferible caer en manos de nuestro peor enemigo que enfrentarnos con el terror de vivir a solas".
(...)
"Siempre había un montón de gente esperando junto a un molino; pero en las casas no tenían casi nunca carne suficiente, ni vestidos, ni tocino. La vida llegaba a convertirse en una larga y turbia rebatiña, sólo para conseguir lo necesario para mantenerse vivos. Lo más desconcertante es que todas las cosas útiles tienen un precio y se compran sólo con dinero, y que así es como está organizado el mundo. Sin tener que pararse a pensar, ya sabe uno cuál es el precio de una bala de algodón o de un cuartillo de melaza. Pero a la vida de un hombre no se le ha puesto precio: nos la dan de balde y nos la quitan sin pagárnosla. ¿Qué valor puede tener? Si se pone uno a considerar, hay momentos en que parece que la vida tiene muy poco valor, o que no tiene ninguno. Cuántas veces, después de haber estado uno sudando, y esforzándose, y las cosas no se le arreglan, se le mete a uno en el fondo del alma el sentimiento de que no vale gran cosa."
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