Cuando en la infancia se empiezan a esbozar las primeras señales de mezquindad o algún otro comportamiento considerado “malo”, que surgen naturalmente junto con los distintos brotes de ternura e inocencia; manifestando así nuestra eterna e inquebrantable simetría. Al mismo tiempo, esos comportamientos son corregidos instantáneamente, con la mayor hipocresía de los adultos, quienes siguiendo unas reglas ficticias, cuando no son vistos, predican las acciones que ellos mismos han condenado (o les han inculcado condenar) al infierno con total tranquilidad y naturalidad.
Nuestra naturaleza es mala y mezquina, a la vez que buena y pura, somos seres duales con capacidad de elección. Claramente, cuando te das cuenta que los valores que te inculcaron son una gran mentira, destapada y cubierta por esos mismos maestros de la vida, la capacidad o la voluntad de elegir se limita, y llevados por la pasión, la ira y la decepción, somos arrastrados por los efectos de la deshonestidad…
(A.S.B)
Comparto una frase muy interesante para analizar y posteriormente un pequeño fragmento de la película “El Árbol de la Vida”:
El BIEN y el MAL no son opuestos en conflicto, sino opuestos que se desafían constantemente en una danza concertada de misterio divino. Porque no hay impureza que no tenga un grano de pureza, ni mal alguno que no encierre el potencial para el bien.
(Sefer Yetzirah 6,4; Sefer Ha´Zohar, vol. 2, folio 69a-b)
A continuación comparto un muy pequeño fragmento de la película “El Árbol de la Vida” de Terrence Malick. Para mi esta película es una enorme obra maestra, porque Malick como ningún otro ha logrado retratar la infancia, bajo los sistemas tradicionales de educación de la sociedad, entre otras cosas. Toca fibras muy sensibles y a mí me fascinó. En esta escena, uno de los niños protagonistas de la historia dice mentalmente las siguientes frases mientras se encuentra en la mesa comiendo con su familia. La persona que describe es a su padre:
- Dice: “No pongas los codos en la mesa”
- Y él los pone…
Insulta a la gente.
No le importa.
(The Tree of Life, Terrence Malick)
Pienso que los valores y los principios en la vida son transcendentales en la vida misma, definitivamente son los que orientan nuestras acciones. No comparto que sean una gran mentira.
ResponderEliminarYo pondría mas bien en duda la coherencia humana.
Saludos
Hola María, gracias por comentar. En efecto, además de la coherencia de las personas, abandonar la idea de la perfección personal bajo los estándares que cobijan a ese gran sistema tradicional de educación que se encuentra en casi todo el mundo.
ResponderEliminarY no mencioné que sean "malos" los valores, no creo ser nadie para afirmar con certeza que es bueno o malo para alguien más, tal vez sólo para mi (y eso). Y esa es una discusión eterna y de hace muchos años. Hay un escenario que impera en el mundo, y es que intentamos "educar" con ciertas normas, que jamás seríamos capaces de acatar. Sin dudas, la guía inicial es muy importante, pero hay un momento en que el sistema falla. Entre otras cosas...
Pero para finalizar la idea inicial, en efecto, es importante la verdadera coherencia, no la fingida o manipuladora, para así realizar una buena labor de guías, y sentar fuertes bases para que "los retoños sigan creciendo en busca del sol".
Saludos y Gracias por comentar.