Recibió una mención especial y el premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 2019, y es la película más reciente de ese curioso director palestino que se ha encargado de plasmar el conflicto y el drama terrible que se vive en su país a través de la comedia o la comedia negra. En "It Must Be Heaven", que me parece una película brillante y por momentos inclasificable, Suleiman se pone a sí mismo en el centro de la cámara, dando una especie de formato documental, pero no emite casi ni una sola palabra en todo el filme.
El director se filma en su cotidianidad, en su relación con sus objetos, con su casa, con sus vecinos, y en los viajes que realiza alrededor del mundo, específicamente en sus estancias en París y Nueva York, donde parece estar buscando financiación para una próxima película e inspiración para un próximo proyecto. En esa aventura creativa el director regala al espectador o le comparte su mirada, construyendo distintas situaciones cotidianas muy bien filmadas, casi de forma simétrica y sinfónica, donde observa y nos muestra cómo la gente de su ciudad actúa igual a la gente del mundo. Los puntos de encuentro, los lazos.
Dentro de esas escenas cotidianas, el director se encarga de forma muy sutil de dejar sus mensajes políticos y sociales, como cuando la autoridad a través de unos binoculares ignora un mal comportamiento, o cuando ignoran otras tantas cosas. También observa cómo es la percepción de otros lugares del mundo acerca de Palestina y los palestinos en general. Y tanto en París y Nueva York recrea escenas poderosas, también dentro de lo cotidiano, y tras la máscara de un sueño, donde se evidencian los problemas en cada sitio, la atmósfera de miedo, inseguridad y peligro latente.
También dedica su espacio a la industria del cine, cuando rechazan uno de sus guiones en París por no ir acorde a los lineamientos ideológicos de la compañía o en Nueva York donde ni siquiera lo reciben pero se muestra a un Gael García junto a él, hablando del proyecto de Moctezuma y Cortés hablando en inglés, con cierta incredulidad. Así que también habla de la apropiación cultural, entre muchos otros temas, dentro de un formato sencillo y hasta podrá parecer simple, pero que lo hace aún más brillante. Es crítica y divertida. Una joya.
Días después de verlo, ya iniciado el confinamiento mundial por el Covid-19 hice el siguiente comentario:
Recordando "It Must Be Heaven" de Elia Suleiman, no pude evitar pensar en la soledad de las calles que transita, tanto en su ciudad como París y Nueva York. Donde todas son puestas en un mismo sitio e imaginario. Como augurio a la pandemia y el distanciamiento.
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