Ópera prima del director colombiano César Augusto Acevedo, que ganó la prestigiosa Cámara de Oro en Cannes 2015, al mejor primer trabajo, por encima de la también ópera prima que participó en Competencia Oficial, “Son of Saul”, que al final ganó el Gran Premio del Jurado y el Fipresci. Por fin pude ver esta película colombiana que arrasó en Cannes junto con “El abrazo de la serpiente” de Ciro Guerra. Y sin dudas en este año tenemos dos de las mejores películas colombianas vistas en mucho tiempo o de todas. Ante años de dudas finalmente se nota la evolución y el aprovechamiento de historias locales. Si en la de Ciro se homenajeaba a los indígenas ancestrales, su tierra, su espíritu y sufrimiento, Acevedo hace un bello y duro retrato de la vida rural y de los campesinos. A pesar de tratar temas locales, ambas poseen enfoques universales que permiten ubicarlas en cualquier contexto.
Escrita y dirigida por César Augusto Acevedo en un largo proceso de casi 8 años, “La tierra y la sombra” surgió como un proyecto personal del director al terminar sus estudios, y como él mismo ha contado ya reiteradas veces en entrevistas, también nació por su interés de rememorar su pasado, a su familia y seres queridos. Precisamente, el filme cuenta la historia de una familia campesina, que con el pasar de los años ha visto su tierra rodeada de un nutrido cultivo de caña de azúcar, del que también deben sufrir los terribles estragos del proceso de su cultivo artesanal, que incluye la quema de los cultivos para deshacerse de las hojas de los tallos y de las posibles plagas, lo que no daña para nada el producto… Pero si ha presentado algunos efectos en las personas, ya sea trabajadores o población que viven en alrededores. Este es un tema que se ha estudiado, se ha investigado y aún se presentan pruebas científicas para probar los malos efectos de esta práctica. Esa es una de las llagas que toca la película y que sirve de trasfondo para desarrollar su argumento. Continuando con la familia, la familia protagonista es conformada por la madre, el hijo único y su esposa e hijo. Debido a los efectos del proceso de la caña el hijo cae enfermo por un problema respiratorio que lo obliga a guardar cama y a que su madre y su esposa trabajen en los cultivos de caña en una jornada agotadora en su reemplazo… Todo esto al tiempo que mandan a llamar a Alfonso, el padre, que hace 17 años había abandonado su hogar por temor a verlo desaparecer. Alfonso regresa para hacer labores de la casa, cuidar a su hijo y a su nieto. Esa es la base general que en que se desarrolla la historia.
La importancia de la casa…
He decidido titular esta segunda parte “la importancia de la casa”, porque es un tema que me parece muy importante en el desarrollo del filme.
La película inicia con una toma donde un hombre (Alfonso), camina por un largo sendero solitario rodeado de cultivos de caña, de forma pausada y silenciosa, con un andar tímido, cuidadoso y quizás abatido, como aquel simula la discreción o la vergüenza. En un momento Alfonso debe ahorillarse del angosto sendero por un camión que pasa y deja tras de sí una abundante nube o tormenta polvorienta que empapa la pantalla y llega al misma espectador e inmediatamente lo traslada, como por efecto de un polvo mágico al microuniverso que Acevedo ha creado. El efecto de la escena es tan real, que resulta más efectivo que los inútiles intentos del 3D en acercar sensaciones reales al espectador… que aquí (y como ocurre en los grandes filmes) son facilitados, gracias a la belleza y la precisión de la toma. A partir de ahí entramos directamente en el filme… Y nos prepara para lo que veremos a continuación.
Lo primero que destaca en La tierra y la sombra es su impresionante fotografía, a cargo del talentoso Mateo Guzmán, que realiza un trabajo excelente, además de la dirección de Acevedo, cada plano está tan bellamente filmado y ejecutado que parecen pequeñas obras de arte. Y la ambientación, ¡qué manera de aprovechar los recursos!, los elementos, los objetos, la decoración austera y la misma naturaleza... Algo que me recordó a mi venerado Andrei Tarkovsky, el gran director ruso, del que recordé momentos de “Sacrificio”, por los personajes y el foco de atención en una casa, y “Nostalgia”, en el aspecto visual. Pero como los bueno artistas, Acevedo bebe de fuentes, pero las hace suyas y construye algo nuevo e identificable, que es algo que me sorprendió que escaseara en las propuestas cinematográficas nacionales.
La historia es sencilla, bella, poética, íntima, triste y profundamente dolorosa. Los personajes son bellamente retratados, y el espectador, o al menos yo los sentí cercanos. La madre me recordó a mis abuelas, quizás por su vestuario, su fragilidad, y por la determinación de las matronas colombianas. Al igual que Alfonso, aunque no pude conocer mucho a mis abuelos porque fallecieron cuando estaba muy pequeño, pude encontrar alguna relación en detalles de su personalidad. Al igual, la esposa y su pequeño niño, gran trabajo en la selección y dirección de actores, todos hacen un trabajo que reboza naturalidad, y que acompañan de gran forma a esa bella narración donde prevalece la imagen, los símbolos, los primeros planos de espalda, las sensaciones, la poesía, el fuego y que construye una sinfonía propia a través de los sonidos de la naturaleza, las respiraciones, el sonido de la caña quemándose, de los cortes, y de aquellos sonidos que se reproducen con autonomía a través de las expresiones de sus personajes… y nos damos cuenta que no fue necesaria música adicional y una BSO, porque estos filmes con imágenes tan trabajadas llevan inmersos su propia música. Eso sí, la única melodía que suena es en el bar y al final del filme, "Amor se escribe con llanto", Hermosa.
La casa es otro personaje, uno silencioso, inmutable y permanente que sirve de testigo a todo el drama que se desarrolla pero que no juzga ni emite juicios. En mis reflexiones posteriores al visionado del filme le he dado tantos significados que no podría decirlos todos… Uno de ellos, es que la casa, no sólo en la película sino en general es un símbolo de seguridad. ¿A quién no le da dura abandonar su casa? Sin importar en el sitio, barrio o zona en que se encuentre, como menciona Juan José Millás en su libro “El Mundo”, la calle en que nacimos siempre permanece en nuestra memoria sin importar el domicilio en el que estemos, ciudad o país, siempre en nuestra memoria, nuestra calle y nuestra casa estará presente… Por esto mismo, una de las interpretaciones o reflexiones de la casa, es una reflexión, al mismo tiempo que una crítica social sobre aquellos desplazados que tienen que abandonarla y migrar a lugares desconocidos. Aunque hay algunos que persistirán y permanecerán en ella, aunque esto representa la misma muerte. Esta es una de las tantas interpretaciones que me ha generado el bello símbolo de la casa como elemento central de todo lo que ocurre en la historia.
Sin extenderme más, sólo me queda decir que como amante del cine, estoy muy contento de ver una película de este estilo finalmente producida en el país, y dos productos tan profundos y bellos en un mismo años en el cine nacional… en realidad me devolvieron la esperanza y seguro inspirarán a muchos otros cineastas. Sólo me quedar recomendar profundamente esta película, este gran trabajo que ningún colombiano y ninguna otra persona debería perderse… Den un espacio, y no se asusten porque en ocasiones sea lenta, la vida, en especial la vida en el campo también lo es… es sólo cuestión de saber esperar y contemplar, la recompensa será enorme, porque como ocurre con el verdadero arte, se encontrará un espejo que permitirá a cada persona después del visionado una honda reflexión consigo mismo, que nos permitirá seguir entendiendo algunas cosas que quizás desconocemos. Amor, perdón, injusticia, dolor, comprensión y una cantidad de emociones que acompañarán al espectador durante y posterior al visionado.
9/10
Trailer de La Tierra y la Sombra
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