En las primeras páginas de “La Travesía”, observamos que la protagonista se llama “Ella”, sin saber que en ese momento que estaba equivocado. Luego, y mientras avanzaba en la lectura, me di cuenta que “Ella” no era un nombre, sino un simple pronombre. Es cierto, que al inicio la novela puede resultar pesada, pero es sólo cuestión de tiempo adaptarse a esa voz narrativa en tercera persona, y a esa narración fragmentada… esbozos de memoria, de deseos, de miedos, de vida.
Al terminar la novela quedé fascinado, por eso lo recomiendo. Leímos el libro en nuestro Club de Lectura, y no a todos les gustó el inicio, por eso recomendé darle su tiempo. Valenzuela no es una escritora atormentada, o quizás sí, pero es una narradora de primera clase, que como en sus otras novelas, toma su vida y la extrapola a sus novelas. Ella también, como su personaje, es una inmigrante argentina en Estados Unidos, y como lo hemos visto ya en las escritoras africanas, los escritores que crecen por fuera, siempre tienen la nostalgia del hogar, escriben desde la distancia, y casi que pueden pasar su vida creativa en busca de su propia identidad. Es el mismo caso de Luisa Valenzuela, y su personaje principal, Marcela Osorio, que durante toda la novela se llamó “Ella”, sólo hasta las últimas páginas se revela a sí misma y al lector su verdadero nombre. Es el final de una travesía, de una búsqueda, que desemboca en un descubrimiento y una revelación. La reconstrucción de su identidad, a través de la expiación de los recuerdos del pasado… algunos de ellos inventados, como el contenido de las cartas eróticas, que escribía desde la distancia a Facundo, su ex profesor y ex esposo argentino, con quien se casó siendo aún muy joven.
Me parece una novela, además de magistralmente escrita, conforma todo un proceso de transformación, como dice en su título, una travesía… una travesía interior, una búsqueda, un viaje, a través de la protagonista… ella… Marcela Osorio… una lucha con sus recuerdos del pasado, que coinciden con la dictadura argentina, razón por la que abandona su país. También coincide con la finalización de su relación con su antiguo esposo, que era muy dominante, además de que era mayor, y ejerce desde la distancia un gran poder sobre ella… como queda evidenciado en las cartas eróticas que le escribe. Que en un momento ella se pregunta a sí misma, ¿por qué lo hace? En ese camino, y a esa reflexión, le ayuda su amigo el polaco, Bolek.
A los exiliados de su tierra, como también hace reflexionar Valenzuela en su novela, les queda únicamente, el cuerpo y el lenguaje. Por eso, en casi toda su literatura, Valenzuela apela al cuerpo, a lo erótico, que es inherente al cuerpo, a la sexualidad, y al uso de lenguaje, como elementos únicos de narración, reflexión y comunicación. Por eso, me parece una novela totalmente femenina y feminista. Es una historia, una travesía de liberación, de búsqueda de la propia identidad… que al final tiene dos puntos y espacios de acción, entre la Nueva York del presente, y la Buenos Aires del pasado, pero que al final se acerca nuevamente… toma la fortaleza, se desvanecen los miedos… y termina con un tango…
“La mesa alrededor de la cual están todos sentados parece iluminarse. Gabriel pretende cantar Volver repitiendo eso de Veinte años no es nada y febril la tralalá. Primero Raquel y Vivian, al minuto Jerome y Bolek, todos intentan seguirlo como pueden improvisando un coro de alegres borrachitos hasta estallar en carcajadas. Marcela, a quien alguien miles de kilómetros y de años atrás alguna vez apodó Mar-bella/ bella/ ella, se incorpora con entusiasmo a la algarabía general; el viejo tango de la pura nostalgia no le importa, la felicidad le importa”.
FIN
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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