“Tan poca vida” es uno de los últimos intentos de escribir la “gran novela americana”, ese gran anhelo de varios escritores norteamericanos, que precisamente buscan componer una obra ambiciosa, extensa, realista y trascendente, que capture el espíritu de una época, y sirva de testimonio para desentrañar la naturaleza y esencia de la sociedad. Esta novela, además, cuenta con el apoyo de la crítica y el público. “Moby Dick” de Herman Melville, fue una de las grandes novelas referentes para construir este concepto, una novela que construye todo un universo épico a través de una historia con paisajes reconocibles, que desentraña los más oscuros y luminosos recovecos del ser humano. Lo curioso de este concepto, además de sus ya mencionados cánones estéticos, es que ha sido monopolizada por hombres, y el último que se menciona que ha alcanzado el logro, es el excelente escritor Jonathan Franzen. Pero hasta hace pocos años que se han mencionado a algunas escritoras como candidatas a escribir la gran novela americana, una de ellas, Donna Tartt, con sus ambiciosas novelas, como El Jilguero, el cual reseñé en este blog, comparto el link a continuación:
El Jilguero (Dona Tartt)
Libertad (Jonathan Franzen)
Una de las últimas mujeres que se ha postulado para esta hazaña, es la escritora estadounidense, nacida en Los Ángeles, pero con padres de ascendencia hawaiana y asiática, Hanya Yanagihara. Y el título: Tan poca vida o A Little Life, publicada por primera vez en el 2015, y editada al idioma español entre el 2016 y 2017. Y esta novela, cumple con varios de los puntos para ser una aspirante a gran novela americana, aunque ya hay otros grupos que la han catalogado como la gran novela gay de las últimas décadas, y aunque en general no me gustan mucho las etiquetas, sobre todo cuando segmentan y minimizan la dimensión de una obra, son válidas. A continuación, hablaré de la novela, y en ese proceso iré abordando varios de los puntos mencionados anteriormente. Iniciando con un resumen general: la novela me ha gustado, me la devoré completa en menos de una semana, y como he percibido en varias candidatas a ser catalogadas Grandes Novelas Americanas, tiene el defecto de que no es una novela perfecta, tiene pequeños lunares, páginas de más que pueden ser prescindibles y pudieron pulirse en una edición, redundancias y descuidos en los tratamientos de algunos personajes… Pero a pesar de estos y otros detalles negativos, como me ha pasado con otras novelas de igual dimensión, son novelas que sobreviven a la lectura, por esos aciertos, grandes aciertos que logran en su travesía. Trataré explicar esto con más detalles a continuación:
Lo primero que resalto de la novela en forma general son dos aspectos en los que se mantiene toda la trama, la parte física y la parte psicológica.
En cuanto a su aspecto narrativo, me gusta mucho la alternación entre las perspectivas de las voces narrativas que se intercalan de forma muy hábil para contarnos una historia que trasciende casi 50 años, más los que transcurren y se narran en forma de flashbacks sobre sus respectivas infancias y sobre el pasado de otros personajes. Me sorprende el uso de la tercera persona, que se dedica a explorar las perspectivas de todos los personajes, en ocasiones sobre un mismo hecho o escena, hasta en momentos tomar la habitual distancia y centrarse en todos al tiempo. Como por ejemplo, cuando una de las voces narradoras o focos de la perspectiva narración no es ninguno de los 4 personajes principales (los amigos), sino Harold, el académico/abogado que llega a mantener una relación cercana con Jude. Cuando estamos leyendo la versión de Harold, se presenta en forma de misiva, como si fuese una larga carta que él ha mandado probablemente a Willem, hablando sobre Jude, aludiendo a hechos pasados, por lo que vemos como se juega también con el tiempo. Y por supuesto, los momentos en primera persona que ayudan a profundizar más en la psicología de los personajes. Y esa es una de las virtudes de la novela, la increíble introspección, disección y análisis en la mente de los personajes, que en esta novela especialmente, se dedica a la inspección de la mente de la figura masculina. Aunque la autora es una mujer, sorprende el alcance que logra y el nivel de veracidad en diseccionar y exponer aspectos de la psicología y la intimidad masculina, en distintos aspectos y épocas de su vida, en especial entre los 20, 30 y 40 años. No resulta raro, cuando en una entrevista la autora confirma que los hombres le generamos una mezcla de ternura y lástima, en el aspecto de lo represivos que hemos estado históricamente en expresar nuestros sentimiento y emociones, bajo la figura machista y patriarcal que no nos permite demostrar debilidad. Este aspecto la autora lo trata muy bien, porque como efectivamente las emociones de los hombres son en su mayoría guardadas, ella tiene que ahondar en los pensamientos, y en su narración los personajes masculinos transmiten y recorren con silencios los pasajes de sus vidas, aunque sean los más íntimos amigos. Como es el caso de la novela, que uno de sus temas es precisamente el abordaje de la amistad masculina. ¿Hasta dónde llegan los límites de la demostración de afecto? ¿Hasta dónde expresamos lo que en realidad pensamos? ¿Qué escondemos? ¿Qué callamos? ¿Qué preferimos no preguntar? Son varias de las preguntas que se tratan de responder. Y en este punto ya tenemos en cierta forma el sentido de capturar el espíritu de una época, aunque aquí no se reduce a una época sino al mismo mito universal de la masculinidad.
La autora hace un repaso casi que real y eficaz sobre los problemas y contradicciones de los hombres entre los 20 hasta pasados los 40 años. Los miedos, las presiones sociales, los anhelos, cómo cambian nuestros objetivos de vida y nuestra forma de ver y asumir la vida. Y vale la pena recalcar de los hombres en general, sin importar su condición o preferencias sexuales, sea heterosexual, homosexual o bisexual, porque entre los personajes de la novela varían las opciones y encontramos reflejados dentro del mismo grupo de amigos a esta variedad. Me sorprendió la cantidad de detalles que en realidad te permiten identificarse con sus personajes, así en algunos casos no sean iguales a ti, pero encuentras momentos, escenas que te dejan desnudo ante la mirada y la prosa de la autora.
Es así, como a través de 7 grandes capítulos, distribuidos en 1.004 páginas (800 en su versión en inglés), la autora nos sumerge en un largo, doloroso, emotivo, reflexivo y catártico viaje. Su primer y su último capítulo tienen el mismo nombre: Lispenard Street. Y aquí entramos en otro aspecto, que es el de los paisajes reconocibles desde el punto de vista geográfico. Lispenard Street es un sitio real, dentro de la ciudad de Nueva York, que está señalizado y corresponde a un edificio en el barrio Tribeca en Manhattan. Y es claramente un lugar importante, porque es el primer edificio donde viven dos de los personajes principales de la novela en sus tiempos de universidad, y donde se reúnen y convergen varios momentos con sus otros amigos. El siguiente capítulo, “El Posthombre”, se centra y sigue desvelando la amistad de los cuatro amigos, Willem, JB, Malcolm y Jude, pero que va centrando la importancia de uno de ellos, Jude. Willem es un joven actor de ascendencia europea, que perdió a sus padres muy joven, se forja con esfuerzo, con el tiempo logra el éxito en su profesión, y es el compañero de piso de Jude en Lispenard Street. JB, es un artista y fotógrafo afroamericano, es abiertamente gay, y según los datos revelados de su familia se puede inferir que representa la clase media acomodada, o los llamados pequeños burgueses. Malcolm es arquitecto, siguiendo su tradición familiar, su familia es rica. Y Jude, no voy a contar muchos detalles sobre él, sólo generalidades, es un joven que tuvo una infancia y adolescencia muy difícil, pero logra también salir adelante y convertirse en un importante abogado. Entiendo que a algunas personas les puedan parecer personajes muy estereotipados, pero hay algo que tenemos que tener en cuenta, para no caer al tiempo en una apreciación banal, y es que estamos en Nueva York. Y aquí vuelvo a mencionar otro de los puntos que la autora trata en su novela, y es capturar cierto espíritu juvenil retratado en los miles de jóvenes que llegan a Nueva York a cumplir sus sueños, el sueño americano. Por esto, no es raro ver a personas que sean atractivas físicamente, quienes precisamente se mueven bajo el mundo cultural y artístico de la ciudad. Es cierto que todas las personas merecen que su historia sea contada, pero para eso tenemos la variedad de novelas, autores y perspectivas. Por lo tanto, la parte de los personajes en esta novela, para mí fue muy efectiva, hay personajes que logran una gran profundidad, y quizás el punto negro sea que quizás algunos de los principales quedan relegados en cuanto a tratamiento y profundidad. Pero siguiendo con el nombre de los capítulos, luego del Posthombre, viene “Retoques”, que es una analogía al trabajo de Willem como actor, precisamente cuando en una escena lo están maquillando antes de salir a escena, dándole los retoques, pero al tiempo nos habla del maquillaje o la máscara con que a diario pasean todas las personas, y se sigue ahondando en sus personajes. Luego viene, “El axioma de la igualdad”, uno de los capítulos más famosos del libro, he visto que muchas personas se tatúan el nombre en los brazos, y es un capítulo donde le damos la gran bienvenida al dolor, se van desvelando más detalles del pasado de Jude, y los fantasmas que retoman en el presente. Luego seguiría, “Los años felices”, que creo que es el capítulo más extenso, con casi o más de 300 páginas, es otro capítulo memorable y en muchos momentos magistral porque siguen las revelaciones, ocurre algo que el lector viene deseando desde hace muchas páginas atrás, pero el título en un poco engañoso, porque el dolor nunca se va. El penúltimo capítulo se titula, “Querido camarada”, en referencia a una película de Willem, y finalmente, nuevamente en Lispenard Street, en Nueva York.
Como ya había mencionado, me parece que captura parte del espíritu de Nueva York, la de los jóvenes que buscan sus sueños, la mezcla de clases, de personalidades, la fauna humana que se diluye y converge en la Gran Manzana. Es cierto que en algún momento todos alcanzan el éxito, algunas veces momentáneo y otros más duraderos. Es una disección que sirve al tiempo para mostrar algo más general, los sentimiento humanos, y cómo varían de acuerdo a la condición, la clase, entre otros aspectos, porque aún así, cada uno de ellos es diferente y asume su vida de distinta forma. Y aunque todos los personajes no tienen el nivel de profundidad, ni la novela se dedica ahondar tanto en cada uno de ellos, por lo que nos pueda parecer que algunos no están bien dibujados, también hay que reconocer que en el transcurso de la novela sabemos que el centro de la historia es Jude. Y que todo se va a centrar en él, incluso los otros personajes, aunque tengan sus momentos de intimidad y conozcamos más de ellos, todo va a girar en torno a la figura de Jude y su relación con ellos.
Ya he hablado del aspecto psicológico del libro, pero decía que también es físico, y lo es, porque es un libro muy doloroso, y el cuerpo es parte fundamental de la narración. Aquí vuelve a entrar el personaje tan bello, oscuro, complejo, y en palabras de la propia escritora, un poco extremo intencionalmente que ha construido, el personaje de Jude. La encarnación del dolor, del sufrimiento, la destrucción, la superación y la misma impotencia ante los traumas del pasado. Sé que muchas de las críticas al libro, es el personaje de Jude, por todo lo que sufre y todo lo que le pasa. Pero honestamente, lo que me quedó a mí de Jude no fue todo lo que le pasa, eso es un elemento que la autora ha confesado que de forma intencional quiso retratar un ejemplo extremo al que le sucedieran tantas cosas, aunque incluso acá tengo una objeción, porque la realidad siempre supera a la ficción, y sólo hay que leer o ver las noticias todos los días para comprobar que hay incluso casos peores. Pero lo que venía diciendo, yo no me quedé con todo lo que le pasa, lo que más me impresionó de Jude es su construcción psicológica, su estructura de pensamiento, y todas las reflexiones internas, porque en efecto, aunque es el personaje central, es quien más calla. Llegamos a sentirnos incluso impotentes de la poca información que llegamos a tener de él en cierto momento, y como seguimos las suposiciones y teorías de sus amigos, de Willem, y de las personas que se vuelven cercanas a él. Incluso puedo decir que me identifiqué con Jude en varios aspectos, sin necesidad de haber pasado por lo mismo que él. Sino en la forma de pensar, de asimilar sus miedos e inseguridades. Su forma de percibir y observar. Incluso su forma de auto sabotaje. Pero para entender un poco más al personaje de Jude, lo que le sucede y sus circunstancias, no es necesario haber vivido lo que él vivió, pero si documentarse un poco y conocer distintas experiencias parecidas, porque la violación desde que eres niño deja una marca de por vida. Recientemente lo pude leer, desde la experiencia del pianista James Rhodes, con su libro “Instrumental”, (que también se encuentra reseñado en este blog) (http://asbvirtualinfo.blogspot.com.co/2017/02/critica-libro-instrumental-james-rhodes.html), donde hace un crudo retrato de sus abusos y de su posterior infierno en vida. Creo que la visión de Jude, de cómo se ve a él mismo tan manchado, deformado y sucio, es algo real, es un auto sabotaje continuo y el firme convencimiento de que nunca podrá ser feliz, y sentirse estresado de que cuando está feliz, en saber que en cualquier momento va a terminar y se van a decepcionar de él, a conocerlo de verdad. Ese temor constante y eterno autoflagelamiento, tanto psicológico como físico, es muy real en este tipo de casos. Por lo que, en muchas ocasiones lo que estamos viendo, desde la perspectiva de Jude, es esa concepción mental que transforma su percepción del mundo externo. Recordemos que muchos de los otros personajes lo ven con otros ojos, y no pueden entender como él se ve tan mal. Pero es porque también conocemos y tenemos acceso a ese duro y despiadado espejo como se ve Jude a sí mismo. Y la novela logra que el lector se desespere y sufra con Jude, por sus demonios, por su imposibilidad de ser feliz y disfrutar de los placeres de la vida, y por los dramas que llegan cuando incluso se piensa que nada peor puede pasar.
Pero aquí me devolveré a un punto que acabo de mencionar, la imposibilidad de ser feliz y disfrutar los placeres de la vida. Porque precisamente una de las preguntas en la contraportada del libro se refiere a ¿qué tan importante es el sexo?, y en libro lo vemos sustentado, aunque no en una situación de libre albedrío, sino como causa de un trauma que impide disfrutar el acto sexual. Pero dentro de ese contexto hace una interesante reflexión sobre la importancia del sexo en una relación y en la misma vida. Y esta reflexión no sólo se hace sobre el sexo sino sobre la misma necesidad de tener una pareja, y cómo la misma sociedad castiga y atosiga a una persona que llegada a cierta edad se encuentra solo y sin pareja, sin hijos, sin sentar cabeza:
“Pero, ¿cómo se era adulto? ¿Estar en pareja era la única opción apropiada? Claro que una sola opción no era una opción.
¿Miles de años de desarrollo social y evolutivo, y esa es nuestra única posibilidad?
Además del desprestigio que otorga la soledad:
“A veces se pregunta si esa soledad también la experimentaría si no le hubieran abierto los ojos al hecho de que tiene que sentirse solo, de que hay algo extraño e inaceptable en la vida que lleva. Siempre hay gente preguntándole si echa de menos lo que nunca se le ha ocurrido desear, lo que nunca pensó que podría tener.”
Creo que en síntesis, es una novela de largo aliento, que si bien no es perfecta, posee grandes virtudes, que superar sus puntos negros. Aunque me parece que sobran varias páginas y lo hubiese hecho más corto, aún así, pienso que disfruté cada una de sus páginas, sentí tristeza, alegría, dolor, identificación, y totalmente involucrado con la narración y sus personajes. Y me parece increíble cuando una obra logra esa conexión con sus lectores, si buscan en las redes sociales verán como muchas personas, hombres y mujeres, y especialmente hombres, heterosexuales y homosexuales, que se han sentido identificado con la novela y sus personajes, han llegado a tomarse fotos con la portada, que muestra esa imagen de sufrimiento, que asemeja a Jude. También fotos visitando Lispenard Street, o incluso tatuarse nombre de capítulos del libro. Una comunidad, que ciertamente logró una gran conexión con el libro. No creo que me haga tatuajes, pero quizás si una foto (la comparto al final del post).
Una vez conozcas a Jude, no podrá salirte de la cabeza, inicialmente atrapado por el misterio que genera, y luego aterrado y conmovido por su sufrimiento, su lucha y capacidad de resistir y superar. “Lo siento. Lo siento mucho”, son creo que las palabras que más re repiten en la novela, la mayoría de ellas por parte de Jude. Creo que criticar que un hombre sufra y tenga sentimientos, entraría a una categoría de machismo literario. Y hay algo en Jude que es tan cierto para las personas que han sufrido abusos, y lo que lo lleva a disculparse por todo, y es que nadie lo enseñó de pequeño a no sentir culpa. Y la autora nos muestra como desde muy pequeños aprendemos distintas habilidades sociales para poder convivir en sociedad. También me quedo con su bello retrato de la amistad, la amistad general, en especial la masculina, porque en un momento, Jude , que es el más jodido de sus amigos emocionalmente, se ve dándole consejos a sus amigos, lo que a la vez a él le permite darse cuenta que no es el único que sufre y libra batallas internas. Aunque estemos más jodidos que otros, siempre pensamos que nuestros problemas son los mayores, pero no todas las personas asimilan tan bien el dolor. Y Jude es una persona que a pesar de todo, aprendió a asimilar su dolor, no de una forma perfecta, pero la mejor que pudo encontrar para sobrevivir al trauma. Y en este mismo punto, señala la importancia de los amigos, de personas alrededor en quien apoyarnos mutuamente. Y aquí nuevamente hace énfasis en la ciudad de Nueva York, una ciudad sobre conseguir la autenticidad, algo real y amistades de valor es tan difícil, pero a la vez tan necesaria, donde los amigos se convierten en la familia. Y también como el mismo trabajo se convierte en un soporte o vía de escape para evadir el dolor, y para conseguir una identidad. Pero que sin dudas también debe verse apoyado por la amistad, como menciona Jude en un fragmento:
“La amistad a menudo desafiaba la lógica eludiendo a quienes lo merecían y asentándose en los bichos raros”.
En ese punto, sorprendido de como una persona como él se puede ver rodeada de personas tan buenas, pero con tantos problemas internos para poder aceptarlo. Pero también Jude nos recuerda, de que si no hubiese vivido lo que vivió, quizás no hubiese conocido a las personas que conoció, por eso, en cierta forma, Jude logra una tregua con la vida. Así que recomiendo leerla, con mensajes de advertencia, pero decirles que si logran entrar y dejarse llevar por la trama van a disfrutar y sufrir de una historia de dolor, amistad y amor. Como mencioné al inicio, la parte física y psicológica, nos involucramos de ambas formas, la habilidad narrativa, la introspección en el universo masculino, y las excelentes descripciones de acciones, de sentimientos, de emociones, de gestos, de miradas, de silencios. Sobre todo silencios.
7/10
Comparto otros fragmentos, y al final la foto que mencioné:
“Sabía qué significaban las casas para Malcolm: eran una forma de autoafirmación, un modo de recordar que, pese a todas las incertidumbres de la vida, había algo que sabía manejar a la perfección, que siempre expresaría lo que no era capaz de verbalizar.
¿De qué tiene que preocuparse?, les preguntaba JB cuando venía Malcolm angustiado por algo. Pero Jude sabía la respuesta. Se preocupaba porque estar vivo significaba preocuparse, porque la vida era aterradora y una incógnita. Ni siquiera el dinero que Malcolm tenía podía inmunizarlo por completo. La vida le apremiaría y él tendría que tratar de responder, como los demás. Todos –Malcolm con sus casas, Willem con sus novias, JB con sus cuadros y él con sus cuchillas- buscaban consuelo en algo que solo les pertenecía a ellos, algo para ahuyentar la aterradora enormidad y la inverosimilitud del mundo, el impecable paso de los minutos, de las horas, de los días”.
(Tan poca vida, de Hanya Yanagihara)
»El axioma del conjunto vacío es el axioma del cero. Establece que debe existir el concepto de la nada, o lo que es lo mismo, que debe existir el concepto del cero: el valor cero, los elementos cero. Las matemáticas dan por hecho su existencia, pero ¿se ha demostrado? No. Sin embargo, debe existir.
»Y si nos ponemos filosóficos, como hoy, podemos afirmar que la vida en sí misma es el axioma del conjunto vacío. Empieza en cero y termina en cero. Sabemos que ambos estados existen, pero no seremos conscientes ni de una experiencia ni de la otra: son estados que constituyen una parte necesaria de la vida aun cuando no pueden ser experimentados como vida. Asumimos el concepto de la nada, pero no podemos demostrarlo. Sin embargo debe existir. De modo que prefiero pensar que Walter, lejos de morir, ha demostrado en sí mismo el axioma del conjunto vacío, ha verificado el concepto del cero. No se me ocurre qué podría haberle hecho más feliz. Una mente refinada quiere desenlaces elegantes, y la de Walter era de lo más refinada. De modo que le digo adiós deseando para él la respuesta al axioma que tanto amó.»
(Tan poca vida, de Hanya Yanagihara)
"Entonces piensa en el doctor Kashen. No en él, sino en la pregunta que le hizo al solicitar el puesto de asesor: «¿Cuál es su axioma preferido?» (la frase para ligar de los nerds, según CM). «El axioma de la igualdad», respondió Jude entonces, y Kashen asintió con aprobación. «Es muy bueno.»
El axioma de la igualdad afirma que x siempre es igual a x; parte de la premisa de que si tienes un objeto conceptual llamado x, siempre debe ser equivalente a sí mismo, hay una singularidad en él y está en posesión de algo tan irreducible que debemos dar por hecho que es absoluta e inalterablemente equivalente a sí mismo todo el tiempo, que su elementalidad no se puede alterar. Sin embargo, es imposible demostrarlo. «Siempre», «absolutos», «nunca»; estos son los términos que, como los números, componen el mundo de las matemáticas. No a todo el mundo le gusta el axioma de la igualdad —en una ocasión el doctor Li lo tachó de tímido y remilgado, un baile de abanicos en versión axioma—, pero Jude apreciaba cuán elusivo que era, cómo la belleza de la ecuación siempre se vería quebrantada por los intentos de demostrarla. Era la clase de axiomas que podía hacerte enloquecer o consumirte, que con facilidad podía absorber tu vida entera.
Sin embargo, ahora sabe hasta qué punto es cierto el axioma, porque él ha experimentado la demostración consigo mismo, con su propia vida. Ahora comprende que la persona que fue siempre será la persona que es. Tal vez haya cambiado el contexto, Sí, ahora vive en ese piso, tiene un trabajo bien remunerado que le gusta, tiene padres y amigos a los que quiere. Tal vez sea respetado y, en el juzgado, quizá incluso temido. Pero, en esencia, es la misma persona, una persona que inspira aversión, una persona que ha nacido para ser aborrecida. Y en ese microsegundo en el que se encuentra suspendido entre el éxtasis de volar y la expectativa del aterrizaje, que le consta que será terrible, sabe que x siempre será igual a x, con independencia de lo que haga, de los años que hayan transcurrido desde que dejó el monasterio y al hermano Luke, de todo el dinero que gane o del esfuerzo que haga por olvidar el pasado. Esto es lo último que piensa al caer sobre el hormigón y fracturarse el hombro. Por un instante el mundo le ha sido felizmente arrebatado: x = x, piensa, x = x, x = x."
(Tan poca vida, de Hanya Yanagihara)
Mi foto con el libro:
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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