lunes, 17 de noviembre de 2014

La Conjura de los Necios (John Kennedy Toole)

Comentario sobre el libro La Conjura de los Necios



“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él” (Johnathan Swift)


Hace aproximadamente dos meses adquirí este libro, atraído por su historia y su propia sinopsis. A los pocos días lo empecé entre mis variadas lecturas, y me capturó desde el inicio… a las pocas páginas quedé deslumbrado de la genialidad del libro, quedé impresionado porque nunca me había reído tanto con un libro, de principio a fin, pero no con un humor fácil y banal… No, no, al contrario, John Kennedy Toole con un ingenioso y brillante humor negro, sarcástico, irónico, impregnados en diálogos fascinantes, de la voz de uno de los personajes más memorables que he encontrado hasta ahora en la literatura universal: Ignatius Reilly. Ignatius, ¿cómo describirlo? En la primera impresión nos parece un personaje grotesco, un grandulón y gordinflón que vive inconforme con el mundo, criticando todo, absolutamente todo, desde a su propia madre hasta esas películas que va a ver al cine, sabiendo de antemano que serán bodrios… Jeje, increíblemente lo asocié con algunas personas reales que conozco, e incluso por qué no, con algunos aspectos propios. Ignatius, un joven entrando a la treintena, profesional universitario, se la pasa en su casa sin haber conseguido un empleo decente aún, que satisfaga sus expectativas, escribiendo sobre todo lo que ve con la esperanza de escribir una obra maestra monumental que revolucione el mundo y viviendo acomodado en casa de su madre. Ante las constantes críticas de la madre, Ignatius decide empezar a buscar empleo, y desde el primero como archivador en una decadente empresa de ropa hasta el último como vendedor de perros calientes, entramos en una aventura divertidísima, al mismo tiempo que pasean otros memorables personajes, porque absolutamente TODOS los personajes me parecieron memorables (obviamente Ignatius en la delantera), desde la madre de Reilly, pasando por Jones el afroamericano, la dueña del bar, el dueño de la empresa de ropa, su esposa y todos sus empleados, el oficial Mancuso y su madre Santa, la “amiga-novia-enemiga” de Ignatius, Myrna, el dueño del negocio de perros calientes, George, el huérfano, Dorian, el homosexual, en fin y otros que me faltan… Como ven en las descripciones, todos forman un fiel y duro retrato de la Norteamérica, escrito por este brillante y joven escritor a principios de los 60. 

Obviamente y cada lector lo descubrirá en la lectura, todo ese humor negro, como es normal, nacen de grandes dramas… en la lectura del libro nos aterraremos de reír en situaciones duras y dramáticas. El autor supo cómo hilvanar de forma magistral toda esa historia, que nos aterra, nos divierte y nos conmueve al tiempo. Es muy crítica también, pues con un personaje como Ignatius, es inevitable, se tocan fibras muy sensibles de la sociedad americana de esos tiempos, que incluso aún hoy en día persisten. Lo que nos lleva a pensar que por eso la novela fue rechazada en su tiempo, siendo publicada 20 años después de Toole haberla escrito… Así es, detrás de la historia de la novela también hay un drama profundo:

"La Conjura de los Necios", fue la única novela escrita por John Kennedy Toole, quien nunca la vio publicada en vida. Convencido de haber escrito una Obra Maestra cayó en depresión cuando se la rechazaron en las editoriales… y se suicidó. Posteriormente, su madre hizo incansables gestiones para que se publicara la novela y hoy la podamos leer... Precisamente, quien hace el prólogo del libro es Walker Percy, escritor y editor norteamericano, a quien la madre de John Kennedy Toole insistió para que publicara el libro… Su prólogo es realmente conmovedor. 

En efecto, hoy en día se le reconoce como una gran obra, y se rescató una novela que escribió de adolescente "La Biblia de neón" por la importancia, el éxito y reconocimiento que alcanzó... Esa novela el mismo Toole la había desechado por ser muy corriente jeje.
Así mismo, después de publicada la novela, recibió el prestigioso Pulitzer y en Francia ganó en su año el premio a la Mejor Novela en Lengua Extranjera. Y Toole se consagró con solo una novela como uno de los mejores novelistas norteamericanos de todos los tiempos... Lástima que nunca lo supo. 

Después de haberlo leído y disfrutado, reafirmo en que es una Obra Maestra y uno de los mejores libros que he leído en toda mi vida. A partir de ahora tiene un lugar de honor al lado de La Divina Comedia y Crimen y Castigo, entre otros pocos… Y el título que le doy con mucha distancia, es el del libro más divertido, crítico y profundo que he leído.

Ignatius Reilly, creo que nunca podremos olvidarlo tras leer esta novela… No sé qué tanto parecido haya sido realmente al propio autor y su relación con su madre, pero es un personaje tan real, original y fascinante que de alguna u otra forma se queda contigo. Así como lo llegamos a detestar por momentos, también nos conmueve, lo comprendemos y lo entendemos… quizás, jeje. Es un personaje tan fiel a sí mismo, que no sufre de cambios abruptos a pesar de todo lo que pasa… lo que nos hace conmovernos con él es su propia vida, de la que él parece no estar muy enterado. De hecho, parece la novela es una parodia de la misma vida del autor.

En síntesis, lo recomiendo enormemente, se lee de forma muy ágil, vas a querer devorártelo, pero yo le di tiempo porque no quería terminarlo tan rápido, en efecto cada vez que retomaba la lectura eran muchas las carcajadas que me generaba. La prosa y su estructura son lineales pero con descripciones sesgadas al realismo puro, la plena descripción de los acontecimientos con detalles de interés rocambolesco… y lo que más brilla, personalmente pienso que son los diálogos y la descripción y estructura interna de los personajes. Son tantas cosas para resaltar que seguro me olvido de algunas, la recomendación es: leerlo.


10/10



John Kennedy Toole y su madre



John Kennedy Toole

5 comentarios :

  1. "Sin duda, todas estas pseudopedantes críticas no hacen más que alimentar mi ego y darme diversos puntos de vista para describir a esos mongoloides y toscos que hacen elocuencia de su inteligencia. Llegué a la conclusión de que son todos unos cerdos y nunca van a comprender mi delicada psique."
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

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  2. “Sospecho que soy el resultado de una concepción particularmente débil por parte de mi padre. Probablemente emitió su esperma de una forma muy descuidada”
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

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  3. "He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo."
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

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  4. "Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer...."
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

    "Yo sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie"
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

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  5. "Respecto a las sandías, he de decir para que no se ofenda alguna organización profesional de derechos civiles, que nunca he sido un observador de las costumbres populares norteamericanas. Quizá me equivoque. Supongo que hoy la gente coge el algodón con una mano mientras que con la otra sostiene un transistor pegado a la oreja para que vomite boletines sobre coches usados y suavizantes para el pelo y peinados Corona Real y Vino Gallo en sus tímpanos, con un cigarrillo mentolado con filtro colgando de sus labios y amenazando con incendiar todo el algodonal. Aunque resido en las riberas del río Mississippi (Río famoso gracias a versos y canciones atroces, el motivo que más predomina es el que intenta convertir el río en una imagen paterna sustituía. En realidad, el río Mississippi es una masa de agua siniestra y traicionera cuyos remolinos y corrientes se llevan anualmente muchas vidas. No he conocido a nadie que se hubiera aventurado a introducir siquiera la punta del pie en sus asquerosas aguas contaminadas, en las que bullen heces, residuos industriales y mortíferos insecticidas. Hasta los peces se están muriendo. En consecuencia, el Mississippi como Padre-Dios-Moisés-Papi-Falo-Pa es un símbolo totalmente falso, creado, imagino, por el funesto farsante llamado Mark Twain. Esta incapacidad de establecer contacto con la realidad, es, sin embargo, característica de casi todo el «arte» de Norteamérica. Cualquier relación entre el arte norteamericano y el marco geográfico norteamericano es pura coincidencia; pero esto se debe sólo a que la nación como conjunto no tiene contacto alguno con la realidad. Esta es sólo una de las razones por las que siempre me he visto forzado a vivir en los márgenes de nuestra sociedad, consignado en el Limbo reservado a los que conocen la realidad cuando la ven), nunca he visto crecer el algodón y no tengo el menor deseo de verlo. La única excursión que hice en toda mi vida fuera de Nueva Orleans, me arrastró a través del vértigo hasta el remolino de la desesperación: Baton Rouge. En alguna futura entrega, una narración retrospectiva, quizá relate aquel peregrinaje a través de los pantanos, una jornada por el desierto de la que volví destrozado física, mental y espiritualmente. Nueva Orleans es, por otra parte, una metrópolis cómoda, en la que reina cierta apatía y cierto estancamiento que considero inofensivos (...)"
    (Ignatius Reilly, La Conjura de los Necios)

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