domingo, 13 de septiembre de 2020

Reseña del libro: Vista desde una acera (Fernando Molano Vargas)

Crítica del libro Vista desde una acera 
 
 
 
Hace unos meses hice un post sobre dos de las obras de Fernando Molano Vargas (Un beso de Dick y Todas mis cosas en tus bolsillos), luego de haberme metido de lleno en ellas y descubrir el universo del fascinante escritor colombiano. Fue el descubrimiento de una voz muy íntima, sincera y de una gran sensibilidad, a veces intensa, inocente o ingenua, como es a veces la adolesencia, la juventud. Pueden ver ese post en el siguiente link:

(Post) Fernando Molano Vargas: Un beso de Dick y Todas mis cosas en tus bolsillos

Con esas dos obras quedé inmediatamente con muchas ganas de leer su última obra, que había terminado de escribir antes de morir muy joven de Sida: Vista desde una acera. 

La novela me ha gustado mucho. Se nota que es una obra de madurez y que su bello estilo se encuentra mucho más depurado y perfeccionado. 

La novela se encuentra intercalada en dos narraciones, que transcurren en dos tiempos y dos (y muchos) espacios. Uno de ellos es en un hospital, en su mayor parte, donde se desprenden recuerdos, memorias, y desde donde también la segunda narración toma cuerpo y forma. En el hospital se encuentra Adrián, que es el nombre del gran amor del autor en esta novela, enfermo por el Sida. Y Fernando es Fernando. En el libro se titula como “Primer día” y “Escenas para un diario”, porque la estructura de esta parte del libro, que se diferencia porque se encuentra en cursivas, tiene la forma de un diario. Lo que no excluye que en esta parte también se encuentren recuerdos y sueños, como el de la playa a la que deseó ir con su amado.

En la otra parte del libro, ya sin cursivas, que se va intercalando con los textos del diario en el hospital, Molano nos cuenta su historia, su vida, su novela. Inicia no con “Primer día” sino con “Primera parte” y “Memorias de dos niños”. Por lo tanto vamos encontrando una construcción mucho más literaria y depurada. A la vez que utiliza más recursos narrativos en las descripciones, en donde explora dentro de esa primera persona, el uso de los objetos, los sueños, los nombres, las ciudades, los pensamientos. Nos empieza a hablar de la infancia, el inicio de todas las historias, en donde vemos la inocencia y la fragilidad del niño, y del hombre que reconstruye con su mirada, mientras analiza su entorno, su hogar, su casa, su familia, a sus hermanos, su padre, su madre y a sí mismo. Estos recuerdos son en primera persona, en donde sigue con su prosa íntima y sensible, pero logrando una distancia que le ayuda a construir y enriquecer el relato, gracias a ese paralelo entre la ensoñación, la evocación y la introspección. Algo en lo que se diferencia de Un beso de Dick, su primera novela, que es una narración de un presente instantáneo, junto a una emoción y pasión desbordada. La juventud. Leemos bellas escenas como los recuerdos de cuando su madre lo bañaba, más su descubrimiento del cuerpo, sus reacciones, el secreto y el placer. También para completar el cuadro familiar, recuerda a la familia disfuncional, la violencia, el control, la sumisión, el amor y el dolor. Y así van intercalando las dos narraciones. 

“En el amor de mis padres yo sólo había sido un instrumento accidental, no muy afortunado, para sacar a flote sus odios. Nada extraordinario.”

En el hospital, en su diario, somos testigo de los distintos problemas sociales que tiene la pareja a raíz de su relación homosexual y la enfermedad maldita de Adrián. La discriminación pero también somos testigos del desarrollo de una bella relación de pareja, de amor, respeto y reconocimiento. Pero a pesar de su fortaleza para enfrentar las críticas y los desaires, también se nos muestra el dolor interno que le generan. 

“A mis diez años, ya sospechaba quién era yo para los demás, y no necesité muchas lecciones para conocer el valor de la prudencia.”

En la narración paralela, luego de hablar de sí mismo y su infancia, empieza a contar la historia de Adrián. Y narrativamente sigue explorando, pues inicia una reconstrucción literaria del otro, la aparición de la tercera persona, la exploración de la imaginación con los datos que conocía, y los que rellenaba. La creación literaria. El novelista. De Adrián, también inicia indagando en su infancia, su pensamiento, su manera de ver y descubrir el mundo. También momentos como los abusos que sufridos, la violencia y el amor dentro del núcleo familiar. La introducción de los abusos están descritos de forma magistral, y no por morbo, sino porque lo realiza de forma muy poética pero a la vez dolorosa. El complejo autodescubrimiento del despertar sexual bajo esa forma de violación por parte de un familiar cercano.

La literatura como tema también se encuentra presente en la historia porque funciona de hilo conductor entre los dos amantes y prácticamente en toda la vida de Fernando. Desde la decisión de estudiar literatura, luego el sueño de filosofía para Adrián, y como juntos trabajan en sus carreras, en sus estudios, sus planes, uno en función del otro. En esta parte vemos muchas menciones de escritores, de las dinámicas de la universidad pública, la biblioteca, etc. Así como su descubrimiento de la literatura a través de revistas y la llegada de Oliver Twist de Dickens, que recordemos es la obra que inspira en parte su primera novela “Un beso de Dick”.

A medida que avanza la narración también avanza cronológicamente la edad de los personajes, de niños, a adolescentes y jóvenes. Partes en donde aborda el tema de la religión, el colegio, la familia y esa curiosa anécdota de la herencia familiar que termina en un convento de monjas. Son pasajes también donde los personajes descubren más de la vileza y la maldad en el mundo. Como cuando uno de ellos se enfrenta a un profesor homofóbico que resulta que es homosexual, y esto le genera a Fernando una gran confusión y una iluminación. La hipocrecia y la contradicción de los adultos. La máscara, la aberración no por lo que era sino por lo que hacía con lo que amaba. Se pregunta cómo una persona puede ser dos personas, él y su propio enemigo. Entiende que para vivir se necesita una máscara. Pero también que “Jamás sería ese hombre”. También se nos presenta en esta etapa cómo en un momento ambos intentan escapar de la casa. Fernando se va a Santa Marta y cuenta que en condiciones muy duras de trabajo se despierta su militancia en el socialismo al ver la explotación de los trabajadores y por un tiempo se une a células urbanas de la guerrilla. Pero también cuenta su decepción y su abandono de ese camino. Y su regreso a casa. Y es que las decepciones en esa edad también se extienden paralelamente a la etapa de los primeros encuentros sexuales, los enamoramientos y por supuesto, las decepciones.

Y el libro ya va cerrando en su tercera parte cuando finalmente llega la parte de Adrián. Cuando se conocen en Bogotá de adolescentes. Y nace el amor. En esta parte las dos narraciones se entrelazan y se encuentran, pues además de las mieles del amor joven y pasional, también se muestra la prevención, el inicio de los proyectos juntos, también se nos muestra los golpes del sistema para estudiar y trabajar, la reformación de la universidad pública que les pone más complicada la vida, pero aún así siguen adelante con sus sueños. 

Es muy bella también la relación que ambos empiezan a tener como estudiantes de literatura, las discusiones sobre poesía, la exploración de las palabras, y el ensayo que escriben juntos para explicar ¿Qué es la poesía? Y ¿para qué sirve? 

“La poesía es el intento por descubrir lo que somos. Lo que nuestra alma es.”
 
Además se nos muestra el drama de Fernando con su familia por su relación con Adrián, que se presenta en las dos narraciones, cuando se descubre y cuando Adrián se enferma en el hospital. Junto con este conflicto, también encuentro en la novela algunos silencios difuminados en distintas partes de sus vidas, sombras y aspectos de sus pasados que quedan sugeridos, que quizás no eran relevantes pero tratados con una especie de pudor y respeto por el otro y su historia. Sin juzgar. A la vez siento que en esta obra encontró palabras para describir aquello que sientió y en su tiempo quizás no sabía expresar, como cuando dice de la madre: que aprendió “El arte de manejar la resignación a punta de ironías”.

Finalmente me parece una excelente obra, en realidad es un gran trabajo de memoria y de construcción literaria, con un estilo que se mantiene íntimo y confesional, a la vez que juega y se alimenta de más recursos narrativos para construir una obra muy sólida, bella, dura y luminosa. Y en realidad queda el pensamiento de lo que pudo haber escrito posteriormente, y cómo su estilo se seguiría desarrollando. Creo que es un gran descubrimiento toda su obra, y muchos más deberíamos conocerlo ahora que se ha reeditado toda su obra. Es como un pequeño tesoro de la literatura colombiana por descubrir, por seguir releyendo y analizando, porque dentro de su narración tan personal nos enfrenta a diversos temas individuales y sociales en los que todavía debemos seguir reflexionando mucho.
 
 
 Acá una bella edición donde están los 3 libros juntos:


Crítica del libro Vista desde una acera 
 
Y Fernando Molano:


Crítica del libro Vista desde una acera 
 
 
 

 

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