Hace
una semana estuve como ponente invitado en un Foro de Filosofía, en donde el
tema central era: “América Latina como ser de la filosofía: camino a la
libertad”. Escarbé en mis documentos y encontré una ponencia que había
realizado hace unos años con afinidad al tema. Lo he recordado recientemente
por la ponencia en el foro y por el tan celebrado día de la raza.
Hay
una pregunta que aflora inicialmente cuando hablan de la filosofía en América
Latina, y que de hecho ha sido raíz de grandes discusiones a través de la
historia entre muchos pensadores, y es: ¿Existe o ha existido una verdadera
filosofía en América Latina?
Este
interrogante puede sonar arbitrario, pero depende también del contexto en que
se utilice el concepto de filosofía. Porque si nos referimos al hecho y a la
acción de pensar, en el amor a la sabiduría que encierra la etimología de la
palabra. Pues claramente encontraremos muchos ejemplos. Pero el hecho que
varios personajes han criticado es la ausencia de un pensamiento colectivo
original, al decir que todo nuestro pensamiento, nuestro sistema ideológico, y
la forma en que funciona nuestra sociedad es resultado del adoctrinamiento de
otras culturas. Que si analizamos la historia, sobre todo si revisamos los
hechos que se celebran el 12 de octubre, podremos encontrar algún indicio que
confirma dicha teoría.
Alegan
que nuestras culturas latinoamericanas han estado relacionadas ancestralmente
al folclor, las celebraciones, la fiesta y la música. Pero muy poco se nombran
pensadores influyentes. Incluso, con sólo hacer un pequeño ejercicio
experimental de preguntar a cualquier persona que le mencione algún pensador
importante en la historia de América Latina, la persona seguramente tardará en
responder, y eso, si al final responde.
En el
famoso día de la raza se celebra el día en que los colonizadores españoles
llegaron y “descubrieron” a América.
Desde pequeños, cuando empezamos la escuela y cuando empezamos a dar
“historia”, e incluso antes, nos hablan de los múltiples beneficios y la
importancia de ese hecho histórico tan trascendental. Y el sistema educativo
tradicional, así como ha permitido y facilitado la alienación de las masas y
servido como graduación a las personas para su entrada oficial al sistema, ha
facilitado también la consolidación de esa idea.
Es por
esto, que es curioso y además lógico, que la consolidación del pensamiento
latinoamericano logre su emancipación y auge, gracias a su propio esfuerzo y
espíritu liberador. Y en el mismo proceso de revisar sus raíces y su origen. No
siguiendo los ideales heredados del “descubrimiento” y la conquista.
Entonces,
nos enfrentamos a otra pregunta. Antes de la llegada de Europa, ¿Ya no existía
una filosofía en Latinoamérica?
Gracias
a unos documentos, los llamados “Códices Mendocino” o “Códice de Mendoza”, que
no eran más que informes que los colonizadores tenían que enviar a la Corona de
la Nueva España, informando de todo lo que encontraban en la nueva cultura.
Curiosamente, en estos textos se logró rescatar información de los Aztecas y
del pueblo de Náhuatl, en donde se describía la existencia de un verdadero
sistema educativo, que aseguraba la “dialéctica discontinua”, por la cual
trasmitían y recreaban su cultura.
En los
códices se describen detalles como que los padres estaban a cargo de la
educación de los niños hasta los 13 años. Que enseñaban las tareas relativas
desde el cuidado de sí mismos hasta las habilidades para la obtención y
producción de todo lo necesario para la vida del grupo. Luego de la educación a
cargo de los padres, los niños y niñas Náhuatl entraban en una de dos escuelas
disponibles: la Telpochcalli, dedicada a Tezcatlipoca, el dios guerrero, donde
recibían formación militar; o la Calménac, dedicada a Quetzalcóatl, el dios
principal, donde se impartían los conocimientos más elevados de la cultura
Náhuatl, a través de la lectura de libros sagrados y científicos, y se
adquirían las virtudes propias de quienes se ocuparían de las funciones más
altas de la sociedad y el gobierno.
Uno de
los estudiosos sobre el tema, el profesor Jacinto Ordóñez Peñalonzo, autor del
libro Introducción a la Pedagogía, menciona que dentro de la escuela de los
Calménac, estaba la escuela Cuicacalli, que era una especie de Facultad de Filosofía
y Letras. Un centro de estudios especializados, dedicado a la pintura, el
canto, el baile y la música. Y describe el proceso de la siguiente forma: “Ser
pintor era ser escritor, pues los códices eran secuencias de pinturas, escritas
en poesía para ser cantadas; con los cantos venía el baile y la música. La
matemática, la historia, la teología y la filosofía, toda la sabiduría se
cantada” (Cfr. Ordóñez Peñalonzo, J., 2002, 8 – 9).
Con la
descripción que hace Ordóñez, que me parece fantástica, tenemos un acercamiento
de cómo debía ser el proceso de aprendizaje de nuestros ancestros. Fusionando
las ciencias con las artes, algo que tradicionalmente en la cultura que nos
colonizó, estaban en constante conflicto. Solamente haciendo el proceso,
utilizando la imaginación, pensamos en lo maravilloso que debía ser aprender de
esa forma. Ya que en ese sistema nunca había represión, se utilizaba el arte y
se mezclaba junto con las ciencias, ayudaba a los jóvenes en el proceso de crecimiento,
autodescubrimiento, desarrollo de capacidades, y sobre todo el reconocimiento
de sí mismos y de su comunidad.
Para reflejar
y contrastar la situación, busqué una foto reciente de una escuela con niños
indígenas. En la foto los observamos a todos, en una pequeña choza, y todos
amoldados al sistema tradicional, de un tablero, pupitres, los alumnos
uniformados y el profesor, que en muchos casos cumple la función de opresor. Es
increíble que a esto se le pueda llamar evolución o progreso. Pero así es.
Todo
esto es importante conocerlo, no solamente conocer la historia de los
“triunfadores” que aplastaron a quienes se atravesaban por su camino, como
normalmente son las historias que conocemos. También los “derrotados” tienen
una historia que contar, y como en este caso, una historia valiosa. ¿Si ya
teníamos una filosofía?, ¿un pensamiento y un sistema libre y propio?, claro
que sí. Pero tampoco podemos relegarnos y martirizarnos con la idea de que nos
arrebataron todo en el pasado, ya eso pasó, y lamentablemente nada pudimos
hacer. Tal vez si no hubiesen llegado los españoles, alguna de las otras
culturas de Asia o del Medio Oriente hubiesen llegado, por esa misma curiosidad
propia e innata del ser humanos. Lo que si no debemos es olvidar, son nuestras
raíces, apelar a ella y defenderla, y tratar de adaptarla a los nuevos tiempos.
Como incluso varias instituciones y organizaciones en todo el mundo ya lo están
haciendo. Sólo de esa forma, con la búsqueda de la libertad del ser humano, el individuo,
se puede aspirar a una libertad de una nación. Que se descubran a sí mismos,
porque es cierto que el ser humano es capaz de cosas atroces, y todos en esto
universo somos seres duales, pero también somos capaces de desarrollar y
canalizar todo a través de expresiones como el arte. Y ese descubrimiento de
nuestra relación con la naturaleza, los elementos y nosotros mismos,
posiblemente nos acerque más a esa gran utopía de libertad.
(A.S.B)
Que buen ensayo Alejandro; este es un tema fascinante, una prehistoria que se remonta en el pasado, con una precisión que oscila entre los 25000 años y los 50000 años, de la que conocemos perfectamente el punto de llegada, más no se conoce con certeza el punto de inicio como bien los señalaba Escalante en el prólogo de su obra "Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España" (Pablo Escalante Gonzalbo coordinador), pues el registro arqueológico es disperso y escaso. Me parece muy interesante esa búsqueda que propones de lo raizal, de lo originario, de lo propio y autóctono, aunque lo que llamaríamos como originario, propio o autóctono pueda conducirnos a través de múltiples orígenes como se presume fue la incursión del hombre en América. Queda pues planteada y muy bien recibida la reflexión y esa inquietud por parte tuya, ¿se puede hablar de una filosofía autóctona y originaria de la América pre hispánica?. Muchas gracias de nuevo. Juan Felipe Restrepo Mesa
ResponderEliminarGracias por tu comentario Juan. Si, el tema es muy interesante. Y da para mucho más. Hace unos años empecé a interesarme y buscar más sobre el tema. Y el tema queda sobre la mesa, y pienso que es una reflexión interesante. Saludos y gracias por pasarte.
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