Existen muchas películas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, con distintos tratamientos, en donde se aborda el tema desde distintos puntos de vista y puntos geográficos, entre otras variantes. Así como también hay otras bastante repetitivas. La mayoría de estos filmes tienen una tendencia que parece ser inevitable, y es el sesgo hacía el maniqueísmo, algunas de forma más marcada y otras de forma moderada, buscando más una forma de ser lo más objetivos posibles, que parece en realidad muy difícil en cualquier ámbito. Es por esto, que los filmes bélicos, en donde la gran mayoría siempre hace gala de un patriotismo extremo y una presentación de personajes en negro y oscuro, se fue contrastando con los filmes antibélicos, esos filmes que fueron mostrando la realidad del campo de batalla y que no todo es tan simple como la disputa de “buenos y malos”. Personalmente, los filmes bélicos de ese estilo son algunos de los que más me han gustado en el cine. Y si se hace un repaso por la “historia”, que en muchas ocasiones también tienda a falsificarse, observaremos que la gran mayoría de los grandes cineastas de la historia del cine, sacaron espacio para hacer un filme bélico o antibélico.
No soy historiador, y tampoco he visto todos los filmes bélicos, pero aquí un repaso con los que considero importantes de los que he visto: En la historia se han efectuado muchas guerras y conflictos, algunas de ellas van unidas y son a causas de las otras, toda una cadena de odio que aún hoy en nuestros días perdura. Pero sin duda los conflictos más versionados en el cine son la primera y segunda guerra mundial, la guerra de Vietnam, la guerra fría, la guerra civil española, entre otras. Con un claro dominio de las dos primeras, sobre todo de la segunda.
Revisando los respectivos años de cada una, creo que la primera en la lista es “El Gran Dictador” de Charles Chaplin (1940), Chaplin se arriesgó a sacar este filme en pleno despegue de la Segunda Guerra Mundial, y de la locura de Hitler. Es una comedia y una sátira brillante, que le representó problemas posteriormente porque continuaron exigiéndole tomar partido por alguna ideología política o algún bando, y él se negaba a dar declaración de este tipo. Bueno pero no voy a extenderme a cada una, sólo a dar un pequeño comentario. Siguiendo la línea de tiempo, la segunda sería un filme que descubrí gracias a un documental de Scorsese sobre el cine italiano, y se llama “Roma, ciudad abierta” (1945), de Roberto Rossellini. Fue un filme bastante arriesgado también, en pleno desarrollo de la segunda guerra mundial Rossellini grabó esta obra con esfuerzo y actores no profesionales. Plasmó lo que se estaba viviendo en las calles, con tanta naturalidad, que es muy clara su influencia en el neorrealismo italiano.
El Gran Dictador (1940)
En 1957 de desarrollaría una de mis indudables favoritas, de la mano de Stanley Kubrick, “Senderos de Gloria”, está ambientada en la primera guerra mundial, fue un ejercicio brillante de cine antibélico. Una obra totalmente imprescindible. Kubrick posteriormente nos regalaría otras dos obras maestras del cine antibélico, como es “La Chaqueta Metálica” (1987) y la comedia “Dr. Strangelove” (1967).
Senderos de Gloria (1957)
Dr. Strangelove (1967)
A finales de los 50, llegaría una película alemana que ambientaría los regazos de la segunda guerra mundial, a sus finales. La película es una obra maestra: El Puente (1959), Bernhard Wicki. Es una maravilla, y aquí ya veremos el papel fundamental de los niños en la guerra, como los más afectados. Como se ve en muchos de los filmes del género.
El Puente (1959)
Y ya que hablamos de niños, voy a aprovechar para hacer este párrafo sobre el cine bélico de la Unión Soviética, que es un punto muy importante para el análisis del filme que vamos a reseñar, que es también soviética “Masacre: Ven y Mira”. Hay un filme muy representativo y conocido de la Unión Soviética del género bélico, como lo es “El Acorazado de Potemkin” (1929), un filme muy importante reconocido por sus aportes técnicos. Estaría también “La asención” (1977) de Larisa Shepitko, ambientada en la segunda guerra mundial, y en la ocupación de Bielorrusia por la Alemania Nazi, tema que también está presenta en “Masacre: Ven y Mira”. El conflicto entre Estados Unidos y la unión soviética llegaba hasta en el cine, esto se pudo observar, cuando en el año 1969, la Unión Soviética con dos directores preparara la película “La Batalla de Berlín”, como respuesta a una película americana sobre el tema, titulada “El día más largo” (1962). Estos dos últimos fueron filmes totalmente sesgados. Y para cerrar el recorrido por cine bélico soviético, la dejé de último precisamente porque fue una de las que más relacioné con el filme “Masacre: Ven y Mira”, y no es otra que “La Infancia de Iván” (1962) de Andrei Tarkovsky. Hace un tiempo hice un especial a este filme, que curiosamente también fue un filme por encargo, que Tarkovsky logró llevar al carácter de Obra Maestra. Posteriormente en la reseña y análisis del filme “Masacre: Ven y Mira”, explicaré la relación.
Siguiendo por el repaso del cine antibélico llevado a la pantalla por grandes directores, no hay que olvidar “La Vergüenza” (1968) de Ingmar Bergman, que al muy estilo de Bergman, es más una reflexión, no encontrarán escenas muy épicas. Ya en los 70, con la nueva ola de cineastas norteamericanos se empezaron a hacer filmes antibélicos muy interesantes. En 1971, de la mano de Dalton Trumbo, “Johnny cogió su fusil”, un filme ambientado en primera guerra mundial, es otra maravilla y dura, ya casi con esta llegamos al nivel de dureza que se presenta en “Masacre: Ven y Mira”. Otro filme importante de los 70, fue “Apocalypse Now” (1979) de Francis Ford Coppola, una de las mejores películas de Coppola, y otro ejemplo de cine antibélico.
“Johnny cogió su fusil” (1971)
En los 80, en 1986, veríamos el filme de Oliver Stone “Platoon”, sobre la guerra de Vietnam. Y un año antes de la película de Stone, en 1985 sería presentada “Masacre: Ven y Mira”, que injustamente ha sido ignorada en la historia del cine.
"Platoon" (1986)
En los 90, dos filmes antibélicos de gran calidad llegaron el año de 1998, uno dirigido por el “Rey Midas de Hollywood” Steven Spielberg, que hizo una de sus mejores película “Salvar al soldado Ryan” y por otro lado el misterioso y gran director estadounidense Terrence Malick, presentaría “La Delgada Línea Roja”. Se enfrentaron en los Oscar, y ganó la de Spielberg, pero para mí la de Terrence Malick fue muy superior, al humanizar la guerra y criticarla, y no como Spielberg que hizo un buen filme, pero que al final no pudo despegarse de su patriotismo y heroísmo que dividió bandos inmediatamente. Pero eso es lo que le gusta a Hollywood, ni al caso. Y últimamente en el año 2006, otro gran director que no podía quedarse por fuera, Clint Eastwood, dirigió dos filmes, ambos planteando los distintos puntos de vista de la guerra: "Cartas desde Iwo Jima" y "Banderas de nuestros padres". Con esta última, que produjo críticas por su parecido al filme de Spielberg “Salvar al soldado Ryan”, Eastwood manda un mensaje al público y a Spielberg: “En una guerra, no hay héroes”. Aunque un año antes, en el 2005, Spielberg dirigiría uno de sus filmes más notorios y objetivos, no toma partido, sólo muestra ambos lados del conflicto, y con eso fue redimido por muchos. No fue premiado en los Oscar, pero si nuevamente se ganó el respeto de algunos. La película fue “Munich”.
Ahora, la película que generó el post: “Masacre: Ven y Mira”
“Masacre: Ven y Mira”, es una película soviética de 1985. Fue un encargo del gobierno soviético para celebrar el cuarenta aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. Dirigida y escrita por Elem Klimov. La película se desarrolla como telón de fondo de la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia, donde asistimos a la terrible ocupación los alemanes en Bielorrusia. En donde más de 600 pueblos fueron exterminados junto con toda su población, con un saldo total aproximado de 2.230.000 personas asesinadas durante el periodo de la ocupación. Siendo una de las mayores masacres de la Alemania Nazi.
La película es narrada a través de los ojos de un niño de 13 años, llamado Flyora Gaishum, que al inicio del filme se encuentra buscando un fusil en los campos de batalla para entregarlo a los Partisanos Soviéticos, un grupo que nació para hacer resistencia y enfrentar al ejército alemán. Flyora consigue el fusil, y los Partisanos se lo llevan, en contra de los deseos de su madre, abandonándola a ella y sus hermanas. Flyora se embarca en ese viaje como un niño inocente, y poco a poco va presenciando el horror, el infierno, el sufrimiento y la pérdida. La guerra lo ha envejecido y lo ha cambiado completamente. Y junto a él, el espectador es sumergido en ese viaje, vemos con sus ojos y sufrimos con él.
La película la observé en dos partes. Honestamente, cuando había leído que era un encargo del gobierno soviético, me imagine que iba a ser muy pero muy sesgado, y que además iba a ver una sublimación a la patria y todo eso, pero nada de eso, me ha impresionado mucho la neutralidad con los hechos y los personajes. En la primera parte somos testigos del la incursión de Flyora a las filas de los Partisanos, cuando deja atrás su niñez, y más que una huida directa a la muerte segura en los campos de batalla, representa un enfrentamiento a una amarga realidad y un escape de una muerte segura en su casa. Aunque una parte de Flyora muere en el momento en que abandona la casa.
En esta primera parte me recordó mucho a la película de otro ruso Andrei Tarkovsky “La Infancia de Iván”, por su estilismo, la puesta en escena, además de algunas tomas y movimientos de cámara que eran sello personal del gran director ruso. Además de la historia de trasfondo de la pérdida de la inocencia en tiempos de guerra. Pero esta película tenía algo diferente, y eso es lo que más me llamó la atención. Está película es muy dura, en dureza sobrepasa a la de Tarkovsky y a la mayoría de filmes que he visto, pero he aquí lo esencial, no es un espectáculo sangriento gratuito, porque incluso no se ven muchas de las muertes, el director juega con la percepción y los sentidos espectador, lo mete dentro del filme de una forma impresionante. Primero, a través de la visión del niño, las tomas de espalda que te hacen ver la acción de un ángulo distinto, y por sobre todas las cosas, en esta primer parte me sorprendió la mezcla de la música con el sonido. Ya que la música individualmente es excelente, funciona de maravilla, pero en los sonidos en las escenas, se amplían los sonidos exteriores y se minimizan los interiores y los de los personajes. Ese simple efecto, crea un ambiente asfixiante y más intenso. E incluso en el momento de una escena magistral donde el campamento de los Partisanos es bombardeado, hay un momento donde Flyora por los sonidos tan estruendosos se queda casi sordo, y ese juego con el sonido hacer que el espectador también se vuelva un poco sordo, y se vaya metiendo más dentro del personales y del horror que vive. Por lo que, a partir de ese momento hacemos nuestra incursión al infierno.
En esta primera parte eso me fascinó, la mezcla entre acción y sutileza artística, y la influencia de Tarkovsky queda más que evidente. Aunque Klimov va más allá, no tiene piedad con el espectador.
En ese momento, la primera parte se había acabado y apenas pude respirar, sentí un alivio tremendo. Y pensé que ya había visto mucho, no me esperaba para nada lo que continuaba en la segunda parte. En la segunda parte asistimos al mismo infierno. Aparecen por primera vez las tropas nazis, y pues somos testigos una vez más de sus procedimientos y torturas, el trabajo de los “grupos de operaciones” (Einsatzgruppen, como eran llamados), que eran grupos de muerte, dedicados a exterminar todo a su paso. El trabajo de estos chicos era terrible, pero no tenían muchas opciones, e incluso vemos que uno de los soldados nazi, del grupo de operaciones se limpia una lágrima cuando están prendiendo fuego a una iglesia con todo un pueblo adentro. Esa escena es simplemente una maravilla. No vemos nada de lo que pasa adentro, pero sabemos y lo sentimos, sólo tenemos visión del rostro de nuestro protagonista, que ya está demacrado y envejecido, ese rostro refleja el horror puro. Yo sentí que envejecía junto con Flyora.
Posteriormente, seguimos viendo los desastres del horror, y los afectados, los que sobrevivieron al genocidio en la iglesia, jóvenes destrozadas con las piernas sangrando y una anciana en su cama que fue trasladada a un lugar seguro para que admirara el horror. Flyora es dejado tirado en el piso, luego que se toman una foto con él apuntándole con una pistola. Luego Flyora se levanta, va en busca de un fusil que había escondido y se encuentra con los Partisanos que aún quedan con vida. Se encuentran en esos momentos con unos hombres del “grupo de operaciones” nazi y los “traidores” que ordenaron el incendio de la iglesia. Los tienen rodeados, decidiendo que hacer con ellos. En ese momento, no podemos evitar quererlos ver muertos y quemados vivos. Y luego vienen las revelaciones de los nazis, uno de ellos explica porque cuando estaban en la iglesia, pidió que salieran todas las personas y dejarán a los niños adentro para que murieran quemados. Una simple explicación: “todo empieza por los niños”. Una revelación escalofriante, que me hizo acordar de Haneke. Y en ese dilema final, donde los Partisanos deben decidir qué hacer con los verdugos de su pueblo, cuando se sienten tentados a quemarlos vivos. No diré lo que deciden hacer.
Pero es un cierre monumental, que termina en otra escena donde nuestro protagonista está más envejecido que nunca, todas las marcas en su rostro reflejan todo lo que ha visto y vivido. Se desahoga disparando contra un espejo, un reflejo de un charco en donde se ve a sí mismo, y en donde además se encuentra un cartel con la imagen del hombre que originó todo ese terror.
En síntesis, una obra maestra del cine bélico y antibélico, una obra que muestra el horror con arte, a pesar del estilo documental que maneja, la dirección maravillosa, la fotografía genial, la música y el manejo de los sonidos como he dicho anteriormente, es magistral. Hay muchas escenas memorables. Las actuaciones excelentes, todo es muy real, tan real que no parece un filme, sólo lo alcanzamos a dimensionar porque percibimos el arte con que está siendo narrada. “Masacre: Ven y Mira” es una obra que no debe ser olvidada, debe ser recordada y admirada. Sólo me queda agradecer a José Barriga por crear el festival donde la pude descubrir, y a Cesar Andrés Mena Torres por haberla propuesto. Y de igual forma la recomiendo a todos.
10/10
Trailer de "Masacre: Ven y Mira"
"Masacre: Ven y Mira": Película Completa
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