domingo, 16 de junio de 2019

Especial: Ilíada (Homero). Lectura Colectiva #Homero2019 (A.S.B)

Homero



Luego del éxito del reto y lectura colectiva de #Dante2018, del 1 de enero al 10 de abril del 2018, bajo el hashtag #Dante2018; y del siguiente, #Ovidio2018 para leer la famosa obra de Ovidio: Las Metamorfosis, desde el 1 de Mayo hasta el 3 de Agosto. Y del gran reto de leer “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra (que se peleó el honor de suceder a #Dante2018 junto con #Boccaccio2018 y #Ovidio2018 entre otras, al final decidimos leerlas todas), desde el 1 de Junio hasta el 06 de Octubre; y del 27 de Julio con “El Decamerón” de Giovanni Boccaccio, que iría hasta el 10 de Noviembre. Y de seguir otras lecturas “no oficiales” como #Kafka2018 y #Virgilio2018, para finalizar el año 2018 llegó la lectura colectiva de #Borges2018, con la lectura de dos de las obras más emblemáticas del escritor argentino: “Ficciones” y “El Aleph”, dos recopilaciones de relatos, que contienen varios de los cuentos más alabados de la literatura universal. Con todas estas lecturas completé casi 12 meses seguidos entre todas lecturas colectivas del 2018, leyendo a diario. En el 2019 inicié con otros dos retos mayúsculos: la “Ilíada” de Homero y el “Ulises” de James Joyce, iniciando también desde el 1ero de enero del 2019, hasta hace poco, recién mediados del mes de junio (15 de junio), que he acabado las dos lecturas. Y entre esas lecturas también estuve en la lectura adicional de “Hamlet” de William Shakespeare, bajo el hashtag de #Shakespeare2019. Pero en este post me centraré en mis textos diarios sobre la “Ilíada”.   
Para los interesados, dejo el post general que hice sobre mis publicaciones diarias de #Dante2018, #Ovidio2018, #Cervantes2018, #Boccaccio2018 y #Borges2018 (X2).

Especial: La Divina Comedia (Dante Alighieri) Reto #Dante2018
Especial: Las Metamorfosis (Ovidio) Reto #Ovidio2018
Especial: Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes) Reto #Cervantes2018
Especial: El Decamerón (Giovanni Boccaccio) Reto #Boccaccio2018
Especial: Ficciones (Jorge Luis Borges) Reto #Borges2018
Especial: El Aleph (Jorge Luis Borges) Reto #Borges2018

Las publicaciones diarias las hacía por mi cuenta personal de Facebook, o la página de Facebook de mi blog A.S.B Virtual Info, y el grupo de Facebook con el nombre “Homero2019 Lectura Colectiva”. Pero sobre todo, y la esencia de estos retos y lecturas colectivas nació de la interacción en Twittergracias a la iniciativa del escritor Pablo Maurette, donde también a diario compartía mis posts de cada lectura, y también en las historias de Instagram. Un canto a la semana, empezando cada martes. 

Desde #Dante2018 mi papel activo, constante y diario, fue el de realizar textos diarios en todas mis redes sociales, que muchas veces eran resúmenes, otras veces eran reseñas, otras análisis, otras selección de fragmentos, y en el mejor de los casos, una mezcla de todas las anteriores, con la intención de conformar un diario de lectura. Cada texto dependía de lo que me generara cada texto. Y en el camino me fui enterando que muchas personas seguían y esperaban atentas mis textos para seguir el ritmo de la lectura colectiva. 



Ilíada

Primera vez que la leo completa, aún cuando de forma independiente he leído y estudiado casi todas las historias mitológicas, por lo que estaba muy relacionado con los personajes, y la distinción de los nombres, tanto en la versión griega como en la romana. Dentro de este tipo de historias, en las lecturas colectivas ya hemos leído “Las metamorfosis” de Ovidio, y la “Eneida” de Virgilio, donde también se repasan varias de las históricas mitológicas, desde distintos enfoques y puntos de vista. Y esa es la riqueza de estos libros, la cantidad de lecturas que crean a partir de una serie de mitos creacionistas y fundacionales. En la Ilíada se trata una parte de la guerra de Troya. 

Recuerdo haber leído fragmentos de la “Ilíada” en el colegio, pero no fue una lectura completa ni detallada. Me ha maravillado la complejidad y la riqueza narrativa de la forma como está contada la historia. Una epopeya a través de versos poéticos, en donde se escarba en lo más oscuro y luminoso de la naturaleza y las emociones humanas. Las míticas intervenciones de los dioses en los asuntos de los humanos, y cómo tanto dioses como mortales actúan de la misma forma, a través de impulsos y emociones. Y además del excelente trato de los personajes, las detalladas y extensas descripciones de Homero, los famosos catálogos (el de las naves), que son descripciones de elementos, que a la vez llevan de una descripción tras otra, llegando a un ser humano, y pasando al linaje del individuo. Sin olvidar las gráficas escenas de violencia, guerra y muerte, que abundan tras cada batalla. El miedo, la muerte, y el viaje de las almas al Hades. El acercamiento a las personas que no intervienen en la guerra, sino que esperan en casa o resguardados en la ciudad. Y los personajes principales, que están aún mejor definidos, conforman sin dudas, una obra monumental y eterna. 

Entre otros elementos que se analizan y tratan, pero ya no me extiendo más, porque preciso para eso hice este diario y reseña diaria de la lectura, para analizar y desentrañar cada elemento de la historia en detalle. 

Son 24 cantos distribuidos en días. Voy indicando el número y cuando se acaba cada canto, debajo de cada texto. 

¡Disfrútenlo!

A.S.B






ILÍADA

HOMERO




Día 1: "-¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos".
Inicia el Canto I con un clamor a la diosa para que cante la cólera del Pelida Aquileo, que causó tantas muertes y males. Ya Aquiles había conquistado varias ciudades, y raptado a Briseida. En el inicio del Canto se pregunta por la identidad del dios que promovió la contienda. Apolo, el que hiere de lejos, es iluminado por la culpa. Culpable de la peste que azotó a los ejércitos griegos, generado por el agravio de Agamenón al secuestrar a Criseida, hija de Crises, sacerdote de Apolo. "La Iliada" cuenta un episodio de la Guerra de Troya, al iniciar el Canto, ya la guerra va avanzada. Y este fue uno de los eventos que genera el detonante de lo que se desarrolla en la Iliada. Los protagonistas, los hombres y los dioses; cada uno elige un bando, llevado por sus íntimos afectos o simplemente vínculos de sangre y descendencia.

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019


Día 2: Calcantes, el famoso adivino, explica a Aquiles la razón de la cólera y la peste del dios Apolo, que se extenderá hasta que la hija del sacerdote sea restituida a su padre sin ningún premio o rescate. Agamenón reprochó al adivino que siempre le vaticinaba desgracias y malas noticias. Y aceptó que prefería la compañía de su invitada Criseida a la de su esposa. Pero aceptó devolverla, pero quería una recompensa, para no ser el único que perdiese algo. Aquiles le recrimina la exigencia al Atrida y le exige entregar a la joven para aplacar al dios, y los aqueos le pagaría, si Zeus le permitía algún día tomar la murada ciudad de Troya. 
“Aunque seas valiente, deiforme Aquiles, no ocultas así tu pensamiento, pues no podrás burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para conservar tu recompensa, que me quede sin la mía, y por esto me aconsejas que la devuelva?”, y amenaza a Aquiles con quitarle a su propia esclava de no cumplirle los aqueos. Pero sugirió hablar de eso después y ponerse manos a la obra para aplacar la cólera del dios Apolo. 

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019


Día 3: Aquiles reaccionó ofendido y con cólera antes las palabras de Agamenón. Le sacó en cara que ellos en sí no tenían nada contra los troyanos y que simplemente los estaba apoyando. Que era un mal agradecido, y que siempre quería acaparar todas las ganancias son arriesgar mucho, porque él era el que batallaba. Y aún así quería despojarlo de su recompensa. 
"Ahora me iré a Ptía, pues lo mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin honra para procurarte ganancia y riqueza". 
Agamenón le respondió que se fuera, que otros lo apoyarían, incluido Zeus. Lo insultó y amenazó diciendo que devolvería a Criseida para aplacar al dios Apolo pero se llevaría a su Briseida para que supiera que él era más poderoso y nadie tuviese la osadía que compararse con él. 
Aquiles lleno de ira pensó en calmar su cólera o matar al Atrida Agamenón de una vez. Cuando iba a sacar su espada, todo se detiene y sólo Aquiles queda en movimiento. Interviene la diosa Atenea, que baja del Olimpo por petición de Hera también, y jala por el cabello a Aquiles en señal de autoridad, ordenando que se detenga en su impulso. Aquiles le dice que matará a Agamenón. Atenea le dice que injurie lo que quiera a Agamenón pero no lo mate. Y le dijo que por ese ultraje será recompensado más adelante, daba su palabra. Así que se calmara y obedeciera. Aquiles la escuchó y agradeció a ella y Hera: "Proceder así es lo mejor. Quien a los dioses obedece, es por ellos muy atendido". 
Y se muestra una de las tantas intervenciones de los dioses en la batalla y la vida de los hombres.

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019

"La Ilíada tiene una fuerte osamenta laica que sale a la superficie en cuanto se pone a los dioses entre paréntesis. Detrás del gesto del dios, el texto homérico menciona casi siempre un gesto humano que reduplica el gesto divino y lo reconduce, por decirlo así, hasta el suelo. Aun cuando los gestos divinos remitan a lo inconmensura¬ble que se asoma a menudo en la vida, la Ilíada muestra una sorprendente obstinación en buscar, sea como sea, una lógica de los acontecimientos que tenga al hombre como último artífice. SÍ se elimina consecuentemente a esos dio¬ses del texto, lo que queda no es tanto un mundo huérfano e inexplicable cuanto una historia humanísima en la que los hombres viven su propio destino como podrían leer un lenguaje cifrado cuyo código conocen, casi en su integridad. En definitiva, suprimir los dioses de la Ilíada posiblemente no es un buen sistema para comprender la civilización homérica, pero me parece un sistema óptimo para recuperar esa historia, trayéndola hasta la órbita de las narraciones que nos son contemporáneas. Como decía Lukács, la novela es la epopeya de un mundo abandonado por los dioses".

(Alessandro Baricco, Homero, Ilíada)

(Baricco escribió una versión de la Ilíada con algunas intervenciones... así como los dioses intervenían en la historia, él intervino el texto de Homero. Entre las modificaciones eliminó las intervenciones de los dioses)


Día 4: Aquiles hizo caso a Atenea y aunque no mató a Agamenón, siguió lanzando injurias contra él, y les auguró que perecerían a manos de Héctor, matador de hombres, por no honrar al mejor de los aqueos. Agamenón estaba furioso, pero intervino el sabio Néstor, que a tantas generaciones había visto caer, y regañó a ambos. "Ni tú, aunque seas valiente, le quites la joven, sino déjasela, puesto que se la dieron en recompensa los magnánimos aqueos; ni tú, Pelida, quieras altercar de igual a igual con el rey, pues jamás obtuvo honra como la suya ningún otro soberano que usara cetro y a quien Zeus diera gloria. Si tú eres más forzado, es porque una diosa te dio a luz; pero éste es más poderoso, porque reina sobre mayor número de hombres". 

Agamenón aceptó las palabras de Néstor y volvió a recrimina a Aquiles por negarse a obedecer. Y Aquiles le dijo: "Cobarde y vil podría llamársele si cediera en todo lo que dices; manda a otros, no me des órdenes, pues yo no pienso obedecerte". Luego del altercado se disolvió el ágora. Agamenón embarcó con Criseida y sacrificios para aplacar al dios, y Odiseo dirigió la nave. Sacrificaron toros y cabras en honor de Apolo en medio del mar. Agamenón ordenó que buscaran a Briseida, cumpliendo la amenaza a Aquiles. Llegó Patroclo, y Aquiles entendió y dejó que se llevarán a Briseida, diciendo que no tenía nada contra ellos sino con su cruel rey. Aquiles quedó destrozado y llorando rogó a su madre, Tetis, que intercediera ante Zeus por el ultraje recibido por el Atrida. Le hizo un resumen de todo lo sucedido y recordó la vez que ella ayudó al mismo Zeus en una rebelión de los otros dioses contra él.

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019


Día 5: La nereida Tetis consoló a su hijo Aquiles, y le dijo que conservara su cólera y se abstuviese de combatir. Ella iría a hablar con Zeus y tratar de convencerlo cuando llegase de un banquete. Odiseo, encargado de la misión de sacrificios a Apolo y entrega de Criseida, pidió a Crises que les ayudara a aplacar la peste de Apolo. Crises lo hizo y Apolo escuchó. Se describe la ceremonia de sacrificio, que surtió efecto, y Apolo terminó la peste y les envió buen viento. Aquiles se mantuvo alejado de las reuniones y del combate, consumido por la ira. Tetis subió al Olimpo cuando Zeus regresó: "Saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al largovidente Cronida sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte". Rogó a Zeus justicia para su hijo, que le diera la victoria a los troyanos hasta que los aqueos reconocieran las virtudes de su hijo Aquiles. Zeus guardó silencio pero se alarmó porque lo iba a meter en problemas con su esposa Hera. Pero le prometió a Tetis cumplir su palabra asintiendo con la cabeza, "Este es el signo más seguro e irrevocable y veraz de los inmortales; y no deja de efectuarse aquello a que asiento con la cabeza". Pero dijo que partiera antes que Hera la viese y sospechara algo.

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019


Día 6: Tetis saltó al mar y Zeus volvió al palacio donde lo esperaban los dioses. Hera sabía de su reunión con Tetis, e inmediatamente le reprochó al Cronida reunirse y decidir cosas en secreto. Y como su reunión fue con Tetis, inmediatamente unió los hilos y dijo que seguramente lo había seducido y le había hecho prometer honrar a Aquiles y causar la matanza de las naves aqueas. Zeus con autoridad reprochó su desconfianza y confirmó sus palabras. Ordenó que se sentara y lo obedeciera. Los otros dioses se quejaron al conocer la petición de Tetis. Hefesto apoyó a su madre: "Funesto e insoportable será lo que ocurra, si vosotros disputáis así por los mortales y promovéis alborotos entre los dioses; ni siquiera en el banquete se hallará placer alguno, porque prevalece lo peor". Consoló a su madre Hera y la apoyó, pidiendo que honrara más a Zeus para ganar sus favores, porque enfrentarlo no era opción. Hefesto sirvió dulce néctar a todos los dioses para pasar el incómodo momento. Todos disfrutaron el festín y luego cada uno fue a su palacio... "Zeus olímpico, fulminador, se encaminó al lecho donde acostumbraba dormir cuando el dulce sueño le vencía. Subió y acostóse; y a su lado descansó Hera, la de áureo trono".

Canto Primero #LaIliada
#Homero2019



Canto 2


Día 7: Todos dormían en la tierra y en el Olimpo, mientras Zeus pensaba la forma de honrar a Aquiles y cumplir su promesa a Tetis. Finalmente decidió enviarle un sueño a Agamenón donde le dijo: “Anda, ve, pernicioso Sueño, encamínate a las veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda de Agamenón, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte. Ordénale que arme a los melenudos aqueos y saque toda la hueste: ahora podría tomar a Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadidos Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos”. Partió el dios Sueño, quien tomó la forma de Néstor, el sabio, y le trasmitió el mensaje al Atrida. Agamenón se levantó con la voz del Sueño aún sonando en su cabeza. Se vistió, tomó el cetro de su padre y se encaminó a las naves de los aqueos. 

Canto Segundo #LaIliada
#Homero2019


Día 8: Sube la diosa Aurora al Olimpo para avisar a Zeus. Y Agamenón convocó al ágora para consultar su decisión y su sueño. Les contó el sueño en detalle y ordenó a los aqueos tomar las armas. Néstor, el sabio, desconfió del sueño, pero por haberlo tenido el propio Atrida le dio su aprobación y también pidió que pensaran cómo tomaban las armas. 
"¡Un ejército aqueo tal y tan grande hacer una guerra vana e ineficaz! ¡Combatir contra un número menor de hombres y no saberse aún cuándo la contienda tendrá fin! Pues si aqueos y troyanos, jurando la paz, quisiéramos contarnos, y reunidos cuantos troyanos hay en sus hogares y agrupados nosotros los aqueos en décadas, cada una de éstas eligiera un troyano para que escanciara el vino, muchas décadas se quedarían sin escanciador". Agamenón daba un discurso a sus tropas.

Canto Segundo #LaIliada
#Homero2019


Día 9: Agamenón emocionó con su discurso. Pero antes que el destino siguiera su curso de acuerdo a la influencia de Zeus, su esposa Hera se adelantó a intervenir también. Le dijo a la diosa Atenea que persuadiera con suaves palabras a los guerreros aqueos para que no partiesen, y prevenir más muertes. Atenea bajó del Olimpo y le habló a Odiseo para que hiciera lo mismo con los otros hombres. Odiseo hizo lo que le pidió la diosa y reunió a todos los hombres aqueos. Entre ellos estaba el especial Tersites, de desfigurado aspecto y mal hablado. Tersites habló en la reunión y arremetió contra Agamenón por haber ultrajado a Aquiles y por su crueldad. Odiseo le llamó la atención por hablar mal del rey y le amenazó con castigarle. Todos celebraron la reprenda al charlatán. Odiseo se preparó para hablar antes todos. Cuando finalizó su discurso, Néstor el sabio también intervino, animando a seguir el sueño de Zeus. Finalmente Agamenón habló.

Canto Segundo #LaIliada
#Homero2019


Día 10: Agamenón habló y alabó a Néstor por su sabiduría, habló de Aquiles respondiendo a Tersites y habló de Zeus quejándose de los problemas que le generaba en sus hombres por su sueño. Finalmente dijo que todos deberían tomar las armas. "Y aquel que se quede voluntariamente en las corvas naves, lejos de la batalla, como yo le vea, no se librará de los perros y las aves de rapiña". Luego reúne a sus principales caudillos, Néstor, Idomeneo, Ayantes y al hijo de Tideo, y a Odiseo. También aparece por primera vez Menelao, hermano de Agamenón, y el principal ultrajado del inicio de la guerra, esposo de la raptada Helena de Troya. Rezaron a Zeus, pidiendo su apoyo, y le presentaron sacrificios, con cierto canibalismo incluido. Néstor dijo que no debían perder más tiempo e ir al campo de batalla. Agamenón lo obedeció y dio la orden de prepararse. La diosa Atenea apoyaba a los soldados y les trasmitía ganas de luchar. Agamenón se preparaba y se sintió a sí mismo como un dios. El narrador vuelve a pedir a las Musas que cuenten quienes eran los caudillos y príncipes dánaos. Eran tantos que solo las Musas podían. Y se va mencionando el famoso pasaje que describe a los caudillos y sus respectivas naves. 
Los beocios y sus respectivos hombres, los que cultivan los campos de Hiria, los que moraban en Harma, los de Eleón, los de Coronea, los de Hipotebas... Y así sigue una inmensa lista de más naves y nombres de los hombres que las embarcaban, que abarca casi todo el resto del capítulo. Una flota enorme e histórica, que a la vez explora el apoyo geográfico de los aqueos. Luego también se le pide a las Musas que nombren a los mejores varones y sus respectivos caballos.

Canto Segundo #LaIliada
#Homero2019


Día 11: Luego de la exploración y descripción de las naves, siguió la descripción de los mejores varones y sus caballos. Se habla de Ayante (Ayax) Telamonio, el destacado mientras duró la cólera de Aquiles. Iris, enviada por Zeus, dio la noticia del inminente ataque a los troyanos y transformada o metamorfoseada #Ovidio2018 en Polites y los aconsejó. Héctor era el líder de los troyanos, y de los dardanios Eneas. Y se sigue con la descripción de los líderes y hombres que intervendrían en la batalla.

Canto Segundo #LaIliada
#Homero2019



Canto 3


Día 12: "Cuando ambos ejércitos se hubieron acercado el uno al otro, apareció en la primera fila de los teucros Alejandro (Paris), semejante a un dios, con una piel de leopardo en los hombros, el corvo arco y la espada, y blandiendo dos lanzas de broncínea punta, desafiaba a los más valientes argivos a que con él sostuvieron terrible combate". 
Salió a su encuentro el ofendido principal, Menelao. Al verlo venir, Alejandro temiendo la muerte en manos del Atrida decidió retroceder y desaparecer entre los otros hombres. Héctor, su hermano, se dio cuenta de la cobardía de Paris, el de hermosa figura, mujeriego y seductor, y lo insultó. "¿No esperas a Menelao, caro a Ares? Conocerías de qué varón tienes la floreciente esposa, y no te valdrían la cítara, los dones de Afrodita, la cabellera y la hermosura, cuando rodaras por el polvo. Los troyanos son muy tímidos; pues si no, ya estarías revestido de una túnica de piedras por los males que les has causado".

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019


Día 13: Paris ofendido le respondió a su hermano Héctor, que lo acusaba de cobarde, y pidió que lo dejaran a él solo luchar contra Menelao por la bella Helena. Agamenón le dio la palabra a Héctor, quien propuso que escucharan la propuesta de Paris y lo dejaran luchar contra Menelao, y el ganador se llevaba a Helena de Troya, y los demás podrían jurar paz y amistad. Por un momento los aqueos y los teucros veían la esperanza de paz y fin de la guerra. Por otro lado, Iris fue en busca de Helena, quien aparece por primera vez. Iris le informa que Paris y Menelao están apunto de luchar por ella. 
"Cuando así hubo hablado, le infundió en el corazón dulce deseo de su anterior marido, de su ciudad y de sus padres. Y Helena salió al momento de la habitación, cubierta con blanco velo, derramando tiernas lágrimas; sin que fuera sola, pues la acompañaban dos doncellas, Etra, hija de Piteo, y Climene, la de ojos de novilla. Pronto llegaron a las puertas Esceas".

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019


Día 14: Sobre las puertas Esceas estaban varios próceres troyanos, quienes al ver llegar a Helena, murmuraron:
"No es represible que troyanos y aqueos, de hermosas grebas, sufran prolijos males por una mujer como ésta, cuyo rostro tanto se parece al de las diosas inmortales". Príamo la llamó y la invitó a sentarse para que observara la lucha entre su anterior marido y viera en el otro lado a sus parientes y amigos. Además que no la culpaba a ella sino a las diosas que promovieron esa guerra. Aquí se recuerda al famoso evento (El Juicio de Paris) donde Paris tuvo que elegir a la diosa más hermosa entre Atenea, Hera y Afrodita. Eligiendo a Afrodita, la diosa de la belleza, que le prometió el amor de la mujer más hermosa: Helena. Helena agradeció y se deseó haberse muerta para no haber provocado esa guerra. Señaló a su cuñado, el poderoso rey Agamenón en el bando enemigo. Príamo le siguió señalando a hombres para que Helena los identificara. Entre ellos señaló a Odiseo, natal de ítaca, que había ido con Agamenón a buscarla. Siguieron observando al enemigo: "Entre los troyanos reunidos, de pie, sobresalía Menelao por sus anchas espaldas; sentados, era Odiseo más majestuoso". Y sigue una comparación entre Menelao y Odiseo. Luego le señaló al valiente Ayax/Ayante. Y Helena siguió hablando de cada uno de ellos.

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019


Día 15: En su repaso por todos los héroes aqueos, Helena repara en que no ve a dos: Cástor y Polideuces, sus hermanos. En ese momento ignora que han muerto. Todo se fue organizando de parte y parte para el enfrentamiento entre los dos enamorados de Helena de Troya, con la esperanza de que ese encuentra diera fin a la larga y sangrienta guerra. El rey Agamenón hizo una oración a Zeus para que diera su bendición al enfrentamiento y que el ganador se llevaba a Helena y las riquezas como justa indemnización. Y si los troyanos se negasen a pagar, se quedarían a luchar hasta el final. Dijo esto haciendo un sacrificio en honor al padre de los dioses. Todos los aqueos dijeron:
"¡Zeus gloriosísimo, máximo! ¡Dioses inmortales! Los primeros que obren contra lo jurado, vean derramárseles al suelo, como este vino, sus sesos y los de sus hijos, y sus esposas caigan en poder de extraños". Príamo aceptó pero dijo que no podía presenciar el combate de su hijo, y regresó a Ilión. Héctor y Odiseo midieron el campo y echaron a las suertes el que tendría el primer turno de arrojar la lanza. Mientras los demás hombres oraban y levantaban las manos a los dioses.

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019


Día 16: Se describe la vestimenta de lucha de ambos combatientes: Paris/Alejandro y Menelao. "Cuando hubieron acabado de armarse separadamente de la muchedumbre, aparecieron en el lugar que mediaba entre ambos ejércitos, mirándose de un modo terrible, y así los teucros, domadores de caballos, como los aqueos, de hermosas grebas, se quedaron atónitos al contemplarlos. Encontráronse aquéllos en el medio campo, y se detuvieron blandiendo las lanzas y mostrando el odio que recíprocamente se tenían. Alejandro arrojó el primero la lengua lanza y dio un bote en el escudo lizo del Atrida, sin que el bronce lo rompiera; la punta se torció al chocar con el fuerte escudo. Y Menelao Atrida, disponiéndose a acometer con la suya, oró al padre Zeus". 
Menelao pidió a Zeus castigar a Paris por ofenderlo primero. Lanzó su lanza y acertó a dar en el escudo del Priámida, atravesando y rasgando vestiduras. Un movimiento de Paris le hace evitar la muerte momentáneamente. Menelao saca su espada, que se rompe en pedazos. Injuria a Zeus pero se acerca violento hacia Paris, lo toma por el casco y lo arrastra hacia los aqueos. La diosa Afrodita interviene y rompe la correa del casco, liberando a Paris. De nuevo Menelao volvió para atravesarlo con la lanza, pero Afrodita interviene nuevamente y lo cubre de niebla y lo traslada lejos de Menelao. Afrodita tomó la forma de una anciana y fue hacia donde Helena diciéndole que Alejandro la llamaba para llevarla de vuelta a su casa. Helena asustada vio el hermoso cuello y los ojos de la diosa y la descubrió, diciéndole que por qué quería engañarla. 
"¿Vienes con engaños porque Menelao ha vencido al divino Alejandro, y quieres que yo, la odiosa, vuelva a su casa?" Y le dijo que fuera al lado de su querido Paris y llorara por él hasta que le hiciere su esposa o esclava. Y Helena se negó a obedecer a Afrodita. Causando la ira de la diosa.

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019


Día 17: “¡No me irrites, desgraciada! No sea que, enojándome, te desampare; te aborrezca de modo tan extraordinario como hasta aquí te amé; ponga funestos odios entre teucros y dánaos, y tú perezcas de mala muerte”. Dijo furiosa la diosa Afrodita a Helena, quien sintió miedo y echándose el blanco velo la siguió a donde le ordenó, sin que ninguna troyana lo notara. Afrodita llevo a Helena a un encuentro con el salvado Paris.
Helena riñó a Paris: “¡Vienes de la lucha, y hubieras debido perecer a manos del esforzado varón que fue mi anterior marido!”. Y le aconsejó que desistiera de la lucha contra Menelao, con quien no tenía ninguna oportunidad de vencer.
Paris le dice a Helena que Menelao venció con la ayuda de Atenea, ignorando que él había sido el auxiliado por Afrodita. Y le dijo que volvería, porque también habían dioses que los protegían a ellos. Y cargado de pasión y deseo le dice que se acostaran juntos porque “jamás la pasión se apoderó de mi espíritu como ahora; ni cuando, después de robarte, partimos de la amena Lacedemonia en las naves surcadoras del Ponto y llegamos a la isla de Cránae, donde me unió contigo amoroso consorcio”. Mientras tanto, Menelao buscaba como loco al desaparecido Paris, que se había esfumado en una nube. Nadie decía nada, pero el rey Agamenón habló diciendo que la victoria había sido de Menelao, así que entregaran a Helena, como habían acordado. A pagar la indemnización. Y todos los demás aqueos aplaudieron.

Canto Tercero #LaIliada
#Homero2019



Canto 4


Día 18: Inicia el Canto 4 con la Violación de los Juramentos.
Los dioses celebran un consejo. Zeus toma la palabra:
"Dos son las diosas que protegen a Menelao: Hera y Atenea, pero sentadas en la distancia, se contentan en mirarle; mientras Afrodita, amante de la risa, acompaña constantemente al otro (Paris) y le libra de las parcas, y ahora le acaba de salvar cuando él mismo creía perecer".
Pero como la victoria cayó en manos de Menelao, Zeus propuso que deliberaran sobre las futuras consecuencias. Si convenía promover la guerra o la reconciliación de los pueblos. Esperarían a ver si los troyanos cumplen el trato y entregan a Helena. Atenea, la hija favorita de Zeus, llena de ira guardó silencio. Más Hera no lo hizo y dijo que no todos los dioses lo obedecerían. Zeus enojado le preguntó sobre el mal que le habían hecho Príamo y sus hijos. Y le dijo que no interviniera cuando él quisiese destruir alguna ciudad del agrado de Hera. Le dejaba el paso libre en sus objetivos, con el dolor de su alma, según él. Zeus juega con Hera y le hace creer que la apoya y a la vez que le duelen los troyanos. Pero recordemos su apoyo a Aquiles y su promesa a Tetis. La reivindicación de Aquiles vendría con la propia caída de sus hombres, de los aqueos. 
Hera le dice que sólo 3 ciudades quiere: Argos, Esparta y Micenas, y le dijo que las destruyera cuando quisiera. "También yo soy una deidad, nuestro linaje es el mismo y el artero Cronos engendróme la más venerable, por mi abolengo y por llevar el nombre de esposa tuya, de ti, que reinas sobre los inmortales todos. Transijamos, yo contigo y tú conmigo, y los demás dioses inmortales nos seguirán. Manda presto a Atenea que vaya al campo de la terrible batalla de los teucros y los aqueos, y procure que los teucros empiecen a ofender, contra lo jurado, a los envanecidos aqueos". Así habló Hera. Zeus obedeció y envió a Atenea a intervenir. Bajó del Olimpo y cayó en medio del campo de batalla. Los ejércitos se sorprendieron al ver a la misma diosa de la guerra y la sabiduría. Palas Atenea. Y dijo: "O empezará nuevamente el Funesto combate y la terrible pelea, o Zeus, árbitro de la guerra humana, pondrá amistad entre ambos pueblos". Luego la diosa de convirtió y metamorfoseó en un hombre y se infiltró en los teucros.

Canto Cuarto #LaIliada
#Homero2019


Día 19: Atenea metamorfoseada en hombre se infiltró entre los teucros y buscó a Pándaro. Al que convenció de disparar una flecha contra Menelao, prometiendo regalos de sus superiores. Pándaro la obedeció. Y disparó su flecha. 
"No se olvidaron de ti, oh Menelao, los felices e inmortales dioses, y especialmente la hija de Zeus, que impera en las batallas, la cual, poniéndose delante, desvió la amarga flecha; apartóla del cuerpo como la madre ahuyenta una mosca de su niño que duerme con plácido sueño, y la dirigió al lugar donde los anillos de oro sujetaban el cinturón y la coraza era doble". 
"La amarga saeta atravesó el ajustado cinturón, obra de artífice, se clavó en la magnífica coraza y, rompiendo la chapa que el héroe llevaba para proteger el cuerpo contra las flechas". Brotó negra sangre. 
El rey Agamenón se estremeció al ver el ataque a su hermano. Y dio un discurso de venganza llorando su muerte. Pero Menelao lo calmó diciendo que la flecha no lo había herido de muerte. Sus vestiduras lo habían ayudado. Agamenón mandó a llamar un médico. Llamaron a Macaón, hijo de Asclepio, quien lo revisó y lo trató. Mientras Menelao era curado, los aqueos preparaban volver a la batalla.

Canto Cuarto #LaIliada
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Día 20 y 21: Agamenón se alegró al ver a sus hombres armados y dispuestos a luchar. Encabezados por Idomeneo. Le dijo:
"¡Idomeneo! Te honro de un modo especial entre los dánaos, de ágiles corceles, así en la guerra y otra empresa, como en el banquete, cuando los próceres argivos beben el negro vino de honor mezclado en las carteras".
Idomeneo agradeció pero le exhortó a que convenciera a los demás melenudos aqueos para que fueran a la batalla cuanto antes. 
Agamenón los reunió a todos y se alegró de ver a todos sus hombres unidos. Y pidió a sus dioses defensores, Zeus, Atenea y Apolo, que los apoyaran porque pronto la ciudad del rey Príamo, Troya, sería tomada y destruida. También el sabio Néstor apoyaba a los hombres y animaba a luchar. Agamenón lo felicitó:
"¡Oh anciano! ¡Así como conservas el ánimo en tu pecho, tuvieras ágiles las rodilla y sin menoscabo las fuerzas! Pero te abruma la vejez, que a nadie respeta. Ojalá que otro cargase con ella y tú fueras contado en el número de los jóvenes".
También estaba el ingenioso Odiseo preparándose. Agamenón se acercó a hablarle y animarle a uno de sus mejores hombres. Odiseo se ofendió, diciendo que no necesitaba ánimo, que ya estaba listo para luchar. Y dijo que como el padre de Telémaco penetraría las filas de los teucros, domadores de caballos. Siguió Agamenón, luego de disculparse con Odiseo, con Diomedes y cada uno de sus guerreros, recordando su linaje y sus antepasados.

Canto Cuarto #LaIliada
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Día 22: Se retomó la batalla. "Cuando los ejércitos llegaron a juntarse, chocaron entre sí los escudos, las lanzas y el valor de los hombres armados de broncíneas corazas, y al aproximarse los abollonados escudos se produjo un gran alboroto". 
Continúa la descripción sangrienta de la batalla, las bajas, la sangre, las lanzas. A algunos los excitaba Ares y a otros Atenea, los dos dioses de la guerra. Cuando hay alguna baja, se describe un poco la historia del fallecido. Como la de Simoísio, hijo de Antemión, que se hallaba en la flor de su juventud. "Su madre habíale dado a luz a orillas del Simois, cuando bajó del Ida con sus padres para ver las ovejas: por esto le llamaron así". Ayante/Ayax fue su verdugo, quien escapó y supo evitar la muerte. Pero la lanza que iba dirigida a él terminó donde Leuco, compañeros de Odiseo. Odiseo irritado se abrió entre los aqueos y algunos teucros huyeron al verle. El héroe tomó la lanza y atravesó al agresor. "... Le envasó la lanza, cuya broncínea punta le entró por una sien y le salió por la otra; la oscuridad cubrió los ojos del guerrero, cayó éste con estrépito y sus armas resonaron". Los muertos eran recogidos por sus pares y avanzaban y algunos regresaban. El dios Apolo observando todo, se indignó de este comportamiento y dijo:
"¡Acometed, teucros domadores de caballos! No cedáis en la batalla a los argivos, porque sus cuerpos no son de piedra ni de hierro para que puedan resistir, si los herís, el tajante bronce; ni pelea Aquiles, hijo de Tetis, la de la hermosa cabellera, que se quedó en las naves y allí rumia la dolorosa cólera". 
La batalla seguía y continuó la enumeración de bajas. Los dioses animaban e intervenían según sus posibilidades. "Pues aquel día gran número de teucros y de aqueos yacían, unos juntos a otros, caídos de cara al polvo".

Fin Canto 4

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Canto 5


Día 23: En medio de la batalla, "Palas Atenea infundió a Diomedes valor y audacia, para que brillara entre todos los argivos y alcanzase inmensa gloria, e hizo salir de su casco y de su escudo una incesante llama parecida al astro que en otoño luce y centellea después de bañarse en el Océano". Lo llevó al centro dea batalla, donde abundaban los guerreros. Los intervenían en la batalla y en la carnicería, salvando a los de su bando, hasta que Atenea le dijo a Ares, "¿No dejaremos que teucros y aqueos peleen solos - sean éstos o aquéllos a quienes el padre Zeus quiera dar gloria- y nos retiraremos, para librarnos de la cólera de Zeus?" Ares la obedeció y se sentaron a ver. Los aqueos empezaron a arrasar a los teucros, encabezados por el rey Agamenón. Se va describiendo quién mata a quién, y en el proceso se cuenta una pequeña historia de los enfrentados. Como Menelao a Estrofio, quien era excelente cazador, enseñado por la misma Artemis, hermana de Apolo. Pero de nada sirvieron tales conocimientos, Menelao lanzó su lanza, le hirió con un dardo en la espalda, entre los hombros, y le atravesó el pecho. Cayó de cara y sus armas resonaron. Meriones a Fereclo; Meges a Pedeo; Eurípilo al divino Hipsenor... Y así continuaba la carnicería.

Canto Quinto #LaIliada
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Día 24: "Así se portaban éstos en el reñido combate". "Tan luego como el preclaro hijo de Licaón vio que Diomedes corría furioso por la llanura y desordenaba las falanges, tendió el corvo arco y le hirió en el hombro derecho, por el hueco de la coraza, mientras aquél acometía. La cruel saeta atravesó el hombro y la coraza se manchó de sangre". 
El hijo de Licaón, al notar el herido, gritó con voz recia que había herido al más fuerte de los aqueos, y animaba a los teucros a atacarlos, diciendo que si era verdad que el dios Apolo lo apoyaba no tendría mucho tiempo de vida. Pero Diomedes no cayó, sino que retrocedió pidiendo que le sacaran la flecha. Y pidió ayuda a la diosa Atenea, a que lo ayudara y que hiciera que su lanza hiriese de muerte a su agresor, que tanto se vanagloriaba de haberlo herido. Atenea lo escuchó y lo apoyó susurrándole aladas palabras, donde le decía que se levantara a luchar, porque le había infundido el intrépido valor paterno. Y le dijo además y le pidió un favor, que apartaría de sus ojos las nubes que no les permitían a los mortales ver a los dioses. Le advirtió que no se atreviese a atacar a los inmortales... Pero en caso de ver a la diosa Afrodita, la hiriese inmediatamente con el agudo bronce. Y Diomedes regresó a la batalla con fuerzas y valor renovado y con una nueva misión.

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Día 25: Diomedes reforzado por el valor concedido por Atenea penetró con furia las filas troyanas. Mató a Astínoo y Hipirón, y se describe con detalle la forma de la muerte. Siguieron Janto y Toón de la misma forma. Luego, Equemón y Cromio. Eneas advirtió el paso destructor de Diomedes destruyendo las filas de los teucros, y fue en busca de Pándaro, pregunrando sobre el arco y las voladoras flechas. "¿Qué es de tu fama? Aquí no tienes rival y en la Licia nadie gloría de aventajarte. Ea, levanta las manos a Zeus y dispara una flecha contra ese hombre que triunfa y causa males sin cuento a los troyanos", dijo Eneas a Pándaro. Pándaro le dijo que reconocía a Diomedes, pero no podía asegurar que fuese él realmente, "no se mueve con tal furia sin que alguno de los inmortales le acompañe, cubierta la espada con una nube, y desvíe las flechas que hacia él vuelan". 
Dijo que ya le había herido en el hombro y no se veía afectado. "Sin duda es un dios irritado". Se mostró abatido porque había herido ya a dos hombres importantes, también al Atrida, pero ninguno decayó. Eneas le animó y le convenció para regresar al combate. Abordaron el carruaje. Pándaro le dijo a Eneas que tomara las riendas de los corceles y él iría preparado con la lanza.

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Día 26: Esténelo observó los movimientos de Pándaro y Eneas, y advirtió a Diomedes que venían por él. Diomedes le dijo que sus fuerzas seguían intactas, y Atenea no le dejaría temblar. Y le dijo a Esténelo que si vencía a los dos contrincantes se apoderara de sus valiosas pertenencias. Hasta los 3 se encontraron en plena batalla. Pándaro erró el primer golpe a Diomedes, quien se burló de él. "Erraste el primer golpe, no has acertado; y creo que no dejaréis de combatir, hasta que uno de vosotros caiga y harte de sangre a Ares, el infatigable luchador". Y le lanzó la lanza, que guiada por Atenea le atravesó los dientes. Cayó Pándaro. Eneas tomó las armas e intentó defender el cadáver. Pero Eneas también fue herido, por una piedra, que abrió su piel y desgarró tendones. "El héroe cayó de rodilla, apoyó la robusta mano en el suelo y la noche oscura cubrió sus ojos". Eneas sufría y hubiese muerto, pero su madre, la diosa Afrodita, que lo había concebido con el mortal Anquises, se dio cuenta y se lanzó a protegerlo con sus brazos y que no lo hiriesen más. Mientras Afrodita sacaba a su hijo herido Eneas de la batalla, el hijo de Capaneo no olvidó las órdenes de Diomedes y robó los caballos de los caídos. Diomedes los reclamó y los llevó para que alguien más los dirigiera mientras él se preparaba para cumplir su misión. Llevaba el bronce en sus manos, sabía que Afrodita era una deidad débil, no como Atenea o Enio, quienes imperaban en el combate de los hombres. Lanzó la afilada pica, que rasguñó la mano de la diosa. "La punta atravesó el pelo divino, obras de las mismas Gracias, y rompió la piel de la palma. Brotó la sangre divina". Afrodita gritó y apartó a su hijo Eneas, recibido por Apolo, quien lo protegió y cubrió con una nube. Diomedes le dijo a la diosa que se retirara de la pelea y no interviniera. "¿No te basta engañar a las débiles mujeres?". Afrodita abandonó el campo y pidió a su hermano Ares que le diera sus caballos para subir al Olimpo. Su herida le dolía. Afrodita subió al Olimpo y fue recibida por su madre Dione. Dijo que Diomedes la había herido y que la lucha ya no era sólo de teucros y aqueos. "Pues los dánaos ya se atreven a combatir con los inmortales".

Canto Quinto #LaIliada
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Día 27: Dione, la madre de Afrodita, la consuela y cuenta las veces pasadas que los mortales se han atrevido a enfrentar a los dioses. Y le confirma que fue atacada bajo la orden de Atenea. Mientras tanto Atenea fue a hablar con su padre Zeus para contarle su versión modificada de los hechos. Zeus llamó a su hija Afrodita y le dijo que se alejara de los temas de la guerra, que los impetuosos Ares y Atenea se encargarían de ella. En el campo de batalla luchaban dos héroes, Eneas y Diomedes. El dios Apolo se encontraba protegiendo a Eneas con su escudo de cada impacto mortal. Diomedes impulsado por el valor de Atenea era imparable y no respetaba al dios. "¡Tidida, piénsalo mejor y retírate! No quieras igualarte a las deidades, pues jamás fueron semejantes la raza de los inmortales dioses y la de los hombres que andan por la tierra". Diomedes escuchó y se alejó un poco. Mientras Apolo resguardada a Eneas y lo llevó a un templo. Leto y Artemis, lo curaron y aumentaron el vigor y la belleza de su cuerpo. Apolo le dijo a Ares que sacara a Diomedes de combate, ya que son su ímpetu enfrentaría al mismo Zeus. Ya había herido a Afrodita y luchado con él. Ares se transfiguró en un mortal, en el ágil Acamante, para convencer que sacaran a Diomedes del campo de batalla. Héctor, tomando nuevamente el liderazgo de los teucros, los animó para dar un nuevo ataque mortal al enemigo. Ares cubrió el campo de espesa niebla para socorrer a los teucros y cumplió el encargo de Apolo de animar los ánimos del ejército mientras Atenea estaba ausente. Eneas, renovado, fue devuelto al campo junto a sus hombres. Mientras que Ayax, Odiseo y Diomedes animaban a los dánaos en la lucha. La niebla pasajera se presentaba como tregua, pero sin haberse disipado volvió el renovado ataque y la carnicería de muertos. Y se continúa la enumeración de las bajas. Eneas mató a dos hijos de Diocles. Se sigue la descripción de datos de los fallecidos y el conteo de bajas.

Canto Quinto #LaIliada
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Día 28: Siguió la sangrienta lucha. En un momento Héctor se dirigió hacia las tropas enemigas con refuerzos. Nada menos que el dios Ares transfigurado en mortal dirigiendo a los troyanos. Diomedes se dio cuenta de la presencia del dios y alertó a los aqueos. "¡Oh, amigos! ¿Cómo nos admiramos de que el divino Héctor sea hábil lancero y audaz luchador? A su lado hay siempre alguna deidad para librarle de la muerte". Y ordenó la retirada. Los teucros alcanzaron a matar a varios, y ambos bandos luchaban por que los enemigos no se quedaran con los cadáveres de sus hombres. Se empiezan a nombrar a los muertos por parte de Héctor y Ares. Hera se dio cuenta de la interferencia de Ares y le dijo a Atenea que prestara poderoso auxilio a los aqueos. Atenea obedeció. Se describe como la diosa se cubre de su armadura, entre ellos la cabeza de la gorgona Medusa en su escudo. Se subió a su carruaje armada. Zeus veía todo. Y era le preguntó si no se indignaba con la intervención de Ares. Zeus dio la bendición y dejó que Atenea, la que impera en las batallas, bajara a enfrentar a Ares. Hera ayudaba a Atenea y tomó la forma de Esténtor para animar a los aqueos y vieron a Diomedes liderando con los mejores hombres. Atenea se dirigió a Diomedes y manifestó su apoyo y recordó a su padre. Atenea se puso junto a Diomedes y le dijo que hiriese a Ares de cerca y no lo respetara. Había roto su promesa de no intervenir. "Habiendo recogido el látigo y las riendas, guió los solípedos caballos hacia Ares el primero". Atenea se puso el casco de Hades para no ser reconocida. Ares atacó a matar a Diomedes, pero Atenea lo protegió. Contra atacó a Ares y Atenea se encargó que el ataque fuese efectivo. Ares fue herido. El grito de Ares puso a temblar tanto a Aqueos como a Teucros. Ares se desvaneció entre las nubes y fue a poner quejas a su padre, Zeus al Olimpo. Se quejó de esa hija loca que había engendrado y había ayudado a herirlo, y había ayudado a herir a Afrodita. Zeus le regañó y comentó que su madre Hera había dado su bendición. Y él no podía controlarla. Ordenó que lo curaran. Hera y Atenea volvieron al Olimpo al haber conseguido detener a Ares.

Fin Canto Quinto
Canto Quinto #LaIliada
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Canto 6


Día 29: Inicia el Canto 6. Coloquio de Héctor y Andrómaca. 
"Quedaron solos en la batalla horrenda teucros y aqueos, que se arrojaban broncíneas lanzas; y la pelea se extendía, acá y acullá de la llanura, entre las corrientes del Simois y del Janto". 
Se describe como el valiente Ayax, antemural de los aqueos, rompe la falange troyana y mostró la luz a los aqueos. Hirió a Acamante, y se describe en detalle como la lanza le atraviesa el casco, la frente y los huesos. Se enumeran las víctimas de Diomedes también. Axilo y su escudero Calesio. "Ambos penetraron en el centro de la tierra". Y cómo Euríalo da muerte a Dreso y Ofeltio. También como Polipetes, por su parte, a Astíalo. El héroe Odiseo a Pitides; Teucro a Aretaón; Antíloco a Ablero; Agamenón a Elato; Leito a Fílaco; Eurípilo a Melantio... Y así seguía la carnicería.

Canto Sexto #LaIliada
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Día 30 y 31: Sigue el relato y descripción de la masacre de los aqueos al romper filas teucras. El sabio Néstor apoyaba a las tropas, incitando a matar y luego se preocupaban por los cadáveres. Mientras tantos entre los líderes troyanos, Héleno habló con Héctor y Eneas para pensar un poco más sobre la batalla. Y dijo a su hermano Héctor que su madre fuese con otras matronas al templo de Atenea y le hiciesen sacrificios de 12 vacas en un año para tener su favor. Temían el valor de Diomedes. Héctor obedeció, animó a las tropas y fue en busca de su madre. En el centro del combate se encontraron para luchar Diomedes con Glauco, quienes se amenazaron de palabra. Diomedes lo interrogó sobre quién era, que tan osado llegó a enfrentarlo. Gauco le cuenta su historia y procedencia (si en medio de la batalla le cuenta la historia). Sobre su padre, el famoso Hipóloco. Diomedes reconoció que había sido su huésped paterno, por lo que se respetaron mutuamente y decidieron no hacerse daño entre sí. Pero seguir luchando entre otros. "Muchos troyanos y aliados ilustres me restan, para matar a quien, por la voluntad de un dios, alcance en la carrera; y asimismo, te quedan muchos aqueos, para quitar la vida a quien te sea posible. Y ahora troquemos la armadura, a fin de que sepan todos que de ser huéspedes paternos nos gloriamos". Zeus no contento hizo perder la razón a Glauco, pues permutó sus armas por las de Diomedes Tidida, las de oro por las de bronce. Mientras Héctor llegaba donde su madre.

Canto Sexto #LaIliada
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Día 32: La madre de Héctor lo recibió con afecto y preocupación, pero adivinó la razón de su visita. Le ofreció vino para aumentar su vigor por la fatiga de la lucha. Aunque Héctor no aceptó el vino, le dijo a su madre que se fuese con otra mujeres al templo de Atenea mientras él iba a hablar con Paris. Las mujeres oraron a Atenea para que le quebrase la lanza a Diomedes y éste cayese en el suelo, para que ellas le sacrificasen las 12 vacas en un año. Palas Atenea no accedió a esos ruegos. Y Héctor llegó a donde estaban Paris y Helena. Héctor le insultó por estar tan campante mientras sus hombres estaban batallando. Paris le dijo que preciso se encontraba viendo las armas para regresar al combate. Helena se quejaba de su suerte, entre las esclavas, y decía preferir estar muerta, y hasta de Paris denigraba diciendo: "debió tocarme ser esposa de un varón más fuerte, a quien dolieran la indignación y los muchos baldones de los hombres. Éste ni tiene firmeza de ánimo ni la tendrá nunca, y creo que recogerá el debido fruto". E invitó a Héctor a entrar y descansar. Héctor rechazó la invitación y dijo que ansiaba regresar a la batalla y que le ayudara a Paris a alistarse para regresara a luchar también.

Canto Sexto #LaIliada
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Día 33: Héctor dejó a Paris y a Helena y se fue a su palacio. Había mucha gente pero no encontró a su esposa Andrómaca ni a su hijo. Estaba en la torre lamentándose y llorando. Habló primero con las esclavas y les preguntó por su mujer. Le dijeron que subió a la torre a llorar cuando se enteró del sufrimiento de los teucros ante los aqueos. Héctor se dirigió a la torre. 
"!Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas del tierno infante ni de mí, infortunada, que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo". Le dijo Andrómaca. Dijo que prefería morir. Y recordó que el divino Aquiles mató a su padre y como la diosa Artemis hirió a su madre con una flecha. Héctor le explicó que no podía abandonar a sus hombres y huir, y le dibujó el escenario en caso de perder y quedara de esclava de los aqueos. 
"Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos a su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba". Al final se sonrieron amorosamente Héctor y Andrómaca. "Se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó a Zeus y a los demás dioses:
"¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los teucros e igualmente esforzado... Y que digan de él cuando vuelva de batalla: Es mucho más valiente que su padre". Héctor se estaba despidiendo. Emotivo y humano fragmento.

Canto Sexto #LaIliada
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Día 34: Héctor se despide de Andrómaca y su hijo, quien tenía el rostro bañado de lágrimas. "¡Desdichada! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Hades antes de lo dispuesto por el destino; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde o valiente, puede librarse una vez nacido". Dijo Héctor a su esposa. Le dijo que fuera en paz a casa a seguir con normalidad su rutina. Héctor partió y Andrómaca también, volviendo la mirada a su amado de vez en cuando con tristeza. Cuando llegó al palacio, todas las esclavas se conmovieron y lloraron con Andrómaca. "Lloraban a Héctor, vivo aún, porque no esperaban que volviera del combate liberándose del valor y de las manos de los aqueos". Paris siguió a Héctor, con su armadura brillante partió. Alcanzó a su hermano. Paris se disculpó por la demora, y Héctor aún afectado por los sentimientos, le dijo que estaba bien, y lo animó diciéndole que era valiente pero a veces se desalentaba a sí mismo y decidía dejar de luchar. "Pero vámonos y luego arreglaremos todo, si Zeus nos permite ofrecer en nuestro palacio la crátera de la libertad de los celestes sempiternos dioses, por haber echado de Troya a los aqueos, de hermosas grebas".

Fin del Canto 6
Canto Sexto #LaIliada
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Canto 7 


Día 35: Inicia el Canto séptimo: Combate singular de Héctor y Ayax. Levantamiento de Cadáveres. 
"El esclarecido Héctor y su hermano Alejandro (Paris) traspusieron las puertas, con el ánimo impaciente por combatir y pelear. Como cuando un dios envía próspero viento a navegantes que lo anhelan porque están cansados de romper las olas, batiendo los pulidos remos, y tienen relajados los miembros a causa de la fatiga, así, tan deseados, aparecieron aquéllos a los teucros". 
Inicia el reconteo de bajas y muertes, ahora de los teucros a los aqueos. Paris a Menestesio, con su respectiva descripción de la muerte y recuento del origen del fallecido. Héctor con su lanza venció a Eyoneo y lo dejó sin vigor en los miembros. Glauco a Ifínoo. Cuando la diosa Atenea vio que los teucros mataban a muchos aqueos descendió del Olimpo para intervenir, pero el dios Apolo al darse cuenta fue a oponérsele. 
"¿Por qué, enardecida nuevamente, oh hija del gran Zeus, vienes del Olimpo? ¿Qué poderoso afecto te mueve? ¿Acaso quieres dar a los dánaos la indecisa victoria?" cuestionó Apolo a Atenea. Y le propuso que suspendieran la batalla por ese día, y luego volverían a luchar hasta arruinar Ilión. Atenea aceptó la propuesta, diciendo que para eso había bajado. Le preguntó cómo pensaba suspenderla. 
"Hagamos que Héctor, de corazón fuerte, domador de caballos, provoque a los dánaos a pelear con él en terrible y singular combate, e indignados los aqueos, de hermosas grebas, susciten a alguien para que luche con el divino Héctor". 
Atenea no se opuso y los dioses siguieron marcando el destino de los humanos.

Canto Séptimo #Iliada
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Día 36: Héleno, hermano de Héctor, fue el vehículo de los dioses, y le pidió a su hermano que suspendiese la batalla ente teucros y aqueos, y retara al más valiente de éstos a luchar en un combate. Dijo que era el mensaje de los dioses. Héctor corrió al centro de la batalla y obedeció. 
"Agamenón contuvo a los aqueos, de hermosas grebas, y Atenea y Apolo, el del arco de plata, transfigurados en buitres, se pasaron en la alta encina del padre Zeus". 
"¡Oídme, teucros y aqueos, de hermosas grebas, y os diré lo que en el pecho mi corazón me dicta! El excelso Cronida no ratificó nuestros juramentos, y seguirá causándonos males a unos y a otros hasta que toméis la torreada Ilión y sucumbáis junto a las naves, surcadoras del Ponto". Y los invitó a que entre los más valientes salieran a un combate contra él. Quien lo matara podría despojarlo de sus armas, llevarla a sus naves y entregar su cuerpo a los suyos. Y si él venciese, con la gloria de Apolo, se llevaría las armas a la sagrada Ilión y las colgaría en el templo de Apolo. Menelao fue el que se ofreció para el encuentro. Pero Agamenón lo detuvo, porque Héctor era más fuerte. Menelao obedeció a su hermano. El sabio Néstor habla nuevamente, recordando las guerras del pasad y deseando ser joven para enfrentarse a Héctor.

Canto Séptimo #Iliada
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Día 37: Con las palabras del sabio Néstor, todos los héroes aqueos se levantaron de ánimo, y se fueron levantando: Agamenón, Diomedes, Ayax, Idomeneo, Eurípilo hasta Odiseo. Todos con un nuevo valor se querían enfrentar a Héctor. Néstor animado, propuso echarlo a las suertes. Vario de los aqueos pidieron a Zeus que el escogido fuese Ayax. Ayax fue el elegido y dijo algunas palabras de tranquilidad a sus compañeros. Y todos oraron y elevaron plegarias a Zeus para acompañar a Ayax en la victoria. Ayax imponente salió con su armadura al campo a la vista de los teucros, exhalando confianza y alegría. “… un violento temblor se apoderó de los teucros; al mismo Héctor palpitóle el corazón en el pecho, pero ya no podía manifestar temor ni retirarse a su ejército, porque de él había partido la provocación”. Homero muestra el temor frente a la batalla de estos héroes valerosos, la cercanía de la muerte siempre presente. Ayax le dedicó unas palabras a Héctor: “¡Héctor! Ahora sabrás claramente, de solo a solo, cuáles adalides pueden presentar los dánaos, aún prescindiendo de Aquiles, que rompe filas de guerreros y tiene el ánimo de un león. Más el héroe, enojado con Agamenón, pastor de hombres, permanece en las corvas naves surcadoras del Ponto, y somos muchos los capaces de pelear contigo. Pero empiece ya la lucha y el combate”. Héctor se adelantó a responderle, y le dijo que no lo subestimara, que era versado en los combates y matanzas de hombres y sabía deleitar al cruel Ares en el estadio de la guerra. “Pero a ti, siendo cual eres, no quiero herirte con alevosía, sino cara a cara, si puedo conseguirlo”.  

Canto Séptimo #Iliada
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Día 38: El primero en atacar fue Héctor, lanzando su lanza y atravesando el escudo de Ayax, quien inmediatamente respondió con su lanza, que atravesó el escudo del troyano. Se inclinó y evitó la negra muerte. Volvieron a atacar con sus lanzas, volviendo a impactar los respectivos escudos. Ayax alcanzó a rasgar el cuello de Héctor, haciéndolo sangrar. Pero el troyano no se resintió y volvió al ataque. Ayax lanzó una piedra que impactó e hizo caer a Héctor, pero el dios Apolo inmediatamente lo puso de pie. Y hubiesen seguido pero llegaron los mensajeros de Zeus, quienes solicitaron a los combatientes que no lucharan más por el inicio de la noche. Ayax les dijo que preguntaran a Héctor, el retador. Héctor aceptó la tregua por la noche y le dijo que se retiraran y dieran momentánea alegría a sus grupos. Dijo que se dieran regalos para que tanto aqueos y teucros dijeran "Combatieron con roedor encono y se separaron unidos por la amistad". Hicieron sus sacrificios a los dioses y hablaron entre ellos, de los cuerpos caídos y su incineración. 
Príamo propuso llevar la propuesta a Agamenón y Menelao, de suspender la lucha, quemar los cadáveres y luego volver a pelear hasta que una deidad los separe y otorgue la victoria a quien le plazca.
Los hombres saben que su destino depende de los dioses.

Canto Séptimo #Iliada
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Día 39: Ante la inminente tregua, Diomedes dijo:
"No se acepten ni las riquezas de Paris/Alejandro, ni a Helena tampoco, pues es evidente, hasta para el más simple, que la ruina pende sobre los troyanos". 
Todos los aqueos aplaudieron esas palabras. El rey Agamenón también, y se mostró de acuerdo con la quema de cadáveres. Entonces tanto aqueos como teucros se organizaron para recoger sus respectivos cadáveres. Identificación. 
"Difícil era reconocer a cada varón; pero lavaban con agua las manchas de sangre de los cadáveres y, derramando ardientes lágrimas, los subían a los carros. El gran Príamo no permitía que los teucros lloraran; éstos, en silencio y con el corazón afligido, hacinaron los cadáveres sobre la pira, los quemaron y volvieron a la sacra Ilión". Los aqueos hicieron igual y los llevaban a las naves. Construyeron una muralla para reparar las naves, y delante de la muralla cavaron un foso profundo y ancho defendiendo las estacas.

Canto Séptimo #Iliada
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Día 40: Los aqueos siguieron levantando su muralla y los dioses observaban todo. Poseidón, que sacude la tierra, protestó:
"¡Padre Zeus! ¿Cuál de los mortales de la vasta tierra consultará con los dioses sus pensamientos y proyectos? ¿No ves que los melenudos aqueos han construido delante de las naves un muro con su foso, sin ofrecer a los dioses hecatombes perfectas? La fama de este muro de extenderá tanto como la luz de la aurora, y se echará en el olvido el que labramos yo y Febo Apolo cuando con gran fatiga construimos la ciudad para el héroe Laomedonte".
Poseidón se refiere a las murallas que construyó junto con Apolo en protección a los troyanos. Zeus le restó importancia a las quejas de su hermano, el guardián de los mares, y le dijo que su fama se extendería como la luz de la aurora. "Ea cuando lo aqueos, de larga cabellera, regresen en sus naves a su patria tierra, derriba el muro, arrójalo entero al mar, y enarena otra vez la espaciosa playa para que desaparezca la gran muralla aquea".
Los dioses seguían discutiendo, mientras los aqueos terminaron su muralla al ponerse el sol. Celebraron y ofrecieron sacrificios. Toda la noche los aqueos disfrutaron de banquetes, e igualmente los troyanos.
"Toda la noche estuvo el pródigo Zeus meditando cómo les causaría males y tronando de un modo terrible. El pálido temor se apoderó de todos, derramaron en el suelo el vino de las copas, y nadie se atrevió a beber sin que antes hiciera liberaciones al prepotente Cronión. Después se acostaron y el don del sueño recibieron".
El destino era de los emotivos dioses.

Fin Canto 7.
Canto Séptimo #Iliada
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Canto 8 


Día 41: Inicia el Canto 8. "La aurora, de azafranado velo, se esparcía por toda la tierra cuando Zeus, que se complace en lanzar rayos, reunió el ágora de los dioses en la más alta de las muchas cumbres del Olimpo". 
Zeus les dijo a los dioses que nadie debería transgredir su mandato. Y habló claro: "El dios que intente separarse de los demás y socorrer a los teucros o a los dánaos, como yo le vea, volverá afrenosamente golpeado al Olimpo; o, cogiéndole, lo arrojaré al tenebroso Tártaro". Fue la amenaza, describiendo la oscuridad del Tártaro desde el inframundo. Y sentenció que también conocería cuánto aventaja su poder al de los demás dioses. 
Siguió Zeus su amenaza y advertencia, y al final todos callaron, sorprendidos por las palabras del dios padre. Atenea, la favorita de Zeus y la diosa poderosa fue la única que se atrevió a hablar. Alabando a Zeus por su poder pero se atrevió a decir que sentía lástima por los dánaos que morirían. Y dijo que no intervendría en combate pero si sugeriría a los argivos consejos saludables, a fin de que no sufriesen todos a causa de su cólera.
Zeus inmediatamente se tranquilizó y sonrió a su amada hija. "Tranquilízate, Tritogenia, hija querida. No hablo con ánimo benigno, pero contigo quiero ser complaciente". 
Zeus bajó del Olimpo y se describe como imponente baja con sus corceles. Llegando al Ida, al bosque sagrado donde tenía un altar. "Allí, el padre de los hombres y de los dioses detuvo los corceles, los desenganchó del carro y los cubrió de espesa niebla. Sentóse luego en la cima, ufano de su gloria, y se puso a contemplar la ciudad troyanos y sus naves aqueas". 
Y que inicie el show.

Canto Octavo #Iliada
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Día 42: En la tierra. En el campo de batalla los ejércitos se preparaban. Dentro de la ciudad, los troyanos también se armaban, dispuestos a combatir para proteger a sus familias. 
"Cuando los dos ejércitos llegaron a juntarse, chocaron entre sí los escudos, las lanzas y el valor de los guerreros armados de broncíneas corazas, y al aproximarse las abollonadas rodelas se produjo un gran tumulto. Allí se oían simultáneamente los lamentos de los moribundos y los gritos jactanciosos de los matadores, y la tierra manaba sangre". 
Amaneció y seguían luchando y cayendo los cuerpos lado por lado. 
"Cuando el sol hubo recorrido la mitad del cielo, el padre Zeus tomó la balanza de oro, puso en ella dos destinos de la muerte que tiende a lo largo -el de troyanos y aqueos-; cogió por medio la balanza, la desplegó y tuvo más peso el día fatal de los aqueos".
Zeus juega al azar con los humanos. Al verse afectados por la suerte, el destino bajó a la tierra. Zeus tronó desde el Ida y envió centellas a los aqueos, que quedaron pasmados y atemorizados. 
Abandonaron el campo, hasta Agamenón y Ayax. Sólo Néstor permaneció por mala posición de su caballo, que había sido herido por Paris. Néstor no tuvo tiempo de cortar las cuerdas, y fue alcanzado por Héctor. Gracias a Diomedes y Odiseo sobrevivió, quienes lo ayudaron y enfrentaron a Héctor y sus acompañantes. Cayó Eniopeo y Héctor lo lamentó. Los troyanos estaban en crisis, pero siguiendo las reglas del azar Zeus volvió a mandar otro rayo que impactó y generó una llama, haciendo caer a todos del susto. Néstor dijo a Diomedes que huyeran, "¿No conoces que la protección de Zeus ya no te acompaña?". "Hoy Zeus Cronida otorga a ése la victoria; otro día, si le place, nos la dará a nosotros. Ningún hombre, por fuerte que sea, puede impedir los propósitos de Zeus, porque el dios es micjos más poderoso".

Canto Octavo #Iliada
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Día 43: Ante las palabras del sabio Néstor, Diomedes le dio la razón pero dijo que no podía huir porque Héctor pensaría que ha sido por él y si lanza. Néstor le vuelve a reñir y le dice que nadie escuchara a Héctor ni le creerá si le dice cobarde. Lo convenció. Huyeron. Héctor los atacaba con tiros desde lejos, y le gritaba burlándose en la distancia. Diomedes dudaba si regresar o no, pero los truenos de Zeus le hacían recapacitar. 
Héctor animado por la situación habla a sus hombres y acepta que ha tenido la bendición de Zeus en la victoria, por lo que ordena a sus hombres atacar a los debilitados y atemorizados aqueos, saquear sus naves y sus débiles muros. Pidió el escudo de oro de Néstor y la coraza de Diomedes, fabricada por Hefesto. Dijo que si conseguían ambas no les quedaría otra que rendirse a los aqueos. 
Hera observaba indignada desde el Olimpo y habló a Poseidón para que se compadeciera de los aqueos y los ayudase. Poseidón dijo no querer enojar a Zeus. Finalmente Hera se las arregló para sugerir a Agamenón que fuese a hablar y apoyar a sus hombres a las naves, y que lo escuchasen Ayax y Aquiles. 
"¡Qué vergüenza, argivos, hombres sin dignidad, admirables sólo por la figura! ¿Qué es de la jactancia con que nos gloriábamos de ser valentísimos y con que decíais presuntuosamente en Lemnos, comiendo abundante carne de bueyes de erguida cornamenta y bebiendo cráteras coronadas de vino, que cada uno haría frente en la batalla a ciento y a doscientos troyanos?". 
Y pidió a Zeus que los dejara huir.

Canto Octavo #Iliada
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Día 44: Zeus escuchó las súplicas de los aqueos y decidió salvarlos. Cuando los aqueos vieron la nueva señal del apoyo de Zeus, se animaron y arremetieron con más fuerza contra el enemigo. Entonces Agelao, Diomedes, Agamenón, Ajax y Menelao con fuerzas y valor renovados iniciaron el contragolpe a los troyanos. Y se describen y nombran a todos los héroes aqueos que volvieron a la lucha. 
Teucro se encontraba lanzando flechas con intención de herir a Héctor, pero seguía fallando. Pero todas las flechas impactaban a otros troyanos. Apolo era el culpable. La última flecha impactó de muerte a Arqueptólemo. Héctor sintió profundamente esa muerte y buscó reemplazo para que llevara las riendas de los caballos, y con ira salió a enfrentarse a Teucro que lo amenazaba a la distancia con flechas. Llevaba una piedra en la mano. Teucro observó que Héctor se le acercaba y empezó a preparar otra flecha, pero Héctor lo impactó de sorpresa con la piedra. Teucro cayó. Ayax apoyó a su compañero y llegaron refuerzos, mientras otros trasladaban al herido a las cóncavas naves. 
Zeus, siempre observando, viendo que los aqueos ya se habían recuperado, volvió a apoyar a los troyanos, quienes nuevamente hicieron retroceder a los aqueos.

Canto Octavo #Iliada
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Día 45: Nuevamente los aqueos padecían ante la embestida renovada de los teucros. Alzaban las manos pidiendo ayuda divina. Héctor arrasaba con todo a su paso. Hera se compadeció nuevamente de los aqueos y pidió a los dioses y a Atenea socorrerlos. “Tiempo ha que ése hubiera pedido fuerza y vida, muerto en su patria tierra por los aqueos; pero mi padre revuelve en su mente funestos propósitos, ¡cruel, siempre injusto, desbaratador de mis planes!”, decía Atenea, quien recuerda también cómo antes cumplió los deseos de su padre Zeus para salvar a su hijo Hércules en las pruebas impuestas por Euristeo, y cómo éste parecía no recordar sus favores. Dijo que ahora mismo lo tenía en contra, y se encontraba cumpliendo los deseos de Tetis, quien le pidió que los aqueos sufriesen por despreciar a su hijo Aquiles. “Día vendrá en  que me llame nuevamente su amada hija, la de ojos de lechuza. Pero unce los solípedos corceles, mientras yo, entrando en el palacio de Zeus, que lleva la égida, me armo para el combate; quiero ver si el hijo de Príamo, Héctor, el de tremolante casco, se alegrará cuando aparezcamos en el campo de batalla”, sentenció Atenea. Hera obedeció a Atenea y preparó los corceles, mientras Atenea volvía a vestirse para la guerra. “Y, subiendo al flamante carro, asió la lanza ponderosa, larga, fornida, con que la hija del prepotente padre destruye filas enteras de héroes cuando contra ellos monta en cólera”. Se abrieron los cielos e imponente Atenea partió. Zeus se enteró inmediatamente desde el Ida y montó en cólera. Mandó a Iris de mensajera, para que no dejase llegar a Atenea a la tierra ni a su presencia, porque sufriría su castigo y el peso de sus poderes y de su rayo.   

Canto Octavo #Iliada
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Día 46: Iris se adelantó y alcanzó a las diosas antes que salieran del Olimpo y le dio el mensaje de advertencia de su padre. 
"¿A dónde corrés? ¿Por qué en vuestro pecho el corazón se enfurece? No consiente el Cronida que se socorra a los argivos. Ved aquí lo que hará el hijo de Cronos si cumple su amenaza. Os encojará los briosos cabellos, os derribará del carro, que romperá luego, y ni en diez años cumplidos sanaréis de las heridas que os produzca el rayo". Y que recordara que era su padre contra quien combatía. Hera le dijo a Atenea que no iba a permitir más enfrentamiento entre los dioses por los humanos y le convenció de desertar la misión. Volvieron al Olimpo y Zeus abandonó el monte Ida. Regresó a su trono en el Olimpo, que tembló bajo sus pies. Lejos vio a Hera y Atenea. Les reiteró la amenaza de lo que hubiese ocurrido si le hubiesen combatido. Atenea llena de ira guardó silencio, más no su esposa Hera, quien dijo que no intervendría pero si le darían consejos saludables. Para calmarlas, Zeus les dijo lo que sucedería en el próximo futuro. "Héctor no dejará de pelear hasta que junto a las naves del Pelida, el de los pies ligeros (Aquiles), el día aquel en que combatan cerca de las popas y en estrecho espacio por el cadáver de Patroclo". 
"La brillante luz del sol se hundió en el océano, trayendo sobre la alma tierra la noche oscura. Contrarió a los teucros la desaparición de la luz; más para los aqueos llegó grata, muy deseada, la tenebrosa noche". Calma momentánea. Respiro. Vida. Esperanza.
Héctor reunió a sus hombres para obedecer la noche y hacer pausa en la batalla. Ordenó mayores sacrificios, encender fogatas y oraciones a Zeus y que tuviesen cuidado porque mañana terminarían con los aqueos con la ayuda de los dioses. "Mil fuegos ardían en la llanura, y en cada uno se agrupaban 50 hombres a la luz de la ardiente llama. Y los caballos, comiendo cerca de los carros avena y blanca cebada, esperaban la llegada de la aurora, la de hermoso trono".

Fin Canto 8
Canto Octavo #Iliada
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Canto 9


Día 47: Inicia el Canto Noveno. Embajada a Aquiles - Súplicas.
"Así los teucros guardaban el campo. De los aqueos habíase enseñoreado la ingente Fuga, compañera del glacial Terror, y los más valientes estaban agobiados por insufrible pesar".
Los troyanos esperaban. Y los aqueos temían por el pronto amanecer. Silenciosamente se reunieron y convocaron al ágora. El rey Agamenón llorando, dijo a sus colegas con impotencia, que Zeus le había engañado y le iba a ayudar a ganar. Y propuso: Huir en las naves de vuelta a la patria tierra, pues ya no tomarían Troya.
El primero que hablo fue Diomedes, quien me recriminó sus palabras. "!Desgraciado! ¿Crees que los aqueos son tan cobardes y débiles como dices? Si tu corazón te incita a regresar, parte: delante tienes el camino y cerca del mar gran copia de naves que desde Micenas te siguieron; pero los demás melenudos aqueos se quedarán hasta que destruyamos la ciudad de Troya".
Los aqueos aplaudieron el discurso de Diomedes. El sabio Néstor habló inmediatamente, apoyando a Diomedes, pero con cautela de hablarle al rey. Resaltó la juventud de Diomedes, justificando sus palabras. Pero propuso obedecer la negra noche, que prepararan la cena e hicieran guardia. "Sin familia, sin ley y sin hogar debe de vivir quien apetece las horrendas luchas intestinas". Siguió diciendo, que luego tomara la mejor decisión siguiendo los consejos, pues lo necesitaban, más ahora que el enemigo encendía hogueras junto a las naves.

Canto Noveno #Iliada
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Día 48: Todos escucharon los consejos del sabio Néstor, y unos fueron a hacer guardia y otros a preparar la cena. Ya en la mesa, Néstor siguió animando a los líderes. Y dio el consejo más importante al rey Agamenón, recriminando sutilmente, que todo empeoró cuando se ensañó en pelear y hacer enojar al divino Aquiles, raptado a Briseida. "Gran empeño puse en disuadirte, pero venció tu ánimo fogoso y menospreciaste a un fortísimo varón honrado por los dioses, arrebatándole la recompensa que todavía retienes. Más veamos todavía si podremos aplacarle con agradables presentes y dulces palabras", sugirió Néstor.
Agamenón aceptó su culpa. "Procedí mal, no lo niego; vale por muchos el varón a quien Zeus ama cordialmente. Y ahora el dios, queriendo honrar a ése, ha causado la derrota de los aqueos". Todo estaba claro. Al parecer. Y dijo que ofrecería numerosos presentes a Aquiles, que enumeró seguidamente. "7 trípodes no puestos aún al fuego, 10 talentos de oro, 20 calderas relucientes y 12 corceles robustos". Añadió también 7 mujeres lesbias, hábiles en hacer primorosas labores, que él mismo había escogido en Lesbos. Y por supuesto, devolvería a Briseida, a la que nunca llegó a tocar. Y añadió, que si los dioses le permitían destruir la ciudad de Troya, los presentes para Aquiles se multiplicarían, y tendría tantos honores como su hijo Orestes, y podría escoger una de sus hijas, haciéndolo su yerno. Agamenón siguió con la lista de presentes para contentar a Aquiles, como 7 populosas ciudades.
"Todo eso haría yo con tal que depusiera la cólera. Que se deje ablandar, pues, por ser implacable e inexorable, Hades es para los mortales el más aborrecible de todos los dioses, y ceda a mí, que en poder y edad, de aventajarle me glorío". Cerró Agamenón su lista de presentes.

Canto Noveno #Iliada
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Día 49: Néstor alabó a Agamenón por la nada despreciable lista de regalos a Aquiles. Y propuso enviar a unos varones para llevarle la propuesta. Fénix, Ajax y el divino Odiseo, junto a Odio y Euríbates. Y rezaron a Zeus para que todo saliera bien. 
Cuando llegaron los héroes a las naves, encontraron a Aquiles con una lira, y se deleitaba tocándola y contando hazañas a los otros hombres. Frente a él se encontraba Patroclo escuchando. La comitiva llegó y se pararon frente a Aquiles, quien se levantó a saludarlos.
"¡Salud, amigos que llegáis! Grande debe de ser la necesidad cuando venís vosotros, que sois para mí, aunque irritado, los más queridos de los aqueos todos". Les dijo Aquiles, y los hizo sentar. Patroclo, el compañero amado, los atendió con vino y comida. Y la respectiva ofrenda a los dioses. Después de comer, los héroes aqueos se hicieron señas y Odiseo hizo el brindis y la palabra. Odiseo agradeció las atenciones y procedió a contarle las desgracias por las que pasaban los aqueos en el campo de batalla, y le describieron todos los últimos acontecimientos. Y la necesidad de tenerlo de vuelta junto a ellos. Y le empezó a enumerar los regalos que prometía el rey Agamenón por su regreso. "Todo esto haría, con tal que depusieras la cólera. Y si él Atrida y sus regalos te son odiosos, apiádate de los aqueos todos, que, atribulados como están en el ejército, te venerarán como a un dios y conseguirás entre ellos inmensa gloria".
Aquiles no tardó en responder. Y da un tremendo discurso anti bélico, cuestionando la guerra en sí. Y arremete fuertemente contra el rey Agamenón y su desagravio. Rechaza y aborrece cada uno de sus ofrecimientos de regalos. Y manifestó su deseo de regresar a casa. "Se pueden apresar los bueyes y las pingües ovejas, se pueden adquirir los trípodes y los tostados alazanes, pero no es posible prender ni coger el alma humana para que vuelva, una vez ha salvado la barrera que forman los dientes". Y cuenta que su madre, la diosa Tetis, le dijo que si partía viviría más pero perdería la ínclita fama; y si se quedaba, no volvería a su patria pero su gloria sería inmortal. Y él estaba deseando vivir más. Y en cambio, les propuso a los héroes que se fueran con él y abandonaran a Agamenón. Los héroes aqueos quedaron sin palabras.

Canto Noveno #Iliada
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Día 50: Los representantes aqueos quedaron asombrados del discurso de Aquiles renunciando a los regalos de Agamenón para volver al campo de batalla. El anciano Fénix, fue quien atinó a responder, recordando como lo había visto crecer y como su padre Peleó se lo había encargado desde pequeño sin experiencia aún en la guerra. Y le recordó en general su relación con su padre. 
"Y te crié hasta hacerte cual eres, oh Aquiles semejante a los dioses, con cordial cariño; y tú ni querías ir con otro al banquete, ni comer en el palacio, hasta que, sentándote en mis rodillas, te saciaba de carne cortada en pedacitos y te acercaba el vino. ¡Cuántas veces durante la molesta infancia me manchas te la túnica en el pecho con el vino que me devolvías! Mucho padecí y trabajé por tu causa, y considerando que los dioses no me habían dado descendencia, te adopté por hijo, oh Aquiles semejante a los dioses, para que un día me librases de cruel infortunio". Así habló Fénix, quien siguió argumentando la difícil situación, sobre los dioses y sus decisiones y favores, sobre el rey Agamenón y sus presentes y sobre su cólera.

Canto Noveno #Iliada
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Día 51: Sigue Fénix con su largo discurso a Aquiles. Le pide que no desprecie los presentes y recuerde las historias de los héroes de antaño y lo que les pasó cuando se dejaron poseer por la cólera. Y recuerda una antigua historia de la guerra entre curetes y los bravos etolos en Calidón, promovida por la diosa Artemis, enojada porque Eneo no le dedicó sacrificios. Y se extiende contando detalles de la historia. Y termina: "Y ahora tú, amigo, no pienses de igual manera, ni un dios te induzca a obrar así; será peor que difieras el socorro para cuando las naves sean incendiadas; ve, pues, por los regalos, y los aqueos te venerarán como a un dios, porque si intervinieras en la homicida guerra cuando ya no te ofrezca dones, no alcanzarás tanta honra aunque rechaces a los enemigos".
Aquiles inmediatamente respondió que no necesitaba tales honores y que sería honrado en las cóncavas naves mientras pudiese respirar y mover sus rodillas. Y dijo a Fénix que no tratara de complace a Agamenón, porque se ganaría su odio. Dijo que se quedara con él y el siguiente día decidirán si irse o quedarse. Y que los otros dos llevarían la respuesta. 
Ayax ofendido, le dijo a Odiseo que se fueran a llevar la noticia, aunque fuese negativa. "Aquiles tiene en su pecho un corazón feroz y soberbio. ¡Cruel! En nada aprecia la amistad de sus compañeros, con la que le honrábamos en el campamento más que a otro alguno". E intentaron una última petición para conmover al divino guerrero, Aquiles, el de los pies ligeros.

Canto Noveno #Iliada
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Día 52: Aquiles responde a Ayax que entiende lo que siente pero su corazón se enciende de ira cuando se acuerda del menosprecio del Atrida ante todos los aqueos. Y dijo que no se metería en la guerra hasta que Héctor llegase matando aqueos hasta las tiendas y las naves. Porque Héctor se abstendrá de luchar tan pronto con él. 
Así regresaron la comitiva de aqueos sin Aquiles. Fénix se quedó con Aquiles, y todos se fueron a dormir. Aquiles se fue a dormir con Diomeda, de Lesbos. Y Patroclo en la pared opuesta junto a Ifis, que Aquiles le había regalado. 
Agamenón cuestionó a Odiseo sobre Aquiles, cuando llegaron. Y Odiseo contó con detalles todo lo que les había mandado a decir Aquiles.
Todos estuvieron en silencio hasta que el valiente Diomedes habló y dijo a Agamenón que no debió rogar a Aquiles, porque si antes era ya altivo, ahora sería mucho más soberbio. "Dejémosle, ya sea que se vaya o se quede: volverá a combatir cuando el corazón que tiene en el pecho se lo ordene y un dios le incite". Y dijo que bebieran y comieran para tomar fuerza y vigor. Y cuando apareciese la aurora de rosáceos dedos, reuniese a todos los hombres, los animara, y luchara en primera fila. Todos aplaudieron la propuesta de Diomedes y cada uno fue a dormir.

Fin Canto 9
Canto Noveno #Iliada
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Canto 10


Día 53: Inicia el Canto 10. Dolonía (El espía)
Mientras los aqueos durmieron toda la noche, el rey Agamenón no logró conciliar el sueño pensando en lo que se les venía en la batalla. Decidió ir a consultar al sabio Néstor. Menelao tampoco podía dormir y salió en busca de su hermano. 
"¿Por qué, hermano querido, tomas las armas? ¿Acaso deseas persuadir a algún compañero para que vaya como explorador al campo de los teucros? Mucho temo que nadie se ofrezca a prestarte este servicio de ir solo durante la divina noche a espiar al enemigo, porque para ello se requiere un corazón muy osado".
Agamenón le respondió que necesitaba consejo. Porque el dios Zeus, al parecer, ya no le prestaba su ayuda. Héctor había logrado muchas proezas y muertes en poco tiempo. Mandó a llamar a los hombres para darles órdenes. "Levanta la voz por donde pasares y recomienda vigilancia, llamando a cada uno por su nombre paterno y ensalzándolos a todos. No te muestres soberbio. Trabajaremos también nosotros, ya que, cuando nacimos, Zeus nos condenó a padecer tamaños infortunios".

Canto 10 #Iliada
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Día 54: "¿Quién eres tú que vas solo por el ejército y las naves, durante la tenebrosa noche, cuando duermen los demás mortales? ¿Buscas acaso a algún centinela o compañero? Habla. No te acerques sin responder. ¿Qué deseas?", dijo Néstor en medio de la noche sin reconocer a Agamenón. 
Agamenón se identificó y le comparte su preocupación por el futuro de la guerra y de los aqueos, y su imposibilidad de conciliar el sueño. Y lo invita a pasar revista a los centinelas. 
Néstor le dice que Zeus no respaldará por mucho tiempo a Héctor, menos si Aquiles vence su enojo y se une a la batalla. Y dijo que iría con el a despertar a los demás, Odiseo y #Ajax. Agamenón le dice que vayan hacia la guardia porque ya si hermano Menelao había ido a despertar a los héroes. 
Y así fueron llamando a cada uno de los aqueos. Odiseo, luego Diomedes, quien se molestó un poco con Néstor. "¡Levántate, hijo de Tideo! ¿Cómo duermes a sueño suelto toda la noche? ¿No sabes que los teucros acampan en una eminencia de la llanura, cerca de las naves, y que solamente un corto espacio los separa de nosotros?". 
Y ordenó a Diomedes ir a despertar a Ajax y al hijo de Fileo. 
Cuando llegaron a la guardia se vieron todos despiertos. "Como los canes que guardan las ovejas de un establo y sienten venir del monte, por entre la selva, una terrible fiera con gran clamoreo de hombres y perros, se ponen inquietos y ya no pueden dormir; así el dulce sueño huía de los párpados de los que hacían guardia en tan mala noche, pues miraban siempre hacia la llanura y acechaban si los teucros iban a atacarlos". Néstor les siguió animando:
"¡Vigilad así, hijos míos! No sea que alguno se deje vencer del sueño y demos ocasión para que el enemigo se regocije".

Canto 10 #Iliada
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Día 55: El sabio Néstor alzó la voz y pidió de entre los hombres a un voluntario para infiltrarse entre los teucros, prometiendo vastos presentes para el valiente. Diomedes fue el primero en contestar, pero pidió compañía, alegando que su confianza y osadía serían mayores. "Cuando van dos, uno se anticipa al otro en advertir lo que conviene; cuando se está solo, aunque se piense, la inteligencia es más tarda ya resolución más difícil".
Muchos quisieron acompañar a Diomedes, #Ajax, Odiseo, Menelao, pero entonces habló el Rey Agamenón, quien me dijo que él mismo escogiese a su compañeros entre los candidatos al mejor, temiendo interiormente por su hermano Menelao. Diomedes no dudó: "¿Cómo no pensaré en el divino Odiseo, cuyo corazón y ánimo valeroso son tan dispuestos para toda suerte de trabajos, y a quien tanto ama Palas Atenea?". Odiseo aceptó.
Los héroes se prepararon con sus armaduras y armas. Atenea les envió una garza en la negra noche para guiarles. Odiseo sintió la presencia de su querida diosa protectora y le pidió que le permitiese regresar de la misión con gloria. Diomedes aprovechó para pedir también a la diosa, así como ayudó a su padre Tideo. Palas Atenea escuchó sus ruegos y anduvieron en la noche como dos leones, por el campo donde tanta carnicería se había hecho, pisando cadáveres, armas y denegrida sangre.

Canto 10 #Iliada
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Día 56: Por el otro lado, Héctor tampoco dejaba dormir a los troyanos. Reunió a todos los altos mandos y ofreció una recompensa: un carro y dos corceles que estuviesen en naves aqueas, al que tuviese la osadía de acercarse a las naves aqueas y averiguar el estado del enemigo. "Si estaban en guardia, si pensaban en huida o si dormían".
Dolón fue el primero en hablar, y dijo a Héctor que jurara entregar la promesa, y él se acercaría incluso a la nave de Agamenón, donde realizarían las reuniones los caudillos. Héctor juró por Zeus. Dolón se preparó para salir, vestido de piel de lobo y de comadreja.
Los espías aqueos, Diomedes y Odiseo, alcanzaron a ver que se acercaba Dolón. Dejaron que se adelantara y acordaron atraparlo. Dolón se dio cuenta e intentó escapar, pero la diosa Atenea dio fuerza y velocidad a los aqueos, y fue Diomedes el que lo detuvo con la lanza y amenazando de muerte. Pero Odiseo lo calmó y le interrogó sobre su misión. Dolón les contó sobre la recompensa y lo que le habían ordenado. Odiseo, ingenioso, le dijo que no tenía oportunidad de escabullirse, y al contrario le preguntó sobre las posiciones de los troyanos. "¿Dónde tenían las armas? ¿Cómo hacían las guardias? ¿Posición de las tiendas? ¿Disposición de quedarse cerca a las naves o volver a la ciudad". Dolón prometió contarle todo, que Héctor y los caudillos deliberaban lejos del bullicio, junto a la tumba de Ilo; sobre las guardias, no habían sido designadas, sino que en cada hoguera se vigilaban a sí mismos. Y los auxiliares, que llegaron de lejos duermen y dejan a los troyanos el cuidado de la guardia, porque no tenían allí a sus mujeres e hijos.

Canto 10 #Iliada
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Día 57: Dolón siguió diciendo lo que sabía y le preguntaban. Diomedes le dijo que aunque le agradecía la información, no pensara que lo iba a liberar. Diomedes le rompió ambos tendones. Le quitaron el disfraz y se lo ofrecieron a Atenea y le pidieron que los guiara. Así fueron Odiseo y Diomedes a seguir con su misión de espías. Encontraron en efecto lo que les dijo Dolón. 
Le pidieron valor a Atenea y Diomedes empezó la carnicería, "sucedíanse los horribles gemidos de los que daban la vida a los golpes de la espada, y su sangre enrojecía la tierra". Mataron a los hombres y robaron los corceles. Diomedes se debatía entre llevar el carro con las armas o matar a más tracios, pero Atenea le dijo:
"Piensa ya en volver a las cóncavas naves, hijo del magnánimo Tideo. No sea que hayas de llegar huyendo, si algún otro dios despierta a los teucros".
Diomedes obedeció.

Canto 10 #Iliada
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Día 58: El dios Apolo estaba pendiente desde que vio a Atenea acompañar a Diomedes. Indignado de la ayuda fue a despertar a los troyanos. Despertó Hipocoonte. Lo despertó un sueño. Donde vio a hombres heridos y los caballos ausentes. Gritó y se lamentó. Todos fueron a verle. Mientras Odiseo y Diomedes regresaban con los caballos. Néstor escuchó a los caballos y dio la noticia. 
Al momento llegaron y todos los aqueos los recibieron con alegría. Néstor alegre los recibió:
"¡Ea, dime célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos! ¿Cómo hubisteis estos caballos: penetrando en el ejército teucro, o recibiéndolos de un dios que os salió al camino?"
Odiseo le respondió que el valiente Diomedes había matado al dueño y a doce de sus compañeros. Y cerca de las naves mataron al 13, que era un espía de Héctor. Todos celebraron la noticia y se encargaron de los caballos. 
" Ambos entraron al mar y se lavaron el abundante sudor del cuerpo de sus piernas, cuello y muslos. Cuando las olas les hubieran limpiado el abundante sudor del cuerpo y recreado el corazón, metiéronse en pulimentadas pilas y se bañaron. Lavados ya y ungidos con craso aceite, sentáronse en la mesa; y sacando de una rebosante crátera vino dulce como la miel, en honor de Atenea lo libaron".

Fin Canto 10.
Canto 10 #Iliada
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Canto 11


Día 59: Inicio del Canto 11: Principalía de Agamenón.
Luego de los baños, los espías, los despertares, la guerra se retomó. Se describe la armadura del rey Agamenón. 
"Cada cual mandó entonces a su auriga que tuviera dispuestos el carro y dos corceles junto al foso; salieron todos a pie y armados, y levantóse inmenso vocerío ante que la aurora despuntara. Delante del foso ordenáronse los infantes, y a éstos siguieron de cerca los que combatían en carros. Y el Cronida promovió entre ellos funesto tumulto y dejó caer desde el éter sanguinoso rocío porque había de precipitar al Hades a muchas y valerosas almas".
Del otro lado, Héctor también vestía su armadura reluciente junto a sus hombres.
"Teucros y aqueos se acometían y mataban, sin pensar en la perniciosa fuga. Igual andaba la pelea, y como lobos se embestían". Gozábase en verlos la luctuoso Discordia, única deidad que se hallaba entre los combatientes (y causante de toda la guerra)... Pues los demás dioses permanecían quietos en los palacios en los valles del Olimpo. Todos acusaban a Zeus de querer dar la victoria a los troyanos. "Más el padre no se cuidaba de ellos; y, sentado aparte, ufano de su gloria, contemplaba la ciudad troyana, las naves aqueas, el brillo del bronce, a los que mataban y a los que muerte recibían".

Canto 11 #Iliada
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Día 60: "Al amanecer y mientras iba aumentando la luz del sagrado día, los tiros alcanzaban por igual a unos y a otros y los hombres caían".
Los aqueos rompieron las falanges teucras y aumentó la masacre. El rey Agamenón imparable hizo su propia carnicería, empezando por Bianor, con la descripción de su muerte, Iso y Antifo siguieron. Pisandro e Hipóloco también, quienes rogaron que los hiciera prisioneros y le darían cuantiosa recompensa.
"Pues si sois hijos del aguerrido Antímaco, que aconsejaba en el ágora a los troyanos matar a Menelao y no dejarle volver a los aqueos, cuando vino a título de embajador con el deiforme Odiseo, ahora pagaréis la insolente injuria que nos infirió vuestro padre". Dijo Agamenón. Lanza en el pecho. Espada en la cabeza. "Los infantes mataban a los infantes, que se veían obligados a huir; los que combatían desde el carro daban muerte con el bronce a los enemigos que así peleaban, y a todos los envolvía la polvareda que en la llanura levantaban con sus sonoras piadas los caballos".
Mientras tanto, a Héctor, Zeus le sustrajo de los tiros, el polvo, la matanza, la sangre y la muerte. Agamenón siempre adelante animando a sus hombres. Los troyanos corrían por la llanura deseosos de refugiarse en la ciudad. Agamenón mataba a los rezagados. "El Atrida derribó a muchos, ya de pecho, ya de espaldas, de sus respectivos carros". Pero cuando estaba apunto de llegar a los altos muros de la ciudad de Troya, Zeus, el padre de los hombres bajó del cielo con la intención de intervenir. Llamó a Iris, su mensajera.

Canto 11 #Iliada
#Homero2019


Día 61: "¡Anda, ve, rápida, Iris! Dile a Héctor estas palabras: mientras vea que Agamenón, pastor de hombres, se agita entre los combatientes delanteros y destroza filas de hombres, retírese y ordene al pueblo que combata con los enemigos de la encarnizada batalla. Más si aquél, herido de lanza o de flecha, suba al carro, le daré fuerzas para matar enemigos hasta que llegue a las naves de muchos bancos, se ponga el sol y comience la sagrada noche".
Iris obedeció y fue a darle el mensaje a Héctor, quien entendió e inmediatamente provocó una terrible pelea. Dieron la cara a los aqueos. Homero invoca a las musas para que le digan quien fue el primer troyano en oponerse a Agamenón. "Infidamante Antenórida" respondieron y cuentan la historia del personaje. Coón lamentó la muerte de su hermano, se acercó a Agamenón y le atravesó el brazo con su lanza. El rey se resintió pero siguió luchando. Intentó llevarse el cadáver de su hermano pero Agamenón lo alcanzó y acabó con su vida. Los dos hijos de Antenor murieron a manos del Atrida y descendieron al Hades.
Agamenón siguió luchando pero resentido por la herida se alejó y guardó reposo hacia la cóncavas naves. Al ver que Agamenón se retiraba, siguiendo el consejo de Zeus, Héctor ordenó a los troyanos contra atacar. Porque Zeus le concede la victoria.
La historia de muertes cambia. Ahora empieza el conteo de las muertes de Aqueos en las manos de Héctor y los renovados troyanos.

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Día 62: Luego de la retirada forzosa de Agamenón, Héctor inició el contraataque de los troyanos y enumerando sus muertos. Los aqueos ahora pensaban en retroceder pero Odiseo animó a Diomedes para que tomaran valor y evitar que Héctor tomase las naves. 
"Yo me quedaré y resistiré, aunque será poco el provecho que logremos; pues Zeus, que amontona las nubes, quiere conceder la victoria a los teucros y no a nosotros", dijo Diomedes. 
Los dos héroes aqueos empezaron a luchar y a matar troyanos también. Y Zeus observaba atento. Igualó el combate.
Héctor se encontró de frente en la distancia con Odiseo y Diomedes, y les gritó amenazante, ordenando ir por ellos a los troyanos. El valeroso Diomedes dijo: "Contra nosotros viene esa calamidad, el impetuoso Héctor. Ea, aguardémosle a pie firme y cerremos con él".
Lanzó una lanza certera a Héctor, que no alcanzó a impactar su carne, sólo su casco. Héctor retrocedió, se refugió en la turba, subió a uno de los carros y evitó la negra muerte. Diomedes fue a buscar la lanza y vio huir a Héctor, y le gritó que nuevamente se había salvado por Apolo. Lo amenazó y siguió con los demás troyanos que se atravezaran. Mientras tanto, Paris se encontraba escondido y apuntó su arco hacia Diomedes, alcanzando su pierna. Apenas le dio, Paris salió a regodearse de haberlo herido.
"¡Flechero, insolente, experto sólo en manejar el arco, mirón de doncellas!" le gritó Diomedes. Y le dijo que no aguantaría un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con él. Y comparó la herida como si una mujer o un niño se la hubiese hecho. Insignificante.

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Día 63: Diomedes herido pidió que lo llevasen a las cóncavas naves, mientras Odiseo se quedó al frente. Fue rodeado por troyanos, a los que empezó a matar de uno en uno. Entre ellos Cárope Hipásida, hermano de Soco. Soco amenazó a Odiseo y le impactó con su lanza en la armadura pero Atenea no permitió que atravesara su carne. Odiseo lo amenazó de muerte, y lo cumplió al instante. Los teucros se lanzaron sobre Odiseo, quien pidió apoyo de sus compañeros. 
Ajax acudió al llamado, y vio como Odiseo se defendía rodeado de los enemigos. Llegó a su lago y juntos en batalla fueron espantado a los acosadores.
Cebriones le dijo a Héctor que estaban siendo vencidos. Volvieron a la batalla, Héctor solamente evitaba el encuentro con Ajax, quien por su lado seguía acabando con los troyanos. Paris hirió a Eurípilo, quien fue a pedir más ayuda para Ajax.
Aquiles desde las naves observaba todo. La derrota de los aqueos. Llamó a su amado Patroclo y le dijo que pronto los aqueos irían a suplicarle que regresara al campo de batalla. Y lo envió a preguntarle a Néstor quien era el herido que sacaba de combate. Patroclo obedeció y fue corriendo a las tiendas aqueas. Aquiles no sabía en ese momento iniciaba el origen de su desgracia e inmortalidad.

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Día 64: Patroclo obedeció a Aquiles y llegó donde el sabio Néstor. No aceptó las cortesías del anciano sino que dijo que había ido a averiguar sobre cuál era el guerrero herido, pero ya había visto que era Macaón, y debía ir a informar a Aquiles inmediatamente. 
Néstor aprovechó para decirle a Patroclo y que éste le dijera a Aquiles la difícil situación de los aqueos. "Los más fuertes, heridos unos de cerca y otros de lejos, yacen en las naves". Dijo que el poderoso Diomedes había sido herido, también Odiseo y Agamenón. "Aguarda acaso que las veleras naves sean devoradas por el fuego enemigo en la orilla del mar, sin que los argivos puedan impedirlo, y que unos en pos de otros sucumbamos todos?", dijo Néstor, quien recordó y añoró su juventud, contando con lujo de detalles sus hazañas hasta llegar cuando se encontró en casa de Peleo con el mismo Patroclo y Aquiles, y recuerda cómo los había conocido, apelando a la nostalgia.
"... Y a su vez Menetio, hijo de Actor, te aconsejaba así: ¡Hijo mío! Aquiles te aventaja por su abolengo, pero tú me superas en edad; aquél es mucho más fuerte, pero hazle prudentes advertencias, amonéstale e instrúyele y te obedecerá para su propio bien". 
Así te aconsejaba el anciado, y tú lo olvidas. Recriminó Néstor a Patroclo. Pero aún tenía tiempo de recordarlo y convencerlo. "¿Quién sabe si con la ayuda de algún dios conmoverías su corazón?".
"Gran fuerza tiene la exhortación de un amigo. Y si se abstiene de combatir por algún vaticinio que si madre, enterada por Zeus, le ha revelado, que a lo menos te envíe a ti, por si llegas a ser la aurora de salvación de los dánaos, y te permite llevar en el combate su magnífica armadura para que los teucros te confundan con él y cesen de pelear, los belicosos aqueos, que tan abatidos están, se reanimen, y la batalla tenga su tregua, aunque sea en breve tiempo".
El sabio Néstor sabía lo que hacía. Luego de conmover a Patroclo, el amado de Aquiles, estaba dispuesto a sacrificarlo en pro de los aqueos.

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Día 65: El sabio Néstor logró su objetivo luego de su discurso y conmovió el corazón del joven Patroclo, el amado por Aquiles. 
Patroclo fue corriendo nuevamente hacia las naves donde se encontraba Aquiles esperando. Pero se encontró frente a los bajeles de Odiseo, y vio como varios luchadores llegaban heridos de gravedad, entre ellos Eurípilo Evemónida, herido de flechazo en el muslo, "abundante sudor corría por su cabeza y sus hombros, y la negra sangre brotaba de la grave herida, pero su inteligencia permanecía firme".
Patroclo se compadeció y le preguntó si los aqueos tenían oportunidad de resistir a los troyanos y Héctor. O perecerían vencidos por su lanza. Eurípilo le responde que no, que ya no habría defensa para los aqueos que corran a refugiarse en las naves. Pero pidió que le ayudase a sanar con las drogas calmantes que Aquiles le dio a conocer, instruido por Quirón. Porque los dos médicos aqueos, uno estaba herido y el otro luchando.
"¿Cómo acabará esto? ¿Qué haremos, héroe Eurípilo? Iba a decir al aguerrido Aquiles lo que Néstor gerenio, protector de los aqueos, me encargó; pero no te dejaré así, abrumado por el dolor".
Patroclo llevó a Eurípilo a la tienda y lo sanó con una raíz amarga y los calmantes. "La raíz le calmó todos los dolores, secóse la herida y la sangre dejó de correr".

Fin Canto 11.
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Canto 12


Día 66: Inicia el Canto 12: "Combate en la muralla".
Mientras Patroclo seguía curando a Eurípilo en la tienda, seguía la batalla entre aqueos y troyanos. Ya no importaba el foso o el muro de los dánaos, ni las hecatombes ofrecidas a los dioses para recibir sus favores. "Mientras vivió Héctor, estuvo Aquiles irritado y la ciudad del rey Príamo no fue expugnada, la gran muralla de los aqueos se mantuvo firme".
Luego, en forma premonitoria se narra como después de morir los más valientes troyanos y aqueos, la ciudad de Príamo es destruida en el décimo año y los aqueos se embarcan para regresar a casa. Poseidón y Apolo destruyen el muro que construyeron en protección de Troya con la fuerza de los ríos. El regreso de los aqueos a su patria también fue tormentoso por el mar que los dioses agitaban. De tal modo Poseidón y Apolo procedería más tarde.
Mientras seguía la batalla. Los aqueos estaban acorralados por Héctor ya cerca de las cóncavas naves. Héctor, con una valentía imparable arrasaba con los aqueos, y ordenó a los teucros a pasar el foso. Los corceles no se atrevían, por los precipicios y las estacas puntiagudas clavadas en defensa. Estaban pensando qué hacer hasta que Polidamante propuso no arriesgarse a atravesarlo. Era un suicido. Si Zeus quería la victoria de los teucros debía darles una luz. Y propuso además "los escuderos tengan los caballos en la orilla del foso y nosotros sigamos a Héctor a pie, con armas y todos reunidos, pues los aqueos no resistirán el ataque si sobre ellos pende la ruina".

Canto 12 #Iliada
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Día 67: Héctor escuchó el sabio consejo de Polidamante, se bajó del carro y siguió las instrucciones. Todos bajaron de los corceles y los alinearon junto al foso, y fueron bajando y marchando en grupos armados. Héctor iba con Polidamante y los mejores luchadores troyanos en dirección a las cóncavas naves de los aqueos. Se va nombrando a los integrantes de los otros grupos, y al encargado de cuidas los carros. El grupo de Paris, de Héleneo, el de Eneas y el de Sarpedón. 
"Tan pronto como hubieron embrazado los fuertes escudos y cerrado las filas, marcharon animosos contra los dánaos, y esperaban que éstos, en vez de oponerles resistencia, se refugiarían en las negras naves". 
El único en desobedecer las órdenes de Héctor de bajarse del carro, fue Asio Hirtácida, quien intentó acercarse a las naves por donde pasaban los aqueos y encontró a los aqueos defendiendo desde las torres, tirando piedras a los enemigos. "los cascos y abollanados escudos sonaban secamente al chocar con ellos las ingentes piedras. 
Asio, quien no pensaba encontrar tal resistencia, pidió a Zeus ayuda. "Pero sus palabras no cambiaron la mente de Zeus, que deseaba conceder tal gloria a Héctor".
"Otros peleaban delante de otras puertas, y me sería difícil, no siendo un dios, contarlo todo". Interesante intervención narrativa de Homero en la obra, para decir que el combate era tan grande, abrumador y múltiple, que era difícil narrar todos los frentes. Falta hacía Joyce, experto en tal labor. Los dioses que apoyaban a los dánaos no podían hacer nada. "Entonces fue cuando los lapitas empezaron el combate y la refriega".

Canto 12 #Iliada
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Día 68: Sigue la lucha entre troyanos y teucros, próximos a las cóncavas naves aqueas. Homero sigue la descripción detallada e individual de las peleas cuerpo a cuerpo. Y la numeración de las bajas. Y como ya estamos acostumbrados, cada baja trae consigo una exploración de su árbol genealógico. "Leonteo, hijo de Antímaco y vástago de Ares, arrojó un dardo a Hipómaco y se lo clavó junto al ceñidor; luego desenvainó la aguda espada y, acometiendo por en medio de la muchedumbre de Antífates, le hirió y le tiró de espaldas, y después derribó sucesivamente a Menón, Yámeno y Orestes, que fueron cayendo al almo suelo".
Mientras unos se dedicaban a quitar las lucientes armaduras a los muertos, Héctor y su grupo, que iba con los más valientes jóvenes, deseosos de romper el muro aqueos y las naves. Pero se detuvieron a la orilla del foso por haber visto pasar en ese momento sobre ellos a un ave agorera: una águila de alto vuelo, que llevaba a un enorme dragón sangriento en sus enormes garras. El dragón hirió al águila, quien lo dejó caer muy cerca de donde estaban luchando. Todos se asustaron.
Polidamante se acercó nuevamente a Héctor alarmado por la escena para dar su consejo e interpretación de la señal de Zeus. Dijo que no combatiesen a los dánaos cerca de las naves. Porque el águila herida debió soltar al sangriento dragón antes de llegar al nido para darlo a sus polluelos. "De semejante modo, si con gran ímpetu rompemos ahora las puertas y el muro, y los aqueos retroceden, luego no nos será posible volver a las naves en buen orden por el mismo camino, y dejaremos muchos teucros tendidos en el suelo, a los cuales los aqueos, combatiendo en defensa de sus naves, habrán muerto con las broncíneas armas".
Así lo interpretaría un augur, que, por ser muy entendido en prodigios, mereciera la confianza del pueblo.

Canto 12 #Iliada
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Día 69: Héctor se enojó con la nueva recomendación de Polidamante, y le dijo que había perdido el juicio, y no olvidaría la promesa de Zeus solo por un ave aliabierta. "Confiemos en las promesas del gran Zeus, que reina sobre todos, mortales e inmortales. El mejor agüero es éste: combatir por la patria. ¿Por qué te dan miedo el combate y la pelea?". Recomendó no temer y "si dejas de luchar, o con tus palabras logras que otros se abstenga, pronto perderás la vida, herido por mi lanza".
Zeus levantó una gran polvareda sobre las naves aqueas, que abatió el ánimo de los aqueos y dio gloria a los teucros y Héctor, que viendo las señales del dios, retomaron el valor y siguieron intentando romper la muralla aquea. Los aqueos defendían su fortaleza a todo el que se acercara a la muralla.
Ajax animaba a los aqueos a seguir resistiendo. Zeus cambia los fuertes vientos por copos de nieve, que poco a poco cubren todo el campo de batalla y la fortaleza. Zeus incitó a su hijo Sarpedón para que rompieran las puertas de la muralla y el gran cerrojo.

Canto 12 #Iliada
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Día 70: Sarpedón cumplió su encargo y se sentía impulsado por su ánimo de asaltar el muro y destruir los parapetos. Habló a Glauco, hijo de Hipóloco, y le dijo que se unieran a los más avanzados para que los licios los vieran con buenos ojos por sus privilegios en Licia, y dijeran: “No sin gloria imperan nuestros reyes en la Licia, y si comen pingües ovejas y beben exquisito vino, dulce como la miel, también son esforzados, pues combaten frente a los licios”. 
“¡Oh amigo! Ojalá que, huyendo de esta batalla, nos libráramos para siempre de la vejez y de la muerte, pues ni yo me batiría en primera fila, ni te llevaría a la lid, donde los varones adquieren gloria; pero como son muchas las clases  de muerte que penden sobre los mortales, sin que éstos puedan huir de ellas ni evitarlas, vayamos y daremos gloria a alguien, o alguien nos la dará a nosotros”, seguía diciendo Sarpedón a Glauco. 
Los aqueos advirtieron la presencia de los licios, conocidos por ser impetuosos en encarnizadas batallas, por lo que mandaron a avisarle a Ayax, para refuerzo, acompañado de Teucro, excelente arquero. Ajax obedeció y fue en camino con Teucro a la torre de Menesteo. Cuando llegaron, ya los príncipes licios se encontraban asaltando el fuerte. Pero enseguida empezaron a atacarlos. Ajax empezó a matar, primero a Epicles, amigo de Sarpedón, con una piedra grande. E inició la carnicería y la defensa.

Canto 12 #Iliada
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Día 71: Al teucro Epicles, le rompió el casco de cuatro abolladuras y le aplastó los huesos de la cabeza; "el teucro cayó de la elevada torre como salta un buzo, y el alma separóse de los miembros".
El sagaz Teucro también apuntó a Glauco y alcanzó su desnudo brazo, poniéndolo fuera de combate. Glauco se alejó del muro para ocultarse y defenderse. Sarpedón miró a su amigo herido pero no se desconcentró del combate. Siguió avanzando pero Ayax y Teucro lograron acertarle, atravesando el escudo, cerca del pecho. Zeus lo protegió, pero Ayax volvió a atacarle. Sarpedón viéndose inmune y hambriento de gloria siguió adelante. Al contrario, animó a los licios a seguir y apoyarlo.
A pesar de romper el muro de los dánaos, aún los teucros no se abrían paso hasta las naves. El combate seguía en la muralla. "Licios y dánaos estaban separados por los parapetos, y por cima de los mismos hacían chocar delante de los pechos las rodelas del boyuno cuero y los ligeros broqueles".
Por la torre corría sangre troyana y aquea. Pero los teucros no podían hacer retroceder a los aqueos. "Como una honrada obrera coge un peso y lana y los pone en los platillos de una balanza, equilibrándolos hasta que queden iguales, para llevar a sus hijos el miserable salario". El combate seguía igual hasta que Zeus quiso dar el triunfo a Héctor.
Héctor ordenó terminar de romper el muro y prender fuego a las naves. Héctor levantó una pesada piedra, con ayuda de Zeus, y la arrojó a las puertas del fuerte, que no opuso mucha resistencia.
Héctor, fortalecido y revestido del valor de Zeus, saltó al interior. "Nadie, a no ser un dios, hubiera podido salirle al encuentro y detenerle cuando traspuso la puerta. Sus ojos brillaban como el fuego". Se volvió e invitó a los teucros a pasar la muralla. Éstos obedecieron y empezaron a atravesar el muro y la puerta. "Los dánaos refugiáronse en las cóncavas naves y se promovió un gran tumulto".

Fin Canto 12
Canto 12 #Iliada
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Canto 13


Día 72: Inicio del Canto 13: Batalla junto a las naves.
"Cuando Zeus hubo acercado a Héctor y los teucros a las naves, dejó que sostuvieran el trabajo y la fatiga de la batalla, y volviendo a otra parte sus ojos refulgentes, miraba a lo lejos la tierra de los tracios. (...) Y ya no volvió a poner los brillantes ojos en Troya, porque su corazón no temía que inmortal alguno fuera a socorrer ni a los teucros ni a los dánaos".
El descuido del padre de los dioses marcaría el destino de la batalla.
Poseidón, el dios de los mares, veía la batalla muy atento. Sentía compasión por los vencidos aqueos ayudados por su hermano Zeus. El dios bajo hacia su reino en las profundidades del mar, donde tenía magníficos palacios de oro. Alistó unos corceles y se envolvió en una túnica dorada con su látigo de oro, subió al carro y se trasladó por encima de las olas hacia las naves de los aqueos. Los cetáceos salían a la superficie para honrar a su rey. El mar se abría. Poseidón, que bate la tierra, se bajó, amarró sus corceles y se dirigió al ejército de los aqueos.
Mientras tanto, Héctor y los teucros seguían luchando y arrasando para tomarse las naves aqueas. Poseidón tomó la forma de Calcante se dirigió a los Ayax y los incitó a seguir firmes en la batalla. Que una vez una deidad levantase el ánimo en el pecho de un héroe aqueo podrían resistir y exhortar a los demás a resistir. Eso hizo. Poseidón le hizo tocar su cetro y les llenó de fuerte vigor, agitando todos los miembros, especialmente los pies y manos.
Inmediatamente Poseidón abandonó esa forma y se elevó como un gavilán. Ayax de Oileo lo reconoció y le hizo saber a Ayax de Telamón, que habían recibido la ayuda de un dios del Olimpo.
Así, el dios del mar, que ayudó a edificar la muralla de Troya junto a Apolo, cambió su apoyo a los aqueos. La balanza se equilibra.

Canto 13 #Iliada
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Día 73: Ayax Telamonio también se dio cuenta del respaldo del dios y sintió que su valor se incrementaba, "mi fuerza aumenta y mis pies saltan, y deseo pelear yo solo con Héctor, cuyo furor es insaciable".
Poseidón aún en la tierra seguía dando ánimos a los otros aqueos de las últimas filas. Estaban cansados pero el respaldo del dios les dio fuerzas adicionales. 
Héctor y los teucros seguían avanzando hasta las densas falanges, donde se detuvieron luego de un violento choque. Los aqueos resistían renovados. Pero Héctor le decía a sus hombres que siguieran porque los aqueos no aguantarían mucho y él tenía el apoyo de Zeus.
Siguen las muertes de lado y lado y la enumeración con detalles de los caídos. Lanzas, armaduras, cuerpos volando, cascos robados, despojo de armas a los muertos. Sangre y arena. "le separó la cabeza del tierno cuello y la hizo rodar por entre la turba, cual si fuese una bola, hasta que cayó en el polvo a los pies de Héctor".
Poseidón se enojó por la muerte de su nieto y volvió a reanimar a los aqueos. Se dirigió a Idomeneo, famoso por su lanza y le dijo: "¡Idomeneo, príncipe de los cretenses! ¿Qué se hicieron las amenazas que los aqueos hacían los teucros?

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Día 74: Idomeneo respondió a Poseidón que no se podía culpar a los hombres que habían luchado. Y que Zeus inclinaba la balanza a favor del enemigo. Pero pidió al dios del mar que siguiese animando a los demás varones. "Toma las armas y ven a mi lado; apresurémonos por si, a pesar de estar solos, podemos hacer algo provechoso. Nace una fuerza de la unión de los hombres, aunque sean débiles y nosotros somos capaces de luchar con los valientes".
Idomeneo se equipó y revestido de valor fue con Meriones a la batalla, armados de luciente bronce. Ajax y Teucro defendían las naves, y con ellos bastaba para detener a Héctor. A no ser que el mismo Zeus enviase un rayo a las naves. Y el otro Ajax, fuerte guerrero, no abandonaría el combate ni aunque tuviese enfrente al poderoso Aquiles, quien no tiene ningún rival.
"Como aparecen de repente las tempestades, suscitadas por los sonoros vientos un día en que los caminos están llenos de polvo y se levanta una gran nube del mismo; así entonces unos y otros vinieron a las manos, deseando en su corazón matarse recíprocamente con el agudo bronce por entre la turba". Siguió la terrible batalla.
Los dos hijos de Cronos, Zeus y Poseidón habían tomado partidos. Zeus, quería el triunfo de Héctor y los troyanos para glorificar a Aquiles, insultado por los aqueos, y hasta ahora ausente en la batalla. Sólo le interesaba complace a la diosa Tetis y su hijo Aquiles. En cambio Poseidón, animaba a los aqueos porque le afligía su sufrimiento por el acoso de los teucros, y el apoyo de su hermano Zeus.
"Igual era el origen de ambas deidades y una misma prosapia, pero Zeus había nacido primero y sabía más; por eso Poseidón evitaba socorrer abiertamente a aquéllos, y, transfigurado en hombre, discurría, sin darse a conocer por el ejército y le amonestaba". Los otros dioses se inclinaban a favor de uno y otro, "y tendían sobre ellos una cadena inquebrantable e indisoluble que a muchos les quebró las rodillas".

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Día 75: Idomeneo aprovechó el valor de los aqueos y volvió a arremeter contra los troyanos. Mató a Otrioneo, y como siempre se hace una revisión de la vida del fallecido y se describe la forma de la muerte. 
Siguieron Antíloco, y Deífobo, que intentó lastimar a Idomeneo. Pero el héroe aqueo seguía revestido de valor, sumiendo a teucros en la tenebrosa noche.
Siguen los heridos y los muertos, y los dioses de vez en cuando actuando desde la lejanía, cuando sus favoritos se encontraban en riesgo.
"Allí, pues, se hundió la lanza, y Adamante, cayendo encima de ella, se agitaba como un buey a quien los pastores han atado en el monte con recias cuerdas y llevan contra su voluntad; así aquél, a sentirse herido, se agitó algún tiempo, que no fue de larga duración porque Meriones se le acercó, arrancóle la lanza del cuerpo, y las tinieblas velaron los ojos del guerrero".
Menelao fue atacado varias veces, pero las flechas eran rechazadas antes de impactarle. Pero Melenao si hirió de gravedad a Héleno. También Pisandro intentó atacar a Menelao y se fundieron en un combate de golpes que venían e iban. La muerte siempre acechando. Finalmente Menelao hundió su espada en la frente del teucro, encima de la nariz: "crujieron los huesos, y los ojos, ensangrentados, cayeron en el polvo, a los pies del guerrero, que se encorvó y vino a tierra".

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Día 76: "No os basta haberme inferido una vergonzosa afrenta, infames perros, sin que vuestro corazón temiera la ira terrible del tonante Zeus hospitalario, que algún día destruirá vuestra ciudad excelsa".
Decía Menelao, quejándose también de que hayan llevado sus riquezas y a su propia esposa, Helena. Y ahora querían arrojar fuego a las naves y matar a los héroes aqueos.
"¡Padre Zeus! Dicen que superas en inteligencia a los demás dioses y hombres y todo esto procede de ti. ¿Cómo favoreces a los teucros, a esos hombres insolentes, de espíritu siempre perverso, y que nunca se pueden hartar de la guerra, a todos tan funesta?". Dice Menelao al padre de los dioses, quien da su discurso con la espada aún dentro del enemigo. Pero sólo una pausa. La batalla siguió.
A Menelao le llegó enseguida otro teucro, Harpalión, hijo de Pilémenes... Y Homero le augura su destino en las primeras líneas: "que fue a Troya con su padre a combatir y no había de volver a la patria tierra".
Menelao lo combatió pero Meriones le asestó con el arco y la saeta atravesó su nalga derecha, atravesando la vejiga por debajo del hueso y saliendo del otro lado. Otro muerto. El padre lloraba a lo lejos. Paris enojado por esa muerte. Era su huésped. Empezó a lanzar flechas.
Los aqueos empezaron a ganar la batalla. Zeus ignoraba lo que pasaba, por andar viendo otras tierras, mientras Poseidón seguía apoyando a los aqueos.

Canto 13 #Iliada
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Día 77: Los teucros retrocedían por la defensa de los aqueos a las naves. El siempre buen consejero Polidamante se acercó a Héctor para darle a conocer la situación.
"¡Héctor! Eres reacio en seguir los pareceres ajenos. Porque un dios te ha dado esa superioridad en las cosas de la guerra, ¿crees que aventajas a los demás en prudencia? No es posible que tú solo lo reunas todo. La divinidad a uno le concede que sobresalga en las acciones bélicas, a otro en la danza, al de más allá en la cítara y el canto". Y dijo además que Zeus daba la prudencia y valentía a algunos hombres para salvar ciudades y apreciaba a esos héroes. Le da a conocer la situación de retirada de algunos teucros, y propone convocar al ágora para escoger a los más valientes y decidir si atacaban las naves o se alejaban antes de salir heridos. Porque en las naves estaba Aquiles, quien no se abtrendría de combatir.
Héctor lo escuchó y ordenó reunir a los más valientes caudillos.
Héctor vio a su hermano Paris, que sólo animaba a los guerreros y le regañó. Paris se defendió diciendo que había colaborado en la defensa. Entonces se reunieron todos los héroes troyanos para deliberar.
Los aqueos observaban que retrocedían. "Movían por su parte gran alboroto y, sin olvidarse de su valor, aguardaban la acometida de los más valientes teucros. Y el estruendo que producían ambos ejércitos llegaba al éter y a la morada resplandeciente de Zeus".

Fin Canto 13.
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Canto 14


Día 78: Inicio del Canto 14: Engaño de Zeus.
El sabio Néstor salió de su tienda y se encontró con un vergonzoso espectáculo: los aqueos eran nuevamente derrotados por los feroces teucros y la gran muralla aquea estaba destruida. Los altos mandos aqueos se resguardaban bajo un muro delante de las popas de las cóncavas naves, que aún resistían. Veían la batalla.
El rey Agamenón, que miraba llegar a Néstor, le manifestó su preocupación por Héctor, y que cumpliese su promesa de quemar las naves. Néstor le dijo que había que aceptar los hechos y no recriminara a los aqueos, que debían estar confusos en la batalla y puestos desorden con muertes y gritos alrededor. Propuso deliberar sobre lo que podría ocurrir.
Agamenón decía que el foso y el muro habían sido inútiles. Y Zeus debía estar contento. Propuso entonces arrastrar las naves más cerca de la orilla, y sacarlas al mar divino hasta que llegara la noche inmortal, y si los teucros resisten a combatir, podrían huir. "No es represible evitar una desgracia, aunque sea durante la noche. Mejor es librarse huyendo, que dejarse coger".
Odiseo lo escuchó e inmediatamente le recriminó la cobardía.

Canto 14 #Iliada
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Día 79: Odiseo/Ulises recriminó la cobardía de la propuesta del rey Agamenón. "Debieras estar al frente de un ejército de cobardes y no mandarnos a nosotros, a quienes Zeus concedió llevar a cabo arriesgadas empresas bélicas desde la juventud a la vejez, hasta que perezcamos. ¿Quieres que dejemos la ciudad troyana de anchas calles, después que hemos padecido por ella tantas fatigas?". Y siguió su discurso contra el abandono en las naves en medio de la batalla.
Agamenón abatido aceptó las críticas. Y dijo que ojalá alguien, joven o viejo, propusiera algo mejor, porque él escucharía encantado. El que habló fue el valiente Diomedes. Propuso regresar a batalla, no sin antes mencionar su linaje de valientes ancestros, animar a los demás y persistir.
Todos estuvieron de acuerdo y regresaron a la batalla. El dios Poseidón, que seguía transfigurado en forma de un anciano, se acercó a Agamenón y le dio más ánimos y lo llenó de valor. No sólo a Agamenón sino que infundió valor en el corazón de todos los aqueos para que lucharan y combatieran sin descanso.
La diosa Hera miraba desde el Olimpo y reconoció a su hermano y cuñado Poseidón, y se alegró secretamente de su trabajo con los aqueos. Vio que Zeus estaba sentando en la cumbre del monte Ida, entonces pensó una forma de engañarlo y distraerlo. "Al final parecióle que la mejor resolución sería ataviarse bien y encaminarse al Ida, por si Zeus, abrasándose en amor, quería dormir a su lado y ella lograba derramar dulce y placentero sueño sobre los párpados y el prudente espíritu del dios". Fue a arreglarse y llenarse de perfumes, ambrosía y aceite craso, divino, suave y tan oloroso que, al moverlo en el palacio de Zeus, erigido sobre bronce, su fragancia se difundió por el cielo y la tierra". Luego de arreglarse y vestirse con tanto detalle llamó a Afrodita.
"¿Querrás complacerme, hija querida, en lo que yo te diga, o te negarás, irritada en tu ánimo, porque yo protejo a los dánaos y tú a los teucros?"

Canto 14 #Iliada
#Homero2019


Día 80: Hera le pidió a Afrodita el amor y el deseo, diciendo que eran para Océano y Tetis, en muestra de agradecimiento, ya que debido a la cólera se habían privado del amor.
"No es posible ni sería conveniente negarte lo que pides, pues duermes en los brazos del poderosísimo Zeus".
Afrodita le dio un cinto bordado, donde se encontraban todos los encantos: el amor, el deseo, las amorosas plásticas y el lenguaje seductor. Le dijo que lo guardara en su seno y no volvería sin haber logrado lo que su corazón deseaba. Luego Hera bajó a Lemnos, donde encontró con el Sueño, hermano de la muerte. Le pidió que durmiese a Zeus, luego de que vencido por el amor se acostase con ella. Le prometió sendos presentes. Sueño se negó, recordando lo que había pasado en una ocasión anterior y similar con Hércules. Hera le dijo que los teucros no le eran tan valiosos como su hijo Hércules. Pero le prometió también una de las Gracias como esposa. La más joven, Pasitea. Hera juró por los Titanes que cumpliría.
El Sueño acompañó a Hera y se ubicó cerca donde Zeus no lo viera. Y Hera fue directo donde él, le dijo que iba a bajar a la tierra a visitar a Océano y Tetis. "¡Hera! Allá se puede ir más tarde. Ea, acostémonos y gocemos del amor. Jamás la pasión por una diosa o por una mujer se difundió por mi pecho, ni me avasalló como ahora".
Zeus recuerda a varias de sus amantes, diciendo que nunca se sintió tan enamorado como ese momento. Diosas, mortales, le faltaron los hombres y jóvenes mortales. Hera se muestra sorprendida ante tal petición y se muestra apenada de que los vean los otros dioses al quedar tan expuestos sobre el monte Ida. Propuso que fueran al Olimpo pero Zeus, ansioso le dijo que lo hicieran allí y que él la cubriría con una nube dorada impenetrable.
"El hijo de Cronos estrechó en sus brazos a la esposa. La divina tierra produjo verde hierba, loto fresco, azafrán y jacinto espeso y tierno para levantarlos del suelo". La nube dorada los cubría, de donde caían lucientes gotas de rocío. El Sueño hizo su trabajo. Zeus dormía vencido por el sueño y el amor, abrazado a su esposa. El Sueño bajó a la tierra a dar a Poseidón la noticia. Y que apoyara sin miedo a los aqueos.

Canto 14 #Iliada
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Día 81: "¡Poseidón! Socorre pronto a los dánaos y dales gloria, aunque sea breve, mientras duerme Zeus, a quien he sumido en dulce letargo, después que Hera, engañándole, logró que se acostara para gozar del amor", dijo el Sueño al dios de los océanos.
Poseidón fue inmediatamente donde los hombres aqueos, animando a cada uno de ellos a armarse y cubrirse bien para acabar con Héctor y los teucros. "Yo iré adelante, y no creo que Héctor Priámida, por enardecido que esté, se atreva a esperarnos".
Todos hicieron caso, incluidos Odiseo Y Agamenón. Poseidón les dijo que Aquiles no les haría falta.
"Procedíales Poseidón, que sacude la tierra, llevando en la robusta mano una espada terrible, larga y puntiaguda, que parecía un relámpago; y a nadie le era posible luchar con el dios en el funesto combate, porque el temor se lo impedía a todos".
Así la batalla se reanudó con furia. "El mar, agitado, llegó hasta las tiendas y naves de los argivos, y los combatientes se embistieron con gran alboroto".

Canto 14 #Iliada
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Día 82: Héctor fue el primero en atacar y lanzar su lanza a Ayax, que no logró a herirlo mortalmente. Al ver que había errado Héctor se refugió entre sus hombres evitando la muerte. Ayax al verlo escapar le lanzó una piedra que lo hizo caer.
Al caer, los aqueos intentaron arrastrar a Héctor hacia su lado y capturarlo, pero no pudieron porque los más valientes teucros lo rodearon: Polidamante, Eneas, Agenor, Carpedón, Glauco, etc. Quienes lo pusieron a salvo y lo llevaron a la ciudad.
Al ver que Héctor se había retirado los aqueos arremetieron con más fuerza. Ayax atacó a Polidamante, que esquivó varias de sus lanzas. Con igual suerte no contó Arquéloco, "a quien los dioses habían destinado a morir". "La lanza se clavó en la unión de la cabeza con el cuello, en la extremidad de la vértebra, y cortó ambos ligamentos: cayó el guerrero, y cabeza, boca y narices llegaron al suelo antes que las piernas y las rodillas".
Homero sigue con sus detalladas y poéticas descripciones, y clases de anatomía. Ayax amenazaba de lejos a Polidamante.

Canto 14 #Iliada
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Día 83: Ajax amenaza a Polidamante: “Reflexiona, oh Polidamante, y dime sinceramente: ¿la muerte de ese hombre no compensa la de Protoenor? No parece vil, ni de viles nacido, sino hermano o hijo de Antenor, domador de caballos, pues tiene el mismo aire de familia”. 
Los teucros lamentaron la muerte de Arquéloco, alcanzado por la lanza de Ajax que iba hacia Polidamante. Acamante, hermano del fallecido, protegió su cadáver, y gritó hacia los aqueos que sólo con el arco sabían combatir, y no se cansaban de lanzar amenazas. Mató a Prómaco, que intentaba llevarse el cadáver de su hermano. Y dijo a los aqueos: “Mirad a Prómaco, que yace en el suelo, vencido por mi lanza, para que la venganza por la muerte de un hermano no sufra dilación. Por esto el hombre que es víctima de alguna desgracia, anhela dejar un hermano que pueda vengarle”. 
Penéleo reaccionó y arremetió contra Acamante, y se llevó por el camino a Ilineo, “su lanza, penetrando por debajo de una ceja, le arrancó la pupila, le atravesó el ojo y salió por la nuca, y el guerrero se vino al suelo con los brazos abiertos”. Penéleo alzó la lanza, aún con la cabeza en ella, y se las mostró triunfante a los teucros.
“Teucros, decid en mi nombre a los padres del ilustre Ilineo que le lloren en su palacio; ya que tampoco la esposa de Prómaco recibirá con alegre rostro a su marido cuando, embarcándonos, nos vayamos de Troya los aqueos”.
Con ese ir y venir de muertes y venganzas súbitas, todos estaban atemorizados y empezaron a huir para evitar la muerte. 
Homero toma la voz de la narración y habla a las Musas: “Decidme ahora, Musas que poseéis olímpicos palacios, cuál fue el primer aqueo que alzó del suelo cruentos despojos, cuando el ilustre Poseidón, que bate la tierra, inclinó el combate a favor de los aqueos”.
Y se empiezan a enumerar las víctimas teucras de los aqueos renovados. 

Fin Canto 14. 
Canto 14 #Iliada
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Canto 15


Día 84: Inicia el Canto 15: Nueva ofensiva desde las naves.
Los teucros huían, atravesando el foso y llegando nuevamente a donde habían dejado los corceles. 
Finalmente Zeus despertó en el monte Ida junto a Hera. Cuando vio a la tierra, vio a los teucros perseguidos y huyendo, a Poseidón en la cabeza, y a Héctor tendido vomitando sangre. Zeus sintió compasión por Héctor y los troyanos y miró con ira a Hera.
"Tu engaño, Hera maléfica e incorregible, ha hecho que Héctor dejara de combatir y que sus tropas se dieran a la fuga". Se preguntó si azotarla y le recordó la vez pasada que la había castigado y colgado en lo alto del Olimpo a vista de los otros dioses. Y le recordó la vez que arrojó a su hijo Hércules al mar. "Te lo recuerdo para que pongas fin a tus engaños y sepas si te será provechoso haber venido de la mansión de los dioses a burlarme con los goces del amor".
Hera dijo que Poseidón no siguió sus órdenes. Sino que actuó bajo su misma voluntad, al compadecerse de los pobres aqueos. Y dijo que recomendaría a Poseidón obedecerle. Zeus le creyó a medias pero le dijo que fuese a buscar a Iris y Apolo para que detuviesen a Poseidón y le ordenaran dejar de luchar. Y que a la vez, Apolo incite a Héctor a volver a luchar. Y sigue con su profesía: "los aqueos llegarán en cobarde fuga nuevamente a las naves de Aquiles. Este enviará a la lid a su compañero Patroclo, que morirá, herido por la lanza de Héctor, luego de quitar la vida a muchos jóvenes, entre ellos a Sarpedón, mi hijo".
Y sentenció que herido por la muerte de Patroclo, el divino Aquiles matará a Héctor. "Desde aquel instante haré que los teucros sean perseguidos continuamente desde las naves, hasta que los aqueos tomen la excelsa Ilión". Y remató: "Y no cesará mi enojo, ni dejaré que ningún inmortal socorra a los dánaos, mientras no se cumpla el voto del Pelida (Aquiles), como lo prometí, asintiendo con la cabeza, el día que la diosa Tetis abrazó mis rodillas y me suplicó que honrase a Aquiles, asolador de ciudades".
Dicho esto. El destino empezó a correr.

Canto 15 #Iliada
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Día 85: Hera obedeció y fue al Olimpo a buscar a Apolo e Iris. Estaba aún impactada por las palabras y la visión de Zeus del futuro de la guerra. Cuando llegó al Olimpo, los otros inmortales la esperaban ansiosos. Hera le dijo a Temis que presidiera el banquete y dijo que nadie se regocijaría en el almo por más alegre que estuviese el banquete.
Anunció las malas noticias para todos. La desgracia de Ares por la muerte de Ascálafo, su hijo, en batalla. Ares dijo que iría a luchar por los aqueos para vengarse, aunque le cayera un rayo de Zeus, "dejándome tendido con los muertos, entre sangre y polvo".
Ares fue a alistarse pero Atenea lo detuvo. "¡Loco, insensato! ¿Quieres perecer? En vano tienes oídos para oír, o has perdido la razón y la vergüenza. ¿No oyes lo que dice Hera, la diosa de los níveos brazos, que acaba de ver a Zeus olímpico?". Le dijo que si desobedecía Zeus dejaría a sus suertes a los aqueos y teucros y subiría a ajustar cuentas con ellos. "Por esta razón te exhorto a templar tu enojo por la muerte del hijo. Algún otro superior a él en valor y fuerza ha muerto o morirá, porque es difícil conservar todas las familias de los hombres y salvar a todos los individuos".
Ares obedeció a su hermana. Y Hera llamó a Apolo e Iris para dar la orden de Zeus de ir a aplacar a Poseidón a la tierra. Zeus le dijo a Iris que fuese a dar su mensaje a su hermano Poseidón. Y si no quería obedecer que reflexionara en su mente y su corazón, que aunque sea poderoso, él lo aventajaba en fuerza y edad. Iris obedeció inmediatamente.
Poseidón indignado le dijo que "tres hermanos somos hijos de Cronos, a quien Rea dio a luz: Zeus, yo y el tercero Hades, que reina en los infiernos. Todas las cosas se agruparon en tres porciones, y a cada uno se le dio el mismo honor". Dijo que él tenía dominio del mar, a Hades las tinieblas sombrías y a Zeus el cielo en medio del éter y las nubes; pero la tierra y el alto Olimpo son de todos. Por lo tanto desobedeció a la orden de Zeus y le mandó a decir "Mejor fuera con esas vehementes palabras a reñir a sus hijos e hijas que engendró, pues éstos tendrían que obedecer necesariamente lo que les ordene".
Iris fue a llevarle la respuesta a Zeus.

Canto 15 #Iliada
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Día 86: Iris dudó antes de ir a llevarle la respuesta tan dura de Poseidón a Zeus, y le preguntó si no quería cambiarla, y recordara que las Erinies siempre se declaraban por los de mayor edad. Iris menciona a las Erinies, que en la mitología romana son las mismas Furias, diosas de la venganza. Poseidón reflexionó y dijo que cedería, aunque estaba irritado. Pero dijo que si impidiere la victoria de los argivos, su ira y la de los otros dioses sería implacable. Poseidón apenas terminó se sumergió en el mar y desamparó a los aqueos.
Zeus satisfecho envío a Apolo a buscar a Héctor, y le dijo que con la égida floqueada espantara a los aqueos y le infundiese valor a Héctor hasta que arrinconara a los aqueos nuevamente en las naves. "Entonces pensaré lo que fuere conveniente hacer o decir para que los aqueos respiren de sus cuitas".
Zeus sigue moviendo las piezas para que se cumpla su ya revelado augurio.
Apolo habla con Héctor y le anima a retomar la batalla. "Ordena a tus caudillos que guíen los veloces caballos hacia las cóncavas naves; y yo, marchando en su frente, allanaré el camino a los corceles y pondré en fuga a los héroes aqueos".
Los troyanos se prepararon nuevamente. Iban siguiendo a Héctor. Y delante de éste, Apolo, cubierto por una nube, con la égida impetuosa, terrible, hirsuta, magnífica, que Hefesto diera a Zeus para que llevándola amedrentara a los hombres. Apolo guiaba a las tropas.

Canto 15 #Iliada
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Día 87: El nuevo round de la batalla no dio espera. Las flechas y las lanzas iban de un lado para otro, "de las cuales unas pocas se hundían en el cuerpo de los jóvenes poseídos de marcial furor, y las demás clavábanse en el suelo, entre los dos campos, antes de llegar a la blanca carne de que estaban codiciosos".
Apolo adelante intimidaba a los aqueos. Infundió terror y dio la gloria a Héctor y a los teucros. Y como ya estamos acostumbrados cuando un bando va ganando o tiene superioridad, Homero inicia el conteo de bajas de aqueos, con nombre, historia y forma de muerte. Nombra las bajas en manos de Héctor, las de Eneas, Polidamante, Polites y hasta Paris.
Los aqueos huían hacia el foso y hacia las naves. Acorralados. Como Zeus había predicho. Héctor ordenó seguir adelante. Apolo iba limpiando el camino, también orientaba las flechas de los teucros para que fueran letales y finalmente derrumba el muro de protección de los aqueos. Sin el menor esfuerzo. Los aqueos llegaron a sus naves para protegerse y empezaban a pedir ayuda a los dioses. El sabio Néstor pidió a Zeus. "oh Olímpico, aparta de nosotros el día funesto, y no permitas que los aqueos sucumban a manos de los teucros". Zeus escuchó al anciano y se escuchó tronar en el cielo. Los troyanos tomaron el trueno de Zeus como una fuerza adicional para seguir arremetiendo contra los aqueos, ya en las naves y defendiéndose con pértiga largas de punta de bronce.
Mientras tanto, Patroclo se encontraba en la tienda de Eurípilo recuperándose de las heridas. Desesperado por el asalto inminente de los troyanos, dijo que tenía que ir a convencer a Aquiles de pelear. "¿Quién sabe si con la ayuda de algún dios conmoveré su ánimo? Gran fuerza tiene la exhortación de un compañero". Dijo, y salió.

Canto 15 #Iliada
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Día 88: Patroclo salió en busca de Aquiles. Y mientras los aqueos trataban de soportar con lo que podían la acometida de los teucros. Héctor luchó con Ayax por una de las naves, pero no lograban herirse de forma mortal. Pero Ayax logró impactar con la lanza a Cáletor, primo de Héctor.
Héctor dijo inmediatamente que protegieran su cuerpo para que los aqueos no lo despojaran de sus armas. Héctor hizo otro ataque, que terminó hiriendo a Licofrón, escudero de Ajax, quien enojado pidió a Teucro las mortíferas flechas y el arco que le había dado Febo Apolo. Con esas flechas empezó a matar teucros, y se van nombrando. Finalmente Teucro pensó impactar una contra Héctor, "y si hubiese conseguido herirle y quitarle la vida mientras peleaba valerosamente, con ello diera fin al combate que junto a las naves aqueas se sostenía". Pero Zeus se dio cienta y volvió a salvar la vida de Héctor. Ese no era el plan de su destino. Zeus hizo que el arco se rompiese en manos de Teucro hiriendo al mismo ejecutor.
Héctor se dio cuenta de la intervención de Zeus y animó a los teucros a arremeter con más fuerza. "El influjo de Zeus lo reconocen fácilmente, así lo que del dios reciben excelsa gloria, como no aquellos a quienes abate y no quiere socorrer: ahora debilita el valor de los argivos y nos favorece a nosotros". Por el otro lado, Ayax también anima a los aqueos a persistir, "¡Qué vergüenza, argivos! Ya llegó el momento de morir o de salvarse rechazando de las naves a los teucros. ¿Esperáis acaso volver a pie a la patria tierra, si Héctor, el de tremolante casco, toma los bajeles?... No hay mejor pensamiento o consejo para nosotros que éste: combatir cuerpo a cuerpo y valerosamente con el enemigo".
Luego de sus respectivos discursos, siguió la carnicería.

Canto 15 #Iliada
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Día 89: Inicia otro recuento de muertes de parte y parte. Héctor a Esquidio, Ayax a Laodamante, Polidamante a Oto de Cilene, etc etc. Héctor animada y reñía especialmente con Melanipo y lo invitó a subir más adelante a combatir a los aqueos.
Por su lado Ayax decía a sus hombres, "¡Oh amigos! ¡Sed hombres, mostrad que tenéis un corazón pundoroso, y avergonzaos de parecer cobardes en el duro combate! De los que sienten este temor, son más los que se salvan que los que mueren; los que huyen no alcanzan gloria ni socorro alguno".
Se animó Antíloco y también subió con su agilidad al frente de la batalla. Algunos huyeron al verlo, y logró herir al pobre Melanipo que acababa de entrar. Antíloco intentó robar la armadura pero huyó cuando Héctor se le acercaba amenazante.
Zeus solamente esperaba. Apenas la primera nave fuese encendida haría que los teucros fuesen perseguidos desde las naves y daría gloria a los dánaos. Zeus protegía a Héctor de todo, y Atenea solo esperaba el día ya anunciado en que caería a manos de Aquiles.
Los teucros ya habían llegado a las naves y los aqueos estaban asustados. Ayax dejó la cubierta de la nave pero dio último ánimo a sus hombres, y corrió como su lanza a enfrentar también a los teucros. Cuando quisieron llevar fuego a las naves, Ayax los hirió a todos. Y la agonía se extendía. El destino se alargaba.

Fin Canto 15
Canto 15 #Iliada
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Canto 16


Día 90: Inicio del Canto 16: Patroclea.
Patroclo llega a donde Aquiles llorando, "derramando ardientes lágrimas como fuente profunda que vierte sus aguas sombrías por escarpada roca".
Aquiles se sintió compasión por su amado amigo y le preguntó la razón de su sufrimiento. Y se aventuró a adivinar la causa. ¿Algo sobre Menetio? ¿Peleó Eácida? Que son las únicas muertes que realmente les afligirían. "¿O lloras, quizá, porque los argivos perecen, cerca de las cóncavas naves, por la injusticia que cometieron? Habla, no me ocultes lo que piensas".
Patroclo le cuenta la difícil situación. Los más valientes estaban heridos en las naves, Diomedes y Odiseo (Ulises). También Agamenón. Y le dice que es hora de ayudar a aqueos, "jamás se apodere de mí el rencor como el que guardas". Le reprocha su pasividad y le dice que si se abstiene de pelear por algún vaticinio de su madre, avisada por Zeus, que al menos le permitiese a él luchar con su armadura. "Por si llego a ser la aurora de salvación de los dánaos". Que le prestase su armadura para que los teucros lo confundiesen con él y cesaran de luchar, al menos en una breve tregua. Patroclo le propone el plan que le había dado fue hábilmente el sabio Néstor.
Aquiles le dice que no se abstiene por ningún vaticinio sino por la cólera que le da que un hombre poderoso quiera privar a su igual de lo que le corresponde y le quita su recompensa. En referencia al desagravio del rey Agamenón. Pero le da permiso a Patroclo para que tome su armadura y se muestre en el campo de batalla y espantar a los troyanos. Aquiles le advierte que solo se muestre y que no se le ocurra luchar sin él a su lado, aunque Zeus le dé gloria y valor. "Retrocede tan pronto como hayas hecho brillar la luz de salvación en las naves, y deja que sigan peleando en la llanura".

Canto 16 #Iliada
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Día 91: Mientras Aquiles hablaba con Patroclo y lo alistaba con su armadura. #Ajax (que ayer eliminó a la Juve) ya casi no resistía los embates de los teucros y Zeus. "Estaba abrumado por continuo y fatigoso jadeo, abundante sudor manaba de todos sus miembros y apenas podía respirar: por todas partes, a una desgracia sucedía otra".
Homero vuelve a interrumpir la narración e invocar a las Musas: "Decidme, Musas, que poseéis olímpicos palacios, cómo por vez primera cayó el fuego en las naves aqueas".
Héctor alcanzó a #Ajax y lucharon, pero éste último reconoció en su espíritu irreprensible la intervención de los dioses. Sentía que Héctor luchaba con una fuerza adicional. Zeus frustraba todos los medios de combate y quería dar la victoria a los teucros. "Los teucros arrojaron fuego voraz a la velera nave, y pronto se extendió".
Aquiles alcanzó a ver el fuego y apresuró a Patroclo para que saliera con su armadura. Patroclo se vistió de la armadura del amado Aquiles, y llevó dos de sus lanzas, menos una, tan pesada, que sólo Aquiles podía manejar. Patroclo se alistaba para salir y Aquiles animaba a los suyos a luchar. Nos cuentan luego sobre las 50 naves que Aquiles lideró y condujo a Ilión. Los jefes que nombró y su tripulación. Empieza otra descripción mini catálogo. Y las historias dentro de cada nave y sus tripulantes.

Canto 16 #Iliada
#Homero2019


Día 92: Aquiles siguió animando a los Mirmidones, a los hombres de las naves a defenderlas y luchar con los teucros. Mientras Patroclo y Automedontes iban a la cabeza, el primero con la armadura del hijo de Peleo. Aquiles oraba a Zeus para el éxito de su estrategia. Sin saber que Zeus ya tenía todo decidido.
Zeus escuchó a Aquiles, le concedió que la batalla se retirara de las naves pero le negó lo que ya sabemos, que regresara a salvo.
Patroclo metido en su papel de Aquiles animaba a los hombres también a luchar y a honrar al mejor y más valiente de los aqueos, su amado Aquiles.
Cuando los teucros vieron la armadura de Aquiles, se asustaron. Significaba que el Pelida había abandonado su cólera. "Y cada uno miraba a dónde podría huir para librarse de una muerte terrible". Patroclo tiró su lanza e impactó a Pirecmes. Todo se volvió caos. Los teucros empezaron a huir. Mientras los aqueos ya empezaba a dispersarse en las naves. Algunos teucros resistían en unas naves. Por lo que sigue otro catálogo y descripción de muertes.
Cada dánao mató a un teucro. #Ajax quería impactar a Héctor desde la distancia con su lanza pero se protegía bien y Zeus también lo guardaba. Los aqueos liderados por Patroclo seguían la lucha y volvieron a llevar a los teucros hasta el foso, nuevamente lejos de las naves. Patroclo vio a Héctor y sintió deseos de herirle.
"Como en el otoño descarga una tempestad sobre la negra tierra, cuando Zeus envía violenta lluvia, irritado contra los hombres que en el foso dan sentencias inicuas y echan a la justicia, no temiendo la venganza de los dioses; y todos los ríos salen de madre y los torrentes cortan muchas colinas, braman al correr desde lo alto de las montañas al mar purpúreo y destruyen las labores del campo; de semejante modo corrían las yeguas troyanas, dando lastimeros relinchos".

Canto 16 #Iliada
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Día 93: Patroclo animado siguió en la batalla, buscando venganza por la muerte de los suyos. Mata a varios: Prónoo, Téstor, Erilao, Erimante, Anfótero, Epaltes, Tlepólemo, Equio, Piris, Ifeo, Evipo y Polimelo. Sarpedón al darse cuenta decidió ir a enfrentar al hombre que mataba a sus compañeros.
Zeus alarmado por lo que sucedía dijo a Hera: "¡Ay de mí! La parca dispone que Sarpedón, a quien amo sobre todos los hombres, sea muerto por Patroclo. Entre dos propósitos vacila en mi pecho el corazón". Salvarlo de la batalla o dejar que sucumbiera. Hasta el mismo Zeus no podía prever algunos detalles del destino.
Hera, sabia y también jugando con sus intereses le dijo que no estaba bien salvarlo nuevamente de otra muerte. Y que si lo sacaba, más dioses querrían sacar a sus hijos. Le recomendó que lo dejara morir. Zeus en esta ocasión, obedeció a su esposa. Hizo caer algunas gotas sobre la tierra para honrar a su hijo. Y siguió el enfrentamiento entre Sarpedón y Patroclo, que ya sabemos como terminaría. Glauco sufrió al ver a Sarpedón morir y alzó una petición a Apolo.

Canto 16 #Iliada
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Día 94: Glauco lamentó la muerte de Sarpedón y pidió a Apolo que sanará sus heridas. "Cúrame, oh soberano, la grave herida, adormece mis dolores y dame fortaleza para que mi voz anime a los licios a combatir y yo mismo luche en defensa del cadáver".
Apolo lo escuchó y cumplió sus peticiones. Lo sanó de los dolores, la sangre y le dio ánimo y valor. Glauco notó su mejoría y enseguida buscó para unirse a los mejores hombres. Llegó donde Polidamante, Eneas y Héctor, diciendo que Sarpedón había muerto y debían proteger su armadura y honor. Mientras que Patroclo animada a los aqueos y pidió a Ajax que tomara el cuerpo de Sarpedón.
Inició así el enfrentamiento por el cuerpo de Sarpedón. Zeus oscureció el campo de batalla para dar más dramatismo. Se describe el sangriento combate con las bajas de ambos lados. Mientras aqueos y teucros luchaban, Zeus observaba todo y se planteaba cómo sería la muerte de Patroclo. "Vacilaba entre sí, en la encarnizada contienda, el esclarecido Héctor debería matar con el bronce a Patroclo sobre Sarpedón, igual a un dios, y quitarle la armadura de los hombros, o convendría extender la pelea".
Comenzó infundiendo timidez a Héctor, que ordenó a algunos teucros que huyeran porque se había dado cuenta de a dónde se inclinaba la balanza de Zeus. Los aqueos finalmente se quedaron con el cuerpo de Sarpedón. Luego Zeus ordenó a Apolo que buscara el cuerpo de su hijo y lo preparara de buena forma para llevar el cuerpo a Licia donde su familia. Apolo obedeció.

Canto 16 #Iliada
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Día 95: Patroclo animaba a los aqueos y a la vez sentía que crecía el valor en él. Zeus alimentó más ese valor en Patroclo para ir orientando su destino. Olvidó la advertencia de Aquiles.
"¿Cuál fue el primero y cuál el último que mataste, oh Patroclo, cuando los dioses te llamaron a la muerte?"
Se enlistan los nombres: Adrasto, Antónoo, Equeclo, Périmo, Mégada, Epístor, Melanipo y otros cuantos. Los aqueos hubiesen tomado Troya con el valor de Patroclo, pero Apolo apoyaba a los teucros con el permiso de Zeus y desviaba sus ataques. Apolo le decía a lo lejos que se alejara que la ciudad de Troya no estaba destinada a ser destruida por él ni por Aquiles.
Patroclo retrocedió ante la amenaza del dios. Apolo se transfiguró en forma de hombre y fue a donde Héctor. Le dijo que no abandonara el combate. Y que guiara los corceles hacia Patroclo y lo matara y Apolo le daría la gloria. Héctor obedeció y se encaminó ante Patroclo, vestido con las armaduras de Aquiles.
Patroclo había herido a Cebríones y fue la excusa, la lucha por su cuerpo, lo que inició su altercado con Héctor.
"Hasta que el sol hubo recorrido la mitad del cielo, los tiros alcanzaban por igual a unos y a otros, y los hombres caían. Cuando aquél se encaminó al ocaso, los aqueos eran vencedores, contra lo dispuesto por el destino". Se quedaron el cadáver y Patroclo siguió presionando. Hasta que el mismo Apolo entró en combate. Ya se veía el fin de Patroclo.
Iba envuelto en una densa nube. Patroclo no lo vio. "le dio un golpe en la espalda y los hombros". Le quitó el casco y lo dejó expuesto. El penacho se manchó de sangre y polvo. Luego siguieron más ataques. Euforbo impactó a Patroclo, quien ya sentido con el golpe de Apolo ya iba retrocediendo para escapar. Héctor vio que se alejaba y lo alcanzó y lo atravesó con su lanza por el vientre. Patroclo cayó y el ejército aqueo se estremeció. Héctor se burlaba de Patroclo y de Aquiles que no logró socorrerlo. Patroclo agonizante le dijo que Zeus y Apolo le dieron la victoria. Y sentenció: "Tampoco tú has de vivir largo tiempo, pues la muerte y la parca cruel se te aceran, y sucumbirás a manos del eximio Aquiles".
"Apenas acabó de hablar, la muerte le cubrió con su manto: el alma voló de los miembros y descendió al Hades, llorando su suerte porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven".
A Héctor no le gustó su augurio y dijo que quizás Aquiles moriría primero. Le puso el pie encima y le arrancó la lanza. Luego iba por Automedonte, pero los caballos lograron sacarlo de la batalla. Y así se cumplió el destino.

Fin Canto 16
Canto 16 #Iliada
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Canto 17


Día 96: Inicio del Canto 17: Principalía de Menelao.
Menelao se dio cuenta del asesinato de Patroclo y corrió a proteger su cuerpo. "Como la vaca primeriza da vueltas porque antes ignoraba lo que era el parto, de semejante manera bullía Menelao cerca de Patroclo". Dispuesto a matar al primero que se acercara.
Euforbo se acercó y reclamó el cuerpo de Patroclo para alcanzar la gloria entre los aqueos. Y amenazó a Menelao. "No sea que, hiriéndote, te quite la dulce vida". Menelao respondió con igual firmeza a la amenaza del teucro. "Del mismo modo te quitaré la vida a ti, si osas afrontarme, y te aconsejo que vuelvas a tu ejército y no te pongas delante, pues el necio sólo conoce el mal cuando ya está hecho".
Ocurrió el inevitable enfrentamiento. Menelao no dejaba de orar a Zeus, y con su pica atravesó la parte inferior de la garganta de Euforbo, hasta atravesar el cuello. Así dio muerte al teucro y procedió a quitarle la armadura.

Canto 17 #Iliada
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Día 97: Menelao despojó a Euforbo de su armadura y adquirió gran valor, que nadie se atrevió a salir a su encuentro y disputar contra él. Pero el dios Apolo no lo permitió. Tomó la forma de Mentes, caudillo de los cícones, y fue a hablarle a Héctor e informarle lo que Menelao estaba haciendo, defendiendo el cadáver de Patroclo y despojando de su armadura a Euforbo.
Héctor se acercó con los teucros para impedir que se llevara la armadura y reclamar el cuerpo del Patroclo, al que ya habían despojado de armadura. Los aqueos se prepararon también. Llegó Ajax y otros refuerzos. Al ver a Ajax Héctor retrocedió. Pero Glauco recriminó a Héctor por cobarde y sacó a relucir la ayuda divina de los dioses. "No osaste esperar al magnánimo Ajax, ni resistir su mirada en la lucha, ni combatir con él, porque te aventaja en fortaleza".
Héctor le responde ante su reclamo. "Nunca me espantó la batalla, ni el ruido de los caballos; pero siempre el pensamiento de Zeus, que lleva la égida, es más eficaz que el de los hombres, y el dios pone en fuga el varón esforzado y le quita fácilmente la victoria, aunque él mismo le haya incitado a combatir". Lo invita a revisar lo que ha hecho en batalla, pero dice que el fuego cesa para defender el cadáver de Patroclo.
Animó a los teucros y se vistió de la armadura de Aquiles, que había despojado a Patroclo.

Canto 17 #Iliada
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Día 98: Héctor se vestía con la armadura de Aquiles, despojada a Patroclo. Cuando Zeus se dio cuenta de lo que hacía se alarmó:
"¡Ah, mísero! No piensas en la muerte, que ya se halla cerca de ti, y vistes las armas divinas de un hombre valentísimo a quien todos temen. Has muerto a su amigo, tan bueno como fuerte, y le has quitado ignominiosamente la armadura de la cabeza y de los hombros. Más todavía dejaré que alcances una gran victoria como compensación de que Andrómaca no recibirá de tus manos, volviendo tú del combate, las magníficas armas del Pelión". 
Y bajó sus negras cejas en señal de asentamiento. Así marcaba el destino Zeus.
Héctor se sintió renovado y más fuerte con la armadura de Aquiles, y animó a sus hombres a que arremetieran nuevamente al enemigo. Y prometió al que arrastrase el cuerpo de Patroclo nuevamente a sus manos y se lo quitase a Ajax, la mitad de los despojos. Todos salieron al ataque.
Ajax mató a todo el que se acercara. Pero cuando vio venir la nueva embestida le dijo a Menelao que fuera a buscar refuerzos. Otro cadáver: Menetíada. Por el que lucharon, y Zeus rodeó de espesa niebla para protegerlo. El destino de los cuerpos era ser devorado por perros. Todos los teucros luchaban por el cadáver de Patroclo y Ajax con los aqueos lo defendían. Héctor arrojó la lanza a Ajax, pero impactó a Esquedio en la clavícula, saliendo por el hombro.

Canto 17 #Iliada
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Día 99: Apolo seguía tomando figuras humanas e influyendo en la guerra. Tomó la figura de Perifante y se acercó a Eneas para animarle a continuar en la batalla. Y diciendo que Zeus deseaba que ganaran la batalla. 
Eneas reconoció a Apolo y enseguida fue donde Héctor a decirle que una deidad se había manifestado a decirle que Zeus los apoyará en la batalla para derrotar a los aqueos. Héctor, ya sin la duda de a quien apoyaría Zeus, volvió a centrar las fuerzas en el ataque. Y para no dejar que se llevaran el cuerpo de Patroclo. Nuevamente inicia la carnicería. Lanzas van y vienen con muertos y detalles de los fallecidos. Ajax respondió y dijo que protegieran el cadáver de Patroclo.
"La tierra estaba regada de purpúrea sangre y caían los muertos, unos en pos de otros, muchos troyanos, poderosos auxiliares, y dánaos, pues estos últimos no peleaban sin derramar sangre, aunque parecían en mucho menor número porque cuidaban de defenderse recíprocamente en medio de la turba, para evitar la cruel muerte".
Aquiles ignoraba la muerte de Patroclo porque el enfrentamiento se había alejado de las cóncavas naves. Su madre le había dicho lo que reveló Zeus, pero no le anunció la muerte del compañero a quien más amaba.
Uno de los aqueos propuso entregar el cuerpo de Patroclo, para que los troyanos lo arrastrasen y alcanzaran la gloria. Mientras los troyanos insistían en el cadáver.
"Los corceles de Aquiles lloraban, fuera del campo de batalla, desde que supieron que su auriga había sido postrado en el polvo por Héctor". Automedonte intentó calmarlos y hasta amenazarlos con el látigo para que regresaran. "Como la columna se mantiene firme sobre el túmulo de un varón difunto o de una matrona, tan inmóviles permanecían aquéllos con el magnífico carro. Inclinaban la cabeza al suelo, de sus párpados caían a tierra ardientes lágrimas con que lloraban la pérdida del auriga, y las lozanas crines estaban manchadas y caídas a ambos lados del yugo".

Canto 17 #Iliada
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Día 100: Al ver a los caballos llorar Zeus se compadeció. Y dijo que no permitiría que Héctor los capturara. "¿Por ventura no es bastante que se haya apoderado de las armas y se gloríe de esta manera?". Dio fuerzas a sus rodillas y sus espíritus para que regresaran a las naves aqueas y se fueran con Automedonte. Y se dijo así mismo que daría el triunfo a los teucros, quienes seguirían matando hasta el anochecer.
Automedonte llegó donde Alcimedonte con los corceles. Héctor se dio cuenta y envió a Eneas para encargarse de la situación y atrapar a los caballos. Eneas obedece y va con refuerzos. Los aqueos vieron la intención de Eneas y llamaron a los Ajax y Menelao para ayudar en el combate. "En la mano de los dioses está lo que haya que ocurrir. Yo arrojaré mi lanza, y Zeus se cuidará del resto".
La batalla por los caballos y el cuerpo de Patroclo se volvió a intensificar. La diosa Atenea bajó del Olimpo para ayudar a los aqueos, con la bendición de Zeus, quien ya había cambiado de parecer. La diosa envuelta en una nube animó a los aqueos y les dio valor. Y en forma de Fénix se dirigió a Menelao para animarlo. Entonces Menelao tomó fuerzas y protegió el cuerpo del Patroclo. Por otro lado, Apolo transfigurado también apoyó a Héctor. E incitó a que enfrentara a Menelao. Zeus hizo temblar y tronar la tierra, cubrió de nubes y dio por terminada la jornada dando triunfo a los teucros, que terminaron persiguiendo y masacrando a los aqueos. Idomeneo tomó los corceles y los llevó hasta las cóncavas naves. Los Ajax y Menelao vieron que Zeus inclinaba la balanza a favor del enemigo.

Canto 17 #Iliada
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Día 101: Ajax Telamonio decía desanimado que era evidente que Zeus quería la victoria de los teucros. Los tiros, aunque mal se disparen, siempre aciertan. Zeus los encamina. Y los de ellos caían incluso antes de llegar al objetivo. Pidió que ojalá alguien fuese a avisar a Aquiles que su amado Patroclo había sido asesinado. Pero había espesa niebla. Pidió a Zeus: "!Padre Zeus libra de la espesa niebla a los aqueos, serena el cielo, concede que nuestros ojos vean, y destrúyenos en la luz, ya que así te place!".
Zeus se conmovió y apartó la niebla. La luz iluminó la batalla. Ajax aprovechó y dijo a Menelao que dijera a Antíloco para que fuese a avisar a Aquiles de la muerte de Patroclo. Que ha muerto su compañero más amado. Menelao deja el cuerpo de Patroclo a cuidado de Meriones y los Ajax y va a avisar. Encontró a Antíloco y le dijo que corriera a avisar a Aquiles, para que recogiera y protegiera el cuerpo de Patroclo y recuperara su armadura, en manos de Héctor.
Antíloco lloró pero corrió a avisar a Aquiles. Menelao dijo que igual no creía que Aquiles llegara enseguida, pues no tenía armas ni armadura. Entonces debían seguir protegiendo el cuerpo de Patroclo hasta que Aquiles llegara.
"Como vuela una bandada de estorninos o grajos, dando horribles chillidos cuando ven el gavilán, que trae la muerte a los pajarillos, así entonces los aqueos, perseguidos por Eneas y Héctor, corrían chillando horriblemente y se olvidaban de combatir. Muchas armas hermosas de los dánaos fugitivos cayeron en el foso o en sus orillas, y la batalla continuaba sin intermisión alguna".

Fin Canto 17
Canto 17 #Iliada
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Canto 18


Día 102: Inicio del Canto 18: Fabricación de las armas.
"Mientras los teucros y los aqueos combatían con el ardor de abrasadora llama, Antíloco, mensajero de veloces pies, fue en busca de Aquiles. Hallóle junto a las naves, de altas popas, ya el héroe presentía lo ocurrido".
Encontró a Aquiles preocupado por la situación. Viendo como los aqueos volvían corriendo a las naves. Huyendo. "Temo que los dioses me hayan causado la desgracia cruel para mi corazón, que me anunció mi madre diciendo que el más valioso de los mirmidones dejaría de ver la luz del solo, a manos de los teucros, antes que yo falleciera". Y se lamentaba de haberlo enviado, recordando la advertencia que le había hecho de no hacerse el valiente, ni luchar con Héctor.
Antíloco le dio la noticia y dijo que se encontraban luchando por su cadáver, pues Héctor ya tenía la armadura.
La tristeza embargó al gran Aquiles, quien se mezcló con ceniza y polvo, y se arrancaba los cabellos. Las esclavas de Aquiles y el mismo Antíloco lloraban junto con Aquiles, temerosos de la reacción del héroe. Un horrendo gemido se escuchó en todos lados, hasta donde las ninfas, quienes salieron todas, junto con su madre, a congregarse a su alrededor. Por supuesto, Homero nombra todas las nereidas. La importancia de nombrar.

Canto 18 #Iliada
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Día 103: Tetis se lamentaba ante las otras nereidas. Y en sus palabras menciona el triste destino de Aquiles, que ya no tenía vuelta. Sólo asistió a consolarlo y escuchar sus lamentos.
"¡Hijo! ¿Por qué lloras? ¿Qué pesar te ha llegado al alma? Habla; no me lo ocultes. Zeus ha cumplido lo que tú, levantando las manos, le pediste: que todos los aqueos, privados de ti, fueran acorralados junto a las naves y padecieran vergonzosos desastres".
Aquiles suspirando le dijo que Zeus había cumplido pero qué placer podría encontrar si había muerto Patroclo, su más querido y amado amigo. Y Héctor le había despojado de su armadura y valiosas armas. Y dijo que ojalá ella se hubiese quedado en el mar con las inmortales ninfas, y Peleo, su padre, se hubiese casado con otra mortal. Para no haber nacido. Y que le hará sufrir nuevamente cuando muriese. Porque tendría que matar a Héctor en venganza, y así aceptar su destino de grandeza y pronta muerte.
"Breve será tu existencia, a juzgar por lo que dices; pues la muerte te aguarda así que Héctor perezca", dijo Tetis.
Aquiles se lamenta de haber dejado morir a Patroclo, y de no ayudar a sus hermanos aqueos, estando inútil en las naves. "Iré a buscar a Héctor; y yo recibiré la muerte cuando dispongan Zeus y los demás dioses inmortales", sentenció Aquiles.

Canto 18 #Iliada
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Día 104: Aquiles siguió con su discurso ante su madre y las ninfas, diciendo que ni Hércules pudo escapar de la muerte. "Así yo, si he de tener igual muerte, yaceré en la tumba cuando muera; más ahora ganaré gloriosa fama y haré que algunas de las matronas troyanas o dardianas, de profundo seno, den fuertes suspiros y con ambas manos enjuaguen las lágrimas de sus tiernas mejillas". Y dijo a Tetis que no intentara persuadirle de no luchar.
Tetis estuvo de acuerdo pero dijo que Héctor tenía su armadura y armas, así que le durará algún tiempo su jactancia de triunfo, pero ya la muerte se le avecinaba. Y dijo que esperara que ella le traería la siguiente mañana nueva armadura y armas fabricadas por Hefesto. Así Tetis subió al Olimpo.
Mientras tanto, los teucros rodearon y siguieron persiguiendo a los aqueos. Héctor alcanzó a los custodios del cadáver de Patroclo e intentó arrastrarlo pero los Ajax se lo impidieron, y se enfrascaron en la lucha por el cuerpo.
Iris, enviada por Hera, escondida de Zeus, fue a donde Aquiles para avisarle lo que pasaba. "¡Levántate, Pelida, el más portentoso de los hombres! Ve a defender a Patroclo, por cuyo cuerpo se ha trabado un vivo combate cerca de las naves". Y le contó los detalles y la insistencia de Héctor, de quedarse con el botín de victoria y cortar su cabeza para clavarla en una estaca. "¡Levántate, no yazgas más! ; avergüencese tu corazón de que Patroclo llegue a ser juguete de los perros troyanos, pues será para ti motivo de afrenta que el cadáver recova algún ultraje.
Aquiles preguntó por la deidad que la enviaba. Y respondió que no tenía su armadura y armas, y su madre le dijo que esperara. Y no podía mientras coger la de otro compañero porque se encontraban luchando. Pero Iris le dijo que al menos se dejara ver en la orilla del foso para espantar a los teucros y dar ánimo a los aqueos. Atenea bajó también para ayudarle a cubrirlo.

Canto 18 #Iliada
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Día 105: "Atenea le cubrió los fornidos hombros con la égida floqueada, y además, la divina entre las diosas circundóle la cabeza con áurea nube, en la cual ardía resplandeciente llama".
Así, con ese halo divino Aquiles se desplazó hacia el foso. Atenea llamó la atención de los teucros para que lo viesen y escuchasen con claridad. "Cuando se dejó oír la voz de bronce del héroe, a todos se les conturbó el corazón, y los caballos, de hermosas crines, volvíanse hacia atrás con los carros porque en su ánimo presentían desgracias".
Quedaron impresionados por el fuego en la cabeza del héroe que hacía arder Atenea. Tres veces gritó Aquiles, y 3 veces se turbaron los troyanos y sus ínclitos auxiliares, y doce de los más valientes guerreros murieron atropellados por sus propios carros y heridos por sus propias lanzas.
Los aqueos aprovecharon el caos y miedo provocado por Aquiles y pusieron a salvo el cuerpo de Patroclo. "Los amigos le rodearon llorosos, y con ellos iba Aquiles, derramando ardientes lágrimas, desde que vio al fiel compañero desgarrado por el agudo bronce y tendido en el féretro".
Hera ordenó al sol ocultarse para dar paso a la noche, y una vez puesto, el combate se detuvo y los aqueos tuvieron merecido descanso, como leve alivio. Mientras los troyanos se retiraron y se reunieron, todos temblando porque Aquiles se presentó en la batalla luego de mantenerse alejado tanto tiempo. Polidamante tomó la palabra. Manifestó también su temor, y reconoció la ventaja que tenían sin su presencia. Recomendó aprovechar la tregua nocturna, para volver, defenderse y proteger la ciudad, porque Aquiles no se conformaría con ganar la batalla sino en tomar a la ciudad y sus mujeres. Desde las murallas y las torres atacarían. Héctor tomó la palabra.

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Día 106: Héctor habló tras la propuesta de Polidamante de retirarse a refugiarse a la ciudad. Y se negó rotundamente. "¿Aún no os cansáis de vivir dentro de los muros?". Dijo que debían aprovechar que Zeus estaba de su parte (sin saber que el padre de los dioses ya le tenía marcada la muerte) y seguir acorralando a los aqueos. "Mañana, al apuntar la aurora, vestiremos la armadura y suscitaremos un reñido combate junto a las cóncavas naves". Y si Aquiles pretendía salir a la batalla, él mismo lo enfrentaría.
Los teucros aclamaron su discurso valiente. Y ninguno siguió el sabio consejo de Polidamante. Se fueron a cenar mientras los aqueos lloraron a Patroclo en la noche. "Aquiles, poniendo sus manos homicidas sobre el pecho del amigo, dio comienzo a las sentidas lamentaciones, mezcladas con frecuentes sollozos".
Aquiles da también un discurso en sus lamentaciones, augurando su muerte. "Ahora, ya que tengo que penetrar en la tierra, oh Patroclo, después que tú, no te haré las honras fúnebres hasta que traiga las armas y la cabeza de Héctor, tu magnánimo matador". Y también le prometió a su amado, degollar a 12 hijos de ilustres troyanos.
Se describe a continuación el ritual de preparación del cuerpo de Patroclo. Muy bella y sutil descripción. El lavamiento del cadáver, untado con aceites y luego el envolvimiento en velo blanco. Todos rodearon a Aquiles en su pérdida.
En el Olimpo, Zeus le dijo a su esposa Hera que finalmente había logrado que Aquiles volviese a la batalla. Hera se hacía la malentendida. Mientras ellos hablaban, Tetis llegaba al Olimpo donde Hefesto, para su requerimiento de armadura y armas nuevas para su hijo Aquiles. Hefesto se encontraba como siempre, trabajando y fabricando algo. Hefesto, el ilustre cojo de ambos pies, al verla, la recibió con cortesía y le hizo sentar en un trono. Hefesto recordó con gratitud la vez que Tetis le acogió, cuando su madre lo lanzó del Olimpo por su cojera. Y dijo que está agradecido y aún debía pagarle el beneficio que le otorgó (todos, hasta Zeus, le debían algo a Tetis).
"Levantóse de cabe al yunque el gigantesco e infatigable numen que al andar cojeaba arrastrando sus gráciles piernas. Apartó de la llama los fuelles y puso en un arcón de plata las herramientas con que trabajaba; enjugóse con una esponja el sudor del rostro, de las manos, del vigoroso cuello y del velludo pecho; vistió la túnica; tomó el fornido cetro, y salió cojeando, apoyado de dos estatuas de oro que eran semejantes a vivientes jóvenes, pues tenían inteligencia, voz y fuerza, y hallábanse ejercitadas en las obras propias de los inmortales dioses".
Hefesto se sentó junto a Tetis y le dijo que le pidiese lo que quisiera.

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Día 107: "¡Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronida Zeus?", dijo Tetis.
Y le recordó varias situaciones. Su unión con el mortal Peleo, haber parido un héroe con cruel y grandes destino. Le contó la historia desde el principio con el desagravio del rey Agamenón contra Aquiles. "Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquiles yace con el corazón afligido".
Hefesto le dijo que tendría una hermosa armadura que todos admirarán cuando la vean. Dejó a Tetis y se puso manos a la obra:
"Encaminóse a los fuelles, los volvió hacia la llama y les mandó que trabajasen. Estos soplaban en 20 hornos, despidiendo un aire que avivaba el fuego y era de varias clases... El dios puso al fuego el duro bronce, estaño, oro precioso y plata; colocó en el tajo el gran yunque, y cogió como una mano el pesado martillo y con la otra las tenazas".
Hefesto además grabó artísticas figuras sobre la armadura. "Puso la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena; allí las estrellas que el cielo corona, las Pléyades, las Híades, el robusto Orión y la Osa...", representación de eventos específicos en unas ciudades, entre muchos más detalles y escenas. Una obra de arte.
"Puso luego un rebaño de vacas de erguida cornamenta: los animales eran de oro y estaño, y salían del establo, mugiendo, para pastar a orillas de un sonoro río... Entre las primeras vacas, dos terribles leones habían sujetado y conducían a un toro que daba fuertes mugidos... Los leones lograban desgarrar la piel del corpulento toro y tragaban los intestinos y la negra sangre".
"Después construyó el grande y fuerte escudo, hizo para Aquiles una coraza más reluciente que el resplandor del fuego; un sólido casco, hermoso, labrado, de áurea cimera, que a sus sienes se adaptara, y unas grebas de dúctil estaño".
Terminado el trabajo, Hefesto entregó las armas y armadura a Tetis, y "Tetis saltó como un gavilán desde el nevado Olimpo, llevando la reluciente armadura que Hefesto había construido".

Fin Canto 18
Canto 18 #Iliada
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Canto 19


Día 108: Inicio del Canto 19 - Renunciamiento a la cólera
"La Aurora, de azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los hombres, cuando Tetis llegó a las naves con la armadura que Hefesto le había entregado".
Estaba su amado hijo Aquiles llorando aún junto al cuerpo de Patroclo. Y varios lo acompañaban en el dolor. Pero Tetis lo interrumpió.
"¡Hijo mío! Aunque estamos afligidos, dejemos que ése yazga, ya que sucumbió por la voluntad de los dioses; y recibe la armadura fabricada por Hefesto, tan excelente y bella como jamás varón alguno haya llevado para proteger sus hombros".
Tetis puso las armas delante de Aquiles, y éstas resonaron. Todos salieron asustados. Aquiles las miró con detenimiento. En un momento sintió recrudecer su cólera pero se sintió poderoso por el regalo del dios. Agradeció a su madre por divinas armas de inmortales y se lamentó porque las moscas empezarían a poblar las heridas del cuerpo y engendrarían gusanos que desfigurarían el cuerpo. Tetis le dijo que no se preocupara, ella se encargaría de cuidar el cuerpo hasta de las moscas y gusanos, y que él fuese a convocar el ágora con los héroes aqueos y renunciara a su cólera contra el rey Agamenón.
Tetis le dio fortaleza a su hijo y a Patroclo le echó gotas de ambrosía en la nariz, para que el cuerpo se hiciera incorruptible.

Canto 19 #Iliada
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Día 109: Aquiles convocó al ágora a los héroes aqueos, pero también fueron otros que nunca iba por la sorpresa y gran noticia de que Aquiles iba a combatir finalmente, dejando atrás su cólera. Tidida y Odiseo asistieron cojeando por sus heridas. Y el rey Agamenón llegó de último también herido.
Aquiles tomó la palabra cuando todos se habían acomodado. Habló directamente a Agamenón diciendo que hubiese sido mejor para ellos no haber reñido por una joven. Su disputa había beneficiado a los troyanos. "Más dejemos lo pasado, aunque nos hallemos afligidos, puesto que es preciso refrenar el furor del pecho".
Invito a incitar a los aqueos a luchar y esta vez él saldría también al campo de batalla. Para desgracia de los teucros. "Creo que con gusto se entregará al descanso el que logre escapar del feroz combate, puesto en fuga por mi lanza".
Los aqueos celebraron las palabras de Aquiles y su renuncia a la cólera. Agamenón se dirigió a todos y a Aquiles directamente diciendo que ese día en el ágora, cuando ofendió a Aquiles, los culpables habían sido los dioses que le hicieron padecer el alma y arrebatar la recompensa a su más grande hombre. "Más, ¿qué podía hacer? La divinidad es quien lo dispone todo". Y siguió haciendo recuentos de engaños de los dioses.

Canto 19 #Iliada
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Día 110: Agamenón siguió haciendo recuentos a los aqueos y a Aquiles de los engaños de los dioses a los humanos y a sus propios hijos, como el caso de Hércules y Euristeo.
"Pero ya que falté y Zeus me hizo perder el juicio, quiero aplacarte y hacerte muhhos regalos, y tú ve al combate y anima a los demás guerreros. Voy a darte cuanto ayer te ofreció en tu tienda el divino Odiseo", terminó diciendo el rey Agamenón a Aquiles, diciendo que hasta podía traer la nave donde reposaban los presentes.
Aquiles agradeció a Agamenón. "¡Atrida gloriosísimo, rey de los hombres Agamenón! Luego podrás regalarme estas cosas, como es justo, o retenerlas. Ahora pensemos solamente en la batalla". E invitó a que volvieras al campo de batalla lo antes posible y los teucros lo vieran.
Odiseo (Ulises) habló y dijo que no era bueno luchas en ayunas con los teucros, cerca de Ilión, "que no durará poco tiempo la batalla cuando las falanges vengan a las manos y la divinidad excite el valor de ambos ejércitos". Propuso que se alimentaran y tomaran fuerza para la batalla. Con manjares y vino. "Estando en ayunas no puede el varón combatir todo el día, hasta la puesta de sol, con el enemigo; aunque su corazón lo desee, los miembros se le entorpecen sin que él lo advierta, le rinden el hambre y la sed, y las rodillas se le doblan al andar".

Canto 19 #Iliada
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Día 111 y 112: Agamenón estuvo de acuerdo con Odiseo (Ulises) en esperar para atacar a los teucros. Pero Aquiles dijo que era mejor dar la sorpresa y mandar a los aqueos en ayunas para sorprender y ganar. "Hasta entonces no han de entrar en mi garganta manjares ni bebidas, a causa de la muerte de mi compañero; el cual yace en la tienda, atravesado por el agudo bronce, con los pies hacia el vestíbulo y rodeado de amigos que le lloran".
Odise le respondió a Aquiles, "Eres más fuerte que yo y me superas no poco en el manejo de la lanza; pero te aventajo en el pensar, porque nací antes y mi experiencia es mayor". Y volvió a insistir en esperar, recuperarse y alimentarse bien. Todos aceptaron.
Mientras esperaban, varios aqueos fueron en busca de los presentes de Agamenón a Aquiles, que había enumerado en un canto anterior. Todos los presentes fueron entregados, entre ellos 7 mujeres, entre ellas Briseida, la mujer que había quitado el rey al héroe.
Agamenón juró ante Zeus que no había tocado a Briseida sino que había permanecido intacta en una tienda. "Y si en algo prejurare, envíenme los dioses los muchísimos males con que castigan al que, jurando, contra ellos peca".
Aquiles aceptó las disculpas y los presentes, diciendo que todo había sido voluntad de Zeus, "sin duda quería Zeus que muriesen muchos aqueos. Ahora id a comer para que luego trabemos el combate".

Canto 19 #Iliada
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Día 113: Los aqueos obedecieron y se dividieron para alimentarse y descansar antes de la batalla. Briseida de regreso con Aquiles, y las otras mujeres, se sorprendió cuando vio el cuerpo de Patroclo sin vida. En sus lágrimas y lamentos recuerda, que cuando Aquiles invadió su ciudad y la tomó de esclava, fue Patroclo quien no la dejó llorar, diciéndole que lograría ser la mujer legítima del divino Aquiles, y le consoló.
"Así dijo llorando, y las mujeres sollozaron, aparentemente por Patroclo, y en realidad por sus propios males". Es la muestra de la complejidad de la situación y la guerra. Y que los buenos y malos no son muy claros.
Todos animaron a Aquiles a comer, pero el héroe no quiso por el dolor que aún se apoderaba de él. Aguardaría hasta la puesta de sol y soportaría la fatiga. No mejoraría hasta no entrar en combate. Pero se distrajo recordando historias con su amado amigo, y las contó a los demás. Todos se emocionaron recordando a sus propios seres queridos.
Zeus, quien observaba el espectáculo de sufrimiento de los aqueos, se conmovió y envió a su hija Atenea a que bajara y derramara néctar y ambrosía sobre el cuerpo de Aquiles, para que no sufriese de hambre el siguiente día. Atenea lo hizo.
Aquiles con su reluciente armadura fue donde sus caballos Janto y Balio y les habló. La diosa Hera tomó el cuerpo de Janto para hablar a Aquiles para recordar que su muerte estaba cercana, y que el culpable sería un dios poderoso y la Parca. Y también le habló de la muerte de Patroclo. Terminando "Pero también tú estás destinado a sucumbir a manos de un dios y de un hombre".
Aquiles sorprendido de la posesión de su caballo, le dijo a Janto que no tenía que vaticinar su muerte. Él ya lo sabía. Y no descansaría hasta combatir a los teucros.

Fin Canto 19
Canto 19 #Iliada
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Canto 20


Día 114: Inicio Canto 20 - Combate de los dioses
Mientras los aqueos se preparaban alrededor de Aquiles, los teucros también tomaban posiciones.
En el Olimpo, Zeus convocó su propio ágora. Todos asistieron, a excepción de Océano. Poseidón preguntó:
"¿Por qué, oh tú que lanzas encendidos rayos, llamas de nuevo a los dioses al ágora? ¿Acaso tienes algún propósito acerca de los teucros y de los aqueos?"
Zeus afirmó y dijo que se quedaría sentado mirando todo desde el Olimpo. Y que todos los demás dioses podían ir a asistir al grupo de su preferencia, ya sea teucros o aqueos. Tenían su permiso de intervenir. "Pues si Aquiles combatiese solo con los teucros, éstos no resistirían ni un instante la acometida del Pelión, el de los pies ligeros". Si antes corrían espantados con solo verlo, ahora que estaba tan enfurecido por la muerte de Patroclo, podía arrasar con toda la ciudad en un abrir y cerrar de ojos.
Los dioses, muy contentos se retiraron a sus bandos. A las naves aqueas fueron Hera, Atenea, Poseidón, Hermes y Hefesto. Y hacia los teucros fueron Ares, Apolo, Artemis, Leto y Afrodita. Aunque los dioses se unieron, no se dejaban ver, eran fuerzas invisibles. Pero los aqueos estaban contentos porque tenían finalmente a su propia divinidad luchando con ellos: el gran Aquiles, quien permitió la intervención de todos los dioses del Olimpo.

Canto 20 #Iliada
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Día 115: Al ver a Aquiles, los teucros se espantaron y un fuerte temblor les ocupó los miembros, tan pronto como vieron al Pelión, ligero de pies, que con su reluciente armadura semejaba al dios Ares.
Los dioses entraron a tomar sus posiciones entre los guerreros. Atenea daba fuertes gritos y Ares también vociferaba y animada a los teucros.
"De este modo los felices dioses, instigando a unos y a otros, les hicieron venir a las manos y promovieron una reñida contienda". Zeus hizo tronar el cielo. Poseidón sacudió la tierra y el mar. "¡Tanto estrépito se produjo cuando los dioses entraron en combate!" Poseidón le hizo frente a Apolo. Enialio contra Atenea. Hera contra Artemis. Leto contra Hermes. Y Hefesto contra Escamandro.
Aquiles buscó enseguida a Héctor, por su sed de venganza. Pero Apolo le puso a Eneas por la mitad y lo incentivó diciendo que enfrentara de primero a Aquiles. Le habló tomando la forma de Licaón: "¡Eneas, consejero de teucros! ¿Qué es de aquellas amenazas hechas por ti en los banquetes de los reyes troyanos, de que saldrías a combatir con Aquiles?"
Eneas se quejó de que le mandaran de primero. Recordó otra vez que lo enfrentó pero Zeus lo salvó. Sino no hubiese sobrevivido. Porque junto a Aquiles siempre asiste alguna deidad, por eso ningún hombre podía enfrentarlo.
Apolo lo animó diciendo que él era descendiente de Afrodita, hija de Zeus. En cambio, Aquiles era hijo de una divinidad inferior. Por eso le dijo que no se amedrentara y atacara porque los dioses también lo acompañarían a él. Y Eneas fue el ataque revestido de bronce. Hera se dio cuenta de la ayuda de Apolo a Eneas, y llamó a Poseidón y Atenea para que lo hiciesen retroceder o acompañar a Aquiles para que viera que a él lo apoyaban los más poderosos dioses. Recordando que todos los dioses bajaron para que Aquiles no sufriese ningún daño, y ya luego sufriría su destino. Y propuso que avisaran a Aquiles del apoyo del los dioses para que no se asustara cuando alguno se manifestara en su forma de deidad.

Canto 20 #Iliada
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Día 116: "¡Hera! No te irrites más de lo razonable, pues ni te es preciso. Ni siquiera que nosotros, que somos los más fuertes, promoviéramos la contienda entre los dioses. Vayámonos de este camino y sentémonos en aquella altura, y de la batalla cuidarán los hombres. Y si Ares o Apolo dieren principio a la pelea o detuviesen a Aquiles y no le dejaren combatir, iremos en seguida a luchar con ellos". Dijo Poseidón calmando a Hera.
La tierra retumbaba a los pies de los guerreros que a luchar salían. Los dos valientes señalados para enfrentarse se pusieron al frente: Eneas y Aquiles. Se describe el porte y la armadura de cada uno.
"¡Eneas! ¿Por qué te adelantas tanto a la turba y me aguardas? ¿Acaso el ánimo te incita a combatir conmigo por la esperanza de reinar sobre los troyanos, domadores de caballos, con la dignidad de Príamo?" dijo Aquiles amenazante, quien siguió dirigiéndose a Eneas, provocándole y recordando la vez en que Zeus lo salvó de él. "No creo que ahora te guarden como espera tu corazón; y te aconsejo que vuelvas a tu ejército y no te quedes frente a mí, antes que padezcas algún daño; que el necio sólo conoce el mal cuando ha llegado".
Eneas respondió inmediatamente, diciendo que también sabía injurias. Y le recordó que él era hijo de Peleo y la ninfa Tetis, y en cambio Eneas, de Anquises y la diosa Afrodita. "aquéllos o éstos tendrán que llorar hoy la muerte de su hijo, pues no pienso que nos separemos sin combatir, después de dirigirnos pueriles insultos". Y terminó recordándole su linaje, que provenía directamente de Zeus, contando en detalle la historia de Metamorfosis y fecundidad, hasta llegar a Anquises y Afrodita.

Canto 20 #Iliada
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Día 117: Eneas siguió en su discurso hablando de su linaje, pero terminó diciendo, "no nos digamos más palabras como si fuésemos niños parados así en medio del campo de batalla. Fácil nos sería inferirnos injurias, que una nave de cien bancos de remeros no podía llevarlas". Y dijo que no lograría con las palabras que él perdiese el valor para luchar. "Ea, acometámonos en seguida con las broncíneas lanzas".
Eneas arrojó su lanza y la clavó en el escudo de Aquiles. El escudo de Hefesto tenía varias capas y en el medio oro, por lo que la lanza sólo alcanzó a atravesar dos capas. Aquiles devolvió el ataque con otra lanza que impactó el escudo de Eneas. Aquiles sacó su espada y fue al ataque de Eneas, quien le arrojó una enorme piedra que le impactó en el casco.
Poseidón observó que Aquiles estaba apunto de enfrentarse cuerpo a cuerpo con Eneas, y habló a los demás dioses para que lo ayudasen y no muriese tan pronto. También para que Zeus no se enoje, porque Eneas está destinado a reinar entre los troyanos y sus hijos también. Hera le dijo que lo ayudará él porque ella y Atenea habían jurado no ayudar a ningún troyano.
Poseidón fue y llenó de niebla los ojos de Aquiles y a Eneas lo alzó de la tierra, pasando por encima de muchas filas de héroes al otro extremo del combate. Entonces le preguntó a Eneas que cuál dios le había hecho cometer la locura de enfrentar a Aquiles de primero. Y le recomendó no enfrentarlo. Cuando Aquiles muera ya podría regresar al frente de la batalla.
Aquiles se dio cuenta de que Eneas había obtenido la ayuda de los dioses. "Ciertamente, a Eneas le aman los inmortales dioses; ¡Y yo que creía que se jactaba de ello vanamente!". Y dijo que empezaría a probar el valor de cada uno de sus enemigos.

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Día 118: Aquiles y Héctor animaban a sus respectivos hombres. Héctor parecía decidido a enfrentar a Aquiles pero el dios Apolo lo detuvo.
"¡Héctor! No te adelantes para luchar con Aquiles; espera su acometida mezclado con la muchedumbre, confundido con la turba. No sea que consiga herirte desde lejos con arma arrojadiza, o de cerca con la espada".
Héctor obedeció y se resguardó entre sus hombres. Mientras que Aquiles empezó su matanza de teucros, que se fueron enumerando. Infitión, Demoleonte, con detalladas descripciones y discursos de Aquiles sobre los cadáveres. "La lanza atravesando sus cabezas, y abriendo en dos el cráneo". Las tinieblas cubrieron sus ojos y los carros de los aqueos despedazaron los cuerpos con las llantas.
Siguieron Hipodamante y Polidoro, hermano de Héctor, quien vio a su hermano menor de rodillas en el suelo y gritando, "tratando de sujetar con sus manos los intestinos, que le salían por la herida". Aquiles le atravesó la espalda y le salió por el ombligo. Héctor se nubló de cólera y olvidó la recomendación de Apolo y salió decidido a enfrentar a Aquiles, quien lo vio de lejos y dijo.
"Cerca está el hombre que ha inferido a mi corazón la más grande herida, el que mató a mi compañero amado. Ya no huiremos asustados, el uno del otro, por los senderos del combate".

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Día 119: "¡Acércate para que más pronto llegues de tu perdición al término!" dijo Aquiles a Héctor.
Héctor no se dejó turbar y le dijo que aunque lo reconocía superior, él contaba con el respaldo de los dioses y le quitaría la vida con su afilada lanza, que arrojó al instante.
Atenea apartó la lanza de Aquiles con un soplo, cayendo a los pies de Héctor. Aquiles arremetió contra Héctor, pero ahora fue Apolo el que protegió al troyano, al cubrirlo de niebla. Tres veces sucedió lo mismo, tras 3 ataques.
Aquiles se enojó y le dijo que Apolo lo había salvado, "Yo acabaré contigo si más tarde te encuentro y un dios me ayuda. Y ahora seguiré a los demás que se pongan al alcance". Y dejando momentáneamente a Héctor, siguió con la masacre de otros troyanos. Driope, Demuco, Laógono y Dárdano, con terribles muertes. Entre muchos otros nombres.
"Aquiles se revolvía furioso con la lanza, persiguiendo, cual una deidad, a los que estaban destinados a morir; y la negra tierra manaba sangre". Empujado por la ira de no haber matado a Héctor, arrasó con todos los demás troyanos, con muertes crueles y violentas. "Deseaba alcanzar la gloria y tenía las invictas manos manchadas de sangre y polvo".

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Canto 21


Día 120: Inicio del Canto 21 - Batalla junto al río
"Así que los teucros llegaron al vado del voraginoso Janto, río de hermosa corriente a quien el inmortal Zeus engendró". 
Aquiles dividió a los troyanos en dos grupos, a los primeros los echó por la llanura hacia la ciudad. Varios escaparon por ese camino; y otros, rodaron por el caudaloso río, cayendo varios en él. "Resonaba la corriente, retumbaban ambas orillas y los teucros nadaban acá y acullá, gritando, mientras eran arrastrados en torno de los remolinos".
La corriente del Janto se llenó por la persecución de Aquiles, donde hombres y caballos caían confundidos al río. Pero el gran Aquiles, como si fuese un dios, dejó su lanza y saltó al río. Con sólo su espada comenzó a herir a diestro y siniestro a todos los que le huían. Hasta que el mismo río empezó a teñirse de sangre. Mientras los teucros, como peces atemorizados, buscaban donde ocultarse dentro del mismo río. Cuando Aquiles se cansó de matar en el río, tomó a los 12 mancebos para inmolarlos más tarde por la muerte de Patroclo. Saliendo del río vio a Licaón, otro hijo de Príamo, y lo tomó de rehén para venderlo.

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Día 121: Licaón suplicaba a Aquiles que no lo matara. Le recordó la historia de su anterior detención también a manos del héroe, y su historia de desgracias. "No me mates, pues no soy del mismo vientre que Héctor, el que dio muerte a tu dulce y esforzado amigo".
"No me hables de rescate, ni lo menciones siquiera. Antes que a Patroclo le llegara el día fatal, me era grato abstenerme de matar a los teucros y fueron muchos los que cogí vivos y vendí luego; más ahora ninguno escapará de la muerte, si un dios lo pone en mis manos delante de Ilión y especialmente, si es hijo de Príamo; por tanto, amigo, muere tú también". Reconociendo Aquiles que él también moriría pronto. Así que hirió a Licaón, hermano de Héctor, en la clavícula. La sangre mojaba la tierra y el cuerpo arrojado al río.
"ahí entre los peces que tranquilos te lamerán la sangre de la herida. No te colocará tu madre en un lecho para llorarte, sino que serás llevado por el voraginoso Escamandro al vasto seno del mar. Y algún pez, saliendo de las olas a la negruzca y encrespada superficie, comerá la blanca grasa de Licaón". Augurando que así perecerán todos los troyanos.
"Así y todo, pereceréis miserablemente unos en pos de otros, hasta que hayáis expiado la muerte de Patroclo y el estrago y la matanza que hicisteis en los aqueos junto a las naves, mientras estuve alejado".

Canto 21 #Iliada
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Día 122: Aquiles siguió masacrando a los troyanos. Se aproximó a Asteropeo, el cual se vio reforzado gracias a Janto, quien irritado por las muertes de Aquiles a los jóvenes troyanos, infundió valor en el pecho de Asteropeo para enfrentarse al héroe aqueo. Aquiles se sorprendió:
"¿Quién eres tú y de dónde, qué osas salirme al encuentro? Infelices de aquellos cuyos hijos se oponen a mi furor".
Asteropeo le respondió dando detalles de su linaje. Y lo invitó a luchar. Le lanzó las dos lanzas al tiempo, y la primera se clavó en su escudo y la segunda le rozó peligrosamente el brazo. Aquiles también lanzó su lanza y erró. Se acercó a su atacante y le quitó la vida con su espada finalmente. "hirióle en el vientre, junto al ombligo; derramáronse en el suelo todos los intestinos, y las tinieblas cubrieron los ojos del teucro, que cayó anhelante". Aquiles le arrebató la armadura y profirió unas palabras de victoria sobre su cadáver. Ahora sacando a la luz su descendencia, que venía del mismo Zeus.
Los troyanos seguían luchando y huyendo al borde del río. Y Aquiles siguió con la masacre. Tersíloco, Midón, Astípilo, Mueso, Trasio, Enio y Ofelestes. Etc. El río aterrado por la masacre a su alrededor se transfiguró en un hombre para hablar a Aquiles. Le dijo que superaba en fuerza a todos los hombres. Y le pidió que si Zeus le ha concedido que destruya a los troyanos lo hiciese en el llano y no alrededor del río. "Mi hermosa corriente está llena de cadáveres que obstruyen el cauce y no me dejan verter el agua en la mar divina; y tú sigues matando de un modo atroz".
Aquiles consintió la petición del dios del río, Escamandro. Pero dijo que no dejaría de matar troyanos hasta que los encerrara en la ciudad Y Héctor se enfrentara a él. El río enojado atacó enfurecido a Aquiles, arrojando a la vez todos los cadáveres a la orilla y salvando a los vivos en una corriente más leve. Mientras que a Aquiles le lanzó entre los remolinos y turbulentas aguas. Aquiles logró salir del río a salvo y camino hacia la llanura, pero el río siguió atacando al héroe para ver si podía calmar la agonía de los troyanos.

Canto 21 #Iliada
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Día 123 y 124: "El héroe, afligido en su corazón, saltaba; pero el río, siguiéndole con la rápida y tortuosa corriente, le cansaba las rodillas y le rodaba el suelo allí donde ponía los pies". Seguía Aquiles huyendo de la furia del río, hasta que levantó la voz a los dioses.
"¡Zeus padre! ¿Cómo no viene ningún dios a salvarme a mí, miserando, de la persecución del río?" Y recordó que su madre había dicho que moriría en el campo de batalla. Que le gustaría morir frente a un gran guerrero como Héctor y no una miserable muerte junto al río. Inmediatamente Poseidón y Atenea fueron en su ayuda, mientras le animaban. Le confirmaron que no era su destino morir en el río. Pero Escamandro siguió con su furia contra el héroe y llamó refuerzos para acabar con el hombre que destruiría a Troya.
Hera, temiendo que el río acabase con Aquiles, envío a su hijo Hefesto, para que prendiese fuego al río y sus alrededores. "Hefesto arrojó una abrasadora llama, quemando la llanura y secando el campo y el agua. Hasta llevarla al mismo río, que reaccionó inmediatamente".
El río hervía. El cause se debilitaba y Escamandro rogaba a Hefesto detenerse. También el río le pidió a Hera que se detuviese, que él dejaría de ayudar a los troyanos. Hera ordenó a su hijo detenerse, y éste obedeció. Las llamas se apagaron y la corriente disminuyó pero los dioses del Olimpo iniciaron una disputa. Ares contra la diosa Atenea. Quien además del apoyo a los aqueos le sacó a la diosa viejas ofensas. Pero Atenea venció a su hermano, como siempre, y le recordó que ella era más fuerte. Afrodita se llevó a Ares. Y la tensión seguía alta.

Canto 21 #Iliada
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Día 125: Atenea no dejó que Afrodita se llevara a Ares y por orden de Hera, también la hizo caer vencida. Ambos quedaron postrados. Y mientras Hera disfrutaba, Poseidón aprovechó en invitar a luchar a Apolo también. Pero Apolo dijo que ya no lucharan entre ellos por los humanos, y dejasen que ellos luchen entre sí. Pero su hermana general, Artemis, le llamó cobarde por huir del enfrentamiento con el tío. La diosa Hera le contestó y se enfrentó a Artemis, quien al final fue llorando donde su padre para poner las quejas.
Mientras tanto en la tierra, Apolo bajó a ver cómo iba la batalla. Los teucros huyendo de Aquiles acercándose a la ciudad. Príamo veía todo desde la torre con preocupación. Ordenó que abriesen las puertas a los hombres que huían de Aquiles, pero cuidaran de no dejar pasar al héroe aqueo.
Apolo incitó a Agenor a enfrentar a Aquiles, quien esperó la llegada del héroe. Apolo lo cubrió de niebla. Agenor lanzó un dardo apenas vio aparecer a Aquiles e impacto su pierna. Aquiles arremetió contra Agenor pero Apolo lo salvó, lo cubrió de niebla y envió a la ciudad. Apolo tomó la forma de Agenor y se presentó frente a Aquiles. Se puso a perseguir al dios disfrazado, quien lo llevó cerca del río, mientras los otros troyanos terminaban de entrar a la ciudad.
Los troyanos se amontonaron y desesperados iban entrando a la ciudad para escapar de la amenaza de Aquiles.

Fin Canto 21
Canto 21 #Iliada
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Canto 22


Día 126: Inicio del Canto 22: Muerte de Héctor.
Los teucros se refugiaban en la ciudad de Troya, tras las torres, mientras el dios Apolo distraía a Aquiles.
"¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carrera, siendo tú mortal, a un dios inmortal? Aún no conociste que soy una deidad, y no cesa tu deseo de alcanzarme. Ya no te cuides de pelear con los teucros, a quienes pusiste en fuga, y éstos han entrado en la población, mientras te extraviabas viniendo aquí. Pero no me matarás, porque el hado no me condenó a morir".
Aquiles estaba indignado con Apolo por haberlo engañado y salvado a los teucros. Y dijo que se vengaría de él si sus fuerzas se lo permitieran. Entonces regresó a la ciudad.
El rey Príamo, desde lo alto de la torre de la ciudad veía llegar a Aquiles. Y enseguida se preocupó y avisó a su hijo Héctor, quien ya esperaba en las puertas enfrentar su destino. Su padre le pedía no luchar con Aquiles. Le decía que ya había perdido a dos de sus hijos. Y dio un discurso muy triste a su hijo en tono de súplica:
"Yacer en el suelo, habiendo sido atravesado en la lid por el agudo bronce, es decoroso para un joven, y cuando de él pueda verse, todo es bello, a pesar de la muerte; pero que los perros destrocen la cabeza y la barba encanecidas y las partes verendas de un anciano muerto en la guerra, es lo más triste de cuanto les puede ocurrir a los míseros mortales".

Canto 22 #Iliada
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Día 127: El rey Príamo, a pesar de sus súplicas, no logró convencer a Héctor de desistir. La madre, desde lejos, también desconsolada, le mostró su seno y le dedicó unas palabras, tratando de hacerlo entrar en razón.
Héctor seguía firme y se decía a sí mismo, reprochando de su terquedad y no haber escuchado a Polidamante, cuando le aconsejó llevar el ejército a la ciudad, antes de que Aquiles entrara en combate. Y ahora, había perdido a gran parte de su ejército. Pensaba en lo que dirían los troyanos de sus malas decisiones. Y pensó que lo mejor sería regresar tras matar a Aquiles, o morir gloriosamente delante de su gente y tan elevado rival.
Era el momento de las cavilaciones de Héctor. Seguía pensando e imaginando las alternativas. El futuro. Pensó en entregar a Helena y las riquezas robadas por Paris, que habían sido los detonantes de tan cruel guerra. "Más ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón?", pensó Héctor.
Y cayó en cuenta que Aquiles ya no estaría en disposición de negociar. Venganza. Y él había matado a su amado Patroclo. "No, no iré a suplicarle; que, sin tenerme compasión ni respeto, me mataría inerme, como a una mujer, tan pronto como dejara las armas". Mejor sería empezar el combate para ver a quién Zeus concedía la victoria.
Concentrado en sus pensamientos, Héctor no notó cuando llegó Aquiles muy cerca de él. Al verle, Héctor se puso a temblar e intentó huir, y Aquiles le siguió. "Como en el monte el gavilán, que es el ave más ligera, se lanza fácil vuelo tras la tímida paloma".

Canto 22 #Iliada
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Día 128: Seguía Héctor corriendo y huyendo de Aquiles. "Como los solípedos corceles que toman parte en los juegos en honor de un difunto, corren velozmente en torno de la meta donde se ha colocado como premio importante un trípode o una mujer; de semejante modo, aquéllos dieron tres veces la vuelta a la ciudad de Príamo, corriendo con ligera planta".
Todos los dioses contemplaban la persecución. Hasta que Zeus dijo a los demás que su corazón se compadecía de Héctor, quien tantos sacrificios le había hecho. Y dijo a los otros dioses que decidieran si le salvaban de la muerte o dejaban que Aquiles cumpliese su destino.
Atenea reprochó la decisión de Zeus de volver a salvar a Héctor, que desde hace tiempo había sido condenado por el destino. Dijo que no todos lo aprobarían. Zeus le dejó la responsabilidad a Atenea de decidir. La diosa bajó del Olimpo.
Aquiles seguía persiguiendo a Héctor, quien trataba de acercarse a las puertas Dardianas para que hiriesen a Aquiles desde la altura. Pero el aqueo lo desviaba a la llanura. Mantenían una leve distancia. No podía escapar uno, ni el otro lograba alcanzar. Apolo le daba energía y agilidad a Héctor. Para resistir. Mientras Aquiles no permitía que otro aqueo se atreviese a atacar a Héctor de lejos. Ese honor era suyo. Dieron 3 vueltas a toda la ciudad de Troya. A la 4ta vuelta, Zeus puso los destinos de ambos en su balanza de oro, y tuvo más peso la muerte de Héctor. Al instante, Apolo desamparó a Héctor.
Atenea se acercó a Aquiles y le dijo que vencerían. Ya no se podía hacer nada. El destino estaba echado. "Párate y respira; iré a persuadir a Héctor para que luche contigo frente a frente", dijo la diosa.

Canto 22 #Iliada
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Día 129: Aquiles obedeció a Atenea y se detuvo contento, mientras la diosa fue a hablar con Héctor a conversar convencerle de luchar con Aquiles. Tomó la figura y voz de Deífobo, uno de los compañeros troyanos. Le dijo a Héctor que dejase de huir y se enfrentaran juntos a Aquiles. Héctor se sintió acompañado y agradecido.
Terminó convencido y dando el valor a Héctor de enfrentarse de Aquiles. Héctor retrocedió y se puso finalmente frente Aquiles. "No huiré más de ti, oh hijo de Peleo, como hasta ahora. Tres veces di la vuelta, huyendo, en torno de la gran ciudad de Príamo, sin atreverme nunca a esperar tu acometida". Pidió poner a los dioses como testigos y que prometiesen que quién matara al otro, despojaría de las armas pero entregaría el cuerpo a sus compañeros.
Aquiles le dijo que no le hablara de convencidos. Entre ellos no podía haber amistad ni pactos. Sólo hasta que uno de los dos cayera. Ni intentase sacar provecho de la situación. Pronto caería y Atenea le haría sucumbir, y pagaría por los sufrimientos de los aqueos en su ausencia. Aquiles le arrojó su lanza, y Héctor la esquivó. Se clavó en la tierra pero Atenea la devolvió a manos de Aquiles. Héctor también arrojó su lanza que dio en el escudo de Aquiles.
Héctor llamó a Deífobo para que le pasase otra pica, pero ya no se encontraba a su lado. Y Héctor finalmente entendió todo. Los dioses no estaban a su favor. Reconoció a Atenea y su engaño. "Cercana tengo la perniciosa muerte, que ni tardará, ni puedo evitarla". Y aunque estaba resignado, dijo que no deseaba morir cobardemente y sin gloria. Por lo que sacó su espada dispuesto a enfrentar a Aquiles con valentía, quien salió dispuesto y con cólera a su encuentro.
Aquiles analizaba por donde atacar a Héctor, y vio que estaba bien protegido por la armadura de bronce de Patroclo. Pero vio un espacio en donde las clavículas separan el cuello de los hombros, "la garganta, que es el sitio por donde más pronto sale el alma".
Por allí lo atacó. La punta atravesó el cuello y salió por la nuca.

Canto 22 #Iliada
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Día 130: "Héctor cayó en el polvo divino, y el divino Aquiles se jactó de su triunfo".
"¡Héctor! Cuando despojabas el cadáver de Patroclo, sin duda te creíste salvado y no me temiste a mí porque me hallaba ausente. ¡Necio! Quedaba yo como vengador, mucho más fuerte que él, en las cóncavas naves, y te he quebrado las rodillas. A ti los perros y las aves te despedazarán ignominiosamente, y a Patroclo los aqueos le harán honras fúnebres".
Héctor le rogaba agonizante que no permitiese que lo devoraran los perros, sino que aceptara el oro y el bronce que darían sus padres por su cuerpo.
"No me supliques, ¡perro!, por mis rodillas no por mis padres. Ojalá el furor y el coraje me incitaran a cortar tus carnes y a comérmelas crudas", dijo implacable Aquiles. Nadie podría apartar su cabeza de los perros. Dijo que por los agravios cometidos ni todo el oro del mundo y ruegos de sus padres podrían convencerlo.
Héctor resignado pareció aceptar su destino. Conocía a Aquiles, pero intentó sacar algo de piedad. Pero le dijo que se cuidara cuando Paris y Apolo le llevasen a la muerte.
"Apenas acabó de hablar, la muerte le cubrió con su manto: el alma voló de los miembros y descendió al Hades, llorando su suerte, porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven". Aquiles arrancó la lanza del cuerpo y dijo que cuando llegase su momento, aceptaría su destino. Los otros aqueos llegaron y siguieron destrozando el cadáver de Héctor. Aquiles despojó el cadáver de la armadura robada y ordenó a los aqueos cercar la ciudad, para ver el propósito y la decisión de los troyanos. Pero enseguida pensó en el cuerpo de Patroclo, que yacía en las naves. Dijo que debía regresar junto a su amado compañero que nunca olvidaría. Y se llevaron el cadáver de Héctor. Para blasfemar el cadáver, amarró el cuerpo de Héctor a su carro por los pies, para que la cabeza quedase arrastrando. Y arrancó con los caballos.
"Gran polvareda levantaba el cadáver mientras era arrastrado; la negra cabellera se esparcía por el suelo, y la cabeza, antes tan graciosa, se hundía toda en el polvo; porque Zeus la entregó entonces a los enemigos, para que allí, en su misma patria, la ultrajaran".

Canto 22 #Iliada
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Día 131: "Así toda la cabeza de Héctor se manchaba de polvo. La madre, al verlo, se arrancaba los cabellos, y, arrojando de sí el blanco velo, prorrumpió en tristísimos sollozos". También el padre, que debían retener los troyanos, gemía y se lamentaba. Hasta se revolcaba en el estiércol y maldecía a Aquiles. La esposa, que no conocía la terrible noticia, aún aguardaba su regreso, pero escuchó lamentos desde la torre y sufrió. Corrió hacia la torre y alcanzó a ver en el campo a Héctor siendo arrastrado delante de la ciudad por el carro de Aquiles. "las tinieblas de la noche velaron sus ojos, cayó de espaldas y se le desmayó el alma".
La esposa de Héctor hace un discurso de lamentación. "Ahora tú desciendes a la mansión de Hades, en el seno de la tierra, y me dejas en el palacio viuda y sumida en triste duelo". "El mismo día en que un niño queda huérfano, pierde todos los amigos; y en adelante va cabizbajo y con las mejillas bañadas de lágrimas". Y siguen las frases sobre la tristeza de la familia desamparada.
"Cuando los perros se hayan saciado con tu carne, los movedizos gusanos te comerán desnudo, junto a las corvas naves, lejos de tus padres". Lamentando que las vestiduras finas hechas por las esclavas, nunca se usarían. Prefirió quemarlas. Así decía llorando. Y todas las mujeres gimieron.

Fin Canto 22
Canto 22 #Iliada
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Canto 23


Día 132: Inicio del Canto 23 - Juegos en honor a Patroclo
Mientras los troyanos lloraban a muerte de Héctor frente a sus narices, los aqueos llegaban a las cóncavas naves, donde empezaron a honrar el cadáver de Patroclo. Con el cuerpo de Héctor aún en su poder.
Hacen un ritual y el funeral del amado de Aquiles. Tetis, su madre, los hacía llorar más. Aquiles decía al cuerpo de Patroclo que había traído el cuerpo de su asesino y también degollaría a 12 hijos de troyanos ilustres. También hubo un gran banquete, y muchos bueyes, ovejas y cabras chillaron al ser degolladas. Y mucha sangre corrió.
Luego de la cena se fueron a dormir y Aquiles se quedó con otros compañeros pero no tardó en dormirse por los grandes esfuerzos. "Entonces vino a encontrarle el alma del mísero Patroclo, semejante en un todo a éste cuando vivía, tanto por su estatura y hermosos ojos..." y habló a Aquiles.
"¿Duermes, Aquiles, y me tienes olvidado? Te cuidabas de mí mientras vivía, y ahora que he muerto me abandonas. Entiérrame cuanto antes, para que pueda pasar las puertas del Hades, pues las almas, que son imágenes de los difuntos, me rechazan y no me permiten que atraviese el río y me junte con ellas". Yacía errante por los alrededores del Hades, y pidió le diese su mano, porque ya no volvería tras cruzar el Hades. Pero también le repitió el destino de morir frente a los troyanos. Y pidió que enterrasen sus huesos junto a los de él. Y recordó su vida desde niños juntos.
Aquiles sorprendido respondió que haría todo lo que pedía. "Pero acércate y abracémonos, aunque sea por breves instantes, para saciarnos de triste llanto".

Canto 23 #Iliada
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Día 133: Cuando Aquiles abrazó a Patroclo, su alma se disipó en el aire como humo. Aquiles se lamenta ante los dioses por la aparición de su amado. La despedida. Y todos se pusieron a llorar. Todos alrededor del cadáver de Patroclo.
El rey Agamenón ordenó que fueran por leña varios hombres, y poco a poco se fue organizando todo para el funeral de Patroclo. Aquiles ordenó a que tomaran las armas, sus armaduras y estuviesen relucientes. Los caudillos montaron los carros. Y se formó una caravana o procesión que desfilaba en honor a Patroclo. "los amigos llevaban a Patroclo, cubierto de cabello que en su honor se habían cortado". Aquiles le sostenía la cabeza, siguiendo la eterna despedida. Señaló el lugar donde debía ponerse y se cortó su rubia cabellera, que había conservado para ofrecerla al río Esperquio, como promesa de su padre Peleo.
Aquiles rompió la promesa de dar su cabellera al río Esperquio, porque éste no había cumplido su parte, y era una promesa de su padre. Así que decidió ofrecerla a Patroclo. Puso su cabellera en manos de su amado, y todos lloraron con ese acto.

Canto 23 #Iliada
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Día 134: Siguieron los rituales en el funeral de Patroclo. Aquiles le dijo a Agamenón que ordenara a los hombre retirarse para preparar la cena y se quedaran solo los caudillos. Levantaron una pira con el cuerpo de Patroclo y delante de ella mataron y desollaron muchas ovejas y bueyes, y Aquiles con la grasa de éstos cubría el cadáver.
También llevaron miel y aceite, y lanzaron a la hoguera 4 corceles de erguido cuello. Dos de los perros del rey, también degollados y echados en la pira. Y siguieron los 12 hijos de troyanos ilustres. También sacrificados como había prometido Aquiles. Raptados en la batalla. Los mató primero con bronce.
"¡Alégrate, oh Patroclo, aunque estés en el Hades! Ya te cumplo cuanto te prometí". Los 12 hijos de troyanos Y Héctor siendo devorado por los perros.
Aunque los dioses se habían compadecido de Héctor, y no permitieron a los perros destruirlo. Afrodita los espantaba. Y puso un aceite al cuerpo para que no se laserace al arrastrarlo. Cuando la pira no ardía, Aquiles pidió auxilio de los dioses. La pira ardió finalmente y Aquiles sollozaba y se arrastraba alrededor de la hoguera.
Al amanecer, Aquiles se durmió, cayendo del cansancio. Agamenón llamó a sus hombres para ordenar todo con los muertos. A Patroclo en una urna de oro. Se describe en detalle todo el ritual. Cuando Aquiles despertó reunió a las personas.

Canto 23 #Iliada
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Día 135: Aquiles sacó todos los premios que le había concedido y prometido el rey Agamenón y la expuso frente a los otros aqueos. Y propuso una competencia, unos Juegos en Honor a Patroclo. La recompensa serían sus propios regalos, de los que internamente pensaba no aferrarse por su ya anunciada muerte. Pero en especial, por Patroclo. Calderas, trípodes, caballos, mulos, bueyes, mujeres y luciente hierro.
Empezó a distribuir los premios para el que llegase de primero y segundo, y así eventualmente por orden de llegada.
"!Atrida y demás aqueos de hermosas grebas! Estos premios que en medio he colocado son para los aurigas. Si los juegos se celebraran en honor de otro difunto, me llevaría a mi tienda los mejores. Ya sabéis cuanto mis caballos aventajan en ligereza a los demás, porque son inmortales: Poseidón se los regaló a mi padre Peleo".
Todos los héroes aqueos, todos que deseaban internamente alguna de las herramientas de Aquiles, se presentaron para participar en los juegos. Se fueron presentando cada uno de los héroes aqueos con su respectivo caballo y carro para competir. Eumelo, Diomedes, Menelao, Equepolo, Antíloco; a este último se le acercó su padre, Néstor, para aconsejarle. Siguió Meriones en presentarse, y luego Aquiles echó a la suerte la posiciones de salida, y les indicó a lo lejos la meta, en donde estaba Fénix, esperando para verificar los ganadores.
Y así iban a empezar Los Juegos de Patroclo. Estaban pensadas varias pruebas. Pero iniciaron con la carrera de carros.

Canto 23 #Iliada
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Día 136: "Todos a un tiempo levantaron el látigo, dejáronlo caer sobre los caballos y los animaron con ardientes voces. Y éstos, alejándose de las naves, corrían por la llanura con suma rapidez; la polvoreda que levantaban envolvíales el pecho como una nube o un torbellino, y las crines ondeaban al soplo del viento".
En plena carrera de caballos, "éstos volaban, levantando polvo, por la llanura".
Se describen detalles de la carrera: la polvareda que se levantaba, los torbellinos, los carros volando tras el impacto con el suelo, y el vuelo de los corceles por la llanura. Adelante iba Eumelo, y seguía de cerca Diomedes. El dios Apolo, que estaba irritado con Diomedes, por la batalla, le hizo caer el látigo, perjudicando al héroe. Atenea se dio cuenta, por lo que le devolvió el látigo y le dio ánimos a sus caballos. Y no estando contenta, la diosa rompió el yugo de Eumelo y cada yegua se fue a un lado distinto, cayó el timón y el mismo héroe cayó al suelo, quedando gravemente herido. Diomedes se adelantó y recibió respaldo de Atenea para la victoria. Los dioses no dejan de intervenir ni en los juegos. Atrás seguían Menelao y Antíloco.
Antíloco hablaba con sus caballos, diciendo el fatal destino que tendrían si no se esforzaban más. Amenaza. Los caballos entendieron y corrieron más rápido. Intentó hacer un adelanto brusco a Menelao en un camino angosto y Menelao le regañó. Pero Antíloco siguió adelante y con la amenaza a los caballos. En la salida todos observaban los movimientos.
Diomedes venció y llegó de primero, seguido por el tramposo Antíloco, que había pasado a Menelao. Aquiles los felicitó y dio sus respectivos premios. Antíloco abogó por el pobre Eumelo, que fue afectado por los dioses, para que recibiese premio también. Aquiles aceptó.

Canto 23 #Iliada
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Día 137: Aquiles le dio el premio a Eumelo por solicitud de Antíloco. Pero Menelao enseguida se quejó por la trampa de Antíloco contra él para pasarlo en la carrera.
Antíloco se disculpó con Menelao, alegando su juventud. Y le dijo si quería alguna de sus posesiones o su premio. Prefería dárselo antes de perder su afecto. Le dio su yegua. Y Menelao conmovido por el gesto, también le dio su yegua. Y se repartieron los otros premios.
Aquiles le dio un premio al sabio Néstor, como recuerdo de los funerales de Patroclo. Ya que no podría competir el anciano en las otras pruebas: pugilato, lucha, dardos, ni en la carrera. Néstor aceptó con alegría y resignación, mientras recordaba hazañas en su vigorosa juventud.
Siguió el pugilato, como boxeo, "combate a puñadas" dijo Aquiles. Y mostró los premios al 1ro y 2do. Eran dos los elegidos. Salió Epeo, y dio un breve discurso mostrando su supremacía y advirtiendo al rival. Silencio. Pero se levantó Euríalo y lo retó. Sigue una excelente descripción de la lucha. Homero es un maestro en la descripción de la violencia, la lucha, la guerra y la muerte... Porque ahonda en la naturaleza y los mecanismos internos de cada proceso y acción: la destrucción interna del ser humano y los efectos de cada golpe (conocimiento de anatomía), hasta la misma elevación del alma y partida al Hades.
"levantaron las robustas manos, acometiéronse y los fornidos brazos se entrelazaron. Crujían de un modo horrible las mandíbulas y el sudor brotaba de todos los miembros". Epeo venció.
Aquiles fue por los premios para la prueba de lucha. Ajax se levantó y luego Odiseo (Ulises) para enfrentarse por un trípode equivalente a 12 bueyes, y en segundo lugar, una mujer diestra en muchas labores, valorada en 4 bueyes.
Se enfrentaron dos de los grandes héroes aqueos. La batalla fue tan cerrada que se extendió mucho tiempo. Y al ver lo peligrosa que se tornaba, Aquiles le dio iguales premios a ambos. Empate. Y fue a buscar los premios para la carrera de velocidad.

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Día 138: Y llegó la carrera de velocidad, al de pies más ligeros, como lo era el mismo Aquiles, que podría haber triunfado en cualquiera de las pruebas. Presentó los premios y preguntó por los contendientes. El otro Ajax se levantó, nuevamente Odiseo (Ulises), y nuevamente Antíloco. Ajax iba adelante seguido por Odiseo. Todos apoyaban a Odiseo por el esfuerzo en alcanzar al líder. Hasta que Odiseo ora a Atenea para que le ayudase. 
"Óyeme, diosa, y ven a socorrerme propicia, dando a mis pies más ligereza".
Y de repente Ajax se resbaló cuando estaba apunto de ganar. Justo cayendo en el estiércol de los bueyes sacrificados, llenando la boca y las narices del héroe. Odiseo pasó adelante. Ajax estaba enojado y acusó a los dioses de perjudicarlo, escupiendo mierda.
Antíloco dio el toque de humor, aceptando el premio de 3ro y diciendo que los dioses siempre ayudaban a los de mayor edad. Todos rieron. Y siguieron a otra prueba donde debían salir dos concursantes armados. El objetivo: tocar primero el cuerpo del adversario y rasguñarlo, haciendo brotar sangre. El premio: una magnífica espada tracia con clavos de plata. Ante tal premio se levantaron dos de los héroes más importantes: Ajax Telamonio y Diomedes.
El combate se mostró parejo y en 3 intentos ninguno logró tocarse. Se tornó peligroso el encuentro, porque se apuntaban directo al cuello y entre todos decidieron cancelar la lucha y declarar empate. Se llevaron igual premio pero la espada fue para Diomedes. Finalmente sacó Aquiles una bola de hierro para otra prueba. Lanzarla lo más lejos. El premio: provisiones de hierro. Varios participaron. Ganó Polipetes. Luego vino la competencia de los arqueros. Mejor dicho los juegos olímpicos de Patroclo. Premio: hachas. Objetivo: herir una paloma. Ganó Meriones.
Finalizó con el lanzamiento de lanza/jabalina. El rey Agamenón se levantó a participar. Y Aquiles le dijo que él tenía ventaja, así que le dio el premio de una vez y el segundo a Meriones. Todos aceptaron.

Fin Canto 23
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Canto 24


Día 139: Inicio del Canto 24 - Rescate de Héctor
E inicia el último canto de la Iliada. Terminados de los Juegos Funerarios de Patroclo, todos se dispersaron, cenaron y se fueron a dormir. Aquiles todavía despierto seguía llorando a Patroclo. Recordando todo lo que habían vivido, disfrutado y padecido. "Al recordarlo, prorrumpía en abundantes lágrimas; ya se echaba de lado, ya de espaldas, ya de pechos, y al fin, levantándose, vagaba inquieto por la orilla del mar".
De la rabia seguía atando el cadáver de Héctor a su carro y lo seguía paseando, dando varias vueltas, y volvía a descansar. Apolo protegía el cuerpo para que no recibiese daño alguno con las jornadas vengativas de Aquiles. Pero Aquiles entonces lo veía e insultaba el cuerpo. Los dioses no estaban de acuerdo con el maltrato al cuerpo cierto. E incitaron a Argifontes a robarlo. Apolo abogo ante todos los dioses para permitirlo. Recordando que el muerto adoraba a todos y les hacía ofrendas.
"perdió Aquiles la piedad y no siquiera conserva el pudor, que tanto favorece o daña a los varones".
Hera, Poseidón y Atenea, los férreos defensores de los aqueos no apoyaban esa idea. Hera y Apolo iniciaron una discusión y finalmente Zeus habló. Diciendo que Héctor era de los mortales más querido en Ilión, y recordaba sus ofrendas. Abandonó la idea de robar el cadáver. Al contrario pidió hablar con Tetis, la madre de Aquiles, para convencerle de hacer reflexionar a su hijo. Así se hizo. Cuando Iris llegó a donde Tetis, la encontró llorando con las otras diosas marinas por la suerte de Aquiles.
Tetis al inicio se negó a presentarse ante los otros inmortales pero finalmente "tomó un velo tan oscuro que no había otro que fuese más negro", y subió al Olimpo. Atenea le cedió su puesto junto a Zeus, y Hera la consoló.

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Día 140: Zeus le contó a Tetis la razón de su llamado. La disputa entre los dioses sobre el cadáver de Héctor, ultrajado por Aquiles. Varios estaban de acuerdo en robarlo, pero Zeus le dijo que prefería darle el honor a Aquiles de entregar el cadáver y de paso conservar la amistad de la diosa. Y el enviaría un mensajero para decir al rey Príamo que llevase regalos a Aquiles cuando fuese a reclamar el cuerpo de su hijo.
Tetis estuvo de acuerdo y fue a hablar con su hijo. Aquiles seguía muy triste pero obedeció a su madre. Zeus observando todo, envió a Iris a llamar al rey Príamo y llevarle la noticia.
En Troya, todos también estaban sufriendo por Héctor y los teucros caídos. Príamo revuelto entre estiércol. Iris le dio la noticia y le calmó. Príamo ordenó preparar todo. Debía ir solo, sin ningún acompañante, solo un heraldo más viejo que guiase los caballos. La reina intentó disuadirle pero Príamo la convenció que tenía el respaldo de los dioses. Juntó los valiosos regalos para Aquiles, e insultó a varios troyanos presentes, y a sus otros hijos vivientes. Diciendo que prefería la muerte de todos ellos antes que la de Héctor. Y les ordenó ayudarle a alistar su carro.

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Día 141: Todos obedecieron el rey Príamo, y ayudaban a preparar su carro, con los presentes para Aquiles. Hécabe, la esposa, resignada le dijo que pidieran para que Zeus le permitiese regresar con vida, y que cuando llegase apareciese un ave, su veloz mensajera, en símbolo de protección. Príamo le pidió a Zeus.
Zeus escuchó y envió la mejor de sus aves agoreras, un águila rapaz de color oscuro, conocida como percnón. La imponente ave apareció volando sobre la ciudad y todos los troyanos se alegraron al verla. La confianza renació.
Príamo subió a su carro y ya se encaminaba hacia las cóncavas naves. Todos los amigos y ciudadanos acompañaban sus pasos de partida. "derramando abundantes lágrimas, como si la muerte caminara". Cuando el anciano abandonó la ciudad y caminaba solo por la llanura, Zeus se compadece y envía a Hermes para que acompañara y guiara al anciano. Y que nadie lo viese hasta llegar a la tienda de Aquiles.
Cuando descubrieron la presencia de Hermes transfigurado en Argifontes se asustaron Príamo y el viejo heraldo. Pero Hermes los calmó. Príamo le hizo unas preguntas y el mensajero se develó como parte de los aqueos, por lo que el rey pregunta por el cuerpo de su hijo. Y éste le tranquiliza, diciendo que el cuerpo está en buenas condiciones. "de tal modo los bienaventurados dioses cuidan de tu buen hijo, aún después de muerto, porque era muy caro su corazón".
Príamo intentó dar recompensa, dando una bella copa, pero el mensajero la rechazó, diciendo que hacía parte de los regalos de Aquiles. Hermes tomó las riendas y aceleró el paso. Cuando entraron a terreno aqueo, Hermes iba durmiendo a todos a su paso. Cuando pasaron por todas las puertas y cercas, Hermes se le presentó como el dios que era. Pero dijo que ya debía irse porque no era bueno que un inmortal se tomara públicamente tanto interés en los mortales. Pero le dijo lo que debía hacer. "abraza las rodillas de Aquiles y suplícale por su padre, por su madre de hermosa cabellera y por su hijo, para conmover su corazón".

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Día 142: Hermes dejó al rey Príamo sano y salvo frente a la tienda de Aquiles y regresó al Olimpo. Príamo entró y vio a Aquiles sentado con dos sus amigos: Automedonte y Alcimo. Príamo entró sin ser visto y se acercó a Aquiles, lanzándose, abrazando sus rodillas y besando sus manos. Las manos que habían quitado la vida a varios de sus hijos. Todos quedaron atónitos.
"Acuérdate de tu padre, Aquiles, semejante a los dioses, que tiene la misma edad que yo y ha llegado al funesto umbral de la vejez", decía Príamo. Y le habla de su dolor de padre, y hace recuento de todos los hijos que cayeron en combate, llegando hasta Héctor.
Las palabras de Príamo conmovieron a Aquiles, quien no pudo evitar pensar en su padre, Peleo, quien quizás tampoco tendría tiempo de despedirse de él. "Entregados uno y otro a los recuerdos, Príamo, caído a los pies de Aquiles, lloraba copiosamente por Héctor, matador de hombres, y Aquiles lloraba unas veces a su padre y otras a Patroclo, y el gemir de entrambos se alzaba en la tienda". Duraron un tiempo así, hasta que Aquiles se levantó y ayudó a levantar al viejo.
Le llamó osado en atreverse a ir solo hacia los ojos del hombre que mató sus hijos. Admiró su fortaleza. Y dio un discurso sobre el azar de la fortuna en los humanos, y la balanza de los dioses y de Zeus, que muchas veces pone a las suertes el destino de los hombres. Y habló de sus padres, del valiente Peleo, al que se le dio por esposa una diosa, pero sólo un hijo; él. Cuya vida sería breve. Y recordó también la juventud de Príamo, para evidenciar los dulces y amargos de la vida.
Príamo siguió rogando a Aquiles, y éste se molestó y dijo que ya había prometido a los dioses entregar el cuerpo. Y que si logró llegar a su tienda fue gracias a la ayuda divina. Pero no ahondara más en sus heridas porque podría violar las órdenes de Zeus. Príamo temió por un momento. Aquiles salió de la tienda.

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Día 143: Aquiles ordenó bajar todos los presentes del carro, dejando solo unas túnicas para envolver el cadáver. También mandó a que lavasen y ungieran adecuadamente y envolviesen, para que Príamo no lo viese y se afligiera al verlo. Ni Aquiles se había percatado que los dioses protegían el cuerpo de sus castigos. El mismo Aquiles llevó el cuerpo al carro, y pidió a Patroclo que le perdonase por entregar a su asesino. Volvió a la tienda e invitó a Príamo a cenar y al amanecer podría ver y llevarse a su hijo.
Al terminar de cenar, Príamo se detuvo a admirar a Aquiles, quien por su estatura y aspecto parecía un dios, y Aquiles observó a su vez a Príamo. El viejo le dio las gracias y pidió que le enviaste a dormir, porque no había cerrado los ojos desde la muerte de Héctor no probado alimento alguno. Aquiles mandó a que le arreglasen una cama con todas las comodidades.
Aquiles tuvo cuidado con ocultar a Príamo, no fuese que Agamenón se enterara y paralizara la entrega del cuerpo. Y además le preguntó los días que durarían los funerales de Héctor, para él retener al ejército aqueo. 9 días contestó Héctor agradecido, por toda la logística fuera de la ciudad. Y al 10mo día sería el sepulcro. Al 11mo erigirían un túmulo y al 12vo volverían a luchar. Aquiles aceptó la tregua.
Aquiles también descansó junto a Briseida. Hermes pensaba en cómo sacar a Príamo sin que lo viesen los otros aqueos. Lo despertó y le ordenó huir cuando todos dormían. Príamo obedeció y abandonaron las naves sin ser vistos. Cuando los vieron llegar a la ciudad de Troya, todos lloraban desde la distancia, hasta el río.
E iniciaron los actos funerarios en honor a Héctor. Todos lloraban y su viuda, Andrómaca, le dedicó unas palabras. Siguió Hécabe, la madre. Y siguió Helena de Troya, llamándolo cuñado y hablando en su discurso de su rapto, el que inició toda esta guerra. "Con el corazón afligido lloro a la vez por ti y por mí, desgraciada; que ya no habrá en la vasta Troya quien me sea benévolo ni amigo, pues todos me detestan".
Príamo ordenó ir por leña y dijo que no temiesen emboscada. Aquiles le prometió una tregua hasta la décima aurora. Y así pasaron los días, hasta el décimo, donde sacaron el cadáver y lo pusieron en un altar y le perdieron fuego.
"Más así que se descubrió la hija de la mañana, la Aurora de rosáceos dedos, congregóse el pueblo en torno de la pira del ilustre Héctor"... "los hermanos y amigos, gimiendo y corriéndoles las lágrimas por las mejillas, recogieron los blancos huesos y los colocaron en una urna de oro, envueltos en fino velo de púrpura"... Erigieron el túmulo. Habían centinelas vigilando para no ser sorprendido por los aqueos. Y luego volvieron al palacio donde celebraron el banquete fúnebre.

"Así hicieron las honras de Héctor, domador de caballos".

Fin de la Iliada.

Nota: El post recopilatorio de todos los textos de la lectura colectiva será publicado hoy o mañana.

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Fin de las lecturas colectivas del "Ulises" y la "Iliada". El mismo día. Del 1ro de enero del 2019 hasta el 15 de Junio. Más de 5 meses, casi 6, la mitad de un año leyendo con cuidado y detalle dos obras maestras bellas y complejas. #Homero2019 #Joyce2019 Adiós, Aquiles, Bloom, Leopold, Molly, Stephen...

Final de la Iliada #Homero2019: Una tregua por el dolor compartido y el miedo a los dioses. Hasta el río llora. Todos de luto.
Final de Ulises #Joyce2019: Monumental. Tregua por la vida y el amor. El pasado. (...)


Acá el libro que me acompañó en la jornada:







Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)

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