martes, 7 de agosto de 2012

El Lector (Bernhard Schlink)


Este libro lo leí por primera vez hace unos años, antes de la salida de la película de Stephen Daldry. Es uno de mis libros favoritos, y la adaptación de Daldry es una adaptación excelente, esa misma película que le dio a la gran Kate Winslet su primer oscar a Mejor Actriz, luego de interpretar de forma magistral a Hanna Schmitz, la guardiana analfabeta.


Antes de la opinión, la sinopsis:

“Michel Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude a su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens, Chejov… El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siente años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de criminales de guerra nazis y de ser responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó… Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre el amor, el horror y la piedad; sobre las heridas abiertas de la historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre ellos”.


El libro es en realidad muy breve, tan breve y genial que incluso el lector queda con muchas ganas de más. Pero está escrito con gran maestría. Es narrado en primera persona, a través de la visión del protagonista Michael, el joven de quince años que se enamora de Hanna. Somos testigo de sus emociones más profundas, sus tristezas, males, deseos y descubrimientos. La prosa es hipnótica, muy bien trabajada, la estructura del libro y de los acontecimientos, es un libro muy bien escrito. Los personajes están muy bien desarrollados y llevados, a pesar de la brevedad de la novela, que hubiese podido profundizar más, pero creo que la intención del autor queda muy bien planteada. Somos sumergidos en la novela, en dilemas éticos, el lector es testigo de la historia y se enfrenta a ese dilema, a esa historia tan difícil que hay que buscar argumentos de ambas parte, a pesar que el dolor de una de las partes nos haga ceder. Y lo que beneficia a esta reflexión, entre ambos puntos, es precisamente la voz en primera persona, el mismo Michael y sus pensamientos, él también está tratando de digerir ambas situaciones, buscar explicaciones y motivaciones para no juzgar con impunidad, a pesar de los prejuicios. Y ese recurso, engrandece en gran parte a la novela.

Es una novela deliciosa, sobre el primer amor y el descubrimiento sexual, pero al mismo tiempo con un trasfondo de terror y difícil, un sufrimiento interno del protagonista que sentimos como de nosotros mismos, para tratar de ser objetivos cuando hay grandes razones de ambos lados que nos impulsan a ser contundentes, por un lado la terrible realidad histórica y por el otro la ingenuidad y el amor.

Como mencioné al principio, el libro tuvo una versión cinematográfica por Stephen Daldry, director de “Las Horas”, haciendo un trabajo formidable. La película también es altamente recomendada, de complemento a este extraordinario libro.


Me queda en la memoria, un fragmento, cuando Hanna es acusada, ya que esta es incapaz de defenderse con tal de ocultar su analfabetismo por vergüenza, y años después está a punto de ser liberada, y Michael ya mayor vuelve a visitarla en la cárcel:


(…)

Michael: Dime una cosa: antes de que te juzgaran, ¿nunca pensabas en todo lo que salió a relucir en el juicio? O sea: ¿nunca pensabas en ello cuando estábamos juntos, o cuando te leía?

Hanna: ¿Te preocupa mucho? –replicó; pero continuó sin esperar respuesta-. Siempre he tenido la sensación de que nadie me entendía, de que nadie sabía quién era yo y qué me había llevado a la situación en que estaba. Y, ¿sabes una cosa?, cuando nadie te entiende, tampoco te puede pedir cuentas nadie. Pero los muertos sí. Ellos sí que te entienden. No hace falta que estuvieran allí, pero si estuvieron te entienden aún mejor. aquí en la cárcel estaban conmigo constantemente. Venían cada noche, aunque no siempre los esperara. Antes del juicio todavía podía ahuyentarlos cuando querían venir.


Un libro muy recomendando.

8.5/10


Trailer de "The reader" (Stephen Daldry)



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