“Memoria” es una película en la que se explayan las obsesiones del gran director tailandés, Apichatpong Weerasethakul, quien nos ha acostumbrado a películas en donde los sueños, el misticismo y el simbolismo se mezclan de gran forma con una atmósfera realista y naturalista. Quizás encontró en Colombia la natural esencia de su cine, lo que le permitió consolidar una excelente película, que para el público que no lo conoce seguirá siendo inusual, extraña y distante, pero que si se le da la oportunidad de sumergirse en la experiencia propuesta (que al final son también la esencia de sus obras), nos encontraremos a una de las películas más fieles, reflexivas y auténticas sobre el alma de nuestro país. Y no hablo de largos discursos, monólogos o voces en off que te dicen qué pensar, sino en un lienzo blanco que se va descubriendo a través de las imágenes, del detalle en algunos enfoques y sobre todo del sonido. Así que la invitación a realizar una inmersión a través de los sentidos, queda plasmada desde el mismo inicio.
Todo inicia con un sonido extraño y potente, seco y metálico, junto a más adjetivos que le van dando forma, y que la protagonista, Jessica (Tilda Swinton), va describiendo a un técnico de sonido (Hernán), quien a la vez le ayuda a encontrarlo. Jessica, una botánica británica establecida en Colombia, se encuentra dormida cuando escucha el sonido por primera vez, y que seguirá escuchando en distintas partes a partir de ese momento. Ese sonido inicia una búsqueda que le llevará desde la ciudad de Bogotá, en donde busca la ayuda de un joven técnico, quien trata de emular el sonido en un estudio de grabación, hasta la misma región del Amazonas, donde se encontrará nuevos personajes y el sonido de ampliará hacia otros sonidos, voces, testimonios, memorias.
Me gustó mucho que muy pocas veces se ha intentado narrarnos a través del sonido, porque aunque la película tiene un marco y una visión general, los detalles como ese mismo sonido inicial puede ser la representación de tantos sonidos que han ocupado nuestro imaginario nacional, como es uno de ellos las bombas (y en una escena donde Jessica escucha el sonido en plena calle, se siente como si hubiese sentido una explosión, aunque el sonido tienda más a representar una implosión, que también sería representativo de otros sonidos), y también el trabajo sonoro en ambientar la parte urbana en la primera parte, así como en la zona rural en la segunda, nos habla de una armonía, y a la vez una lucha constante entre ambos escenarios, que conviven en armonía en nuestra geografía, o con lo que convivimos en la armonía de la vida, que muchas veces está llena de caos, ruido y dolor. Y esa sugerencia hacia la armonía universal dentro del caos, muy metafísica y mística, también me gustó mucho y es muy fiel al cine del director. Y me pareció un acercamiento tan inusual pero a la vez tan apropiado hacia nuestra realidad, hacia nuestra esencia.
La película ganó el importante Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2021, donde Apichatpong Weerasethakul ganó la Palma de Oro hace varios años por esa otra inusual película, como fue: “Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas”, que como todo su cine también está muy relacionado con “Memoria”. Al fin y al cabo, su cine nos traslada a un espacio común, universal, y a la vez etéreo, onírico, en donde podemos reconocernos en nuestra humanidad, nuestro dolor, nuestros sueños y nuestros recuerdos (nuestra memoria), junto con la memoria cósmica, que nos lleva hacia nuestra misma esencia, en donde rondamos los misterios del génesis, de la vida y nuestra alma. Y es fascinante cómo uno de los directores que mejor ha plasmado la experiencia onírica a través de lo físico y lo naturalista, nos haya regalado esta obra, en donde podremos explorar miradas que quizás antes no hayamos hecho en relación a nuestra realidad, nuestra tierra, nuestra gente y a nosotros mismos.
Una película con mucha sustancia dentro su aparente sencillez, que requiere compromiso del espectador, pero que promete una experiencia única, poética, mágica, sonora y onírica, que te dejará pensando durante mucho tiempo y con muchas preguntas, que eventualmente se irán respondiendo, o quedarán flotando en ese limbo creativo de las cavilaciones. Sobre las actuaciones no comento, porque están bien, pero ésta es de esas películas y el director de aquellos en donde me parece que los actores son elementos en función de la obra, ánimas que se sincronizan en armonía al relato visual, y esto es algo que tienen algunos de los mejores directores. Todos los otros aspectos técnicos también son sobresalientes, especialmente el sonoro y la fotografía. Por todo esto, sin dudas, una de las mejores películas del 2021.
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