En el 2024 se estrenó otra película animada del estudio DreamWorks, “The Wild Robot”, que es una fábula ecologista, con un alto protagonismo de animales en una isla sin humanos, en medio de un entorno apocalíptico en el exterior. La película animada letona, Flow, también se podría decir que es una fábula ecologista, aunque acá los animales no hablan, sino que emiten los sonidos que normalmente generan. Y aunque no haya voces, el diseño de sonido es muy importante en la película, porque además de los gruñidos y el lenguaje natural de cada especie, la película da un protagonismo a los sonidos de la naturaleza, que eventualmente descubrimos que es otra gran protagonista de la película. La Naturaleza en sí.
La película se centra en la figura y la perspectiva de un gato negro, quien un día despierta y encuentra que el lugar donde habita se está inundando progresivamente. Ese espacio que habita, parece que se encuentra deshabitado de humanos, y que una catástrofe ambiental está a punto de arrasar con todas las especies que permanecen con vidas. Esa situación lleva al gato a enfrentarse a varios de sus más profundos miedos: Primero, los perros y otros animales que suelen asustarlo, y que normalmente suele evitar. Segundo, el agua. Pero la progresiva inundación lo obliga a refugiarse en un pequeño barco junto con otras especies de animales, las cuales tienen una personalidad o instinto propio de su especie: entonces nos encontramos con la pasividad de un Capibara, la vanidad de un Lemur, la imponencia y elegancia de un Ave Secretario, y eventualmente el caos de unos perros. Juntos deben convivir en un pequeño espacio, mientras el mundo que conocen desaparece y los lleva más cerca a otro mundo inexplorado lleno de agua. Debo mencionar también entre los animales a la misteriosa ballena que aparece en ciertos momentos y ayuda a nuestro gato. ¿Y los humanos? Aunque la película nos muestra algunos detalles al inicio que pueden dar pistas sobre el dueño del gato y su casa/taller, la verdad no se ahonda en ellos o la razón de su extinción, pero los animales en cierta forma nos representan.
Con esa descripción anterior, podemos ver que es una película de aventuras, de sobrevivencia, de amistad, de adaptación al cambio, de aprendizaje y autorrealización. Porque aunque hay escenas y momentos divertidos en este viaje, también hay escenas de mucha tensión, en especial en donde deben luchar con el movimiento del agua, la fuerza del viento y con los obstáculos naturales del camino, como grandes rocas o árboles. Y es gran mérito de la dirección, la fotografía y la animación (que mezcla el 2D con el 3D), logrando momentos muy reales y vívidos, que personalmente me llegaron a generar incluso miedo y temor por la vida de los personajes. Además de imaginarme un eventual escenario futuro, en donde todo eso podría ser una realidad, como ya lo ha sido en tiempos pasados.
Sin el ruido de las voces o de explicaciones y reflexiones innecesarias, solo nos queda sumergirnos en esta experiencia sensorial, inmersiva, audiovisual y poética, que habla con las imágenes y los sonidos, y se apoya de los símbolos y arquetipos para sugerir e incentivar reflexiones propias en el espectador. Porque al final ese pequeño barco es el mundo, somos nosotros. Y la película nos lleva en ese camino interior a resolver preguntas sobre la colaboración y el trabajo en equipo. La aceptación del otro (por distinto que sea de mí) y cuestionar nuestro lugar en el mundo (y al mundo en sí mismo, sobre todo cuando hay conflictos y hostilidad), además de nuestra realidad y cómo la percibimos. Como ven preguntas muy complejas, profundas y filosóficas, a través de un empaque muy sutil, bello, sencillo y luminoso. Es una preciosa obra de arte y una de las mejores películas del año (animadas y no animadas). Nominadas a dos Premios Oscar a la Mejor Película Animada y la Mejor Película Internacional.
Al parecer la idea del director, Gints Zilbalodis, nació de su deseo de juventud de hacer un cortometraje sobre un gato con miedo al agua.
Tráiler de Flow - (Link 1)
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