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lunes, 8 de septiembre de 2025

Reseña del libro: Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (Maryse Condé)

Reseña del libro: Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (Maryse Condé)



En el Club de Lectura de Ábaco empezamos a leer, en medio de un ciclo dedicado a Escritoras del Caribe, a Maryse Condé, la autora originaria de la isla de Guadalupe. Empezamos leyendo uno de sus libros autobiográficos, “Corazón que ríe, corazón que llora”, en donde explora su vida en Guadalupe, su infancia y primera adolescencia hasta su traslado a Francia en su juventud. Como el libro nos gustó tanto, decidimos leer la continuación de esa autobiografía, titulado: “La vida sin maquillaje”, en donde seguimos su juventud hasta su madurez, que contiene su traslado al continente africano para descubrir su verdadera identidad como mujer negra, después de experimentar en carne propia en Francia los fuertes rezagos del postcolonialismo. Y tras leer estos dos fascinantes libros biográficos, decidimos explorar su narrativa de ficción, con una de sus novelas más conocidas: “Yo, Tituba, la bruja negra de Salem”

Antes de entrar a hablar de “Tituba”, me gustaría comentar brevemente aspectos de la prosa, el estilo y obsesiones de Condé que me fascinaron tanto, y que por supuesto forman parte del universo de sus obras. Narrativamente es muy interesante su predominante voz en primera persona que reflexiona desde la madurez y la distancia sobre su infancia y primera juventud, hablando sin edulcorar y sin juzgar sobre sus propios aciertos, sus traumas, sus malas decisiones y errores que la llevaron a hacer la escritora que llegó a ser. En cuanto a su voz en primera persona (tanto en sus autobiografías como en Tituba), me sorprendió la sencillez y la poesía inherente en su prosa, al describir las situaciones y paisajes más cotidianos con una sensibilidad y detalle que traslada al lector al espectro emocional que ella misma está describiendo. Aquí hay que darle el crédito también a la traductora de su obra al castellano para la editorial Impedimenta, Martha Asunción Alonso, quien logra capturar la esencia, la poesía y musicalidad de la prosa de la escritora. 

Condé es fiel descendiente de una tradición oral con la facilidad de contar y estructurar historias con mucha facilidad y sencillez, mientras que en su recorrido explora (y describe de forma bella) el espacio geográfico, no solamente en referencia al paisaje sino a los más simples detalles, como los animales y seres inertes, hasta llegar a la atmósfera, la cultura y tradiciones, y la psicología de los personajes (y de ella misma como narradora), sin lenguajes técnicos, sino muchas veces con la curiosidad y la sorpresa de experimentar algo por primera vez, que podría describirse como ingenuidad o candidez (especialmente cuando llega a un territorio o cultura desconocida, como en sus autobiografías a África o Francia, y en Tituba a los Estados Unidos). Y hago énfasis en esto porque para muchos escritores no es fácil describir ese estado o reacción emocional con naturalidad. Y en cuanto a la indagación en la psiquis de sus personajes, en sus autobiografías se observa a la distancia y se atreve a recordar y reflexionar sobre su pasado, sin juzgar sus decisiones pero a la vez haciendo una especie de psicoanálisis a su yo del pasado, e intentando descifrar sus motivaciones y búsquedas. Y en medio de esta exploración, en donde Condé nos guía a través de la búsqueda de su identidad, también escarba sobre la relación con sus padres, sobre el postcolonialismo en Francia y en la misma Guadalupe, sobre el amor, la pasión, la maternidad, la cultura y la política, además de describir su propio interés en convertirse en escritora, entre muchos otros temas, como por ejemplo, sus constantes referencias a otras obras y autores de la cultura general, como de la literatura, el cine, la música y el teatro, siempre haciendo paralelismo con su propia obra, o a través de la intertextualidad incluyendo personajes de otras novelas en sus obras de ficción (como Hester Prynne, personaje de “La Letra Escarlata” de Nathaniel Hawthorne en “Tituba”), y muchas referencias también en sus autobiografías, desde los mismos títulos de sus capítulos.




Reseña del libro: Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (Maryse Condé)



Luego de leer sus autobiografías, y ver todo lo que tuvo que vivir, y luego contrastar cómo esas vivencias se camuflan en sus obras, pensé que Maryse Condé es de esas escritoras que necesitó vivir mucho para condensar esas experiencias a través de la literatura y descubrirse en el camino, y legar su obra al lector para que éste haga sus propios descubrimientos a través de ella. Y como vemos este constante trasegar entre personajes, vivencias y ficciones, es una constante en toda su obra…

Y es lo que ocurre con “Yo, Tituba, la bruja negra de Salem”

En esta novela, Condé poseída por el espíritu de Tituba, se apropia de su voz narrativa y nos cuenta su historia, que se ambienta en los hechos reales de los juicios de las Brujas de Salem en la colonia de Massachusetts en 1692. En una época muy conservadora se acusaron, juzgaron y ejecutaron a varias personas, la mayoría mujeres, por ejercer la brujería. Pero al final, como también veremos en la novela, resultó siendo una cuestión de diferencias culturales, racismo, fanatismo e histeria colectiva. Esta historia se contó y adaptó muchas veces, siendo muy conocida la obra de teatro de Arthur Miller y las posteriores adaptaciones al cine, pero siempre se contó desde el punto de vista de las acusadas blancas, pero dentro de esas historias siempre se menciona de forma marginal a Tituba, quien cumplió un papel central dentro de todo este conflicto. Maryse Condé lo que hace es rescatar su historia, contar su punto de vista y darle una voz a este personaje proscrito. Tituba era una mujer negra (mestiza) nacida en la isla de Barbuda, como fruto de una violación de un marinero inglés a una joven esclava africana. Tituba es expulsada de la plantación y queda libre por un tiempo, cobijada por una anciana herbolaria, llamada Man Yaya, quien le enseña todo su conocimiento sobre plantas y espíritus, parte de sus propias tradiciones ancestrales, y lo que luego se describe al llegar a los Estados Unidos como brujería. Posteriormente, Tituba se enamora y se va a vivir con su enamorado a otra plantación, donde pertenecer a otra patrona, y desde allí la vida de Tituba empieza a complicarse, siendo vendida a distintos patrones, que la trasladarán de su isla a los Estados Unidos, y eventualmente a Salem. 

Como ocurre en todos los libros de Condé, ya sea autobiografías o novelas de ficción, ésta te atrapa desde sus primeros párrafos. Y aunque mantiene (en comparación con las autobiografías) una narración en primera persona, el formato cambia y es completamente literario, manteniendo la frescura, sencillez, precisión y poesía de su prosa. Pero acá no nos enfrentamos a la divagación de una serie de recuerdos, sino que vemos y sentimos el completo control de una historia y la depuración del lenguaje, que sigue de forma orgánica una macroestructura pero sin perder la esencia de su narrativa y su prosa. Eso no quiere decir que Tituba no tenga recuerdos ni se revivan episodios pasados (o flashbacks), pero sentí que en este formato de novela todo está un poco más controlado, para no perder un centro y un objetivo claro en la narración. Pues el marco en el que se mueve la historia está muy definido. Y no lo menciono como algo malo o bueno, sino como un detalle interesante, en donde a pesar de tener una especie de limitación, Condé sigue fluyendo igual en su esencia, su prosa y su universo. 

Por lo tanto, me encanta que en “Tituba” siga narrando una autobiografía ajena, desde la distancia temporal de una Tituba mayor o un fantasma (porque veremos lo importante que son los seres querido que tras la muerte quedan convertidos en entes espirituales de permanente contacto) que rememora y analiza distintos episodios de su vida, que van desde la esclavitud hasta el choque de culturas entre los rituales ancestrales africanos contra la religión católica y su rigidez, y en medio de todo, el amor, la pasión, la amistad, el duelo, la violencia, el abuso, la ignorancia y la identidad (así como las historias personales y la necesidad de conocer los distintos puntos de vista). Toda la novela es disfrutable, deliciosa y dura de leer por momentos, y me parece increíble la forma en que narra el dolor, porque la novela es puro dolor y entrañas, pero Condé siempre logra encontrar la poesía y el humor, y en esta novela particularmente, la magia, para diluir un poco la intensidad de algunas escenas, o simplemente encontrar los momentos de luz que dan contrapeso a todas esas emociones. Como por ejemplo, cuando Tituba es encarcelada y se encuentra en la celda con Hester, inspirada en la protagonista de “La Letra Escarlata” de Nathaniel Hawthorne, que nos dan unas páginas llenas de bellos y poéticos momentos; así como su posterior relación con el portugués Benjamín, quien la compra, paga su deuda, la ama y eventualmente la libera para que regrese a su tierra natal, Barbuda, donde aún le siguen esperando más aventuras y desventuras. Condé acompaña a Tituba con excelentes personajes secundarios, además de los mencionados, quienes cubren a Tituba de bondad o de terror por partes iguales, y a la vez tienen sus propios dramas y conflictos internos, especialmente las mujeres. Por lo que la novela es una fascinación literaria, que utiliza este hecho histórico y personajes reales para dibujar un universo lleno de desigualdad, resentimiento, odio, oscuridad y pequeñas luces que se abrirían camino o cultivarían algo de esperanza para el futuro.    

Luego de leer sus autobiografías, también es fascinante ver a Maryse Condé reflejada en su construcción literaria de Tituba, con sus errores, pasiones y sus búsquedas personales. Por lo que recomiendo mucho leer esta novela, y si pueden adentrarse en sus textos biográficos para que tengan esa dimensión de la autora y su obra, porque seguramente después querrán seguir descubriendo por autonomía el resto de su trabajo literario. Así me ha pasado. 



A continuación, comparto dos fragmentos (pero tengo muchísimos más resaltados):

1. 

"Empecé a dudar seriamente de la convicción fundamental de Man Yaya según la cual la vida era un don. La vida sólo podría ser un don si cada uno de nosotros pudiera elegir el vientre materno. Por ser engendrado en la carne de una desvalida, de una egoísta, de una zorra que se vengaría en nosotros de los sinsabores de su propia vida, formar parte de la tropa de los explotados, de los humillados, de aquellos a los que se les impone un nombre, una lengua, unas creencias, era un verdadero calvario.

Si algún día he de volver a nacer que sea en el ejército de acero de los conquistadores."

(Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, de Maryse Condé)


2.

"Una mañana, mientras servía al ama Parris un poco de té, que su estómago toleraba mejor que la sémola, me dijo suavemente:
—No cuentes todas estas historias a las niñas. Las hace soñar y los sueños no son buenos.

Me encogí de hombros.

—¿Por qué los sueños no han de ser buenos? ¿No son mejores que la realidad?

No contestó y permaneció largo rato silenciosa. Al cabo continuó:

—Tituba, ¿no crees que ser mujer es una maldición?

Me enfadé:
—Ama Parris, no habla usted más que de maldiciones. ¿Hay algo más hermoso que el cuerpo de una mujer? Sobre todo cuando el deseo de un hombre lo enloquece…

Gritó:
—¡Cállate, cállate!
Fue nuestra única disputa. Y no llegué a comprender la causa."

(Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, de Maryse Condé)

"—¿Una negra que no sabe bailar? ¿Se ha visto alguna vez algo semejante?

Muy pronto se hizo un círculo a nuestro alrededor. Me habían crecido alas en los talones, en los tobillos. Mis caderas y mi cintura eran ágiles. Una serpiente misteriosa había penetrado en mí. ¿Era la serpiente primordial de la que Man Yaya me había hablado tantas veces, figura del dios creador de todas las cosas de la tierra? ¿Era ella la que me hacía vibrar?

De vez en cuando, la chabine alta, vestida de madrás, intentaba interponerse entre John Indien y yo. No le prestábamos atención alguna. En un momento dado cuando John Indien se enjugaba la frente con un amplio pañuelo de tela de Pondichéry, recordé las palabras de Man Yaya: «Un poco de su sangre. Alguna cosa que haya estado en contacto con su cuerpo…».

Tuve un momento de embriaguez. Quizá no fuera necesario pues parecía seducido «naturalmente». Después intuí que lo esencial no era seducir a un hombre si no conservarlo y que John Indien debía de pertenecer a la especie fácilmente seducida que se burla de todo compromiso durable. Obedecí, pues, a Man Yaya.

Hábilmente le arrebaté el pañuelo arañándole el dedo meñique. Tuvo una exclamación de dolor:

—¡Ay! ¿Qué me haces bruja?

Hablaba en broma. Sin embargo me invadió la tristeza."

(Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, de Maryse Condé)





Reseña del libro: Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (Maryse Condé)

 Foto: Maryse Condé


“Moi, Tituba, Sorcière…Noire de Salem” fue publicada por primera vez en el año 1986 en francés y fue traducida al castellano por primera vez en el 2022. 

La novela fue ganadora del Gran Premio de Francia de literatura femenina en el año 1986. Y Maryse Condé recibió en el 2018 el Premio Nobel Alternativo de Literatura. (Ese año no se entregó el premio tradicional por un escándalo en la organización). 
En el año 2021 recibió el Prix Mondial Cino del Duca por su labor humanista en la cultura.