lunes, 10 de octubre de 2022

Reseña de la serie: La Casa del Dragón (House of the Dragon) – Ep. 8 (El Señor de las Mareas), Análisis General (1-7) y Oda al Rey Viserys I

 
 
No empecé haciendo reseñas de la serie porque como muchos seguidores de Juego de Tronos, quizás no le tenía muchas expectativas a esta precuela, entre otras, por el aún desencanto del final de la serie principal. Debo confesar que empecé viendo la serie y desde el primer episodio (Los Herederos del Dragón), me pareció que iba a ser un producto interesante que reconciliaría nuevamente a los seguidores de la saga, como eventualmente ocurrió.

Pero tengo varias cosas que comentar antes de llegar al capítulo más reciente, el número ocho (La Reseña y Análisis a los capítulos 9 y 10 están en otro link al final del post). La serie enfrentó y superó un dudoso precedente, pues además tenía muchos puntos a favor para hacerlo: el ya rico universo creado por el escritor George R.R. Martin y el centro de la historia en la casa más fascinante de toda la saga: los Targaryen. Es por eso que con solo iniciar el primer episodio, ya encontramos la nota que le dice al espectador que los eventos que verá ocurrieron 172 años antes de Daenerys Targaryen (así como en el universo de la Canción de Hielo y Fuego, la historia se divide A.C. <Antes de la Conquista> y D.C. <Después de la Conquista> de Aegon el Conquistador), la madre de los dragones, quien fascinó a todos los lectores y espectadores de Juego de Tronos, y quien no tuvo uno de los mejores tratamientos o arcos narrativos en el desenlace de la serie. También daba un poco de tranquilidad el quiebre con los anteriores showrunners de GOT, David Benioff y D.B. Weiss, quienes perdieron la esencia y la calidad de la serie desde que no tenían la trama de los libros a la mano. En cambio, contrataron a Ryan Condal, quien es admirador de la saga y contacto cercano al autor de los libros, quien revisa y aprueba todos los cambios a la trama.
 
 

 
 
Así que los creadores ya tenían una historia fascinante en sus manos, pero el reto era que no poseían una saga de libros para seguirse como sus antecesores, sino que con “Fuego y Sangre” sólo poseían hasta ahora sólo un libro voluminoso de crónicas que cuenta la historia de la familia Targaryen. Es por esto, que en toda esta primera temporada se han tenido grandes saltos temporales, porque el libro original no es una novela que lleva una cronología detallada ni diálogos extendidos de las acciones, sino que hay descripciones generales de eventos y de pasajes específicos con distintos puntos de vista. Por lo tanto, los creadores tuvieron que rellenar muchos espacios vacíos para darle continuidad, coherencia y dinamismo a una serie que está contemplada para 3 o 4 temporadas. Es todo un reto, pero creo que hasta ahora lo han hecho muy bien.  
 
 

 
 
Pero también debo decir y contradecir a aquellos que dicen ya que la primera temporada va superando a la primera temporada de Juego de Tronos, porque es totalmente falso. Si bien algunos anotaban que en el primer episodio de HOTD todo les había quedado más claro y dibujado que en el primero de GOT, precisamente es por lo mayor sustentado y detallado que están descritas las acciones en GOT, y el lento pero hipnótico avance que tuvo para involucrar al espectador con la trama, el universo y sus personajes. Detalles en los que HOTD ha tenido algunos problemas: primero, porque cayó mucho en la sobre explicación y exposición de las cosas (o de algunas cosas, porque otras simplemente no se explican aunque un espectador medio no ha tenido ningún recurso de vinculación para poder identificarlo); segundo, a pesar de que son entendibles los saltos temporales por los vacíos en la literatura, realmente es muy difícil para un espectador que no conoce la saga y ni ha leído los libros el poder empatizar o entender a algunos personajes y sus acciones o motivaciones; y tercero, en todos estos saltos temporales y la aceleración que se siente en varios episodios, da paso a mayores efectismos en la trama, y el cambio constante de reparto también desestabilizando todo o lo poco conseguido hasta el momento.
 
 

 
 
Análisis General (Episodios 1-7)
 
Dicho todo esto, para afirmar que la serie hasta ahora no es para nada mejor que GOT, aunque sí debo mencionar que se han hecho ajustes y tomado decisiones acertadas para que todos estos puntos en contra que he mencionado no sean los que dominen ni determinen a la serie. Empezando con una excelente producción, con muy buenas direcciones de los distintos directores, muy buena fotografía y música, muy buena iluminación, diseño de producción, y en general, muy buen montaje. Pero sin dudas parte del éxito que ha tenido, sobre todo para que los saltos temporales no hubiesen sido tan traumáticos, es en el excelente reparto que conformaron desde el episodio uno hasta el episodio ocho, donde ya tendremos al reparto fijo en los episodios restantes y siguientes temporadas. Es por esto, que aprecié y disfruté mucho de episodios tan líricos como el episodio tres (El segundo de su nombre), dirigido por Greg Yaitanes; y a partir del episodio tres, los siguientes fueron manteniendo y superando la calidad, como el cuarto (El rey del mar estrecho), dirigido por Clare Kilner, en donde vemos escenas tan atractivas y esperadas, como son la presencia de los dragones, pero también escenas de mucha intriga política, de pasión y mucha acción, que como siempre fueron el cóctel perfecto de GOT. Siguiendo con los episodios, el quinto (Iluminamos el camino), dirigido también por Kilner es muy bueno por aquella separación que se va viendo entre los bandos, y es un capítulo muy bien dirigido, porque además de la lírica seguimos viendo los simbolismos y los juegos con los planos para enriquecer la narración, y como herramienta para llenar aquellos vacíos que pueden presentarse. A partir del sexto episodio (La princesa y la reina), dirigido por el también productor, Miguel Sapochnik, con el nuevo reparto, que está simplemente excepcional, con las incursiones de Emma D'Arcy (Rhaenyra) y Olivia Cooke (Alicent), sin dejar de mencionar el excelente trabajo de las actrices jóvenes, más los excelentes trabajos de los que estuvieron desde el inicio: Rhys Ifans (Otto), Matt Smith (Daemon), Steve Toussaint (Corlys), Eve Best (Rhaenys), Matthew Needham (como Larys Strong, quien tiene en este episodio 6 un monólogo tremendo que me hizo recordar muchos de los buenos diálogos y monólogos de GOT) y sobre todo Paddy Considine (Viserys), quien es el personaje que quería utilizar para seguir el enlace de mi reseña de los primeros capítulos hasta el episodio ocho. Pero antes del ocho, el episodio siete (Marcaderiva), dirigido por Sapochnik también, me pareció uno de esos episodios con algunas escenas fascinantes, como la del pequeño Aemond domando el dragón más poderoso, Vhagar; la pelea entre los niños y luego la pelea entre las reinas y la separación más evidente entre los bandos. Pero aparte de esas escenas, sentí un poco más el vacío de la narración y de la falta sustancia y consistencia entre todo el capítulo, pero solo por esas escenas se salva. Y llegamos al capítulo ocho (El señor de las mareas), en donde esperamos que la serie avance con más pausa y detalle en el desarrollo por el fin de los saltos temporales, pero a la vez vemos un capítulo muy rico en donde se alcanza a condensar parte de todos los que hemos visto de forma acelerada hasta este momento. 
 
 

 
 
Ep. 8 (El Señor de las Mareas) y Oda el Rey Viserys I
 
Y me gusta utilizar la figura del rey Viserys (Paddy Considine), quien estuvo en todos los capítulos hasta el momento para tratar de explicarlo:

En el primer capítulo el rey Viserys llega al poder por accidente a suceder a su abuelo, el gran rey Jaehaerys, porque diversas tragedias acabaron con la vida de sus primogénitos, los padres de Viserys y su prima Rhaenys. En el Gran Consejo que convoca Jaehaerys, los grandes señores eligen al hombre sobre la mujer, quien era mayor y era la natural heredera. Desde Jaehaerys ya se empezaba a atisbar los problemas futuros de la casa, porque aunque eran épocas de paz, se acumulaban los posibles herederos, así como también los jinetes de dragón y sus respectivas bestias, ansiosos de aventuras y algo de acción en sus vidas, que es algo que se recrimina Viserys constantemente: la falta de acción en su reinado, de gestas heroicas que lo llevasen a escribir numerosas páginas en los libros de historia y canciones por generaciones. Y esto es algo que se ve muy bien reflejado con la enorme maqueta de la ciudad de Valyria (la ciudad de donde provienen y sobrevivieron los Targaryen y Velaryon, en el continente de Essos), que Viserys se encuentra construyendo desde el capítulo uno, y vemos cómo se va haciendo más grande en cada episodio, mostrando el peso del legado que carga, que además aparece detrás de él en una escena de forma simbólica cuando le encuentran haciendo una curación, exhibiendo el contraste de forma evidente. Viserys gobierna por más de veinte años, extendiendo el período de paz en su casa, pero empieza a atisbar problemas cuando no es capaz de concebir a un heredero hombre, sino hasta ahora a su única hija, Rhaenyra, y a su hermano menor, Daemon, siendo los únicos candidatos a sucederle. Y se vuelve a tener problema de sucesión porque la heredera legítima es mujer, manteniendo esa crítica al machismo y a la sociedad patriarcal presentes desde el inicio, y más allá de los Targaryen. Viserys decide finalmente escoger a su hija como sucesora por una discusión con su hermano y su hasta ese momento incapacidad de concebir varones, que deriva en la muerte de otra mujer, su esposa.
 
 

 
 
Así que en los primeros episodios observamos a un rey Viserys, quien a ojos de sus más cercanos es un rey débil, manipulable y pusilánime. Un rey que trata de evitar conflictos pero sobre todas las cosas, ama a su familia. Sin embargo, el personaje no es tan unidimensional sino que el actor Paddy Considine, le da muchos matices, en donde alterna con sus momentos de autoridad, mostrando el dragón de su casa, o los momentos donde es consciente de todo lo que pasa a su alrededor pero decide simplemente ignorarlo, como cuando exhibe el plan de su mano del rey, Otto Hightower, de involucrarlo con su hija. Pero si hay algo que prevalece en las decisiones del rey es la vista gorda ante los conflictos y su irresponsabilidad en asumir los problemas que surgen, en especial los militares y la mano blanda con sus seres más cercanos. En el cuarto episodio, cuando Viserys tiene un hijo varón con Alicent Hightower, al que además llaman Aegon II, sobresale su palabra y su amor por su hija, al reafirmarse de forma implacable en su decisión de mantenerla como su legítima heredera al trono de hierro, y de paso terminar de ganarse el desprecio de su esposa, al echar a su padre como mano del rey por petición de su hija. En el quinto episodio, el rey ve la transformación de su joven esposa, quien por la influencia de su padre y la preferencia por su hija, decide de forma simbólica declarar la guerra al interrumpirlo en su discurso de compromiso con los Velaryon (Rhaenyra y Leanor) y hacer una entrada con un vestido verde que acapara todas las miradas. Ya en ese momento, el rey Viserys se encuentra muy deteriorado, pues resulta que a raíz de unos pequeños cortes en el dedo y la espalda que se hizo en el mismo Trono de Hierro con las puntas de las espadas fundidas, inicia una infección en todo su cuerpo que le lleva a sufrir una especie de lepra, que inicia a descomponerle todo el brazo y el cuerpo. Ese corte se lo hace en el primer o segundo episodio apenas, por lo que podemos ver que la serie en forma simbólica (nuevamente) nos está mostrando en la imagen del rey Viserys, el inicio de la caída de la gran casa de los Targaryen. Se dice que el mismo Trono de Hierro por la debilidad del rey decide lastimarlo de forma mortal, aunque también hay detrás de esto algunos rumores sobre el mal tratamiento que tuvo a través de los maestres, siendo el primero que lo trata fiel a la casa de los Hightower. Pero lo cierto, es que a través de esos cortes en el trono es que empieza la descomposición de la salud del rey, que también muestra el peso de sentarse en ese trono, cuando está rodeado de enemigos, quienes esperan ansiosos su muerte. Y es así como en los siguientes episodios, junto con la caída en la salud del rey, empezamos a ver escenas donde algunas ratas se encuentran merodeando alrededor de su presencia, así como la misma iluminación e imágenes que en los primeros episodios era tan brillante y viva, se va haciendo a medida que avanzan los capítulos más lúgubres y oscuras. 
 
 

 
 
Ep. 8 (El Señor de las Mareas)
 
En el octavo capítulo, que inicia con una disputa en Marcaderiva, por la herida en batalla del Señor de las Mareas, Corlys Velaryon, que enciende en su hermano, Vaemond Velaryon, el deseo de reemplazarlo en el trono, contra los deseos de Corlys y el mismo Viserys, quienes decretaron como sucesor al segundo hijo de Rhaenyra, Lucerys. Me llamó la atención en este capítulo las tomas en picado en dos escenas de trono, tanto en Marcaderiva, con Rhaenys, iniciando además desde una toma de espaldas, para posteriormente ascender y caer en picado. Y en la Fortaleza Roja, con Otto sentado en el Trono de Hierro, mostrándolo desde arriba rodeado de las espadas fundidas, en una señal amenazadora, que sugiere el golpe que está a punto de dar a la casa. Pero también es curioso porque los dos personajes que se encuentran en ambos tronos no son los legítimos (Corlys y Viserys), sino que se encuentran reemplazando a sus legítimos dueños por incapacidad, mostrando aún más la incertidumbre de ambas casas, los sobrevivientes de Valyria. También en cuanto a las tomas, observé que muchas de las mostradas en la Fortaleza Roja también inician desde un plano superior, mostrando las renovaciones en la fachada de la edificación, en donde eliminaron los símbolos Targaryen y los reemplazaron por orden dela reina consorte con los de la fe de los siete (con la estrella de siete puntas), también como símbolo de la herida sangrante e inicio de la caída de la Casa del Dragón. 
 
 

 
 
En el episodio la primera vez que vemos al rey Viserys es en una cama, donde se encuentra en el estado terminal de su enfermedad, sin un ojo, sin parte de su mejilla, en estado esquelético y postrado por el dolor, solo calmado con la leche de amapola, que lo mantiene dormido y en estado de ensoñación. Mientras tanto, los Hightower lo reemplazan y reinan a su antojo, esperando su cercana muerte, y decididos a dar el primer golpe con la intervención en la sucesión del trono de Marcaderiva, a favor de Vaemond. Por lo que también asisten a presentar su respectivo reclamo, Rhaenys y Rhaenyra. Daemon y Rhaenyra visitan a Viserys en la cama, presenciando su deterioro, su sufrimiento y su tristeza al verse alejado de ellos dos tantos años, quienes son a la vez sus dos familiares más queridos con vida, junto a su fallecida esposa. Allí en la habitación, notan que le están suministrando la leche de amapola para calmar su dolor y mantenerlo adormecido y le presentan a sus dos nuevos nietos, Aegon III y Viserys II. Daemon trata de plantearle el tema de la sucesión de Marcaderiva y su ayuda en la intervención, mientras Rhaenyra al ver su estado se contiene y prefiere solo mostrarle a sus hijos. Aunque más tarde ella veulve para pedirle ayuda en la audiencia y que la defienda contra sus enemigos, ya que la pérdida de la Casa Velaryon hubiese significado un golpe contundente en la próxima batalla entre Negros y Verdes. Y de allí pasamos a la mejor escena del capítulo:
 
 

 
 
Empezando con un Viserys siendo preparado por los maestres para poder resistir el día, su último día, sin los efectos de la leche de la amapola, con el objetivo de presentarse en la audiencia de Marcaderiva a defender los intereses y la legitimidad de su hija heredera, y reunirse a cenar con toda su familia en la noche para dar el último ruego de unión a los miembros de la Casa del Dragón. Las escenas de preparación de Viserys, con planos detalles de sus heridas, resultan realmente perturbadoras y la actuación de Considine es simplemente magistral porque se vuelve como siempre lo fue, pero ahora en una visión más clara y física, en símbolo de la tragedia de la Casa Targaryen, en un personaje trágico por excelencia, que haciendo exhibición de su fortaleza y sus más profundos ruegos y anhelos, se levanta y camina ante la mirada atónita de todos los presentes a sentarse por última vez en el Trono de Hierro. Ese trayecto largo de la entrada hacia el trono es rodado con maestría, mientras él se apoya en un bastón, que representa el mismo amor a su hija, que es su soporte e impulso, mientras se arrastra sin ninguna ayuda hacia el símbolo de poder del reino. Solamente es ayudado por su hermano Daemon cuando sube las escaleras finales al trono mientras trastabilla y cae su corona. Daemon, quien en el pasado cuestionaba su posición como rey, ahora lo ayuda a sentarse y le pone la corona de vuelta a su cabeza, en la que según los mismos showrunners fue una escena con mucha improvisación de parte de los dos actores. Pero fue simplemente épico y significativo, así como la posterior defensa de Viserys a su hija y sus nietos. La escena que es antecedida por esos planos que nos muestran a Viserys desnudo y vulnerable en su propia desgracia, para posteriormente mostrarlo imperial y poderoso imponiendo su última voluntad mientras se cae a pedazos, y el actor trasmitiendo con sus expresiones y toda su humanidad cada emoción y esfuerzo, es simplemente épico y como dijo el mismo George R.R. Martin al ver el trabajo del actor, digno de una tragedia griega, de un personaje shakesperiano, de un Rey Lear. Y es por esto que me parece que el personaje de Viserys es el mismo símbolo en sí mismo de la Casa Targaryen en esta primera temporada, y el hilo conductor de esta precipitada temporada, que con su caída también llega precisamente a un momento estático, a un estancamiento, como es el de cualquier guerra, en donde en una disputa familiar convertida en guerra civil los Targaryen lucharán entre ellos mismos. También vale la pena recordar la escena de la cena, en donde sus familiares en consideración con el monarca tratan de actuar con armonía frente a él para darle una última imagen, un último reflejo y espejismo, de lo que él quisiera que fueran las verdaderas relaciones familiares. Pero todo es espejismo porque no es más abandonar la sala para que inicie una pelea entre los más jóvenes.
 
 

 
 
Finalmente, Rhaenyra decide regresar Dragonstone para evitar más peleas entre los chicos, y desconcertada ante una Alicent, quien le pide que se quede un poco más, le promete que llevará a los chicos y volverá en un dragón. Mientras, Rhaenyra parte y Rhaneys observa nuevamente los ojos de la muerte mientras ve que preparan el cuerpo cortado de su cuñado, la maqueta de Valyria se encuentra abandonada entre telarañas y en sus últimas palabras, Viserys, en medio de la ensoñación y los efectos del sedante, le da el motivo a la reina Alicent para reclamar los derechos de su hijo al trono y dar inicio a la Danza de los Dragones.

Un excelente episodio, que también nos debe llevar a no comparar con Juego de Tronos, porque se está estableciendo como un producto distinto con su propio encanto y virtudes, y que seguramente (y eso espero) con la estabilidad en el tiempo que sigue se desarrollarán muchos más las acciones, las tramas y los personajes, y ya veremos cómo enfrentan los creadores y guionistas el reto de llenar vacíos de un texto y proponer nuevas direcciones. Entonces sólo queda disfrutar, porque este estupendo universo creado por George R.R. Martin va a tener larga vida, extendida además a muchas más historias, episodios y personajes. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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