“Distancia de rescate” es la primera novela de la excelente escritora argentina Samanta Schweblin. Samanta, conocida por sus cuentos, y dueña de un estilo crudo y visceral, sigue explorando en su primera novela los límites sensoriales, humanos y narrativos de la escritura y del ser humano.
Contar sobre lo que trata la novela, sería dar un spoiler, y en este caso no me parece justo, ya que precisamente Samanta toma una historia normal, como la desesperación de una madre al sentir que pierde a su hija, y la reconstruye narrativamente y estructuralmente a extremos muy poco vistos en la literatura. Y construye todo este rompecabezas en poco más de 100 páginas, con cálculo, detalle y precisión, gracias a su trabajo en el relato breve. Precisamente Samanta me contó, en una entrevista que le hice en el marco del Hay Festival, que “Distancia de rescate” inició como un cuento, pero que poco a poco la historia se fue desfigurando, deshaciendo a algo más… el campo en que transcurre la historia empezó a cambiar de colores, a transfigurarse, y con ello su estructura y narrativa.
Varios detalles sorprenden, el que inicialmente me impactó es el tipo de narrador. Hay varios, pero sobresale uno no muy usado, el narrador en segunda persona, que se sitúa en la voz de la madre, Amanda, quien agoniza en una sala de emergencias, y que construye la narración a través de flashbacks, a través de sus recuerdos. Tratando de recordar cómo llegó a ese lugar. Por lo que se dirige directamente, como en una comunicación telepática con David, el hijo de una amiga, con quien se encontraba en el campo. Esa narración, en donde hace preguntas a David desde la distancia, es evocadora, fascinante e inquietante. Y el lector irá descubriendo poco a poco lo que pasó. David, el niño, quien jugaba con su pequeña hija, también le responde desde la distancia, e incluso le deja ver los recuerdos que quiere ver. Por lo que la novela transcurre en su mayoría en otro plano.
Amanda, teme porque no entiende lo que le pasa, pero sobre todo por su hija Nina. Nina, a quien nunca le quita la vista de encima, y quien representa el concepto de la “distancia de rescate”, como Amanda misma le explica a David:
“Espío otra vez a Nina, que ahora da unos pasos hacia la pileta.
Es que a veces no alcanzan todos los ojos, Amanda. No sé cómo no lo vi, por qué mierda estaba ocupándome de un puto caballo en lugar de ocuparme de mi hijo.
Me pregunto si podría ocurrirme lo mismo que a Carla. Yo siempre pienso en lo peor de los casos. Ahora mismo estoy calculando cuánto tardaría en salir corriendo del coche y llegar hasta Nina si ella corriera de pronto hasta la pileta y se tirara. Lo llamo “distancia de rescate”, así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería”.
La novela cuenta la experiencia y angustia de una madre, pero también se mueve entre el relato fantástico, metafísico, y se traslada a un plano distinto, psicológico, totalmente inmersivo y aterrador. Que llega a perturbar al lector. Le comenté a Samanta, que en momentos quedé paralizado leyendo su relato, ya que logra que el lector, sin entender desde el inicio la acción de la novela, vaya entrando a la red de intriga que la autora va creando, a la atmosfera opresiva y asfixiante. Ella contestó, “esa es la idea”.
Es una novela corta fascinante, y de cierta forma innovadora y original en su narrativa. Le comenté en la entrevista que pertenecía a un Club de Lectura donde estábamos leyendo a escritoras latinoamericanas, y habíamos iniciado por Argentina. Aprobó a todas las escritoras mencionadas, y dijo que son muchas más. Así como también me habló de esa nueva generación de escritoras latinoamericanas, que está pisando tan fuerte en el mercado editorial. Y lo mejor, es que son amigas, la también argentina, Mariana Enriquez, la mexicana Valeria Luiselli, la colombiana Margarita García Robayo, entre otras.
Además de eso, hablamos de la importancia de crear personajes, atmósferas, ritmo, títulos, que para ella es de vital importancia que todo adquiera un significado para el lector, y que este también al tiempo se sienta exigido, motivado y en ocasiones perturbado por la lectura y sus personajes. Samanta también dirige talleres de escritura y de lectura, y mencionó que es una actividad edificante, que al tiempo le ayuda en su proceso creativo.
En fin, una novela corta imperdible para descubrir una de las escritoras más talentosas de Latinoamérica, y que sin dudas serán llevados a descubrir sus cuentos, género que maneja con destreza.
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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