Nuevamente
ha llego a su final otra edición del prestigioso “Hay Festival”, el festival
que durante todo el año se celebra en otras nueve ciudades del mundo. No
recuerdo ya desde cuando estoy asistiendo, pero siempre es uno de los eventos
en mi calendario, junto con el Festival de Cine (FICCI), que inicia a finales
de Febrero.
Este año
me disponía a asistir nuevamente al “Hay”, pero en esta ocasión no comprando
boletas directamente como en los años anteriores, sino aprovechando el aspecto
que aún tengo de estudiante. Así que me inscribí para recibir la escarapela
amarilla que identificaba a los “estudiantes”, quienes teníamos la opción de
escoger 10 de los eventos que se iban a presentar en el Hay.
Inmediatamente
me puse a buscar los eventos que consideraba más interesantes. Y así, luego de
ese proceso, me dispuse a asistir desde el jueves al primer evento dentro de mi
agenda en el Hay.
El primer
evento al que asistí, fue el jueves a las 5:30 p.m. en el Teatro Adolfo Mejía,
con la conversación entre el escritor irlandés Colum McCann con Jonathan
Bastian. Un escritor, del cual aún no he leído nada por su escaza promoción en
el país, muchos de sus libros no han sido traídos. Pero desde hace un tiempo
estoy interesado en un libro suyo, ganador de National Book Award, y que me
atrevo a recomendar sin haberlo leído, esperando que algún día pueda encontrarlo
en alguna librería; el libro es: “Que el vasto mundo siga girando”.
La
charla de McCann fue muy interesante, se mostró como un persona relajada y describió
algunos de sus “secretos” al escribir una historia o una de sus escenas, en
donde recalcó la importancia de las imágenes, que en su proceso creativo las imágenes
eran muy importantes, ya que le facilitaban el proceso, lo que dejó evidenciar
un poco su procedimiento un poco cinematográfico. También mencionó que no le
gusta retratarse a sí mismo en lo que escribe, sino que prefiere retratar y
mirar a las otras personas, tratar de entenderlas y descubrir sus motivaciones.
Al final, incluso mencionó a El amor en los tiempos del cólera. Y en una de las
preguntas del público (que pocas veces son de resaltar), en donde le
preguntaban sobre si prefería el uso de la primera o segunda persona, él
respondió que no prestaba mucha atención, y que él sólo confiaba y tenía en
cuenta el lenguaje, que al mismo tiempo le iba indicando la dirección adecuada
que debe tomar el texto.
Eso fue,
en cuanto a su conversatorio, que en términos generales me gustó, pero ese día
llegué un poco tarde al conversatorio (como a las 5:40), cuando ya todos habían
ingresado al teatro, así que entré directamente, verificaron el código de mi
escarapela y me dijeron que avanzara por el lado izquierdo. Fui subiendo las
escaleras y atravesé la gran cortina vino tinto, ya cerrada, y pude escuchar
que el conversatorio era en inglés, tomé un suspiro de alivio, ya que lo malo
es que fuese en irlandés, y no quería ir a bajar nuevamente por los traductores
(que es un proceso terrible que comentaré más adelante). En fin, mientras
seguía subiendo, me encontré con uno de los asistentes que me dijeron que los
espacios para los estudiantes eran en el cuarto piso.
No le
vi ningún problema, así que fui subiendo, dejando atrás el segundo y tercer
piso, prácticamente vacíos (pueden ver la foto de cabecera). Me hubiese quedado en alguno de esos pisos, porque
en cada escalera había alguien verificando que los estudiantes subieran al
cuarto piso.
Cuando
finalmente llegué a ese cuarto piso, que ya parecía eterno, veo a algunos jóvenes
con las escarapelas amarillas, y supuse que eran estudiantes. La mayoría de
ellos, procedentes del interior del país, para no decir que el 99.9%
Lo del
cuarto piso en realidad me tenía sin cuidado, ya que en la escarapela decía que
se le daba prioridad a las personas con boletas, sin importar incluso, que nos quedáramos
por fuera, en caso de un eventual cubrimiento total de los espacios, por las
personas que habían adquirido la boleta. Lo que si me dejó pensando, fue la
ausencia de los estudiantes locales, los muchos que no disfrutaron del
festival, y sé que eran del interior porque hablé con varios. Y eso, sin mencionar
la ausencia de la población local, que arrojaría un dato lamentable.
Luego,
en los otros eventos, si me tocó enfrentarme a las filas, en donde los
estudiantes debíamos esperar a que todos entraran primero, incluso aquellos que
compraban las boletas de reventa en la entrada del mismo teatro a precios
exorbitantes, del doble del precio original.
Siguiendo
con el tema importante, el Hay Festival es un excelente evento sin duda,
siempre tiene invitados y conversatorios muy interesantes. No todos, claro
está. Algunos de la programación, hacen evidente la falta de creatividad y dinámica,
al repetir los mismos de años anteriores, con los mismos protagonistas o
presentadores, solamente con un pequeño cambio en el nombre. Afortunadamente evité
entrar a todas ellas.
Luego
de que salí del conversatorio con McCann, tenía otra en el teatro sobre “Investigaciones
periodísticas”, con varios de los invitados frecuentes, a esa desistí de
asistir y me pase a la Librería Ábaco, en donde me encontré con varios amigos,
que luego se dirigían al concierto de Susana Baca, al que lamentablemente no
pude asistir, así que continuaremos con los otros eventos.
Viernes,
con Herta Müller y Fernando Savater
El
viernes tuve dos excelente conversatorios. Ambos en el Teatro Adolfo Mejía. El
primero a las 5:30 p.m. con la premio nobel de literatura Herta Müller, en
conversación con Philip Boehm. A este evento llegué un poco atrasado, con cinco
minutos de retraso creo, y ya habían entrado todos, supongo que estaba
tranquilo porque sabía que en el cuarto piso debía haber algún puesto. Como sabía
que la charla era en alemán, y aún no domino ese idioma, antes de ingresar tuve
que ir por uno de los traductores, cuando mire el número de mi traductor, el
número 527, sabía que eso iba a ser un caos a la salida, aún así ingresé y me
fui directo al cuarto piso, donde habían varios estudiantes, busqué un espacio
en el balcón pero a la vez quedé mirando uno de los televisores disponibles en
ese piso, donde se veían mucho mejor.
El
conversatorio me gustó mucho, Müller se mostró como una mujer reflexiva,
apasionado con su trabajo y que habla con nostalgia de su tormentoso pasado.
Como era inevitable, contó parte de su historia, de su familia y de su inspiración
en los momentos oscuros. Esta última parte es la que me gustaría resaltar,
porque en realidad me gustó mucho. Herta mencionaba como llegó un momento,
cuando se encontraba en su país bajo esa dictadura, de la que es una férrea
crítica, hablaba con las plantas y le ponía nombres a cada una. La forma en la
que lo contó se veía tan sincera y honesta, que las leves sonrisas y el brillo
en sus ojos, reflejaban una total introspección de un momento y un recuerdo
traído al presente, un momento que a pesar de tener un entorno no muy
agradable, sirvió para que desarrollara un poco su sensibilidad con las plantas
y otros elementos. Además habló sobre la dictadura, sobre Dios, en fin, fue una
charla intimista, que en realidad me dejó con ganas de leer algunas de sus
obras.
Aún no
he leído nada de ella, aunque tengo su primera obra, un libro de cuentos cortos
titulado “En tierras bajas”, que comentaré a penas lea.
Cuando
se acabó la charla con Müller, las personas se precipitaron para devolver los
aparatos traductores, pero fue en vano. Ya en la entrada del teatro se había
formado un caos terrible con todas las personas entregando los artefactos para
reclamar sus cédulas o licencias. Luego de casi media hora o más, al fin pude
entregar el aparato y salir para enseguida ponerme en la fila para el evento que
seguía inmediatamente, con el español Fernando Savater, que sería una de las
más divertidas
El conversatorio
con Fernando Savater y Carlos Granés, tenía por nombre “Riesgo y desafío de la
literatura”.
El evento
fue unos de mis preferidos, Savater haciendo gala de su sentido del humor y su
sarcasmo. La conversación se centró básicamente en el último libro de Savater “Los
Invitados de la Princesa”, que aún no le leído, pero con todo lo que contaron
ese día quedé con muchas ganas de leer. En el libro, al parecer hace distintas
críticas, al estatus de la cocina como arte, a la ética, la educación y a
diversos temas de superación personal. Fue una charla muy entretenida y
divertida, la mejor forma de finalizar la noche.
Sábado,
David Grossman, Mario Vargas Llosa, Julian Barnes y siempre Flaubert.
Para
el día sábado, tenía tres eventos en lista, solamente quería asistir a uno de
ellos, y también quería asistir a otro del que no tenía boleta. Así que decidí
asistir al de David Grossman y luego pasarme a ver el de Siempre Flaubert por
televisión. Para aprovechar y revisar la transmisión de Señal Colombia.
La de
David Grossman, fue muy buena. Grossman es un autor muy interesante, del cual
quiero leer el libro “La Vida Entera”, que aún no he leído y me interesa mucho.
Grossman mencionó la frase que menciono en el título del texto. Resulta que al
inicio, el entrevistador le preguntó a Grossman su visión sobre la ciudad de
Cartagena. Grossman respondió que no podía dar una visión general porque
Cartagena era una burbuja dentro de Colombia, y a la vez que el Hay Festival
era una burbuja dentro de Cartagena. Una respuesta que muy pocos se atreven a
dar, ya que se encuentran hechizados por la magia de la heroica. Grossman,
además con gran destreza habló de su vida, su obra, de la paz en el mundo, de
Israel y tocó el inevitable tema de la muerte de hijo hace unos años atrás, que
parece ser parte del hecho que inspiró su última novela “La Vida Entera”.
Luego que
se terminó el evento de Grossman, corrí para llegar a ver por televisión el
esperado evento de dos admiradores del gran escritor Gustave Flaubert, Mario
Vargas Llosa y Julian Barnes, ambos han dedicado algún texto sobre el escritor
francés.
La conversación
fue totalmente deleitable y nutritiva, en donde ambos escritores hicieron gala
de su conocimiento y pasión por la obra de Flaubert. Ambos destacaron la
relevancia e importancia de Flaubert en la literatura moderna, y la inevitable
mención de Madame Bovary. Ambos escritores, moderados por Marianne Ponsford,
quién en ocasiones citaba algunas frases para alimentar la discusión, pero los
escritores dieron una cátedra tan fascinante, que dejaron a todo el público y
espectadores extasiado, y con ganas de que no terminara el conversatorio.
Vargas
Llosa, quien fue más apasionado a la hora de hablar de Flaubert y Emma Bovary,
se confesó como admirador eterno de Emma, y resaltó la grandeza de la novela,
detalles como que cuando se encuentra triste, recurre a leer el fragmento del
suicidio de Emma Bovary para reconciliarse con la vida, porque dice que con
sólo el placer de leer ese fragmento merece la pena vivir la vida. Ya su amor a
la obra de Flaubert, lo había demostrado en su texto de La Orgía Perpetua, pero
Vargas Llosa no guarda palabras para alabar la grandeza de otros escritores. Y
siempre se mostró muy accesible, incluso en su asistencia a los otros
conversatorios de otros escritores, en las primeras filas.
A continuación,
destaco algunas de las perlas de ese conversatorio:
“Madame
Bovary era una muchachita que leía novelas rosa y su tragedia fue querer
convertir esa ficción en realidad” (Vargas Llosa)
“La
frase de Monsieur Bovary sobre su esposa ya muerta: - Lo corrompía desde el
otro lado de la tumba-, es grandiosa” (Vargas Llosa)
"Madame
Bovary no era frívola. Era una soñadora, una rebelde". (Vargas Llosa)
La
escena del suicidio de Emma Bovary, “Vale la pena vivir sólo para leerlo”
(Vargas Llosa)
“Flaubert
en el fondo era un hombre profundamente pesimista. La idiotez le provocaba una
enorme fascinación” (Vargas Llosa)
“Flaubert
fue el primero en dignificar estéticamente a la novela, frente a la poesía y el
teatro, considerados superiores en pasadas épocas” (Vargas Llosa)
Domingo,
Julian Barnes
Y finalmente,
el último conversatorio al que asistí fue el de Julian Barnes, nuevamente,
luego de su conversación con Vargas Llosa la noche anterior, en esta ocasión
hablando sobre su obra, en especial sobre su libro “El Sentido de un Final”,
que es otro de los que me llamó mucho la atención para leer. Barnes, en su
discurso volvió a mencionar a Flaubert y Emma Bovary, jeje.
En términos
generales, disfruté mucho del festival, sobre todo estos eventos a los que
asistí, que creo que fueron algunos de los mejores. El festival es muy bueno,
pero tiene sus contrastes y sus puntos negros, que esperemos que se sigan
mejorando en otra ocasión. Hay eventos, como siempre, que valen mucho la pena y
justifican el festival. Sería bueno, mejorar la organización en distintos
aspectos, implementar en el programa nuevas actividades, que dinamicen la
rutina, y que no sean la misma de cada año con distinto nombre. Pero en
general, los conversatorios con escritores extranjeros siempre cumplen y son de
los mejores. Esperemos que sigan trayendo muchos más y equilibrar con las
nuevas propuestas en la programación. También mejorar la difusión del evento,
en los estudiantes y la población local, así como las trasmisiones por
televisión, etc.
Ya
luego de mencionar los puntos positivos, negativos y los comentarios de cada
evento, dejo algunos de los recomendados:
Colum
McCann (Que el vasto mundo siga girando)
Herta
Müller (En tierras bajas)
Fernando
Savater (Los invitados de la princesa)
David
Grossman (La vida entera)
Julian
Barnes (El Sentido de un final)
Y si
tengo que escoger un personaje de entre todos los escritores, sería Mario
Vargas Llosa.
Ahora
será esperar el festival del próximo año, ojalá tengamos a otros escritores
internacionales y nuevas propuestas en la programación local. Y no se pierdan
el FICCI, que esta edición va a estar muy buena. Y personalmente, esperaba este
año más el FICCI que el Hay Festival.
(A.S.B)