Uno de
los filmes que más tenía ganas de ver desde su estreno a principios de año en
Cannes. Pensaba que me iba a encontrar la primera obra maestra del año, pero
lamentablemente no la encontré.
“Holy
Motors” es un filme raro y extraño, o al menos lo aparenta, pero en realidad es
un filme con un argumento nada fuera de lo común, aunque esté adornado estéticamente.
Cargado de gran simbología, con diversas críticas generales a la sociedad y al
ser humano y sobre todo un retrato particular sobre la falta de identidad en la
sociedad contemporánea.
Dirigida
y escrita por Leos Carax, autor de filmes como Los amantes del Pont-Neuf y Pola
X, en esta ocasión Carax cuenta la historia de Oscar, un hombre con muchas
identidades, desde banquero y padre, hasta mendigo y asesino. Durante todo el
filme lo vemos viajar en una limusina, en donde va cumpliendo cada uno de sus
trabajos, en donde interpreta a un personaje diferente en cada uno.
En cada
una de las identidades asumidas por Oscar, que varían a diario, podemos
observar desde distinta óptica distintos problemas de la sociedad, pero sobre
todo, somos testigo de la inconformidad del ser humano con su propia existencia
e identidad, y ese anhelo en ser alguien más, en hacer cosas diferentes que
normalmente, con una vida normal no tendríamos la oportunidad de hacer por las
distintas limitaciones del sistema.
Durante
el filme podemos ver a otras personas que también se dedican al mismo trabajo
de Oscar, y viajan en su limusina asumiendo distintos roles e identidades,
vivir distintas vidas para así no pensar en sí mismo. Al final no sabemos cuál
es la verdadera identidad de Oscar.
Aunque
no he visto el filme “Alps” de Lanthimos, creo que se asemeja un poco en el
argumento. La historia me gustó y su sentido simbólico y metafórico, pero el
filme por alguna razón no me sorprendió, ni me emocionó, con esa emoción que
siento cada vez que veo una obra maestra. En esta ocasión quedé esperando la
sensación.
El filme
cuenta como mayor virtud, su estética, ese universo y ese lenguaje que utiliza Carax
para trasmitirnos con su historia, reforzando y acompañando la simbología del
argumento, además de su excelente dirección y fotografía. Sin olvidar las
excelentes actuaciones, resaltando sobre todas la del gran Denis Lavant, que se
mete en los distintos personajes y los interpreta con fuerza y de forma
convincente. Hace una gran labor. Además de Edith Scob y los pequeños
personajes de Eva Mendes, Michel Piccoli y la cantante Kylie Minogue.
En síntesis,
un filme muy interesante con una gran simbología y despliegue artístico, pero
que sin embargo (para mí) no alcanza el estatus de obra maestra. A pesar de sus
innegables virtudes.
7.5/10
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