Querido
hijo, no sé cómo te hubiese llamado, tal vez Arturo, Andrés, o en el caso que
hubieses sido bendecido con la esencia femenina, tal vez Alicia o Aurora. Debes
entender mi obsesión con las A.
Escribo
esta carta a ti que la estás leyendo, para el hijo que siempre quise pero nunca
tuve. Y no fue por impotencia o falta de amor y ganas, sino por dos razones,
una por ti y otra por mí. Nunca me sentí preparado, quería que cuando vinieras
al mundo, yo pudiera ser tu guía, tu ejemplo y tu amigo. Estar contigo y amarte
en cada segundo. No que sólo me vieras en tu tierna infancia pocas horas al
día. Quería ver tus primeros pasos, escuchar tus primeras palabras y responder
a todas tus preguntas, cuando la asaltante curiosidad aflorara en tu ser. Pero
no estaba preparado.
No
estaba preparado para ceder a las presiones de mis padres y el de la sociedad,
en esa lucha contra la tradición de traer un hijo al mundo en determinado
tiempo de la vida. No te quería como una opción, un suplemento o una solución.
Si es
cierto que en mi juventud, muchas veces dije que no te traería al mundo, te
soñé varias veces y viviste casi que toda una vida conmigo en mis pensamientos.
Así como al fin y al cabo, muchos hijos terminan en esperanzas de ideales
fallidos de los padres.
No
quería que llenaras el vacío de mi soledad. No quería que fueses el regalo
celestial que mejoraría el matrimonio. No quería que fueras una masa
predestinada a hacer o suplir algo específico… sólo quería que fueses tú. Y el
mundo no parecía estar listo para ti.
Tal
vez fui cobarde, pero hijo mío, siempre fuiste tan importante para mí, que no
quería enfrentarte a mi mundo. Quizás te imaginé frágil y vulnerable como yo,
como una persona con una lucha constante con la vida y contra sí mismo.
Hace
poco escuché en las noticias, que en un pueblo del Caribe colombiano, 3 de cada
10 niñas menores de 17 años estaban embarazadas, que la población se multiplica
de forma más rápida que otros años, que los recursos se agotan, mientras que la
producción y el consumo aumentan. Que muchas almas esperan en una larga fila,
su turno para llegar o regresar a la tierra nuevamente a este que parece un
espacio de redención. Pero no estaba
preparado para contribuir a esa lista de “nuevos habitantes” que sobre poblarán
el mundo. Un mundo de consumo y sufrimiento, que a pesar de todo tiene cosas
muy bellas. Todas esas que hubiese querido mostrarte y descubrir contigo… pero
no estaba preparado.
Se
habla mucho de ustedes como el “futuro del mundo”, pero destruimos ese ideal a
diario con nuestras acciones. Ustedes son la razón y el propósito de muchas
obras, promesas, políticas y proyectos, que terminan en difundirse y
difuminarse por otros intereses particulares.
No
estaba preparado para exponerte a un sistema educativo que mata las ideas y
suprime al ser. Tampoco para que sufrieras algunos estragos que quedan aún en
mí de la educación tradicional y machista. Temía de que en algún momento
perdiera la cabeza, mareado por el movimiento del mundo y que a causa de mi frágil
inconsciente salieran a relucir fantasmas del pasado. Yo no quería gritarte,
mucho menos pegarte, lastimarte o herirte con esas palabras que dejan una cruel
cicatriz de por vida. Y no quería que mientras fueras creciendo, aflorara de mi
boca el reproche y todos esos ademanes de los cuales ignoramos su impacto.
No sé
si serías tan perceptivo como yo y estoy seguro de que hubiese tratado de
evitar todos esos males y acciones que he descrito contigo… pero no estaba
preparado. Aún me encontraba trabajando,
ya como miembro oficial del sistema, y el movimiento caótico del mundo parece
incentivar a que los robots que crean, exploten de vez en cuando. Por eso… no
estaba preparado.
Finalmente
hijo, tú que estás leyendo ahora esta carta. Aunque nunca te tuve, siempre
viviste en mí. Dejo esta carta a cualquier persona que en algún momento la
encuentre… y puede que le sirva. O tal vez, encuentre su destino dentro de los
escombros de la basura, que cada vez abundan más en nuestra superficie. Pero hijo,
sí ten presente, que aunque nunca estuve preparado, siempre te quise.
A.S.B