Hace dos días vi la última película de Martin Scorsese, y como hago normalmente no publiqué nada al instante porque me dejó pensando y salí un poco agotado. Recomiendo no verla tras una larga jornada y mejor ir a verla un poco descansados para resistir y apreciar mejor las casi tres horas y media de metraje. Scorsese junto al laureado guionista Eric Roth adaptan el también premiado libro de crónicas del escritor y periodista, David Grann, “LOS ASESINOS DE LA LUNA. PETRÓLEO, DINERO, HOMICIDIO Y LA CREACIÓN DEL FBI”, quien ha investigado y escrito libros sobre muchas historias reales. La película es muy buena y cuenta una historia poco conocida de los orígenes fundacionales de los Estados Unidos, ambientada en los gloriosos años 20, en donde en Oklahoma la nación indígena de los Osage encuentran petróleo en las tierras que les fueron asignadas legalmente tras haber sido despojados de su territorio de origen (en Kansas). En consecuencia, la comunidad se vuelve muy rica y su vida cambia de forma radical. Pero esa prosperidad atrae la ambición de hombres blancos que empiezan a llegar para trabajar en las tierras, en los yacimientos y a juntarse con las jóvenes herederas indígenas. Todo eso arrastra a la comunidad en un espiral de violencia, corrupción, avaricia y lucha de poderes que desencadenan en la caída y exterminio de una nación, y de parte del gobierno en la creación o fortalecimiento del FBI, quien llega a investigar los asesinatos y juzgar a los culpables.
En sus primeras dos horas la película presenta y desarrolla de forma pausada y tensa todo este planteamiento de la trama y Scorsese siguen demostrando ese talento para narrar visualmente, a través de los personajes, la fotografía y el montaje todos los acontecimientos de forma que siempre mantiene la expectación del público y poniendo énfasis en pequeños detalles que van contando mucho más de lo que se muestra, como esos planos en gestos, objetos o ese desfile enfocando cómo va cambiando y se va diversificando al etnia de la familia a medida que avanza la trama. Los cambios también se evidencian en la atmósfera y la fotografía, en donde apreciamos cómo lentamente el mal, la oscuridad y sus colores afines van ocupando más de la pantalla y la paleta de colores.
Hay algo que me llamó la atención y me resultó curioso, como fue la tímida presencia musical y del diseño de sonido, porque es muy sutil y por momentos casi imperceptible o ausente, dejando el mayor peso emocional de muchas escenas a la parte visual y actores (y lo sentí especialmente porque comía unos Doritos y me daba un poco de pena masticarlos porque se escuchaba mucho en la sala, y esperaba que la banda sonora me ayudara un poco pero fueron en pocos momentos que se hizo presente). Y por supuesto, un gran trabajo del reparto, resaltando a Leonardo DiCaprio y Lily Gladstone, quienes mantienen un equilibrio y un contraste que es el núcleo de toda la historia. Un DiCaprio apuntándose un enorme trabajo por los matices y la complejidad de un personaje que resulta por momentos imperceptible y que refleja muy bien un enorme caos y lucha interna, el cual a la vez parece esclavo de un destino ya marcado. Gladstone y De Niro también brillan, pero la heredera indígena es un físico retrato de la decadencia y la impotencia, pues a través de su mirada logra trasmitir todo lo que ocurre a su alrededor, y a veces ella misma prefiere ignorar.
La película también muestra un relato que entrecruza y mezcla varios géneros, como el mismo western (al que confronta), el thriller, el crimen, algo de policíaco, drama romántico y hasta judicial, en toda una simbiosis que calza de manera perfecta en el portafolio de historias fundacionales a través de la violencia que Scorsese nos ha contado en otras películas. Así que esta película tiene una clara ambición, y es la de condensar gran parte de la carrera del director y sus obsesiones, y de dar a conocer una historia que debería ser más reproducida.
Finalmente, debo decir, que aunque estuve muy concentrado y fascinado con toda esta presentación, introducción y gran parte de su desarrollo, al llegar a la tercera hora, y con la inducción a la parte judicial en la trama específicamente, junto a otros elementos que se seguían repitiendo, empecé a sentir el agotamiento (sumado al de la jornada) y sentí que esa parte pudo ser más corta y editada. Pero en general, me parece una película y una historia que debe conocerse, porque nos muestra las bases de nuestras democracias, y que no todo es tan limpio y heroico como lo pintan o nos lo han enseñado. Y por eso me parece una lástima que quizás por su duración quizás no conecte con mucha gente aparte del circuito de cinéfilos. Esperemos que no sea así y se hable y se vea mucho. Gracias al maestro Scorsese por este otro gran testimonio de su enorme talento, aun vigente, y aunque es de las mejores películas del año, no me parece una obra maestra. Sabemos que en varias de las películas de Scorsese prevalece lo visceral y algo de frialdad, sobre todo en las de tema de mafia, violencia, pero siempre hay algún componente emocional que te conecta y hace que te estremezcas de alguna forma. En esta película, a pesar de lo grande que evidentemente es y muchos elementos bien logrados, me faltó algo de esa conexión que quizás hubiese apaciguado un poco mi agotamiento (y esa conexión la describo en parte como la perfecta sincronía de los elementos cinematográficos, como el guión, fotografía, música, etc.). Porque he visto luego de una jornada pesada películas más largas, y si la película me atrapa, el agotamiento desaparece. Entonces le hago caso también a ese síntoma, pero la película es muy recomendada y vale mucho la pena ir a verla a cine. Por eso recomiendo que vayan descansados.
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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