Y empiezo mis reseñas extendidas sobre distintas películas que vi en el pasado FICCI 64 (Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias), con un documental que hizo parte de la selección de Cine Colombiano, y que al final ganó el Premio a la Mejor Película o Largometraje Colombiano. Conocí al director, Chris Gude, años atrás, como en el 2015, cuando estuvo en Cartagena presentando su película "Mambo Cool" en un Ciclo de Cine Radical, y desde ese visionado pude ver los pilares de la identidad artística de un director en ciernes, preocupado e interesado por la realidad geográfica y social del país, mientras usaba como vehículo narrativo un estilo experimental, minimalista y sofisticado, con influencias del cine de Pedro Costa, el gran director luso.
Con “Mambo Cool”, Chris inició una trilogía sobre el tráfico ilegal de ciertas mercancías al interior de Colombia, Venezuela y sus fronteras ("Mambo Cool" con el microtráfico en Medellín y "Mariana" con la gasolina en la Guajira). En "Morichales" nos sumerge en toda un relato ancestral, en donde se permite explorar la mitología de la zona, desde la esencia del árbol Moriche, el cual es importante como materia prima para producir muchas cosas prácticas para el ser humano, además de para albergar y permitir el desarrollo de la vida de distintos organismos; hasta llegar al proceso de la minería del oro y toda la organización económica que se mueve bajo esta práctica en esa zona de la Guayana venezolana, en donde grandes reservas de oro se encuentran bajo las palmeras de moriche.
Chris y su equipo cuentan esta historia primigenia, que aunque sea presentado en un formato documental que sigue un hilo de acontecimientos, la forma en que está desarrollado y editado, me parece muy experimental y poética, en donde pude observar destellos de las inquietudes artísticas y creativas que han embargado al director desde sus inicios. Además, de mencionar aspectos como la música que acompaña el metraje, haciendo que la experiencia sonora sea otro elemento importante en esta travesía; y sin dejar de mencionar las animaciones usadas a partir de dibujos rupestres y mapas antiguos, que a la vez van trazando una cartografía hacia un análisis profundo de nuestro territorio, las diversas prácticas en torno al tráfico y la cadena de degradación de nuestros recursos naturales.
El documental fue filmado a través de diez años con sus respectivas precauciones, al estar explorando, indagando y grabando en medio de toda la cadena de valor de la minería ilegal. Y aunque el estilo de grabación sea aparentemente sencillo, también nos permite atisbar el nivel de riesgo que corrió el equipo al adentrarse en la raíz de todos estos procesos, que logran ser documentados de forma natural y orgánica, mientras el narrador en off, siempre presente (pero sin molestar), nos va guiando e iluminando sobre todas las bases y elementos que componen las economías extractivistas.
Recomiendo mucho que la vean en las distintas proyecciones regionales que está organizando la productora, “Fuego Inextinguible Cine” (@fuego.cine en Instagram), junto a la proyección de las otras dos películas de la trilogía de Chris Gude, porque además de todo lo mencionado, me parece que invitan a una importante reflexión sobre la relación ancestral del ser humano y la tierra (la naturaleza), junto a su evolución vital y la destructiva.
Trailer de Morichales - (Link 1)
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
