Hoy estuve en una función especial de la película colombiana, “Rebelión”, sobre la vida de uno de los grandes artistas de la salsa: el Joe Arroyo o Álvaro José Arroyo González. La película se estrenó hace unas semanas atrás y duró solo una semana en cartelera de la ciudad, por lo que se estarán organizando algunas proyecciones especiales como la de hoy para los que no alcanzaron a verla. Me encantó verla en un teatro lleno y con cartageneros que reconocían las expresiones y el léxico local con la que se expresaba otro cartagenero como lo era el Joe. Por eso es importante que vayan a verla, y también por razones cinematográficas que a continuación mencionaré.
Siempre hago una crítica a los biopics o historias basadas en personajes reales, etc., como es la ambición o pretensión de muchas veces abarcar toda una vida bajo un orden cronológico, porque esos productos muchas veces terminan en relatos fallidos, superficiales y huecos, así sigan al pie de la letra los textos de Wikipedia. “Rebelión” no sigue el formato de un biopic tradicional y eso es de admirar, sobre todo cuando se abarca creo que por primera vez una ficción sobre uno de los artistas más importantes del país en el cine (ya creo que hubo una telenovela).
Y Rugeles, quien también hace parte del equipo de guionistas, decide arriesgarse en una narración fragmentada, donde observamos una serie de momentos atemporales en la vida del artista, enfocados en el proceso de desarrollo, inspiración y creación artística de algunas de sus famosas composiciones (no solo de Rebelión); en la búsqueda de la reivindicación de sus raíces africanas y su importante papel dentro de todo esto; así como también vemos importante pasajes con la familia, las relaciones laborales, y cómo cada uno de los elementos anteriores fueron afectados por esa lucha que mantenía con sus demonios internos y sus traumas, que muchas veces eran aliviados por sus vicios. Y este es el enfoque seleccionado como hilo narrativo y la perspectiva que se utiliza: la mente brillante pero atormentada del Joe. Es una travesía por oscuros recovecos, por eso notamos que la iluminación de las escenas y el diseño de producción tiende al claroscuro, a las sombras y a escenarios casi lúgubres. Sin dudas, anticipando una caída, una lenta extinción, una muerte.
Me gusta mucho la coherencia narrativa, pues sabiendo cuál es el enfoque, entendemos todos los elementos generales de las composiciones, las tomas y los planos del artista, siendo muchos de espalda casi en contraluz o planos medio o primeros planos que enfocan el semblante de un artista y un ser humano quien nunca dejó de sufrir. Y aquí llegamos al elemento más importante y que hace que toda la narración fluya de forma acorde y armónica, y es el trabajo del actor cartagenero, Jhon Narváez, quien se mete en la piel de este Joe atormentado pero iluminado de talento y pasión, y se convierte en él logrando una interpretación excelente, viva y muy humana. Narváez sostiene el peso de la película y lo mantiene a flote durante todo el metraje, entregado en cuerpo, alma y voz.
Creo que al espectador medio le costará entrar en la propuesta en los primeros minutos porque la introducción a la atmósfera reinante tan densa es inmediata y más pausada a la esperada por alguien quien piensa que entra a ver un biopic luminoso y triunfal del Joe. El golpe es duro pero si se logra entrar y asimilar correctamente la propuesta, se disfrutará mucho de este acceso íntimo a la vida del admirado artista, y entenderemos que gran parte de la calidad de sus creaciones están vinculadas a esa parte oscura y vulnerable de su vida, como lo ha sido de forma casi inalterable a la de todos los grandes artistas. Habrá algunos que extrañarán la luz y la magia que lograba exhibir y trasmitir en el escenario, pero ese no es el objetivo ni el enfoque de la propuesta, y valoro mucho esa decisión, porque a la vez nos sugiere que la imagen de los escenarios también era una percepción aislada de las personas, porque en su semblante, su voz, sus ojos y sus composiciones siempre estuvo presente la dualidad y esa complejidad. Y no olvidaré mencionar el buen trabajo de dirección y edición, sobre todo en una película que juega con la línea temporal el montaje es importante, y acá está muy bien estructurado todo, incluso con fragmentos muy oníricos donde podemos experimentar a través de la mirada y la consciencia del Joe, una especie de alucinación y distorsión de la realidad, seguramente por el efecto de las sustancias que utilizaba. Hasta ese aspecto está bien cuidado. Y si tengo que poner un pero, quizás lo haría por su pequeño tramo final, en donde inevitablemente llegamos a la muerte, y en donde me parece que se hizo reiteración de escenas que no aportaron mucho para el cierre, y que además se acompañó con esas imágenes de archivo con la multitud de personas y niños disfrazados de él, que aunque es bonito no me convence del todo, sobre todo porque ya al haber acogido todo el ambiente de la propuesta durante todo el metraje, me saca un poco de tono, y es como una pequeña inclinación a lo tradicional. Pero en general es una película muy bien hecha, valiente, arriesgada, desgarradora, bella y magistralmente actuada por su actor principal, a quien entendemos es el centro del relato y de esta propuesta específica, por eso no hay tanto brillo del resto del reparto.
No dejen de verla en la próxima proyección especial acá en Cartagena, y aprovechen si sigue en la cartelera en otras ciudades o en las respectivas cinematecas.
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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