En este blog ya había publicado anteriormentes dos reseñas de otros libros de Sōseki: Sanshiro y Kokoro, específicamente (al final dejo links). Y siempre me ha impresionado del autor su prosa sencilla, sútil, y al mismo tiempo con una enorme profundidad emocional, una belleza y una humanidad que reluce a través de sus personajes y sus descripciones.
Relaciono a Botchan más con Sanshiro, porque hace parte del conjunto de primeras obras del autor, en donde explora el universo de los adolescentes y los jóvenes adultos, quienes se impactan por primera vez con la realidad de la vida, las responsabilidades, el deber y muchas veces la destrucción de sus sueños. Además de la siempre presente simbología y referencia del cambio transicional del Japón hacia una occidentalización de su modelo económico y toda su cultura.
Botchan es un joven tokiota, considerado por sus padres y su hermano como un caso perdido, encontrando afecto y aceptación solamente en su criada, Kiyo. Los padres mueren, el hermano se muda y propone vender la casa para cortar contacto para siempre. Botchan acepta (sin protestar) y se muda a una pequeña pensión, Kiyo se muda con un sobrino esperando que Botchan prospere para irse a vivir con él, y el joven entra a estudiar Física con su parte del dinero de la casa. Logra graduarse en tres años y el director le propone para una vacante como profesor de matemáticas en una escuela rural en la isla de Shikoku. Botchan acepta la propuesta para empezar a ganar dinero y poder en un futuro comprar su casa, casarse y llevar a Kiyo a vivir con él. Ya en la escuela, Botchan se encontrará con todo un universo distinto al conocido, con extraños y misteriosos compañeros, con quienes fraguará amistades y enemistades, con apodos tan particulares como El Bufón, Camisarroja, Puercoespín, Calabaza; pero especialmente a una manada de estudiantes salvajes, quienes se encargarán de hacerle la vida imposible, con distintas bromas y siguiéndolo a todos lados para burlarse de sus extrañas costumbres citadinas. Acá un fragmento:
“¡Parecía que la única ocupación de los estudiantes era seguirme y vigilarme como si fueran un equipo de detectives! ¡Era deprimente! Me dije que lo mejor sería continuar haciendo lo que me apeteciera sin tener en cuenta lo que los demás pensaran de mí. Sin embargo, también me pregunté con disgusto qué se me había perdido a mí en un lugar tan provinciano y tan cerrado como aquel.”
Al parecer, Botchan tiene tintes autobiográficos, algo muy habitual en el autor, quien también trabajó en una escuela rural en la misma isla, y quien también se refleja en sus protagonistas como alter egos a través de sus reminiscencias. Es por esto, que además de esa prosa tan ágil y el siempre uso del narrador en primera persona, también maneja un humor (a veces negro) hilarante y el protagonista nos comparte reflexiones de la vida que nos dejará pensando y reflejándonos al mismo tiempo en él. Y eso logra Sōseki, quien siempre nos contacta con la humanidad, con los altos y bajos de la vida, con nuestras virtudes y defectos, y con lo oscuro y luminoso del mundo.
Botchan es un bello personaje muy bien construido, porque está lleno de inocencia, ingenuidad y dudas, pero a la vez es muy impulsivo, y él mismo se encarga de reflexionar sobre esa característica suya, al estar consicente de que puede equivocarse muchas veces al juzgar prematuramente a las personas o a las situaciones. Acá algunas de sus cavilaciones al respecto:
"No soy muy inteligente, nunca lo he sido; la mayoría de las veces, si alguien me intenta convencer de algo con astucia, dudo de mí mismo, pienso que tiene razón y que soy yo quien está equivocado, así que acabo cambiando de opinión. Pero aquella noche no fue así. Desde mi llegada había algo en Camisarroja que no me gustaba. En algún momento cambié mi criterio y pensé que era una buena persona aunque un poco afectado, pero ahora volvía a ver, más claramente aún, que sus intenciones no eran buenas, y eso me gustaba menos aún."
El traductor de esa bella edición en español de la editorial Impedimenta, nos explica que la palabra Botchan se refiere a un niño mimado o inmaduro, también chiquillo, señorito o querido, así como también una forma afectuosa de dirigirse a un niño. Y preciso quien primero lo llama así es su afectuosa cuidadora, Kiyo.
En el colegio tenemos distintas situaciones con los estudiantes y dramas con sus colegas, que harán que Botchan siga evaluando su forma de ser y de reaccionar ante distintos problemas, y por supuesto, a actuar de forma impulsiva en varias situaciones con consecuencias para él y los demás. Recuerdo el episodio cuando apenas llega a la escuela y el director le da la bienvenida dándole algunos parámetros y le describe el modelo del docente ejemplar que debían cumplir los profesores de esa escuela. Botchan sorprendido y con su particular honestidad le responde que no puede cumplir esos estándares, y el director corrige inmediatante, apuntando que era un ideal y porque no pensaba que se lo iba a tomar tan en serio. Esto representa una primera entrada accidentada y un pequeño abrebocas de toda la red superficial y de mentiras que irá descubriendo. También se ve también de forma sutil ese contraste y constante pulso entre la Japón rural/tradicional y la que ha cambiado con nuevos horizontes, con muchas tensiones y una aparente incapacidad de convivir. Acá un fragmento:
“Así que solo me quedaba adoptar las tácticas de mis adversarios e intentar alcanzar mi objetivo sin darles ninguna oportunidad de respuesta. Pero esas tretas no eran dignas de un tokiota. Aunque si quería aguantar un año entero allí, algo se me tendría que ocurrir. A menos que me volviera a Tokio para reunirme con Kiyo. Si seguía más tiempo en aquel agujero, me iba a degradar completamente. Antes de que eso ocurriera estaba dispuesto a hacerme repartidor de periódicos.”
Foto: Natsume Sōseki
Tras tantas dificultades con compañeros, directivos, caseros, estudiantes y locales, Botchan no puede entender que haya causado tanto desdén y con su innata impulsividad se imagina los grandes dramas y complots en su contra, por lo que encuentra complicidad con uno de los colegas y planean una venganza y un golpe final para abandonar ese pueblo, que le recuerda en el fondo dolorosamente al rechazo de sus padres y su hermano. Pero el personaje no es una víctima completamente, porque preciso la gracia con la que Sōseki lo construye, se fundamenta en esa ambigüedad que se refleja en sus reacciones y decisiones, con las que el lector estará de acuerdo y en desacuerdo muchas veces. Pero a la vez logramos entender sus contradicciones (a veces no), y disfrutamos, nos reímos y finalmente sentimos algo de solidaridad, pena, quizás algo de fastidio y ternura por el joven protagonista.
En síntesis, Botchan es una de las novelas que empieza a marcar el estilo y la voz del gran Sōseki, y es un libro clásico en el Japón que ha sido comparado con novelas como El guardián entre el centeno, comparación con la que no estoy del todo de acuerdo pero puedo ver sus puntos de encuentro. Es una novela breve, sencilla y con su respectiva profundidad, que hará al lector disfrutar de uno de los grandes autores japoneses y universales. Y como había dicho al inicio, dejo los links de otras dos novelas que he reseñado, de las cuales Kokoro sigue siendo la mejor que he leído del autor.
Nota: Y he descubierto que se hizo una adaptación animada del libro. Espero ver pronto.
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