“Desierto sonoro” es la más reciente publicación de la excelente escritora mexicana Valeria Luiselli. Me ha parecido una novela fascinante y creo que la más extensa de la autora, por ahora.
Me parece que, como siempre me ocurre con la autora, el libro es una mezcla de muchas cosas. Es una especie de “road book”, en donde la mayoría de la trama transcurre en un viaje en carretera, pero al mismo tiempo es una elegía hacia la pérdida, hacia el fin: de los niños, de los hijos, de la familia y del amor o la unión marital.
He leído todos los libros de Luiselli y me gusta mucho su sensibilidad en describir situaciones y emociones. Pero sobre todo su aguda mirada y capacidad de observación. Tras leer sus novelas, libros de ensayos y cuentos podemos decir que toda su obra tiene un carácter y esencia metaficcional. Su voz narrativa siempre alude a la primera persona desde cualquier perspectiva, en donde su voz propia y personal de narradora es muchas veces la dominante.
La novela se divide en cuatro partes, en varias cajas, en las cuales de distribuyen objetos, sonidos, libros, mapas, fotos, temas e intereses. Una pareja de jóvenes documentólogos y documentalistas sonoros emprende un viaje en carretera hacia el sur, a la frontera entre México y Estados Unidos para seguir con sus respectivas investigaciones sobre dos temas. El de ella: los niños perdidos, indocumentados y deportados que llegan a U.S.A de manera ilegal en un largo y terrible proceso desde México y otros países de sur y centro América; y por otro lado, Él: con su investigación sobre la apachería y todos aquellos personajes olvidados y enterrados en la memoria e historia de U.S.A. Ambos emprenden este viaje en compañía de sus dos pequeños hijos, quienes van cobrando cierto protagonismo dentro de la trama.
Siempre me ha parecido interesante la forma en que la autora se expone a sí misma dentro de su obra. Y acá lo hace completamente, porque ella es la investigadora de los niños perdidos, como se llama precisamente un anterior libro de ensayos que le sirvió de inspiración para esta novela. A través de este viaje, se irán explorando distintos sonidos y escenas del pasado de ella, de él y los objetos de su investigación y su trabajo. Desplazamientos, raíces y desapariciones. También en el camino nos describe el inventario de cajas que cada uno lleva, los archivos de papeles y de ecos, que se encuentran minuciosamente clasificados y el material de investigación respectivo. Son 7 cajas en total, y cada una al inicio de cada capítulo nos describe lo que contiene y a quien pertenece. Libros, notas, fotos, objetos y recuerdos. De hecho, algunos de los libros tratan sobre el tema de archivo y documentación, exponiendo en algunos apartes detalles sobre ese tema.
Con el tema de la documentación, en la novela nos queda claro el estricto trabajo de la autora y su disciplina en la investigación, el trabajo de archivo y el trabajo periodístico. Es una de las tantas exposiciones que me parece que hace de su trabajo y de la estructura de la misma novela. Y todo este proceso le permite al final del libro darnos una detallada y minuciosa bibliografía o “notas sobre las fuentes utilizadas”, que es una bibliografía narrada, que a la vez nos da un regalo generoso de parte del génesis de su trabajo y creación, que creo no tenía necesidad de hacer o exponer pero aún así lo hace. Son notas, también bellamente narradas, como forma de epílogo de la novela, aunque antes de esa parte final ya nos hace otro regalo: una serie de fotos instantáneas de la "Caja VII", fotos que le dan rostro y cuerpo a muchas de las escenas ya leídas y que sigue reforzando su impecable trabajo. Este elemento de usar fotografías al final de la novela, creo que ya lo había usado en otra novela de ella: La historia de mis dientes, que es otra novela bellísima.
Sus influencias para escribir la novela, además de su propia vida y obras anteriores, no hay que buscarlas porque ella misma las expone dentro de la novela y dentro de su inventario de cajas. Recuerdo que ese fue precisamente un comentario que le hice cuando tuve el privilegio de entrevistarla hace algunos años atrás, cuando le dije desde el inicio que casi no tenía preguntas de fondo porque ella exponía todo en tus libros, a lo que ella sonrió. Algunos apartes de esa conversación con la autora la pondré más adelante. Además de mi reseña de otros de sus libros.
Al final me parece que “Desierto sonoro” es un libro de madurez que reúne todo y cada una de sus anteriores obras. Una especie de híbrido, un experimento original y brillante, que también siento como el cierre de un círculo, de una primera parte de su carrera y obra, pero como siempre, seguiré muy atento a lo próximo que nos regale.
Pero antes de terminar me gustaría comentar otros detalles muy interesantes de la novela. La narración es totalmente en primera persona, pero no solamente desde la perspectiva de la autora, sino que en los capítulos finales la perspectiva cambia a la voz del niño, del hijo, quien se dirige en forma de misiva el relato a su pequeña hermana. Por supuesto, es una misiva sonora, que el niño graba en la grabadora de la madre, sabiendo que ella lo va a encontrar y escuchar, para que se la muestre a su hermana cuando crezca, y escuché las aventuras que tuvieron en ese último viaje de familia. En la narración hay diversas descripciones preciosas y evocadoras de momentos y emociones felices, duras, que además muestran la palpable incertidumbre de los niños que observan de primera mano cómo las grietas del matrimonio de sus padres de abren sin piedad. Y ese es otro tema de fondo, pero la autora se encarga de explicarlo en su narración, e incluso, con respecto a la narración, en las notas finales la autora nos da una detallada explicación de su fórmula e influencias en la perspectiva y la forma en que realiza las transiciones de la voz narrativa acompañadas de la imagen descrita. También dentro de esos capítulos finales que narra el niño, hay una parte donde utiliza ese estilo en donde se escribe sólo usando comas y todo el texto de corrido, sin puntuación, como lo hicieron Saramago o el mismo Bolaño. En esta ocasión no se usa de forma gratuita, porque va muy acorde con el estado emocional del niño en ese momento, a quien me imagino grabando su voz sin pausas y con algo de desesperación (no les contaré por qué).
Hay otro tema que me gustaría resaltar en la narración y es la constante estimulación de las sensaciones y sentidos. Claramente con el auditivo en un escalón más alto. Las descripciones de los sonidos son muy buenas y precisas, desde los más mínimos a los más estridentes. También la música, pues hay muchas canciones que escuchan en su viaje en carretera, incluso audiolibros de algunas obras famosas. Por lo que el libro tiene una propia banda sonora. Y ya después la descripciones de las imágenes, por supuesto, de los olores y las atmósferas tan bien logradas.
El libro también es un recorrido por la geografía de la frontera de U.S.A con México, que va siendo guiada por el mismo mapa que utilizan los protagonistas. Mapa que también encontramos documentado con foto dentro de los inventarios de la novela. También se trata de fondo el tema de la discriminación de los emigrantes en algunas zonas por las que transitan, y la excelente escena de la avioneta que observan donde ven que van subiendo a distintos niños para deportarlos. Esa escena quedó plasmada en una de fotos instantáneas. Y es realmente increíble ver la foto al final, luego de haber leído la descripción aterradora y dramática de lo que representa ese momento para los personajes. Y cómo desde ese momento también se presenta un cambio en la narración precisamente. Creo que es un momento de quiebre que utiliza de forma magistral para distintas acciones narrativas. Y en general me pareció una novela brillante, y Luiselli me sigue pareciendo una narradora muy hábil y brillante también, una editora de su propia obra y una documentalista que logra a través de su prosa una gran intimidad con sus lectores, dejándoles evidencia de lo que narra para que sintamos que lo que leemos es real, que es cercano, que está vivo, que sucedió y sucede. Lo que es inevitable también entrever sus contantes denuncias. Porque el título del libro en inglés “Los archivos de los niños perdidos”, y aunque hay una gran construcción literaria, hay un tema de fondo que le preocupa, le duele, y ella trata de acercar a sus lectores a ese dolor. Y en el proceso también adentrarnos al drama personal, a la intimidad, logrando que el lector también se pueda identificar con esos personajes y sus dramas cotidianos, de la familia, los hijos, y lo que hacen para alargar ese viaje final. Porque en esta vida muchos nos encontramos perdidos. Y es magistral como ese sentimiento de pérdida logra trasmitirlo a distintos escenarios, perspectivas y momentos. Sin perder de vista el fondo de la cuestión, de la denuncia.
Lo recomiendo muchísimo y a la autora en general nunca he parado de recomendarla. Me parece de las escritoras contemporáneas más brillantes.
Nota sobre el libro leído:
Reseña otros libros de Valeria Luiselli:
Los Niños Perdidos
Papeles Falsos
La historia de mis dientes
(También leí su primera novela "Los ingrávidos" pero aún no le hice reseña. Es muy buena también)
Conversación con Valeria Luiselli
También entrevisté a otra de las escritoras del “Bogotá39”, que esperaba mucho, Valeria Luiselli. Aún no la reconoce mucha gente, ni muchos medios la pidieron tampoco, pero estoy seguro que es una de las escritoras que seguirá dando mucho que hablar, y su obra es bella e impecable. Hablamos sobre cuánto se expone a sí misma en sus relatos, porque para los que no la conocen, Valeria escribe ensayos y novelas, y en sus novelas son muy comunes las referencias personales, un estilo de crónica y casi documental sobre la realidad, y la forma en que la mezcla con mucha destreza con la ficción. Antes de preguntarle algo, le dije: “No sé qué te voy a preguntar porque todo está en tus libros”. Ella sonrió y me dijo: “Que bueno que lo dices, porque muchos periodistas me preguntan cosas muy obvias y que yo misma revelo en mis libros”. Así que como siempre trato de hacer, más que preguntas que han respondido ya muchas veces en otras entrevistas, intento crear una conversación entorno a sus obras, desde mi perspectiva como lector y escritor. Sobre “La historia de mis dientes”, me contó que Gustavo Sánchez Sánchez, alias “Carretera”, su bello personaje y protagonista de su novela, está inspirado en su tío, que era también un vendedor nato, pero sobre todo un contador de historias. Y además tenía una dentadura postiza.
Sobre sus libros de ensayos, crónica, “Papeles Falsos”, “Los niños perdidos”, dijo que claramente es difícil no estar presente en la historia por la característica y esencia del texto, pero que también siempre hay una distancia en cuanto a la exposición personal dentro de la obra literaria. Le dije que luego de leer su obra la había descrito en unas cuantas palabras (que incluí en mi reseña de “La historia de mis dientes”), que creía que describían su obra y su estilo: “Documental literario. Crónica novelada. Ensayo de lo cotidiano. Perfil de una pequeña gran vida”. A lo que ella contestó: “Completamente. Exactamente es eso”. Y con respecto a “Los niños perdidos” que fue su libro más reciente, me contó una primicia, que posteriormente en un siguiente evento al que fui, “Libros favoritos”, también revelaría Juan Gabriel Vásquez. Y es el proyecto de su próxima novela, que se llamará: “Los archivos de los niños perdidos”, donde construyó una novela a través de los muchísimos casos y entrevistas que hizo como traductora de miles de niños que cruzan la frontera de Estados Unidos, y que trató en su libro, “Los Niños Perdidos”. Al final, fue un placer conocerla y hablar con ella, honestamente era la escritora que más quería conocer, aunque ella no supiera, esperaba verla incluso más que a Coetzee y a Rushide (a los que he leído y admiro mucho también), lo mismo que a la argentina Samanta Schweblin. Valeria me dijo que también conocía a Samanta y eran amigas. Lo que me sigue demostrando lo interesante de esta generación de joven escritoras latinoamericanas, que están llamadas a hacer historia propia. Si no la han leído, ¿qué esperan?
Las siguientes fotos son de este año 2020, cuando Valeria Luiselli volvió al Hay Festival al lanzamiento de "Desierto sonoro":
Fragmentos de la novela:
"Supongo que así son todos los niños. Los adultos, en cambio, le profesan al instante documental de una fotografía una reverencia casi religiosa. Adoptan gestos solemnes, sonríen con esmero; miran al horizonte con vanidad patricia, o directo al lente con la intensidad solitaria de una estrella porno. Ni hablar de un adulto en todas sus facultades tomándose una selfie: no hay nada más descorazonador para el futuro de nuestra especie. Los adultos posan para la eternidad; los niños, para el instante".
(Desierto sonoro, de Valeria Luiselli)
"Pero esa noche, de vuelta a la intimidad del departamento nuevo, mientras los niños dormían emitiendo nuevamente esos ruidos hermosos - la verdadera belleza, siempre involuntaria-, pude escucharlos con atención, ya sin el peso del bochorno público. La caja de cartón amplificaba los sonidos intestinales de la niña, que viajaban diáfanos por el espacio casi vacío de la sala. Después de un rato el niño los oyó también - o eso nos pareció - y le respondió desde la profundidad de sus sueños con una serie de gruñidos y murmullos. Mi marido advirtió que estábamos presenciando un idioma más del paisaje sonoro de la ciudad, puesto al servicio del acto siempre circular de la conversación:
Una boca que le responde al culo.
(...)
Respiré profundamente y me limpié una lágrima del cachete. Me di cuenta entonces de que era la primera vez que oíamos la risa del otro. Quiero decir, nuestras risas más profundas: risa desatada, inmoderada, risa plena y ridícula. Quizás nadie nos conoce realmente hasta que no conoce nuestra risa".
(Desierto sonoro, de Valeria Luiselli)
"Lentamente, aunque no tan lentamente, la conversación nos va llevando hacia espacios más oscuros y genuinos. Resulta que su circunstancia es opuesta a la mía. El no está nada enredado, yo soy un nudo. Yo tengo hija, o hijos, y él no tiene responsabilidades. Él plantea tenerlos en algún momento, yo no quiero tener más. Es difícil explicar por qué dos completos desconocidos deciden, de repente, compartir un retrato sin retoques de sus respectivas vidas. Pero, al mismo tiempo, tal vez es fácil de explicar, porque dos personas solas en un bar a las dos de la mañana necesitan, muy probablemente, contarse una versión sincera de sí mismos antes de volver adonde sea que pasarán la noche. Hay una compatibilidad de nuestras soledades, y una absoluta incompatibilidad de nuestras situaciones, y un cigarrillo compartido afuera del bar, y luego la súbita compatibilidad de nuestros labios, y su aliento en mi escote, y la punta de mis dedos tocando su cinturón, entrando apenas en sus pantalones. Mi ritmo cardíaco se acelera de un modo que conozco bien pero que no he sentido en mucho tiempo. Me dejo gobernar por la absoluta carnalidad del deseo. (...)
(Desierto sonoro, de Valeria Luiselli)
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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