Páginas

martes, 21 de enero de 2014

Crimen y Castigo (Fiódor Dostoyevski)

Crítica de la novela Crimen y Castigo





“Crimen y Castigo”, la gran obra maestra del escritor ruso Fiódor Dostoyevski, considerada junto con “Guerra y Paz” de León Tolstói, las obras cumbres de las letras rusas y de la literatura universal, es un libro que suele estar en los programas de literatura de casi todas las escuelas en el mundo. Lamentablemente, como casi siempre ocurre, las lecturas obligatorias en la escuela pasan desapercibidas y no se hace un verdadero acercamiento literario a la obra, al contrario causando un rechazo automático a cualquier texto que lleve impreso la etiqueta de “clásico”. Acudimos a resúmenes en internet o pequeños libros resumidos, que en realidad son un atropello de enormes proporciones contra la literatura.
No había leído aún “Crimen y Castigo”, porque era uno de los clásicos que no encontré en las estanterías de la biblioteca de mi casa, al contrario del caso de “Guerra y Paz”, que es una obra mucho más larga, extensa y densa, pero que igual leí con mucho agrado hace años. Si pudiese recomendar un clásico a los jóvenes, quizás sería esta obra de Dostoyevski. Por diversas razones:

Aunque es una novela concebida casi al mismo tiempo que “Guerra y Paz”, con un año de diferencia, y de salir publicadas en la famosa revista literaria rusa “El Mensajero Ruso” en el año de 1866, en esta novela no se percibe la prosa densa que ambienta las páginas de muchos clásicos. La prosa es muy realista y descriptiva, dando un enorme énfasis en las descripciones psicológicas, en todo lo que pasa por la mente de los protagonistas, especialmente en la de Rodión Raskólnikov, el flamante protagonista, un estudiante brillante de 23 años, que debido a la falta de recursos se ve obligado a abandonar la universidad. Rodión vive en una pensión, en una pequeña y humilde habitación, lejos de sus dos únicas familiares, su madre Pulqueria y su hermana Dunia, quienes trabajan y hacen lo posible para mantener y enviar dinero a Rodión, y que éste siga estudiando para ser un excelente profesional. Raskólnikov, es presentado como un joven muy inteligente, muy racional y lúcido, que analiza constantemente su situación, su futuro, el estado del mundo y su entorno, desde una perspectiva bastante elevada, que le permite clasificar a los seres humanos en dos categorías: ordinarios y extraordinarios, contándose él obviamente en el segundo grupo. Y en los ordinarios, mostrando a todos esos seres humanos parásitos y piojos, que no contribuyen en nada al mundo, por lo tanto no debería importar que una de sus vidas, en comparación con la de un extraordinario. Rodión ha vivido y pasado por muchas cosas, y se puede decir que desde un punto de vista es entendible su posición, indignación  y raciocinio. Pero eso no me corresponde a mí decirlo, sino que cada lector será capaz de juzgar las actitudes e ideologías del protagonista.     

Y así, durante toda la obra somos testigos de las maquinaciones, decisiones y dilemas a los que se enfrenta Raskólnikov. Pero la maestría de Dostoyevski es tan enorme, que logra crear una íntima relación del lector con el personaje principal, que nos metamos en su piel, y desde ese punto apropiarnos de sus vacilaciones, de sus ideas y de su misma consciencia, además de juzgarlo al tiempo que nos juzgamos a nosotros mismos (tal vez de forma inconsciente) desde ese mismo punto. 

Las descripciones, las descripciones… son tan fascinantes, en absolutamente varios sentidos: Las descripciones físicas del entorno, el ambiente y las cosas. Las descripciones físicas y anatómicas de los personajes. Y lo más fascinante, las descripciones psicológicas de los personajes, del ser humano, la naturaleza humana a flor de piel. Sobre todo en este último tipo de descripción, nos encontramos con escenas tan reales que asustan. Rakólnikov, a través de la misma historia, vive una misma transformación y un descubrimiento. 

En esta obra, lejos de las altas cortes y los campos de batalla de Guerra y Paz, que también nos mostraba y desnudaba el alma humana en la alta sociedad rusa. Aquí, en Crimen y Castigo, de igual forma seguimos abordando y sumergiéndonos en lo más profundo de la naturaleza humana, pero desde la misma miseria. Y la gran reflexión que uno puede sacar luego de leer ambas obras, desde entornos tan distintos, es la total similitud e igualdad en los tormentos internos del ser humano. El poder, el orgullo, el resentimiento, la traición, el odio, e incluso el amor, son sentimientos universales que guían la vida de absolutamente todos los seres humanos. Desde el más rico al más miserable. Miserables como los personajes de la famosa novela de Victor Hugo, que sin lugar a dudas fue de gran influencia para el escritor ruso. 

La novela, narrada en una tercera persona que intercala entre distintas perspectivas, teniendo a la de Raskólnikov como la principal y dividida en seis partes, cuenta la historia un joven de escasos recursos con síntomas de megalomanía, que un día decide asesinar a una vieja usurera, a quien ve como un parásito social, y que no haría ninguna falta al mundo. Ese es el crimen. El castigo del estudiante, inicia desde el mismo momento en que comete el asesinato, pues es su propia conciencia (su castigo y su presidio) y el remordimiento lo que nunca lo deja en paz, haciendo que se cuestione por momentos sus propios delirios de grandeza.   

Y a partir de ese evento, Dostoyevski se explaya en diseccionar con tal minuciosidad y detalle, el proceso tanto interior como exterior del protagonista luego de su accionar. Haciendo un fiel retrato del la naturaleza del ser humano, el autor se adelanta increíblemente a su tiempo, cimentando parte de la base de muchas ideologías, teorías y filosofías en distintas áreas del conocimiento social, psicológico y científico, que describirían al hombre moderno, el hombre dentro del caos a su alrededor y al hombre en sus luchas internas. 

Dentro de todo ese banquete que representa la obra de Dostoyevksi, encontramos escenas y episodios memorables e inolvidables, por su carga emocional, por su encantadora y aterradora belleza, por su lucidez, entre muchos más apelativos: La escena de la carta de la madre, en donde ya desde las primeras páginas nos deja sin aliento frente a ese anhelo de un hijo al recibir la carta de su madre… y el contenido de ésta, ya es otra historia. Cuando Rodión acude donde su madre luego de cometer el crimen, y se da cuenta de que nunca más podrá hablar realmente con más nadie; totalmente desgarradora. Los episodios donde se analizan el estado psicológico del criminal durante la realización del crimen, el artículo que escribe Rodión sobre el tema y su posterior diálogo con Petrovich, el juez con el que mantienen conversaciones antológicas y de gran tensión. ¿Derecho al crimen? ¿Decisión salvadora para la humanidad? ¿Los hombres grandes han de experimentar en este mundo una pena inmensa? También las escenas de Rodión con Sonia, cuando ambos se descubren como almas gemelas, sobrevivientes o como diría Murakami “Seres abandonados por Dios”. ¿Qué habrá podido retenerla hasta ahora de acabar consigo de una vez?, hasta la misma confesión del criminal, ¿por qué lo hizo? Reflexión pesimista que lleva a preguntarnos ¿en realidad se arrepiente alguna vez? Su ferviente admiración por Napoleón le hacía afirmar que las personas grandes no se preocupaban por males singulares y diminutos frente al beneficio de la humanidad. Siguiendo con las escenas, la de Svidrigáilov con Dunia, la conversación final de Raskólnikov con su madre y con Sonia antes de entregarse. 

Estas son simplemente algunos de esos episodios memorables, dispersos en una fascinante novela, que sin dudas es de las mejores obras que he leído en toda mi vida. Toda una montaña rusa que te arrastra con ella por todo el camino, elevándote por momentos y luego estrellándote sin concesión contra el hierro del soporte. Una obra universal, que nunca dejará de ser actual, porque el ser humano en su interior realmente ha cambiado muy poco. Quizás ¿hemos dejado de buscar las respuestas en nuestro interior? … ¿Tal vez esa introspección y constante análisis fue la que llevó a Rodión a descubrir una terrible verdad?  ¿O fue una errada interpretación? 

La novela de Dostoyevski nos deja al tiempo con muchas más preguntas, muy pocas cosas son obvias. Al final con Sonia, ese ser inquebrantable y muy creíble en esa época, de personas entregadas a Dios y sus creencias, personas que dentro de la desgracia encontraban algo de luz y esperanza, algo que las impulsaba a salir adelante. El amor a su propia familia, a su prójimo más que a sí misma. Y es ese sentimiento tan universal también, lo que Sonia ayuda a descubrir a Rodión, un ser tan cerebral que duda durante mucho tiempo de lo que siente, de eso que no conoce y empezaba a experimentar por primera vez. La respuesta a la pregunta que alguna vez se le pasó por la cabeza cuando hablaba con Sonia:

¿Qué habrá podido retenerla hasta ahora de acabar consigo de una vez?

Y este detalle final, aunque algunos (muy pocos) critiquen por ser “blando”, a mi me pareció totalmente apabullante, porque el autor nunca deja de explorar las distintas posibilidades y el universo interior del ser humano. Porque toda la obra es un proceso de transformación del mismo Raskólnikov… una metamorfosis. Véanlo como quieran verlo: alusión bíblica a Lázaro o al superhombre de Nietzsche… entre tantas otras posibilidades que cada persona podrá tener… Y con eso sigue luego de la lectura el efecto removedor de Dostoyevski, porque luego de leerla, cada vez que la leas, ya no eres el mismo.

10/10
 

A.S.B

2 comentarios: