La
última película del director de la inolvidable “Cinema Paradiso”, la decidí ver
con muchas reservas, además del horrendo póster, también me frenaba un poco ese
bajón que había tenido el director desde hace un tiempo. La película fue la
gran ganadora en la última edición de los premios David di Donatello (los
oscars italianos), y sin dudas es de los filmes más interesantes que he visto
en el año, aunque no es una ovación completa. El género no es nuevo para el
director, que ya ha incursionado en el thriller y la intriga en filmes
anteriores.
Dirigida
y escrita por Tornatore, el filme nos muestra la historia de un experto en arte
y agente de subastas muy famoso, llamado Virgil Oldman. Virgil, además de su
extenso conocimiento en el arte, es un hombre solitario, obsesivo y maniático.
Virgil gracias a su enorme talento y audacia ha logrado reconocimiento, una
gran fortuna y una envidiable colección de arte privada, de cuadros famosos con
hermosas mujeres e importantes mujeres en su superficie. Hasta que un día,
Virgil es contactado por una joven mujer que lo contrata para evaluar y vender
las obras de arte heredadas por su padre. Esta misteriosa mujer al inicio no se
muestra físicamente por sufrir de una extraña enfermedad, lo que llama la
atención y curiosidad de Virgil (además de algunas piezas que llaman su
atención), y cambiará prácticamente todos sus hábitos y su vida en general.
El
filme me ha resultado muy interesante, la base de la historia es muy llamativa
y arranca con gran fortaleza, capturando inmediatamente la atención del
espectador, que poco a poco va cayendo en la red que empieza a hilar Tornatore.
Hay varios momentos de gran cine, que te recuerdan que detrás de cámaras hay un
gran director. Sin embargo, también hay momentos, sobre todo llegando o pasando
el ecuador del metraje, en que visiblemente se hace larga y se hacen evidentes
algunas fisuras en el guión. Te lleva a preguntarte al final si eran necesarias
algunas escenas dentro de los 124 minutos que dura toda la película.
Aunque
finalmente, la película logra salir bien parada, a pesar de sus evidentes fisuras,
la película cumple, hay varios temas presentes, el engaño, la falsedad, lo
auténtico, en fin, esa comparación entre las obras de artes y la propia vida
con todas sus emociones. Todo esto, hace que al final queden algunas huellas en
la mente del espectador tras el visionado, los distintos cambios en la trama,
el aumento del ritmo y la intriga, pero sobre todo, la película logra
permanecer en tu memoria, por el buen hacer de un notable reparto, encabezado
por uno de los grandes actores vivos, el señor Geoffrey Rush, quien se
transforma y da vida al excéntrico Virgil Oldman y borda su personaje en todo
sentido, acompañado de Sylvia Hoeks, Jim Sturgess y Donald Sutherland, quienes
también hacer un sobresaliente trabajo.
En
síntesis, una película muy interesante con muy buenos momentos, con algunas
fisuras, y que pudo ser mejor. Pero en general, es un trabajo efectivo, en
donde el sentimiento de satisfacción y sorpresa no se pierde y te mantiene
pegado a la pantalla. Y donde podrán ver otra excelente actuación de Geoffrey
Rush, quien es el gran protagonista y motor del filme. Por todo esto:
6.5/10
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