Acabo
de terminar hace poco de leer este excelente libro. Un libro que desde que
empecé a leerlo me ha mantenido hipnotizado, pero desde el inicio sentí que era
de esos que tenía que ir deleitando y saboreando poco a poco. Es por eso que en
su lectura, lo alterne con otros 4 libros que me encontraba leyendo, entre ensayos,
poemas y otras novelas de distintos géneros literarios. En un poco más de 800
páginas, con una letra pequeña, el escritor israelí nos sumerge en esta
travesía, que en cierta forma es inspirada en su experiencia personal, ya que
Grossman empezó a escribir el libro en Mayo del 2003 (como él mismo lo indica
al final del libro), medio año antes de que su hijo Jonathan terminara su
servicio militar obligatorio y de que su otro hijo, Uri, el menor, fuera
reclutado. En ese proceso, Grossman hablaba de vez en cuando con sus hijos por
teléfono y cuando llegaban de permiso, con quienes comentaba los adelantos de
la obra. David cuenta que mientras escribía el libro, sentía que los protegía a
ellos, los mantenía vivos y seguros. Lamentablemente, el 12 de Agosto del 2006,
en las últimas horas de la segunda guerra de Líbano, Uri murió en el sur de
Líbano. Tras algunos días de duelo, Grossman retomó la novela, que aunque ya
casi estaba terminada, terminó de impregnarse del sentimiento del autor en esos
momentos de su vida.
La
novela cuenta la historia de Ora, una mujer mayor que para huir del escenario
que retumba en sus sueños, de que un oficial llame a su puerta informándole de
la muerte de su hijo Ofer en la guerra, decide abandonar su hogar y hacer un
gran viaje sin un rumbo fijo, caminando y vagando por los campos de Jerusalén y
sus alrededores, con la ilusión de que con ese acto pueda mantenerlo a salvo,
en compañía de su viejo amor Abram, el padre biológico de Ofer, que nunca lo ha
visto en su vida. Esta es la base central de la historia, pero es sólo una
pequeña parte de todo lo que conforma a “La Vida Entera”, un viaje donde los
miedos, los anhelos, los fantasmas del pasado, las tristezas, el dolor, los
gratos recuerdos y el perdón, entre otras emociones que se mezclan
magistralmente en esta historia, cimientan una magistral obra maestra, de esas
que ya muy poco se ven en los últimos años.
Durante
la lectura, he sonreído, me he conmovido y he llorado con la historia, pero
sobre todo con la maestría con la que Grossman la narra. Me quedo frío frente a
algunas descripciones tan exactas que hace de las reacciones que acompañan a
los sentimientos humanos, desde la duda, el reproche, la tensión, entre otras
emociones que viven esos personajes tan bien descritos y dibujados. Ora, el
personaje principal, la madre, la mujer que soporta gran parte del peso de la
historia y es el eje central de todas las relaciones. Abram e Ilan, sus dos
grandes amigos y amores. Ofer y Adam, los dos hijos de Ora, tanto con Ilan y
Abram. Si, es un triangulo amoroso, pero con un tratamiento lejos de
sentimentalismos baratos, tan real y visceral que es difícil no conectarse
emocionalmente con la historia y sus personajes. Unos personajes que me
fascinan tanto, porque aunque todos tienen algo que los une, son totalmente
diferentes y son retratados con los diversos colores que conforman la misma
pintura de un ser humano, toda una variedad, entre oscuras y claras
tonalidades.
La
historia inicia cuando nuestros tres personajes principales (Ora, Abram, Ilan),
se encuentran en un hospital en pleno desarrollo de la Guerra de los Seis Días,
los tres están aún muy jóvenes y son los únicos pacientes en el abandonado
hospital, donde sólo se encuentra otra enfermera. Los tres están en cuarentena
y enfermos, en sus habitaciones hay una absoluta oscuridad, por lo que la
primera parte en donde ellos se conocen, todo transcurre bajo el manto de una
noche eterna sin luna, donde se reconocen por las voces. Inicialmente Ora con
Abram. Esta primera parte es una introducción esplendida, por como vemos que se
inicia la historia entre estos tres personajes. No quiero revelar mucho del
contenido, porque lo genial de esta obra es ir descubriendo uno mismo sus
pasajes por primera vez.
En
cuanto a la narración, Grossman utiliza el todopoderoso omnisciente, aunque hay
que estar atentos, ya que la narración constantemente pasa de pasado a futuro y
viceversa, diálogos en primera persona, que se mezclan sin aviso alguno con la
narración. Narración que se mezcla con monólogos internos de los personajes, en
donde el autor exhibe otro gran talento en el ejercicio de profundizar en sus
personajes y como ya mencioné en esas descripciones intimistas, tanto de las
emociones como de las mismas reacciones físicas que las acompañan. Lo que me
dejó observar una gran sensibilidad del escritor, un gran amor y compromiso por
sus personajes y sobre todo (aquí va algo importante), una increíble capacidad
en atisbar en las emociones de una mujer, como en el caso de Ora, un personaje
femenino tan complejo, simplemente magistral. Que algunos ya han comparado con
las inolvidables y eternas Emma Bovary y Anna Karenina.
Por
los aspectos que menciono en la narración, a veces ese cambio abrupto entre
tiempos, puede que al inicio resulte difícil la lectura, pero poco a poco te
vas acostumbrando, vas quedando atrapado y tienes que dejarte llevar.
No sé
que más decir, preciso ahora que estaba terminando de leerlo, no sin sentir
cierta nostalgia por su final, me encontraba escuchando el Concierto para
Trompeta y Dos Trompas de Leopold Mozart, que bueno aunque no es muy conocido,
fue el padre e instructor del gran Wolfang Amadeus Mozart. Entonces me pareció
muy curioso ese detalle, teniendo en cuenta las relaciones filiales que se
extienden y se desarrollan en la obra, y con ese tramo final tan conmovedor, simplemente
me volvieron a llevar a las lagrimas, a conmoverme y tener la certeza de haber
leído una de las mejores obras que he tenido la oportunidad de leer en los
últimos años.
Y para
finalizar, lo recomiendo enormemente, diría que este tipo de libros me
reconcilian con la literatura contemporánea y me hacen sentir el por qué me
encanta tanto leer. Es una novela monumental, que incluso tiene sus misterios y
su intriga, te hace recorrer distintos rincones del alma y la naturaleza
humano, te lleva a cuestionarte en algunos temas, cuestiona la guerra y además
que te atrapa, te hipnotiza (una vez entras en ella), te estremece, te golpea,
te enamora y te hace vivir en efecto la vida de sus personajes, una vida
entera.
9/10
Algunas frases:
“Ora
suspira y se levanta de repente, echa a andar muy deprisa, casi corre. ¿Cómo
puede contarse una vida entera? Para eso no bastaría toda una vida.”
“… eso
es lo que es, la vejez, porque uno debe despedirse de sí mismo antes de que los
demás empiecen a despedirse de uno, debe irse preparando para lo que de
cualquier modo acabará por llegarle”
“Miles
de momentos, de horas, de días, miles de hechos, infinidad de acciones, de
intentos, de errores, de palabras, de pensamientos, todo para poner a una
persona en el mundo”
Grossman
fue uno de los invitados en la última edición del Hay Festival 2013 en
Cartagena. Su presentación fue muy buena, habló sobre literatura, la guerra, su
país y la lamentable muerte de su hijo en la guerra. Y por supuesto de La Vida
Entera, que en ese momento aún no había leído, y que en un escrito que hice
sobre el festival manifestaba mi interés en leerlo. El siguiente es el enlace:
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