Cuando acabé de ver la película en salas de cines, con un público inmerso y en estado de shock, lo primero que pensé y escribí fue que hace mucho no sentía algunas emociones que sentí viendo esta película en una sala de cine. Emociones como perturbación y sorpresa, fueron algunas de ellas. Y eso que Fargeat no inventa nada nuevo, sino que hace buen uso de homenajes y referencias a otras obras y autores que han sido grandes exponentes del "body horror" (Cronenberg), de lo surrealista (Lynch) y de perfectos encuadres y simetrías que se mezclan de gran forma con la música (Kubrick, Hitchcock), entre otras más.
Pero la directora, que ya ha experimentado el Gore en sus anteriores trabajos, logra armar con todas esas referencias una dura y muchas veces obvia y directa crítica al mundo del espectáculo, y al tratamiento que reciben las mujeres que llegan a cierta edad y se permiten envejecer frente a la pantalla. Y en general, sobre la propia percepción de ellas mismas debido a las influencias externas de la industria, y la percepción de los demás (industria y público) sobre ellas, como meros trozos de carne para complacer y desechar. Porque Fargeat dirige la crítica también a los espectadores, a los consumidores y al público de la industria del entretenimiento.
También habla de la obsesión de las mujeres, bajo esos entornos opresivos en ser perfectas, y en el camino perder su identidad y nunca estar satisfechas con ellas mismas, de la competencia, etc. Y todos esos elementos están muy bien unificados para crear una obra que busca incomodar al espectador y restregarle en la cara su misma depravación. Las metáforas son claras y a veces exageradas, pero funciona todo muy bien, más la música y los movimientos de cámara, los planos detalles y los close up que buscan generar repulsión y perturbar la mirada del espectador.
El tramo final es muy intenso y bizarro, algunos quizás no aguanten esa explosión de movimiento, sangre y transformaciones del cuerpo, si son sensibles de estómago. Pero vale mucho la pena la experiencia, y es alentador ver de vez en cuando películas de este estilo en carteleras de cine. Que el cine además de complacer y aliviar, también golpee, incomode y genere reflexiones profundas por medio de lo grotesco y lo visceral, que también es parte de nuestra humanidad. Mención aparte para el excelente trabajo de Demi Moore y Margaret Qualley, quienes se comprometen con sus papeles y dan sus respectivas mejores actuaciones hasta el momento. No se pierdan la experiencia. En Cartagena la pasan en Plaza Bocagrande (quizás en los últimos días). La película ganó el premio a Mejor Guión en Cannes 2024.
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
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