Muchos grandes directores le han sacado el cuerpo o han renunciado a la ardua tarea de hacer una película sobre la vida de Napoleón Bonaparte, quien es sin duda de las personalidades más famosas e influyentes de la historia, y tuvo una vida y hazañas tan inabarcables para un formato tradicional comercial de largometraje de ficción. Uno de ellos fue el gran Stanley Kubrick, quien incluso dejó un guión escrito, y que al parecer Spielberg lo va rescatar para una mini serie. Pero bueno, ha sido el polémico y reconocido director británico, Ridley Scott, quien ha asumido el reto, apoyándose de un guión de David Scarpa. La película me parece muy entretenida y bien lograda para el gran público, con algunos pros y contras. Empezamos con los contras:
“Napoleón” cae para mí en el mismo error de la mayoría de los biopics, como es el de querer abarcar mucho o todo, y en el camino dejan caer la película, el ritmo y la sustancia. Esto ocurre sobre todo en gran parte del primer tramo, en donde se inicia acertadamente con la revolución francesa, la caída de la monarquía y María Antonieta, Robespierre, y el rápido ascenso de un líder militar (Napoleón) que se va haciendo nombre y acumulando triunfos para la supremacía de la república francesa y su extensión en otros países europeos. Los primeros minutos son prometedores y el recuento de hechos y pasajes de importancia histórica es comprensible, pero cuando ya entramos directo al tema de Napoleón y la forma en que empezó a desarrollarse su reputación y ascenso, es donde empieza a trastabillar la narración y el desarrollo del personaje. Y es aquí donde quizás encontremos el gran recorte que hizo el director para la proyección en salas de cine (recordemos que aunque son dos horas y media, la versión final es de casi cuatro horas, y se verá a través de Apple Tv), porque estos pasajes empiezan a presentarse de forma muy rápida y la sustancia política y estratégica queda reducida superficialmente o es directamente sacrificada en beneficio de las batallas. Y añadido a esto, muchas veces se resuelven diversas de esas situaciones dramáticas con una especie de "acto cómico" o humorístico, que no sé si quizás el director los haya hecho de esa forma para confundir al espectador por la falta de sustancia en las mismas situaciones que presenta y pasa por encima sin ningún fundamento. O quizás haya querido añadir algún elemento marvelesco en todo este entramado.
Ese me parece que es el gran contra, porque quienes no conocen detalles de la historia quedarán en el aire sin conocer bien de los motivos o raíces detrás de gran parte de las acciones, decisiones y cursos que toma la historia, que evidentemente son muchos. Entonces en muchas partes parece que estuviésemos viendo una sucesión de pasajes cronológicos con apenas el enunciado. Esto, a la vez, va de la mano con el poco desarrollo que se logra dar a la psiquis del gran líder revolucionario, pues aunque Joaquin Phoenix haga un buen trabajo (sin ser excelente), en muchos pasajes el emperador parece deambular entre escenarios y situaciones, sin llegar al fondo de sus verdaderas emociones. Pues es reflejado como la figura audaz, egocéntrica y autoritaria; a la vez de la figura pequeña e insegura, con un gran sometimiento de la figura materna. Phoenix logra dar algunos matices, pero no se logra una verdadera exploración a su psiquis y a su alma, como sí se logra un poco más (a pesar de estar menos tiempo en pantalla) con la de Josefina, que ya mencionaré en la parte de los pros, a la que ya vamos. Además que en muchas ocasiones al actor se le salen varios tics característicos y reciclados de otros personajes, que terminan confirmando la poca dirección que tuvo en su caracterización, a pesar que Scott diga lo contrario.
En la parte de los pros, debo empezar resaltando a toda la parte técnica, la dirección de arte, la fotografía, el vestuario, diseño sonoro, etc., porque las escenas que me dejaron muy impresionado fueron todas las de batallas, y es aquí donde Scott saca pecho como gran realizador audiovisual, pues todas las escenas de batallas, las legendarias batallas napoleónicas son filmadas con gran maestría. Desde su concepción visual y enfoques, haciendo alusión a las impresionantes obras de arte que las retrataron e inmortalizaron, hasta las mismas secuencias y planos dentro del mismo campo de batalla, que trasmiten el miedo, la desesperación, el caos, la violencia y la grandeza de cada una de las batallas emblemáticas que ganó y las pocas que sufrió, como fueron: el sitio de Tolón, la batalla de las Pirámides, la batalla de Austerlitz (la más épica, con increíbles escenas sobre el hielo), la de Borodino y la de Waterloo. El despliegue en estas escenas es brillante y hace que valga la pena toda la película. Además que logran trasmitir la enorme amenaza que llegó a ser el emperador para el mundo, pues en un momento vemos cómo para poder derrotarlo necesitaron unirse siete naciones, y aún así casi no lo logran. Sin embargo, hay pasajes que se pasan bastante de largo y pueden dejar confundido al espectador, ya fuera de las batallas, como es la abdicación como emperador, el exilio a la isla de Elba y su regreso. Aunque esto seguro llevará a los espectadores más curiosos a rellenar estos vacíos por su propia cuenta, y nuevamente leer sobre este personaje, que fue tan importante en toda la época moderna, con acciones que incluso influyeron en esos años en Latinoamérica y sus respectivas independencias, al tener a los europeos tan ocupados y diezmados.
Entre los pros, también anticipé que iba a mencionar a Josefina, el gran amor de Napoleón, pues precisamente el director y el guionista deciden estructurar la película entre la parte política y las batallas, mientras se muestra de forma alternada la conflictiva, apasionada y tormentosa relación entre el emperador y la emperatriz. Vanessa Kirby hace un excelente trabajo, quien al no tener tanto metraje en pantalla como Phoenix, se dota y da lecciones de una expresividad superlativa, logrando trasmitir todo cada vez que la enfoca la cámara, y ella sí, exhibiendo su alma sin ningún reparo. Y gracias a ella podemos ver la fragilidad del emperador, y podemos atisbar parte de la relación que tuvo éste con su madre y las consecuencias o efectos en su personalidad. Por eso es Josefina tan importante, por lo que logra por sí misma y también por lo que nos amplía sobre la figura del emperador. Y espero que en el metraje original de casi cuatro horas podamos ver más de ella.
Creo que eso es en general lo que me pareció la película. Bastante equilibrada en sus pros y contra, pero creo que vale la pena verla y sumergirse en este pequeño espejo y retrovisor a una parte de la historia que influyó mucho en toda la modernidad, y por supuesto, luego seguir llenando vacíos por nuestra cuenta. Y ya esperaremos la versión de cuatro horas en Apple Tv, para ver si lo que recortaron llena sustancia que le quedó faltando a esta versión.
Alejandro Salgado Baldovino (A.S.B)
Alejo 👏👏 como siempre muy acertados tus comentarios, iré a verla y esperaré la versión de Apple
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