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sábado, 18 de diciembre de 2021

Reseña y Fragmentos del libro: Demian (Hermann Hesse)

Reseña, Crítica y Fragmentos del libro: Demian


“Es muy pequeño el número de lectores que puede captar las cualidades poéticas de un libro y que sabe distinguir una frase bien escrita de un cliché. No creo que sea la cualidad literaria de mis libros lo que atrae a la mayoría de mis lectores. Más bien creo que la mayoría de ellos reconocen y sienten en mi obra y en mi persona al representante de un tipo psicológico al que ellos mismos pertenecen. No es el contenido de mis libros lo que les interesa, ni la técnica o el arte, sino que les gustan porque hallan expresados o afirmados en ellos, me parece a mí, su propio tipo de alma, sus propias exigencias y problemas anímicos” 


Creo que esta afirmación del mismo Hermann Hesse describe a la perfección lo que el lector siente a leer varias de sus obras, especialmente Demian. Aunque no estoy de acuerdo que sus obras carezcan de cualidades literarias. Si bien, las ideas y los pensamientos plasmados en sus historias y a través de sus bellos personajes, son una parte esencial de su valor, todos esos elementos llevan una construcción detallada y minuciosa. Desde la creación de la atmósfera intimista, que es magistralmente hilvanada por su siempre imperante uso del narrador en primera persona, hasta todas esas indagaciones y exploraciones psicológicas, intimistas e introspectivas, que son plasmadas con una prosa sencilla pero hipnótica y absorbente, por momentos mezclándose con el monólogo, con el género epistolar y la literatura confesional/testimonial. 

La novela también se encuentra marcada dentro del género Bildungsroman (Novela de formación o aprendizaje), como bien la introduce Thomas Mann en el famoso prólogo que realiza de la novela, a la que él consideró una obra maestra. Mann recuerda el título completo con que Hesse presentó la obra, que es: “Demian: Historia de la juventud de Emil Sinclair”, y dice: “Constituye para mí una gran alegría poder prologar esta edición del «Demian» de Herman Hesse, el vibrante poema en prosa de su edad madura, con una palabra de simpatía y una calurosa recomendación. Un volumen de pocas páginas, es verdad; pero los libros de escaso volumen son los que muchas veces desarrollan las dinámicas más intensas… pensemos en el «Werther» de Goethe, cuya repercusión en Alemania es ampliamente evocada por la del «Demian».” Por lo que, Hesse tenía claro que el impacto sobre el público joven iba a ser grande, pero también hacia aquel público mayor que se ve invitado a recordar su propia juventud, así como era la propia situación del autor al escribir esta novela sobre la juventud. 

Hesse publica la novela en el año de 1919, sólo un año después de finalizada la Gran Guerra o la Primera Guerra Mundial, por lo que es comprensible e identificable el sentimiento de decepción, tristeza e impotencia sobre el mundo, el ser humano y la sociedad, desde el punto de vista de un alemán. Además de ese estado oracular que se siente al final de la novela, cuando los jóvenes se ven obligados a alistarse para ir a la guerra en el año de 1914, y Demian le dice a Sinclair que: “Habrá guerra… á guerra… esto es sólo un comienzo, Sinclair. Será quizás una gran guerra, una guerra monstruosa. Pero, aún así, tampoco será más que un comienzo. Lo nuevo se inicia, y habrá de ser terrible para aquellos que permanezcan ligados a lo antiguo. ¿Qué harías tú?”.



Reseña, Crítica y Fragmentos de la novela: Demian


Thomas Mann publicaría solo cinco años después, en el año de 1924, su obra maestra: “La montaña mágica”, que también bebe mucho de Demian, de Emil Sinclair, de Hesse y del espíritu o el fantasma de la época. Por lo que creo que son dos obras que dialogan, de dos enormes autores alemanes, quienes lograron leer, ahondar, anticipar y plasmar el sentimiento de su época, de su generación (de los jóvenes especialmente) y servir de guías, a la vez, para aquellos jóvenes que perdieron su esperanza y para aquellos adultos que perdieron su juventud, no solo en experiencias sino en las grandes reflexiones que determinan y construyen nuestra identidad individual. 

“Demian” me parece de las obras más increíbles que refleja de gran forma la perdición, las búsquedas, las dudas y contradicciones de los jóvenes. Y debería ser una lectura, una experiencia o un mundo al que todos los jóvenes deberían tener en algún momento de su crecimiento. No imponer, pero sí darle la oportunidad de conocerlo, porque creo que después de leer sus primeras páginas quedarán inmediatamente enganchados, al verse reflejados y comprendidos. No porque encuentren algo que les dará respuestas, sino por compartir un universo gris y confuso, lleno de dudas, preguntas y dolor (como le toca a cada adolescente). 


“Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí.

¿Por qué había de serme tan difícil?”


Así inicia “Demian” (y también se encuentra más adelante en la novela), y solo esa frase explica mucho y de mejor forma varias cosas que he mencionado. La novela está dividida en ocho capítulos (Los dos mundos, Caín, El mal ladrón, Beatrice, El pájaro rompe el cascarón, La lucha de Jacob, Frau Eva y El principio del fin), que están tan bien estructurados y distribuidos, y en donde Hesse se apoya mucho también de las teorías psicológicas y del psicoanálisis de Carl Jung, el arquetipo, de Nietzsche, entre otros pensadores e ideas que revolucionan e indagan en el individuo y el ser. Por lo que también siento que es un libro que confronta al lector y lo invita a verse a sí mismo, a la introspección. Recuerdo que en ese primer capítulo de “Los dos mundos”, Hesse describe tan bien las características y elementos de cada mundo, que siempre lleva al enfrentamiento de la eterna dualidad, y la descripción física y espacial de los escenarios y objetos, se ve acompañada con una excelente descripción psicológica del protagonista ante esos espacios materiales. Como en la introducción de la novela, donde dice:  


“Pero todos son una proyección de la naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos en común nuestros orígenes, nuestras madres; todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende a su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede hacer cada uno consigo mismo.”



Reseña, Crítica y Fragmentos del libro: Demian


Y me parece que la novela, además de confrontar el mundo de cada lector, le señala caminos, posibilidades, realidades, y le invita a interpretar, a observar y a intentar entender, tanto a los demás, pero en especial a sí mismo. Por esto, y muchas otras cosas más que me gustaría decir, pero me extendería mucho, me parece una estupenda novela, y la seguiré recomendado.



Acá dejo algunos Fragmentos de “Demian” que me gustaron:


Fragmentos de "Demian" de Hermann Hesse



Reseña, Crítica y Fragmentos del libro: Demian

 

"Ya hablaremos otro día -dijo con cuidado. Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Claro que si es así te darás cuenta también de que nunca has vivido completamente lo que piensas; y eso no es bueno. Sólo el pensamiento vivido tiene valor. Hasta ahora has sabido que tu <mundo permitido> sólo era la mitad del mundo y has intentado escamotear la otra mitad, como hacen los curas y los profesores. ¡Pero no lo conseguirás! No lo consigue nadie que haya empezado a pensar."

(Demian, de Hermann Hesse)


“Me gustó que, al entrar, mi padre se fijara en mis zapatos mojados. Aquello distraería su atención; así no se daría cuenta de lo peor y yo podía cargar con una reprimenda que en secreto trasladaba a la otra culpa. Al mismo tiempo surgió en mí un extraño y nuevo sentimiento lleno de espinas. ¡Me sentía superior a mi padre! Sentí durante un momento cierto desprecio por su ignorancia; su reprensión por las botas mojadas me parecía mezquina. «¡Si tú supieras!», pensaba yo como un criminal al que interrogan por un panecillo robado, mientras él tiene asesinatos sobre su conciencia. Era un sentimiento feo y repulsivo pero muy fuerte y con un profundo encanto y que me encadenaba con fuerza a mi secreto y a mi culpa.”

(Demian, de Hermann Hesse) 


“Sus palabras dieron en el misterio de mis años infantiles, misterio que sentía en cada momento y del que no había dicho ni una palabra a nadie. Lo que dijo Demian sobre Dios y el demonio, sobre el mundo oficial y divino frente al mundo demoníaco silenciado, correspondía a mi propio pensamiento, a mi mito, a mi idea de los dos mundos o mitades, la clara y la oscura. El descubrimiento de que mi problema era el de todos los seres humanos, un problema de toda vida y todo pensamiento, se cernió de pronto sobre mí como una sombra divina y me llenó de temor y respeto al ver y sentir que mi vida y mis pensamientos más íntimos y personales participaban de la eterna corriente del pensamiento humano. El descubrimiento no fue alegre, aunque sí alentador y reconfortante. Era duro y áspero, porque encerraba en sí responsabilidad, soledad y despedida definitiva de la infancia.”

(Demian, de Hermann Hesse)


“Aquel espectáculo me hizo temblar. «¡Está muerto!», pensé y estuve a punto de gritar. Pero sabía que no lo estaba. Fascinado, no podía apartar los ojos de su rostro, de aquella pálida y pétrea máscara, sintiendo que aquel era el verdadero Demian. Lo que solía aparentar cuando iba y hablaba conmigo no era más que una parte de Demian, aquel que durante un rato representaba un papel, plegándose y amoldándose para dar gusto. Pero el verdadero Demian tenía este aspecto pétreo, ancestral, animal, bello y frío, muerto y al mismo tiempo rebosante de una vida fabulosa. ¡Y en torno suyo el vacío silencioso, el éter, los espacios siderales, la muerte solitaria!”

(Demian, de Hermann Hesse)


“De pronto volvió a alzarse ante mis ojos una imagen sublime y venerada. ¡Ah! ¡Ninguna necesidad, ningún deseo en mí tan profundo y fuerte como el de venerar y adorar! Le puse el nombre de Beatrice, nombre que conocía, sin haber leído a Dante, por una pintura inglesa cuya reproducción guardaba: una figura femenina, prerrafaelista, de esbeltos y largos miembros, cabeza fina y alargada y manos y rasgos espiritualizados. Mi joven y bella muchacha no se le parecía del todo, aunque tenía esa esbeltez un poco masculina que tanto me gustaba y algo de la espiritualidad del rostro.”

(Demian, de Hermann Hesse)


“Desde luego, la embriaguez, lo báquico, tienen su misterio. Pero me parece que la mayoría de la gente que anda sentada en las tabernas no tiene idea de eso. Me da la impresión que precisamente el meterse en las tabernas es algo muy adocenado. ¡Lo bueno sería pasar la noche entera con antorchas encendidas, en una verdadera orgía desenfrenada! Pero eso de tomar un vasito tras otro no creo que sea muy interesante, ¿no? ¿O acaso puedes imaginarte a Fausto sentado noche tras noche en la taberna?”

(Demian, de Hermann Hesse)


“¡Bah! ¿Para qué discutir? En todo caso, es probable que la vida de un borracho y libertino sea más animada que la del ciudadano intachable; y además —he leído una vez— el libertinaje es la mejor preparación para el misticismo. Siempre son hombres como San Agustín los que se convierten en profetas. También él fue antes un disoluto y un hombre de mundo.”

(Demian, de Hermann Hesse)


“—Querido Sinclair —dijo lentamente—, no tenía intención de molestarte. Además, ninguno de los dos sabemos con qué fin vacías ahora tu vaso. Pero aquello que tienes en tu interior, aquello que conforma tu vida, sí lo sabe; y es bueno tener conciencia de que en nosotros hay algo que lo sabe todo, lo quiere todo y lo hace todo mejor que nosotros. Pero, perdona, tengo que irme a casa.”

(Demian, de Hermann Hesse)


“¿quizá no soy como los demás hombres?». Sin embargo, era capaz de hacer todo lo que hacían los demás. Con un poco de aplicación y trabajo podía leer a Platón, resolver problemas de trigonometría o seguir un análisis químico. Pero había una cosa de la que no era capaz: arrancar la meta vital que se ocultaba oscuramente en mi interior y plasmarla ante mis ojos, como lo hacían todos aquellos que sabían perfectamente que iban a ser profesor o juez, médico o artista, cuánto tardarían en llegar y qué ventajas tendrían. Yo no podía. Quizá también llegaría yo un día a algo; pero ¿cómo iba a saberlo? Quizá tuviese que buscar y buscar durante años, sin llegar a nada, sin alcanzar ninguna meta. Quizá llegase a una meta, pero a una meta horrible, peligrosa y mala. Yo sólo intentaba vivir lo que pugnaba por salir de mí mismo; ¿por qué resultaba tan difícil?”

(Demian, de Hermann Hesse)


“—Muchacho —dijo con vehemencia—, también usted celebra misterios. Sé que tiene usted sueños de los que nada me dice. No los quiero conocer. Pero le digo una cosa: ¡vívalos todos, viva esos sueños, eríjales altares! No es lo perfecto, pero es un camino. Ya se verá si nosotros, usted y yo y algunos más, somos capaces de renovar el mundo. Pero debemos renovarlo en nosotros mismos, día a día; si no, nada valemos. ¡Piense en ello! Usted tiene dieciocho años, Sinclair, y no corre detrás de las prostitutas; usted debe tener sueños de amor, deseos de amor. Quizá son de tal especie que le asustan. ¡No los tema! ¡Son lo mejor que posee! Créame. Yo he perdido mucho por haber amordazado mis sueños cuando tenía su edad. Eso no debe hacerse.” 

(Demian, de Hermann Hesse)


“El hombre a quien quiere matar nunca es fulano o mengano; seguramente es sólo un disfraz. Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.”

(Demian, de Hermann Hesse)


“—Las cosas que vemos —dijo Pistorius con voz apagada— son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro difícil. Caminemos.”

(Demian, de Hermann Hesse)




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