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lunes, 8 de junio de 2015

Niebla al mediodía (Tomás González)

Tomás González



El libro más reciente del escritor colombiano Tomás González (Primero estaba el mar, La Luz Difícil, Temporal) publicado en Marzo de este año, ha sido una experiencia agridulce, más agría que dulce. Siguiendo con el estilo de sus anteriores novelas, en dividir la narración en pequeños capítulos, alternando entre los personajes principales que confluyen. En esta oportunidad, no sólo alterna personajes sino que también alterna las voces, dando una voz a cada uno de los cuatro personajes principales para que cuenten su versión de los hechos, entre el pasado y presente.

Los cuatro personajes, Raúl y Julia, una pareja con problemas que se separa. Raquel y Aleja, la primera amiga de Raúl y la segunda amiga de Julia, los cuatro son los encargados de acompañar y dirigir la narración, centrándose en un evento específico, la desaparición repentina de Julia. A partir de ese misterio, se empezarán a escuchar voces, versiones, recuerdos, trapos sucios, desengaños y toda una serie de eventos que irán informando al lector para que vaya sacando sus propias conclusiones. 

Desde el inicio, cuando leía las primeras páginas, me pareció un recurso interesante y curioso, te mantiene al menos a la expectativa. Pero creo que el experimento se le sale de las manos a González, mientras avanza la novela, a pesar de su corta extensión y la agilidad en la brevedad de los capítulos, se empieza a sentir la monotonía, el relleno y la pesadez. Si bien poco a poco vamos conociendo a los personajes a través de sus propias voces y de la de los demás, creo que sólo alcanzamos a esbozar material superficial. Material, faltó de delicadeza, de poesía, de detalle y complejidad… En comparación con otras novelas del autor, a esta le ha faltado mucha alma, rigurosidad y cuidado. 

Las referencias a otros autores y sus textos resultan cansinas y poco originales, en especial cuando decide poner fragmentos un poco extenso de las obras, como la de “Los Muertos” de Joyce, muy bonitas sí, pero dando la sensación de rellenar espacio. Sensación que se hace más evidente cuando va llegando el momento de la resolución del enigma… y esto me resulta lo peor, no hay sorpresa, es apresurado y muy mal manejado. 

Sigue describiendo los paisajes, el ambiente y la naturaleza, esa que parece inspirarle tanto como para ponerle de título a sus obras, pero en esta oportunidad la montaña de mediocridad ha superado sus propias intenciones literarias. Una total decepción y una pérdida de tiempo. De lejos, lo peor que he leído de él, y da la sensación que no fue una obra parida de sus entrañas, sino de un inevitable encargo. Y es triste que eso pase con nuestros autores destacados.


4/10    


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