La más reciente película del gran director ruso Andrei Zvyagintsev (El Regreso, Elena, The Banishment) me ha parecido una Obra Maestra. De lo mejor, sino lo mejor del 2014. El Proceso de Kafka se traslada a Rusia… hay tantos temas retratados y plasmados con maestría, desde la política, el poder, hasta la misma familia, la traición y la religión, todos esos elementos, añadidos a una magistral fotografía, dirección y guión, que se funden en una obra potente, devastadora y demoledora.
Si bien la unión de tantos elementos, puede dar la sensación de ser dispersa, creo que el guión está tan bien estructurado, que cada pieza forma parte importante de un engranaje muy bien montado y concebido... Una maquinaría que representa los distintos sistemas de poder y autoridad, desde el estado, hasta los que se presentan en los mismos núcleos familiares y de hermandad entre miembros de una comunidad… Y de cómo el Leviatán, ese temible monstruo mitológico, que representa la maldad o el sistema, en esta ocasión personificado en el mismo hombre, no se detiene ante nada y se encuentra inmerso en todas las instituciones o componentes de la sociedad. Ese monstruo simbólico, tan grande pero que no se ve… no sabemos quiénes son los que mueven los hilos de los títeres, así como la novela de Kafka donde hay siempre una puerta mayor, una autoridad superior… y tan invisible como la Little People de Murakami en “1Q84”. Son fieles ejemplos de las representaciones de poder que imperan en nuestras sociedades.
Un retrato que no sólo se puede minimizar a la Rusia contemporánea, sino que en muchos aspectos se encuentra aplicable y parecido a cualquiera de las realidades de los otros países que habitamos. Aunque en esta ocasión la disección de Zvyagintsev se diluya entre el entorno y sus personajes, no se pierde ápice de tacto para desentrañar las emociones más profundas de sus ricos y complejos personajes, que se mueven en una atmósfera grisácea con apenas colores visibles. Me encantó una pequeña referencia en una iglesia a Alexander Nevsky, y los iconos de Andrei Rublev, pequeños homenajes a Tarkovsky y Eisenstein.
Además como siempre, impresiona que a pesar de que en algunas escenas relata algo cotidiano en interiores, cada imagen es una obra de arte. Sus planos y la cámara siempre apuntan a algo específico que quiere decir y trasmitir algo. En fin, una obra para analizar y reflexionar mucho después de verla. Imperdible.
9.5/10
Trailer de Leviathan
Frases y Diálogos de la película
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