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martes, 8 de abril de 2014

El Sentido de un Final (Julian Barnes)

Comentario sobre el libro El Sentido de un Final


Preciso hace unas semanas comentábamos junto con mi amiga María Sixta Bustamante sobre los mejores autores que habían venido al Hay Festival de Literatura que se realiza en la ciudad de Cartagena de Indias en los últimos años, y coincidimos en que Julian Barnes ha sido uno de los mejores descubrimientos que hemos hecho a través del festival de literatura. En la edición en la que estuvo de invitado especial, nos deleitó en cada una de sus presentaciones, en especial la que tuvo casi al final del evento junto con Mario Vargas Llosa, donde discutieron sobre Gustave Flaubert. Luego leímos su libro “El Loro de Flaubert”, uno de sus libros más famosos que nos dejó encantados y prendidos de la destreza, la pulcritud y el ingenio de Barnes con su pluma. 

Seguí descubriendo otras de sus obras, pero había una en especial que me llamaba la atención pero que no había podido conseguir, que es preciso la obra sobre la que hablaré en el presente texto: El Sentido de un Final. Novela con la que ganó el prestigioso Premio Booker en el 2011, y que es preciso la última novela que ha publicado. Tuve el placer de leerla hace unos días y me ha gustado mucho. 


El libro nos cuenta la historia en primera persona a través de los ojos y recuerdos de Tony Webster, un hombre mayor que se encuentra ya en su retiro, que por distintos motivos se ve obligado a retroceder en su pasado y recordar los años de juventud cuando en el instituto junto con su pandilla de amigos conocieron a un cuarto integrante, a Adrián. Un chico que inmediatamente se hizo su propio lugar por su inteligencia e ingenio. Tony recuerda esos años donde juntos transitaban esa etapa de la adolescencia, con todos los ingredientes que siempre la componen, hambre de conocimiento, chicas, de libertad, de dudas, de decepciones, de descubrimiento y diversión. Pero este viaje de Tony a su pasado no es gratuito, un día recibe una carta de un abogado, donde le avisan que Sarah Ford, la madre de Veronica, su primera novia, ha fallecido y le ha dejado de herencia 500 libras y un sobre con un manuscrito. Pronto descubre que el manuscrito contiene el diario de Adrián, su brillante amigo que decidió quitarse la vida años atrás cuando aún eran jóvenes; y lo peor, que el diario lo tiene su ex novia Veronica, que también fue novia de Adrián y que ésta no está dispuesta a entregarle el diario que le legaron de herencia. 


A partir de esta base, transcurre esta hipnótica historia que Barnes construye e hila con gran maestría, al mismo tiempo que a través de sus personajes realiza una reflexión sobre la memoria, la historia de nuestras vidas, los recuerdos, el pasado y la vida en general. Tony Webster poco a poco nos va contando su propia historia, su propia versión de los hechos que acontecieron en el pasado. Mientras que aparecen algunos personajes que traen evidencia de otro pasado ligeramente distinto, con pequeños cambios que implican en un enorme impacto en su presente. 


Sabemos desde el inicio que el tema de la memoria y la historia son de vital importancia en la trama, porque es un tema que se reitera en las conversaciones filosóficas que tienen los jóvenes en su juventud. (Al final he recolectado algunas de las frases en la obra con respecto al tema). 


La novela es breve, como ya comenté al inicio es en primera persona, a través de la perspectiva de Tony, también como es entendible hay muchas recurrencias a flashback sobre el pasado de los personajes. Tiene un tremendo ritmo, desde que inicias no puedes soltarlo hasta terminarlo y ver cómo termina todo ese entramado de conflictos y remembranzas de la memoria. Como es normal en Barnes, además de la agilidad y el ingenio de su prosa, recurre a las reflexiones filosóficas y existenciales, en esta oportunidad sobre la memoria e incluso en un tema tan incómodo como el suicidio, del que influyó en gran parte el título del libro. 


Como desde el inicio nos introducimos en la mente y en los recuerdos de Tony, y somos testigos también de sus desencuentros y nuevos descubrimientos de su pasado a través de los otros personajes, se puede afirmar que la novela está construida de forma tan sólida que alcanza a personalizar la introspección de Tony al lector, haciendo que lo juzguemos, lo entendamos como si lo estuviésemos haciendo con nosotros mismos, y sobre todo sorprendernos con un excelente final, que cierra con broche de oro toda esta montaña rusa de emociones.


En síntesis, me ha parecido un libro excelente, ágil y de gran profundidad filosófica y psicológica, tanto en la trama como en sus personajes. Contundente, duro y revelador. Muy recomendado.


8.5/10



 

Nota adicional: El tema que trata el libro me ha recordado un poco a un documental que vi el año pasado de Sarah Polley, titulado “Stories We Tell”, grabaciones que hace la directora recolectando la historia de su propia familia, en donde uno de los datos más curioso que podemos observar, es cómo cambian las versiones de la historias de los distintos miembros, y de la misma persona con respecto a su pasado. Sin dudas también la recomiendo (pronto rescataré la reseña que le hice) para seguir ahondando en este tema de la memoria selectiva y cómo nosotros mismo construimos nuestra historia.


 

Como prometí, algunas frases del libro: 

“Sobreviví. “Sobrevivió para contarlo”, es lo que dice la gente, ¿no? La historia no son las mentiras de los vencedores, como con mucha labia le aseguré una vez a Old Joe Hunt; ahora lo sé. Son más los recuerdos de los supervivientes, muchos de los cuales no son ni vencedores ni vencidos”. 


¿Cómo era la frase que Adrián solía citar?: “La historia es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la memoria topan con las deficiencias de documentación”. 


Se me ocurre que aquí puede residir una de las diferencias entre la juventud y la vejez: cuando somos jóvenes, nos inventamos futuros distintos para nosotros mismos; cuando somos viejos, inventamos pasados distintos para los demás. 


¿Cuántas veces contamos la historia de nuestra vida? ¿Cuántas veces la adaptamos, la embellecemos, introducimos astutos cortes? Y cuanto más se alarga la vida, menos personas nos rodean para rebatir nuestro relato, para recordarnos que nuestra vida no es nuestra, sino sólo la historia que hemos contado de ella. Contado a otros, pero sobre todo a nosotros mismos.

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