Páginas

lunes, 3 de febrero de 2014

Los años de peregrinación del chico sin color (Haruki Murakami)

Haruki Murakami





El último libro publicado por el gran escritor nipón Haruki Murakami, como ya es costumbre, fue esperado por millones de lectores en todo el mundo con gran expectativa. Murakami ha sido uno de esos escasos casos de escritores de culto que han pasado con éxito a la lista de los más vendidos, respaldado con el beneplácito de la crítica y el público. 

Su universo, ya lo conocemos, recurre a personajes con ciertas características específicas, atmósferas, símbolos, objetos y seres particulares, que entre todos retratan desde la óptica particular del escritor, sentimientos universales que experimenta el ser humano contemporáneo, sin importar su cuna. Es por eso, que Murakami siempre utiliza muchos recursos occidentales, que es lo que le critican muchos de sus colegas y críticos nipones. Pero Murakami tiene claro que la cultura occidental poco a poco se ha ido expandiendo en todo el mundo, hasta traspasar e instalarse en el oriente. Y de ahí radica también su enorme éxito en el público mundial, en especial en el público joven. 

Sin más preámbulos, hablaré de su última novela “Los años de peregrinación del chico sin color”, publicada el año pasado (2013). Como siempre tenía muchas expectativas. En esta ocasión Murakami vuelve a escoger la música para ambientar el título y el trasfondo de uno de sus libros, luego de “Tokio Blues”, utilizando el tema de Liszt del mismo nombre, como banda sonora de la historia. Por lo que uno de los títulos alternativos del libro es: “Los años de peregrinación de Tsukuru Tazaki”.  

Tsukuru Tazaki, nuestro flamante protagonista, es un hombre de 36 años, ingeniero de profesión, especializado en diseñar y construir estaciones de ferrocarril. Aunque es aparentemente exitoso con un trabajo que le gusta y le apasiona, Tsukuru guarda un enorme vacío en su corazón, correspondiente especialmente a sus años de infancia. Se da cuenta de ello cuando conoce a Sara, una mujer con la que empieza a salir que notando algo extraño en él, lo invita a revisar su pasado y explorar y enfrentar aquello que no le permite continuar. Y es así como Tsukuru recuerda sus años de adolescente, cuando tenía una pandilla de amigos, en donde todos tenían un detalle en particular: Todos sus nombres representaban a un color (Aka: Rojo, Ao: Azul, Shiro: Blanco y Kuro: Negro), Tsukuru era el chico sin color. Pero además de esa particularidad, un desconocido y misterioso acontecimiento lleva a que los amigos de Tazaki corten relaciones con él de forma abrupta, causándole a este una enorme depresión, llevándole incluso al intento de suicidio. Tsukuru abandona su pueblo y sigue adelante, pero años más tarde, influenciado por Sara, regresa a su pueblo a enfrentar el pasado, sus temores y a sí mismo. 

La novela es corta, alrededor de 320 páginas que se pasan volando. La prosa es sencilla y ágil, narrado en tercera persona con los habituales monólogos del protagonista, la historia nos va envolviendo en la historia del protagonista, en su presente, su pasado y en su psiquis. Podemos comprender a Tsukuru y nos identificamos con él en ciertos aspectos, más esa variedad de personajes que acompañan la trama, que van desde los secundarios normales, hasta los personajes misteriosos de Murakami y el toque onírico siempre presente en sus historias. 

El libro me agradó mucho, se lee muy bien aunque no me parece de los mejores ni más redondos del autor, aún así no es pretencioso, y eso es lo que eleva sus virtudes. Es efectivo y cumple su objetivo sin excesos. Como es normal para los admiradores de un autor o artista en específico, siempre esperamos algo mejor que supere lo anterior (en el caso de Murakami, la monumental 1Q84), pero tampoco hay que ser tan exigentes. Es una novela agradable de leer, fiel al autor y que nos sirve de abrebocas para sus próximos trabajos, que sin dudas nos sorprenderán. Si hay algo que ya ha dejado claro Murakami, es que su fórmula y su estilo no se agotan ni es repetitivo (aunque tenga manías) sino que se amolda y sabe crear universos tan diversos donde converjan sus manías, sus traumas y su misticismo con la realidad de nuestros días… Y eso es lo que creo que es una de las claves de su éxito, porque nuestra realidad nunca es plana, siempre hay un toque mágico y surreal que desmorona en algún momento todos nuestros cimientos. Y Murakami lo hace en cada una de sus novelas. Recomendada para los seguidores y no seguidores del escritor japonés. Por todo esto:

7.5/10    




Fragmento:

“En ese momento, por fin lo captó. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe el silencio sin un grito desgarrador, no existe el perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la armonía”.(Los años de peregrinación del chico sin color)



2 comentarios:

  1. Murakami es un autor al que me gusta volver. Y mi próximo puerto "murakamiano" es precisamente estos años de peregrinación. En general parecéis coincidir en que no es lo mejor de Murakami, pero sigue siendo él y sus personajes y su música...

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es! Sigue teniendo su esencia, aunque no sea tan redondo, se lee con agrado y agilidad. Saludos y gracias por pasarte. ASB

      Eliminar