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sábado, 1 de diciembre de 2012

The Terence Davies Trilogy (Terence Davies)



La trilogía de Terence Davies es una exploración y un retrato autobiográfico de este director que se caracteriza por tener siempre detalles íntimos de su vida en sus trabajos. En esta serie dividida en tres partes y episodios, somos testigos del desarrollo de la vida de un ser atormentado desde su infancia, esa etapa tan sagrada, su adultez y posterior vejez.

En mi especial de Violencia en las Aulas, tiene especial importancia la primera parte que se titula “Children” (1976), que además creo que es la parte más lograda, es una pequeña obra maestra que traspasa los sentidos. Sin embargo, las otras dos partes son igual de importantes para el especial y el análisis, ya que muestra una proyección de las secuelas que quedan durante toda la vida, hasta la muerte. 
Todas las tres partes fueron estrenadas en años diferentes, y al final Davies presentó en 1984 la trilogía completa en varios festivales con mucho éxito. 





Children (Terence Davies) – 1976

“Children”, que además es el primer trabajo de Terence Davies, es un mediometraje de 43 minutos que cuenta la historia del pequeño Robert Tucker. Robert es un niño tímido, retraído e introvertido, actitud que lo mantiene marginado en la escuela, en donde sus compañeros lo acosan y lo persiguen, haciendo de la vida de Robert en la escuela un verdadero martirio.

Robert tiene una vida traumática desde su hogar, con su padre, un hombre o mejor dicho una bestia que incluso hasta desea la muerte del pequeño y se lo dice. Su familia es católica extrema, y bajo esas reglas lo han educado, bajo la idea de que casi todo es pecado. Y Robert crece con esa idea.

Además de los problemas en casa, Robert descubre desde muy temprano su homosexualidad, lo que le acarrea un gran problema de identidad. Y se siente mal de esos pensamientos que tiene, ya que los considera impuros y malos.

El tiempo en que trascurre el filme, es cuando Robert ya ha crecido y es un adulto, pero eso lo sabemos ya luego de pasados unos minutos del metraje. Así que la mayoría del filme es una gran flashback y recuerdos de la infancia de Robert. Recuerda el dolor y su sufrimiento tanto en su casa como en la escuela, cuando no encontraba paz en ninguno de los dos lugares. Y precisamente, recuerda el momento en su infancia en que descubrió su atracción hacía los chicos, cuando se encuentra ya adulto visitando a un doctor, por su problema y su enfermedad de homosexualidad. El doctor le pregunta si aún no le interesan las chicas, y Robert niega con la cabeza, a lo que el médico responde: “no te preocupes, ya llegará”. Aunque Robert después que salga de consulta, vaya a un lugar donde concierta una cita con otro chico, no puede ignorar sus impulsos.

Robert sigue recordando, los maltratos y desprecios de su padre, los maltrato de él hacia su madre, en una escena donde los dos van camino a casa en un autobús, en esa escena donde no se pierde nunca de vista a la madre, podemos ver su sufrimiento en el rostro.

Ya en los últimos minutos observamos la muerte del padre, y cuando se encuentran sacándolo en el cajón de su casa, Robert no puede evitar esbozar una sonrisa. Al fin se libraron de uno de sus mayores tormentos, y la madre con su rostro impasible. Robert parecía contento, hasta que después del sepulcro, llegan a la casa y él sube a su cuarto, va hacía la ventana y empieza a llorar. ¿Por qué llora? Tal vez porque en el fondo no puede evitar sentir tristeza por la muerte de su padre, porque en realidad lo quería, aunque deseara su muerte. Tal vez porque aunque se haya ido, nunca podrá irse de su mente y todos esos recuerdos permanecerán con él hasta su muerte… llora por una infancia perdida y destruida.


Aparte de su estupendo argumento, el filme ambientado en un correcto blanco y negro, es magistralmente dirigido, hay escenas, tomas y planos largos muy bien trabajados y cuidados. Es un filme muy poético cargado de tristeza y melancolía. Una maravillosa obra maestra que arruga el corazón y llega de forma violenta al espectador. Con actuaciones absolutamente notables, sobre todo la del pequeño Robert, que dan mucha credibilidad y fuerza al argumento y a esa triste sinfonía en todo el metraje. Hablando de sinfonía, la música utilizada también le da gran fuerza a la trama e imprime mayor énfasis en las emociones. En síntesis, un filme altamente recomendado y una de las joyas de este especial.  

9/10










Madonna and Child (Terence Davies) – 1980

En la segunda parte de la trilogía de Terence Davies, seguimos con la historia de Robert. En esta ocasión ya como un adulto. Robert trata de sobrellevar su vida de católico homosexual, trabajando en una monótona y aburrida oficina, sorteando su doble vida y cuidando a su madre que yace enferma.

Los fantasmas del pasado de Robert no lo abandonan, sigue con su vida gris y desdichada. En esta oportunidad, continúa el trabajo de calidad de Davies, el blanco y negro, la atmósfera melancólica y esos planos que hablan más que mil palabras. Muy buena continuación de la historia del pequeño Robert, iniciada con Children. Dura sólo 30 minutos.  

8/10









Death and Transfiguration (Terence Davies) – 1983

La última parte de la trilogía de Terence Davies, es un cortometraje de 23 minutos. En él observamos a un Robert ya anciano, enfermo, agonizante y postrado en una camilla, que se encuentra recluido en un hospital.

Ya su madre ha muerto, pero sus fantasmas siguen acechándolo hasta sus últimos días. En esta parte final, Robert recuerda algunos momentos importantes de su vida, cuando era niño, joven, adulto, momentos con su madre, los encuentros clandestinos que sostuvo, en fin. Un breve resumen de su triste historia.

Davies, continúa la historia con el blanco y negro, acude a los flashbacks para los recuerdos de Robert, y hace alarde de su talento tras la cámara. Ya en el final, tenemos algunas de las escenas más logradas de la trilogía.

Broche de oro para uno de los trabajos más logrados y tormentosos sobre la infancia y sobre toda una vida.

8/10







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