Tercera colaboración entre Sacha Baron Cohen y Larry Charles, luego de Borat y Bruno. En esta ocasión, Baron Cohen es un dictador que oprime a su pueblo, además es considerado por la comunidad internacional como una amenaza mundial por sus actividades armamentistas. Todo esto suena muy serio, pero en la película, como todo lo de Baron Cohen, todo es parodiado, se burla de la realidad, con un humor negro, bizarro, vulgar y sin escrúpulos. El dictador llega a los Estados Unidos a negociar, y es traicionado por su primo, haciendo que le corten la barba, para que parezca irreconocible, y así poder suplantarlo, haciendo que unos de sus dobles lo reemplace.
La película es una comedia, y me reí bastante por momentos, que más que ser ingeniosos son jocosos y burlescos. Sin embargo, hay otros momentos que son realmente malos y ridículos, con chistes realmente lamentables y sin gracia.
Afortunadamente es corta, sus 83 minutos se le agradecen al no rellenarlos con más sandeces. Y por lo mismo, logra un efecto más equilibrado entre lo reciclable y lo bueno del filme.
5/10
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