A una semana de Wimbledon.
Las hermanas que lideraron el tenis mundial vuelven a competir antes del grande de la hierba y en plena crisis del cuadro femenino.Con un apretado vestido de licra rosa que le cubre de los tobillos al cuello. Así, tras casi un año sin competir, vuelve a entrenarse en abril la estadounidense Serena Williams, víctima en ese tiempo de una catarata de desgracias: una semana después de ganar Wimbledon 2010, se cortó un pie con un cristal a la salida de un restaurante, recibió 18 puntos de sutura, fue operada varias veces y, finalmente, sufrió una embolia pulmonar que casi acaba con su vida. Son los elementos que construyen la historia más importante del último año en el tenis femenino. La danesa Caroline Wozniacki, número uno mundial, nunca ha ganado un torneo del Grand Slam. En las semifinales de Roland Garros no compitió ninguna de las cuatro mejores. En consecuencia, lo que más ha preocupado a la WTA, organismo regidor del tenis femenino, es cuándo reaparecerían dos tenistas de carne y hueso para reflotar un circuito de cartón piedra.
Serena y su hermana Venus, que solo ha jugado dos torneos desde el último Wimbledon, volverán a jugar esta semana y sobre la hierba de Eastbourne. Una pareja al rescate. Desde el día 20, las dos exnúmero uno mundiales buscarán el título en Wimbledon. Es un síntoma de la crisis de su deporte, falto de referentes, sin tenistas con el genio y la capacidad competitiva de los viejos tiempos y sumido en el desgobierno desde que las estadounidenses se dieron de baja: pese al óxido de tanto tiempo sin coger una raqueta y su clasificación actual (25 y 32, respectivamente), llegan a Londres como favoritas.
"Sin faltar al respeto a las demás", dijo la semana pasada el estadounidense Andy Roddick, "el tenis femenino necesita ese tipo de figura dominante. Serena no ha jugado durante un año, pero es una estrella. Muchos la queremos en el tenis por muchas razones, no solo porque gana y es una gran campeona. También, porque trae a nuestro deporte algo de cultura pop, una capacidad de atracción que supera fronteras y crea historias incluso cuando no quiere".
Esto, en palabras de la belga Kim Clijsters, es lo que es hoy el tenis femenino: "Miras los cuadros y ves nombres que nunca habías visto. Rarísimo". Esto, lo que ha perdido y recuperado con la vuelta de las dos exnúmero uno, según una jugadora de su generación tan en retirada (la belga Justine Henin o la francesa Amelie Mauresmo, por ejemplo, ya dijeron adiós) como para dejar un hueco casi irrecuperable. "Estoy orgullosa de haber formado parte de una generación que ha llevado al tenis femenino a otro nivel", reflexiona Clijsters a petición de este diario; "Sharapova tiene todos esos contratos comerciales, pero también la calidad tenística, los resultados. Venus, Serena, como deportistas negras, fueron un gran paso adelante. Las admiro y estoy feliz de haber vivido muchos momentos con ellas".
Las Williams se han repartido nueve de los últimos 11 títulos de Wimbledon: cuatro Serena y cinco Venus. Es un currículo con el que reivindicarse. Hace dos años, Serena, ganadora de 13 grandes, se presentó con una camiseta que cubría con grandes letras su busto. "Are you looking at my titles?", preguntaba; "¿está mirando mis títulos?". Las Williams juegan muy pocos torneos. Ganan casi siempre los grandes. No entienden que el ránking no reconozca eso y prime a las maratonianas que brillan en citas menores.
"Estos últimos 12 meses han sido muy difíciles, de esos que dan carácter", dijo Serena, que debutará contra la búlgara Pironkova. "No puedo creer que, finalmente, haya regresado. Ha sido un largo camino", afirmó Venus, ganadora de siete grandes, que lo hará contra la alemana Petkovic; "eché de menos el tenis, que ha sido tan bueno conmigo. Amo este deporte, amo mi trabajo. Es un honor".
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/deportes/Williams/rescate/elpepidep/20110613elpepidep_21/Tes
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