jueves, 26 de octubre de 2017

Siete cabezas (Jaime Osorio Márquez)

Jaime Osorio Márquez



La más reciente película del director Jaime Osorio (El páramo), vuelve a transitar los bordes del terror y la intriga dentro de los espacios locales, como lo hizo en su ópera prima. En esta ocasión con una propuesta más simbólica y más sugerente, que cuenta la historia de Marcos, un guardabosques con algunos problemas, que encuentra en su trabajo la paz que necesita para mantener dormidos sus demonios internos. Todo cambia cuando llega una pareja de biólogos para investigar el caso de una serie de misteriosas muertes de animales. Marcos se remueve con la presencia de la mujer, y todos sus demonios aparecen.



Alex Betancour


Como su título sugiere, hay una analogía a la Biblia y al apocalipsis, que en una de las escenas es contada por el mismo hermano de Marcos, junto con su enfermedad psiquiátrica. Marcos, representa una dualidad, el bien y el mal, y su presencia encandila y deja que aflore la verdadera esencia de las personas a su alrededor.



Andrés Castañeda


La dirección es muy buena, permite la inmersión en el personaje de Marcos, con esas tomas de espalda, y el movimiento constante y brusco de la cámara, que junto con los efectos de sonido logran crear una atmósfera opresiva, asfixiante, de intriga y expectación, lo que sirve para conectar con la esencia del personaje principal, y las personas a alrededor. Y gran parte del merito de la conexión con el personaje también recae en el actor principal que interpreta a Marcos, Alex Betancour, que dota de un misterio innato a Marcos, y una carga de intriga, de que algo está a punto de pasar. 



Valentina Gómez



¿Metáfora bíblica? ¿A la destrucción de la naturaleza? ¿A la degradación del ser humano como gran depredador de la humanidad? Quizás todas las anteriores. La película me ha mantenido expectante, y es perturbadora por momentos, me gusta que el cine colombiano siga experimentando y encontrando nuevos lenguajes para retratar nuestros dramas, miedos y terrores. Porque somos una sociedad con gran experiencia en todos esos conceptos. Un cine más experencial, sensitivo y evocador. 

6.5/10


Trailer de Siete Cabezas




Alex Betancour

viernes, 20 de octubre de 2017

Algo alrededor de tu cuello (Chimamanda Ngozi Adichie) y Cuentistas africanas

Chimamanda Ngozi Adichie




En el Club de Lectura Sícalo, al que asisto en la ciudad de Cartagena, dentro del Ciclo de Mujeres Escritoras de África y Oriente, tuvimos turno para las cuentistas africanas, entre ellas estaba la excelente y joven escritora nigeriana, Chimamanda Adichie Ngozi (Americanah). 

Con respecto a los cuentos, fue interesante como a través de estas sesiones en África, además de conocer la Nigeria de Adichie, y su situación como emigrante a USA, en Americanah, también pudimos conocer distintos rostros de África, reflejados en las distintas escritoras, que siempre nos muestran un reflejo particular de su visión y sus respectivos entornos. Comenzaré con un pequeño comentarios de los cuentos de las escritoras en general, y finalizaré con Adichie y su libro de cuentos, que se titula “Algo alrededor de tu cuello”:

Con Beatrice Lamwaka (Uganda), fue interesante descubrir la sencillez, la ternura y cierta ingenuidad e inocencia en la prosa, con su cuento "El señor de la casa". Un bello retrato del amor, la aceptación, con una crítica al machismo.

Con Assia Djebar (Argelia), la argelina, la parte francesa y a la vez de influencia árabe en África. Con respecto al estilo de Djebar, como comenté, sus dos cuentos no me gustaron mucho. Si bien, describe situaciones muy duras, la forma en que están narradas me pareció muy simple. Y ahí vemos para comparar lo que encontramos con las dos africanas anteriores, hay sencillez, pero hay ritmo, un sabor, un estilo; pero la argelina, al menos en la traducción que leímos, no hace uso de una gran narrativa. 

Con Agnes Agboton (República de Benín), pudimos observar la parte mágica, fabulística y mitológica de África. Y el arte de narrar cuentos e historias, que a la vez es algo muy árabe, y propio de todas las épocas arcaicas de la literatura universal. En cada lugar de la tierra, las primeras manifestaciones literarias, buscaban describir o buscar respuesta a los fenómenos de la naturaleza. Así que Agnes cuenta dos cuentos, uno de la luna y el sol, y otro sobre las gallinas y los gavilanes. Ambos muy bellos. 

Y con la Premio Nobel, Nadine Gordimer (Sudáfrica), es muy interesante porque vemos otra perspectiva de África, la de los blancos clase media de Sudáfrica. Nadine es blanca, y representa la población blanca de África, que se encuentra mayoritariamente en Sudáfrica. Sus dos cuentos me gustaron, especialmente "Dos metros bajo tierra", porque precisamente en ese y en toda su obra, aborda esos conflictos y contrastes entre los negros y blancos en Sudáfrica. Sus cuentos son sólidos, con un estilo mucho más trabajado. También se nota su manejo de la prosa y la narrativa, al condimentar sus relatos, a pesar que hablen de sucesos duros, con humor, ironía. gracia, estilo y ritmo. Y esas son características con las que podemos reconocer a una hábil narradora.  

Y finalizando con Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria), una de las más aventajadas, con historias muy bien medidas, variadas y certeras. Además de la descripción de la Nigeria moderna, también en Adichie podemos identificar lo mejor del estilo sencillo africano, como el de Lamwaka, pero un estilo muy trabajado y medido, con cierta influencia de sus estudios de occidente, y sus estudios de literatura universal.

En “Algo alrededor de tu cuello”, que es el cuento que da nombre a toda su recopilación de historias, es en cierta forma la más cercana a su novela Americanah. En ella aborda el tema de una africana en Estados Unidos, que no logra encontrar su lugar, y en una relación que no la satisface. Así como en otros de sus cuentos, deja por debajo el imaginario del sueño americano, la sutil diferencia entre un negro africano y otro de origen americano, y del racismo directo al más sutil. Eso que cada noche se enrosca como una serpiente alrededor del cuello de la protagonista, es ese sentimiento de asfixia, esa advertencia de que algo debe cambiar.  
En otro de los cuentos, “De imitación”, retrata otro caso de una africana casada con un hombre nigeriano que tiene éxito en su país y se convierte en un hombre muy rico. Entonces cede a la tradición de enviar a su mujer a los Estados Unidos para que críe a sus hijos allá, mientras él se queda trabajando en África y los visita unas veces al año. Eso genera un gran drama, especialmente en la vida de la esposa, que no haya su identidad en USA, además que descubre la posible infidelidad de su esposo mientras vive lejos de su familia. Es un cuento muy bello, de mis favoritos, y Adichie describe las relaciones de pareja, especialmente los casos de parejas nigerianas (ya sea entre dos nigerianos, o de unión interracial, o entre parejas del mismo sexo), con gran maestría. En otro cuento, “Una experiencia privada”, es otro de mis favoritos, aborda el tema de la religión, con dos mujeres que quedan atrapadas en una tienda, en medio de una confrontación. Ambas intercambian algunas palabras, historias, miedos, y la experiencia privada, es el ritual religioso que realiza una de ellas concerniente a su religión musulmana. Es un bello relato, con mucha intriga, y con temas importantes. En el relato, “Fantasmas”, nos muestra a dos hombres de avanzada edad que fueron amigos y colegas cuando eran más jóvenes, en medio de la guerra de Biafra. Uno de ellos se creía que estaba muerto, por lo que el reencuentro está cargado de recuerdos, reproche, culpa, dolor e intentos de redención. En “El lunes de la semana anterior”, es una bella historia de una joven que entra a trabajar a una casa de familia, un matrimonio de un hombre blanco con una bella artista africana que nunca sale del sótano, por andar trabajando en su arte. Cuando logra salir, la joven queda prendada de ella, y hay miradas, coqueteo, amor y desamor en esta historia. En “El Temblor”, dos vecinos encuentran un punto de acercamiento cuando hay amenaza de un temblor en la ciudad, lo que los lleva a conocerse un poco más y descubrir muchas cosas en común. En “Los concertadores de bodas”, se trata el tema de los matrimonios arreglados en África, de una joven que es prometida en matrimonio con un estudiante de medicina en USA, también africano, quienes ambas familias unen. La relación es problemática, pero saben que tendrán que aguantarse por un tiempo, al menos hasta que se arregle la situación para que puedan ser libres de hacer lo que quieran. En “Mañana está demasiado lejos”, nos cuenta en forma de misiva, una historia de una tragedia que enlutó a una familia por un pequeño descuido. Y en “La Historiadora Obstinada”, es el relato donde me parece que Adichie hace un homenaje a Chinua Achebe, al retratar una historia que se desarrolla en África, un poco después de los acontecimientos que sucedieron a finales del siglo XIX, con la llegada de los misioneros y el colonialismo británico. Pero acá la protagonista es una heroína, que logra a pesar de las adversidades salir adelante, y se convierte en una académica e historiadora exitosa, que trata de entender su pasado.  

En síntesis, una colección de relatos, en general muy buenos, con temas variados, y todos ellos con la pluma tan exquisita e hipnótica de Chimamanda Ngozi Adichie. Muy recomendado.  


Promedio todos los relatos:
7.5/10



Dejo enlaces a las otras dos reseñas del blog sobre Literatura Africana:


Reseña de Americanah (Chimamanda Ngozi Adichie)

Reseña de Todo se desmorona (Chinua Achebe)



Acá una foto de las cuentistas africanas: 


Cuentistas africanas

viernes, 13 de octubre de 2017

Tiempo muerto (Margarita García Robayo)

Margarita García Robayo




Al empezar a leer la más reciente novela de la joven escritora colombiana, Margarita García Robayo, me sorprendió su introducción. 

Lucía y los niños están echados en la arena.
Tomás encajado a un costado de su cuerpo, y Rosa en el otro. Como dos órganos blandos de fácil remoción”.

Y así continúa. Lo que me sorprendió es que inicia con una imagen muy clara y detallada, casi como de un guión. Y en una mezcla de narrador omnisciente describiendo en un aparente tiempo presente. Al seguir leyendo, descubres que ese narrador y ese estilo, pertenece a la configuración de una máquina de recuerdos. Lo que en definitiva conforma la estructura de la novela.    

La novela cuenta de forma general la historia de un matrimonio en su madurez, luego de casi 20 años de estar juntos, que empieza a resquebrajarse. Lucía y Pablo, una pareja de colombianos que emigraron a los Estados Unidos, donde residen, y desde donde transcurre la mayor parte de la historia. “Tiempo muerto”, se refiere precisamente a esos largos espacios vacíos que empiezan a llenar la vida de la pareja, sin anuncio y sin explicación aparente.  

La historia de un matrimonio ido a pique, la deconstrucción de la familia, de la pareja, parece un tema que se ha explorado en diversas oportunidades y épocas en la literatura, pero Margarita García ha logrado construir y contar esta historia con un estilo y una forma muy particular, que te da nuevos enfoques y perspectivas sobre el tema. Desde el tipo de narración, que no utiliza una línea cronológica de exposición de eventos de forma lineal, sino que apela a los recuerdos de distintos tiempos. En un mismo capítulo podemos encontrarnos con distintos espacios, distintas épocas y distintas perspectivas. Pero el espectador no tiene oportunidad de perderse, porque en el transcurso de la lectura va entendiendo que lo que importa no son la secuencia de los hechos, sino el análisis minucioso, psicológico, social e íntimo que se propone sobre la vida de esta pareja. Y que la autora describe tan bien, tanto las descripciones generales, que abogan por la economía de las palabras y sin uso excesivos de adjetivos, como las de sus personajes, que quedan expuestos, desnudos y bellamente dibujados con una prosa aparentemente sencilla, pero sutil y precisa, que actúa como un pequeño cincel, que poco a poco va dando forma al cuadro general.    

Y desde el narrador, que constantemente está construyendo imágenes, unas muy dolorosas y otras muy bellas. Quien además nos ofrece momentos íntimos y de reflexión, donde se explora la psique y la perspectiva tanto de Lucía como de Pablo. Ninguno de los dos recibe trato especial, y no es necesario, cada uno es expuesto en su realidad y su humanidad, en sus aciertos, sus errores, y sus cavilaciones sobre el estado de su relación y sobre sus ideas sobre los motivos de este quiebre. Y este constante contraste e indagación sobre los personajes, junto con sus recuerdos, al final nos ofrecen un agudo estudio sobre las relaciones de pareja, sobre el ser humano en general, y sobre el paso del tiempo.    

Aparte de toda esta parte artesanal, de su estructura, su narración y sus personajes, la novela ahonda y sugiere varios temas que la autora ya ha tratado en sus anteriores novelas y artículos, como es la perdida de la identidad, viviendo en el extranjero, el concepto de patria, la xenofobia, el racismo, el análisis a la figura de la madre, en fin, diversos temas, que no parecen ajenos a la narración, sino que son adheridos completamente y de forma natural a la trama, y a toda esa construcción que ha realizado la autora. Por lo que percibo un ejercicio detallista, minucioso y muy bien trabajado y construido.  

Creo también, que algo que diferencia a esta novela en el tratamiento del tema, y tiene mucho que ver con su estructura y concepción, es que nunca señala, acusa o intenta dar respuestas sobre algunos temas o comportamientos, simplemente los expone, y no da fáciles y sencillas resoluciones, sino que deja que el espectador participe y saque sus propias conclusiones; inicialmente, relacionándose e intentando comprender a sus personajes, cada quien los juzgara a su manera, porque en la narración no se hará, solamente los personajes en sus cavilaciones se acercarán al juzgamiento, pero no es la esencia de la obra, y eso me pareció muy valioso. Porque así como en el cine es frecuente, y en muchos aspectos de la vida, no todo tiene una fácil resolución, ni una explicación sencilla, y creo que el público en general, los que consumen y aprecian el arte están muy acostumbrados a las obras con una posición marcada y con una resolución, con un veredicto, en fin, como se quiera llamar. 

Esto último es algo que he valorado mucho de esta novela, junto con todos los aspectos que he mencionado, y alguno que otro que se me pasará y descubriré en nuevas lecturas. Varias de las escenas construidas me gustaron mucho y se han quedado en mi mente, pero particularmente me encantó una donde Pablo propone a Lucía que se escapen con sus hijos sin un lugar ni destino, porque es un momento donde convive el idealismo, y al tiempo la racionalidad, y nos da a entender lo bonito que es a veces el idealismo, pero como casi siempre, con un inevitable destino efímero, que el mismo tiempo se encarga en desvanecer.  

La recomiendo mucho, creo que hay muy buena literatura en esta novela breve, pero a la vez profunda y aguda. 




Me gustaron muchas frases y fragmentos también, acá destaco dos:


“Lo raro no son las infidelidades, piensa Lucía; ella también cometió algunas –más discretas, más holgadas, nada que pusiera en riesgo el corazón de nadie-. Lo verdaderamente raro es mirar al otro y preguntarse quién es, qué hace ahí, en qué momento le cambiaron tanto los rasgos de la cara. El desconocimiento es el saldo del tiempo acumulado, nadie puede decir con exactitud  cuándo se planta la semilla. Empieza como un síntoma de desinterés, algo minúsculo que después se naturaliza y ambos dejan de preguntarse cómo es que siguen ahí, adobando la abulia frente al otro, asintiendo a lo que dice como un trámite: excediendo el período en el que aquello que decía te parecía interesante. O digno de ser escuchado.” 

(Tiempo muerto, de Margarita García Robayo)


“Ver la cantidad de trastos que tienen –viejos, pero casi sin usar- lo hace pensar en el tiempo que lleva con Lucía. Eso tienen, aparte de hijos y ollas: asentamientos de tiempo muerto que ninguno se ha dignado a remover.” 

(Tiempo muerto, de Margarita García Robayo)


lunes, 2 de octubre de 2017

Todo se desmorona (Chinua Achebe)

Chinua Achebe



“Todo se desmorona” es uno de los grandes clásicos de la literatura africana, uno de los más exitosos tanto dentro como fuera de África, y de lectura obligatoria para el estudio de la cultura en África. También tiene la particularidad, que aunque haya sido escrita por un africano, Chinua Achebe, fue escrita originalmente en el idioma inglés. En un anterior post en mi blog, sobre el libro “Americanah” de Chimamanda Adichie Ngozi, analizaba la literatura africana en general, y mencionaba estos casos de escritores africanos que habían desarrollado su obra en lengua inglesa, y como esto tuvo mucho que ver con la situación política y social del país. Comparto nuevamente ese post, para que lean esa introducción tan interesante sobre la literatura africana.

Reseña de Americanah e Introducción a la Literatura Africana

Pero el libro que nos compete ahora es “Todo se desmorona”. Fue publicada en el año de 1958, bajo el título “Things Fall Apart”, haciendo referencia al poema del irlandés William Butler Yeats, “The Second Coming”. La novela, ambientada en los años de 1890, en pleno época del conocido ultimátum británico, que siguió al infame y literal "reparto de África", que se dio a mediados del siglo XIX por las grandes potencias europeas, cuenta la historia de un gran guerrero y líder local, Okonkwo, cuya fama de extiende por toda África Occidental, dentro del pueblo ficticio de Umuofia, en Nigeria. Okonkwo mata por accidente a un gran hombre de su clan y es obligado a exiliarse por varios años, y a pagar con la vida de su hijastro. Cuando regresa a su aldea, luego de prosperar también por fuera, Okonkwo encuentra a la aldea llena de misioneros y gobernadores británicos, y su mundo se empieza a desmoronar, no solamente su propia figura, sino se desmorona el pueblo y todas las tradiciones que tenían. 

Chinua Achebe nació en el año de 1930, cuando los misioneros y colonizadores británicos estaban bien establecidos ya en África. La novela se divide en tres partes, en la primera, se muestra y retrata la convivencia y la cultura de los habitantes del pueblo de Umofia, las relaciones familiares, los títulos, los líderes, la figura del hombre, el cultivo del ñame. En la segunda, se muestra a nuestro protagonista en el exilio, y cómo se establece y prospera en otro pueblo mientras cumple su pena. A la vez, que va observando las primeras llegadas de los misioneros cristianos. Y en la tercera, se observa el regreso de Okonkwo a su pueblo, cuando ya todo se ha desmoronado. 

Achebe retrató también parte de su historia personal, las tradiciones y la cultura que se representa en la primera parte era la de su familia, parte del pueblo Igbo. Y cómo la llegada de los misioneros cristianos y el colonialismo británico influyó y cambió para siempre el futuro de este pueblo. 

Es una novela corta con una narración sencilla, muy realista y sin tantos adornos literarios, como es en general la literatura africana, pero rica en detalles, descripciones y en la construcción de ese universo tan desconocido para la mayoría de las personas. Tiene ritmo, y el autor te lleva por distintas emociones, desde la contemplación de lo cotidiano, hasta su parte más dura y triste, donde es implacable. Okonkwo, el gran líder, funciona como una misma metáfora de África: el gran continente, la cuna de la civilización, y como fue arrasada, desarmada, repartido y desmoronada desde su interior. Por lo tanto, es un libro de importancia histórica, que además marcó el estilo e influenció a una gran camada de autores y autoras africanos, que se atrevieron a poner el ojo en su país, a pesar de haberse formado por fuera, lejos de él, en los países que colonizaron y dividieron su tierra. Muy recomendado.


8/10



Algunos fragmentos del libro:


- "- ¿Cómo iba a entenderla si ni siquiera habla nuestra lengua? Pero dice que nuestras costumbres son malas; y nuestros propios hermanos que han adoptado su religión también dicen que nuestras costumbres son malas. ¿Cómo crees que podemos luchar cuando se han vuelto contra nosotros nuestros propios hermanos? El blanco es muy listo. Llegó silenciosa y pacíficamente con su religión. Nos reímos de su estupidez y le dejamos quedarse. Ahora ha convencido a nuestros hermanos y nuestro clan ya no puede actuar unido. Ha cortado las cosas que nos mantenían unidos y nos hemos desmoronado."

(Todo se desmorona, de Chinua Achebe)


A propósito del Ñametón, y del Ñame. Como recordarán que es proveniente del África. Preciso en mis lecturas de Literatura Africana, encontré estos fragmentos sobre el ñame y su cultivo, que se mencionan en esta famosa novela africana:

- "Okonkwo pasó los días siguientes preparando ñames de siembra. Examinaba con mucho cuidado cada ñame para ver si era bueno para la siembra. A veces decidía que uno era demasiado grande y lo partía con mucha habilidad a todo lo largo de su afilado cuchillo. Su hijo mayor, Nwoye, e Ikemefuna le ayudaban llevando ñames en unos cestos alargados desde el granero y contando los preparados ya para la siembra en grupos de cuatrocientos. A veces Okonkwo les daba unos cuantos ñames a cada uno para que los prepararan ellos".

- "Okonkwo sabía en el fondo que los chicos eran aún demasiado pequeños para entender del todo el difícil arte de preparar los ñames para la siembra. Pero creía que nunca era demasiado pronto para empezar. El ñame representaba la virilidad y el que era capaz de alimentar a su familia con ñames cosecha tras cosecha era un hombre grande de verdad. Okonkwo quería que su hijo fuera un labrador y un gran hombre. Extirparía los inquietantes signos de pereza que creía advertir ya en él".

- "El ñame, es el rey de los cultivos, era un rey muy exigente. Obligaba a trabajar de firme durante tres o cuatro lunas y a prestarle una atención constante desde que canta el gallo hasta que las gallinas vuelven al gallinero. Cuando brotaban los bejucos tiernos los protegían del calor de la tierra con aros de hojas de pita. Cuando empezaba a llover ya con más intensidad, las mujeres plantaban maíz, melones y frijoles entre los montones de tierra de los ñames, primero con varas pequeñas y luego con ramas de los árboles, altas y grandes. (...)"

(Todo se desmorona, de Chinua Achebe)




Chinua Achebe