miércoles, 3 de julio de 2013

Monsters University (Dan Scanlon)






En el 2001 Pixar estrenaría “Monsters Inc”, la presentación de las aventuras de Mike y Sulley, dos empleados de la empresa que se dedica a recolectar gritos para poder abastecer de electricidad a la ciudad. Esta película, aunque no es de mis favoritas de Pixar, si fue un filme que me gustó mucho y su final me dejó con una leve expectativa de una continuación. Años después se confirmó fue una precuela sobre las historias de Mike y Sulley, justo cuando los amigos empiezan sus aventuras en la “Universidad de los Monstruos”. “Monsters University” nos cuenta cómo nació la relación de amistad entre estos dos amigos desde la universidad, al inicio muy conflictiva, pero que poco a poco se fue solidificando por todas las experiencias que compartieron. 

Es una película muy divertida, tal vez un poco alejada del tono “serio” de algunos de los mejores filmes que nos ha regalado Pixar, e incluso más ligera que su predecesora. Como la mayoría del metraje transcurre en la universidad, observamos muchas situaciones tradicionales del ambiente universitario, por supuesto adaptadas a la vida de los monstruos, que de igual forma no deja mucha diferencia al fin y al cabo. En esta parte, se aborda el tema de los marginados, las divisiones en las facultades, donde preciso la más apetecida es la de los sustos. 

Mike Wazowski, quien prácticamente se proclama el protagonista del filme, lo observamos desde pequeño cuando en una visita escolar los llevan a visitar las fábricas de Monsters Inc., en donde se fuga en una de las puertas ante el terror de su maestra y sus compañeros. A partir de ese momento, Mike queda encantado con la labor de los asustadores y se propone convertirse en uno. En la universidad, Mike tiene que enfrentarse a distintos problemas, la mayoría causadas por su “físico”, que lo hace ver bastante vulnerable y frágil, sobre todo para esa labor tan difícil de asustar. Luego aparece Sulley, con un físico imponente, hijo de un monstruo famoso, que aunque tiene lo que se requiere para ser un gran asustador, le hace falta técnica y evaluar los distintos escenarios a los que se pueden enfrentar al cruzar alguna de las puertas, tras las que se esconden niños con diferentes características. 

Todo este retrato de la juventud, las indecisiones e inseguridades desde el punto de vista de los monstruos, aunque divertida, en momentos se hace monótona. Eso sí, los niños disfrutarán con las excentricidades que los personajes realizan para variar. Luego de la primera mitad, cuando se crean los conflictos, viene la redención, al mismo tiempo que observamos en realidad como se hacen tan buenos amigos Mike y Sulley. 

Al final, tenía un mal augurio, pensaba que iba a terminar en uno de los clichés más utilizados del género, pero la historia toma un rumbo interesante con un poco más de drama e intriga, pero finalmente, todo queda reducido a una precuela que aunque disfruté por momentos, me deja totalmente indiferente. Aunque hay un pequeño dilme al final con Mike que me interesó mucho, cuando se tiene que asumir con fortaleza y madurez cuáles son tus virtudes y defectos. Pero como siempre, hay un bonito mensaje al final.

La animación es muy buena, las voces de los personajes también cumple, la música evoca a otras producciones de Pixar. Pero en síntesis, la considero una película menor de la reconocida productora, inferior a su primera parte, pero recomendada para los niños que seguro se divertirán bastante. Por todo esto. 

6/10



Frases de la película















Paradise: Faith (Ulrich Seidl)






El polémico director austriaco Ulrich Seidl presentó el año pasado en el Festival de Venecia la segunda parte de su trilogía sobre los viajes. El primero, “Paradise:Love”, fue sobre el Amor, la búsqueda desesperada del amor por parte de una mujer en África, desde el particular punto de vista del director. En esta segunda parte, se aborda el tema de la Fe. “Paradise: Faith” es un filme perturbador con la pura esencia de Seidl, que recorre los rincones más oscuros de la fe y las convicciones. 

Ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia 2012, el filme dirigido y escrito por Seidl, cuenta la historia Anna Maria, la mujer que veríamos en la primera parte de “Paradise: Love”, que cuida a la hija de la mujer que viaja a África. La tercera parte “Paradise: Hope”, es protagonizada por la hija de la mujer. Anna Maria es una técnico de un hospital, muy devota, que en sus tiempos libres se dedica a ser misionera y visitar las casas de su ciudad para compartir la palabra de Dios, junto con una enorme virgen. 

Anna Maria vive su vida monótona y entregada a su religión. Tiene su rutina diaria y al parecer es feliz siguiéndola. Cumpliendo el horario en su trabajo, donde muchas veces tiene contacto con los pacientes, pero para aplacar sus pecados mentales, siempre puede volver a casa y darse unos azotes como castigo, entre otras auto torturas. Un día sale de vacaciones y decide quedarse en casa y no salir de viaje. Así que dedica su tiempo libre a limpiar la casa y a salir a sus obras misioneras, que al parecer le dan un alivio y algo de significado a su vida vacía y miserable. Sin embargo, Anna Maria lucha diariamente con sus demonios y los aplaca con una sonrisa falsa y una aparente tranquilidad y superioridad moral, que quedan restringidos una vez cruza las puertas de su casa. Nos enteramos en la trama que antes estuvo casada con un hombre de otra religión.

Es preciso la llegada de su esposo lo que desencadena y perturba la tranquilidad de Anna. Su esposo queda aterrado con su nueva religión, su nueva actitud y sus creencias, él ha regresado porque la extraña y quiere pasar su vida con ella, pero ella lo rechaza tajantemente. Todo eso Anna lo ve como una prueba de Dios. 

Y es así como tras ese telón de fondo, transcurre esta historia que atisba sin reservas y sin censuras, los más oscuros territorios de la fe. La fe como creación, como invención, como excusa, como opción para sobrellevar la vida, como antídoto, como castigo, entre muchos otros componentes. 

El filme, como ya vimos en Paradise: Love, es dirigido con sutileza y minimalismo. Si en África resaltaban los colores del paisaje tropical, en Austria se resalta los encuadres sobre todo en la casa y los lugares cerrados. Muy buenas tomas sencillas y efectivas, que incluso ayudan al filme en su desarrollo. Vemos muchas tomas de espalda a Anna Maria, algo muy simbólico en la intención del director, sobre todo cuando va en el tren y tenemos un primer plano de su espalda mientras ella mira por la ventana. Esa imagen me trasmite tanta soledad y miseria, que es increíble. Por eso, es preciso poner atención a todos los detalles de fotografía y los planos que el director planea y rueda tan meticulosamente. 

Las interpretaciones muy buenas, resaltando a Anna Maria, quien es interpretada por una actriz fetiche del director, Maria Hofstatter, que ha protagonizado ya otros filmes de Seidl. 

En síntesis, un filme duro y perturbador pero filmado con buen pulso y con maestría, con todas las obsesiones de este director tan particular, de la misma escuela del director austriaco más famoso Michael Haneke. Muy recomendada, pero no apta para estómagos y corazones sensibles. Y por supuesto, aunque “Paradise: Love” me gustó, esta me ha gustado un poco más. Esperemos a ver “Paradise: Hope”. Por todo esto: 

7.5/10


Trailer de Paradise: Faith
Frases de la película

 











lunes, 1 de julio de 2013

El Hábito de la Pasión (Ignacio Vélez Pareja)





El género epistolar es tan antiguo, que se remite incluso a los mismos orígenes de la palabra escrita. Un poco después de que el ser humano descubrió que podía documentar sus acciones, y así poco a poco dejar un legado, un testimonio de su paso por la tierra, que representaría al tiempo la creación de la historia. 

Muchas cartas y correspondencias se han hecho famosas a lo largo de la historia de la literatura, desde las concebidas por escritores de renombre, hasta aquellas que fueron escritas por seres humanos anónimos, que encontraron en las misivas, la forma de comunicar sus sentimientos a sus destinatarios o a sí mismos. Amparados únicamente con los destellos de grandeza que sólo pueden ser impulsados en el momento en que se vive fervientemente la vida y se experimenta en carne viva un sentimiento, ya sea de júbilo o dolor. 

Desde hace ya un tiempo me he convencido, luego de apreciar varias obras maestras en distintas vertientes artísticas, desde la literatura, el cine, la música, entre otras, que la mayoría de los grandes obras de arte son inspiradas directamente del dolor y el sufrimiento. Sentimientos benditos que parecen hacer relucir nuestra naturaleza humana y hacernos descubrir todo lo que podemos llegar a sentir en nuestro aparentemente minúsculo caparazón, que sin dudas nos damos cuenta con el tiempo, del acantilado inexplorado sin límites que realmente es. 

El texto del que hablaré a continuación, es una de esas obras creadas desde el más puro sentimiento del dolor; desde las cartas que lo inspiraron, hasta el minucioso trabajo de investigación tras las huellas de esos personajes invisibles que quedaron inmortalizados en palabras. 

Mariana Alcoforado fue una monja portuguesa que vivió entre los años de 1640-1723, quien se hizo famosa en toda Europa gracias a las cartas de amor que dejó a su amado, el Marqués  Noel Bouton de Chamilly. Una pareja que vivió un amor intenso, imposible y sobre todo desequilibrado. 

En “El Hábito de la Pasión”, Ignacio Vélez, quien descubrió a Sor Mariana por primera vez leyendo los Estudios sobre el amor de Ortega y Gasset, realiza un trabajo de investigación meticuloso, condimentado con la racionalidad en la exposición de datos, argumentos, relaciones y análisis en la historia tras las cartas, y al mismo tiempo de una emotividad real y sentida, que queda al descubierto en los comentarios aislados del autor sobre los detalles de las cartas y de la vida de Sor Mariana. Durante todo el libro, encontramos un paralelismo entre la historia de Mariana y los comentarios analíticos del autor, que en ese ensayo inicial e introductorio, abstrae e intenta dar un repaso al lector sobre los orígenes de las cartas, las teorías entorno a ellas, la autenticidad de Sor Mariana como autora de las cartas, entre otros detalles muy interesantes. Al tiempo en que se atisba la tesis del amor como un sufrimiento, que se vive con locura, sin importar si este es correspondido.

Uno de los autores más citados en el texto, es el trabajo de Luciano Cordeiro, que personalmente me gustaron mucho los apartes donde se hace referencia. Quedé con ganas de leer el libro. Además de las relaciones que realiza el autor con las cartas de Sor Mariana y las cartas de Eloisa, los poemas de Garcilaso, de Sor Juana, Pedro Salinas, entre otros.  
Me ha gustado descubrir más a fondo esta fascinante historia, con los detalles de la época, descripciones de lugares, las condiciones del entorno monjas y de las mujeres en general, los sentimientos y pasiones enjauladas a las que eran sometidas. El testimonio de este amor tan intenso y pasional, de una mujer que nunca ha amado y que cae perdidamente enamorada enloquecida por la pasión de ese primer amor.

Las cartas, que en total son 5 misivas, son desgarradoras, llenas del sufrimiento de Sor Mariana, quien a pesar de vivir un amorío efervescente y fugaz, quizás vivió y sintió los que otras personas no alcanzan a vivir durante toda una vida. Momentos que jamás se borraron de sus recuerdos, porque quedaron impregnados en sus mismos sentidos. Aunque en sus dos últimas cartas, ya más resignada y madura, reconoce las situaciones de su entorno que pudieron reforzar ese sentimiento, que nunca niega ni esconde. Porque al fin y al cabo, como ella misma dice en uno de los fragmentos: “… te agradezco desde el fondo de mi corazón, la desesperación que me causas y aborrezco la tranquilidad en que vivía antes de conocerte”.

Y el libro finaliza con ese excelente escrito de Monserrat Ordóñez, titulado ¿Adiós, Mariana?, quien a través de preguntas y suposiciones, realiza un conmovedor y evocador homenaje a la historia de la monja portuguesa, sus cartas y todos los estudios alrededor de ella. 

En general, me ha gustado mucho el libro, tanto la traducción de las cartas, el texto final de Monserrat y sobre todo el ensayo inicial con esa dualidad que mencioné de rigor y frialdad investigativa, a la vez que el testimonio personal del autor, quien no puede evitar poner su corazón en evidencia, como vemos desde el inicio del ensayo con esa frase tan lapidaria, hasta los dos párrafos finales, que dicen:

“Cualquier lector dirá que ha estado enamorado muchas veces. Que examine a fondo su corazón y encontrará, o que nunca fue así o que sólo una vez (tal vez dos) ha estado dispuesto a perderlo todo, a echar todo por la borda por un amor. 

Para la muestra, estas cinco Cartas en que virtió su corazón una mujer, una religiosa, un ser humano vestido con el hábito de la pasión”. (I.V)